El Papa Francisco nos recuerda que no podemos ser rígidos porque no tendremos la libertad del Espíritu Santo. Podemos tranquilizar a Su Santidad porque el problema de la iglesia de hoy no es en absoluto la rigidez y mucho menos en la sociedad.
Algunos sesudos vaticanistas sitúan en el 30% los eclesiásticos que están descontentos con el Papa Francisco, siendo el papa reinante que siempre añade las simpatías de los pescadores de turno.
Somos tan poco rígidos que, valorando lo que es y significa el papado en la iglesia católica, podemos estar en absoluto desacuerdo con muchas de las ocurrencias del pontífice reinante y no dejar por eso de ser católicos.
Lo triste de este momento es que al que no es rígido y se desvía de lo políticamente correcto se puede encontrar misericordiado.
Hay un amplio sector que se está haciendo el muerto amparándose en argumentos de ‘prudencia’ y de ‘oportunidad’ y que están siguiendo con precisión la enseñanza jesuítica de ‘ceder sin conceder con ánimo de recuperar’.
Pretender imponer el pensamiento único, unido a la adhesión a una persona, rigidez de rigideces, suele tener efectos contrarios y muchos a muy corto plazo.
Specola