Más frutos del ‘camino sinodal’ emprendido por la Iglesia alemana. Ahora es la Diócesis de Essen, que ha producido un vídeo donde se pide, básicamente, abolir la doctrina moral católica sobre la sexualidad.
Un gran debate en la Iglesia, aún abierto, divide a quienes piensan que hay una continuidad entre lo que había antes del Concilio Vaticano II y lo que hay ahora, de los que afirman que el concilio alumbró algo completamente nuevo, en ruptura con lo precedente. La primera es, por así decir, la tesis oficial, como no podía ser de otra manera.
Pero el ‘camino sinodal’ emprendido por la Iglesia alemana hace ya meses tiene toda la pinta de apostar por la segunda tesis, la de la ruptura, al menos en las cuestiones que resultan menos gratas para el europeo moderno: la moral sexual. Los indicios están por todas partes, dentro del proceso y fuera de él.
Lo último, por ejemplo, de lo que informa la revista italiana Tempi, se refiere a la diócesis alemana de Essen, en el estado de Renania del Norte-Vestfalia, que acaba de publicar un vídeo titulado ‘Examinar y cambiar la Iglesia’, en el que empleados diocesanos piden el reconocimiento de los ‘matrimonios homosexuales’ y, en suma, abolir en la práctica las principales enseñanzas de la Iglesia en materia de moral sexual.
“Soy gay, católico, casado con mi marido desde 2004 y trabajo para la Iglesia católicas desde 1996”, explica en la cinta Rainer Teuber. “Mis amigos se pregunta cómo es posible. Sinceramente, a veces sufro trabajando para una institución que rechaza mi sexualidad, nuestro matrimonio. Sabrina Kuhlmann, consejera pastoral de la diócesis, incide: “También quienes no son heterosexuales, y los que prefieren vivir juntos sin casarse, y aquellos cuyo matrimonio ha fracasado y quieren probar de nuevo, todos los que no se conforman con la norma de la Iglesia, todos esos también son fieles”. En cuyo caso, añado, urge una nueva definición de ‘fidelidad’.
La directora de la diócesis -sea lo que fuere que significa este cargo-, Claudia Fockenberg, espera en consecuencias que “la Iglesia se aparte de la terminología de “moral sexual” y la redefina aceptando la sexualidad de todos los individuos. Es una necesidad fundamental y un derecho de todos”.
Si alguna de esas tesis triunfara, no cabe duda de que la Iglesia alemana quedaría fuera de la comunión con Roma. Y si Roma lo aceptara, quedaría desconectada con su doctrina moral bimilenaria y con toda su concepción antropológica de la sexualidad.
Carlos Esteban