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jueves, 22 de octubre de 2020

Padre Reginaldo Garrigou-Lagrange: “La síntesis tomista”



Las ediciones “Fe y Cultura” de Verona reproponen la segunda edición de La Síntesis tomista del padre Reginaldo Garrigou-Lagrange aparecida en francés en el 1946 para las ediciones Desclée De Browuer de París traducida en italiano y publicada en 1953 por la Queriniana de Brescia; una obra que abraza en una visión de conjunto, o mejor casi en una mirada de águila, todo el pensamiento de santo Tomás, dividido en 4 partes principales: la filosofía, la teología dogmática, la teología moral y la espiritualidad. Verdaderamente una obra de alta síntesis en la cual el padre Reginaldo reúne todas las obras de santo Tomás explicándole y compendiándole en un todo unitario para hacer entender a los lectores la plenitud del tomismo filosófico, teológico dogmático/moral y ascético/místico, con la finalidad de que el estudio limitado de una obra individual o de una sola rama del pensamiento del Angélico no impida ver y vivir el conjunto del pensamiento tomista, como sucede cuando por observar un árbol se pierde de vista el bosque en toda su plenitud y magnificencia.

Aunque Garrigou-Lagrange indaga cada problema individual con competencia, maestría y profundidad, sin embargo reúne, comprende y expone todo en una síntesis universal tan vasta como profunda y precisa, que abraza todo particular a la luz de los primeros principios de la filosofía y de la teología. El padre Reginaldo no es hombre de un solo libro, de un solo tratado, de una sola tesis, sino el verdadero sabio (lleno del don de la ciencia, del intelecto y de la sabiduría del Paráclito) que abarca todo el horizonte del pensamiento y de la vida filosófico/teológica y espiritual sub specie aeternitatis (bajo la forma de la eternidad). La persona y la enseñanza del padre Reginaldo son unificadas por una claridad y una agudeza de ingenio, por un fervor y por un vigor de exposición, que resumen en una síntesis luminosa y calurosa la ciencia sagrada indagando en profundidad las alturas de la verdad natural y los abismos del misterio sobrenatural. Él fue también el campeón de la batalla contra el modernismo y el neo-modernismo porque, como amaba repetir, “no se puede enseñar la verdad sin refutar el error”.

El padre Reginaldo en 1897 entra en la Orden de Santo Domingo. En 1902 es ordenado sacerdote y en 1905 inicia la enseñanza de teología en Le Saulchoir en Bélgica bajo la guía del padre Ambroise Gardeil. En 1909 es llamado a Roma por el padre Giacinto Cormier, Maestro General de los dominicos, para enseñar teología dogmática en la Pontificia Universidad Dominicana del Angelicum donde permanece por casi medio siglo hasta 1960; los últimos 4 años de vida los pasa en un hospital romano golpeado por una especie de alzhéimer, que lo reduce al estado vegetativo.

La síntesis tomista está destinada a “permanecer en la historia del pensamiento cristiano” como escribía su traductor, el padre dominico Ignacio Paci de Siena. Esta obra es el fruto de la madurez científica del autor (preciso, claro, metódico y profundo) en el campo de la filosofía y de la teología tomística. La profundidad y la claridad son sus notas distintivas así como de toda la producción del padre Reginaldo (el cual une el rigor científico a la capacidad de hacerse entender), producción que es una especie de “Suma” la cual encierra no solo el pensamiento filosófico/teológico de santo Tomás de Aquino, sino también los comentarios del padre Garrigou-Lagrange a los escritos tomísticos leídos a la luz de los tres grandes autores de la segunda escolástica preferida por él (el Gaetano, el Ferrarense y Juan de Santo Tomás). Además hay algunos capítulos que tienen que ver con la filosofía perenne y que han tocado su culmen con el Angélico.

La primera parte de La Síntesis Tomista se refiere a la metafísica del tomismo y trata de los principios primeros conocidos en sí mismos, del ser inteligible de la cosa sensible como objeto formal del intelecto humano y de la distinción real entre potencia y acto. Ciertamente esta parte es muy profunda, aunque para nada árida y fría, sino tal vez es la menos brillante de la producción del padre Garrigou-Lagrange que ha visto en la filosofía tomista solo un comentario de aquella aristotélica y no una producción original del Aquinate que supera también al aristotelismo por la distinción real entre esencia y ser, visto como acto último de toda esencia, forma, perfección; mientras el Estagirita se había parado en la metafísica de la esencia sin elevarse al ser como acto último y perfecto.

La segunda parte de la síntesis tomista trata de la teología del Angélico, se inicia con el tratado del De Deo Uno de la Suma de Teología ya comentado por el padre Garrigou-Lagrange en sus cursos de teología dogmática iniciados en 1909 en el Angelicum de Roma y publicado por la Editora Marietti de Turín en 1938. Muy importante, es más superlativo, es el capítulo de ‘La Síntesis Tomista’ en la cual el padre dominico afronta el problema de la voluntad de Dios y de la libertad del hombre a la luz de la doctrina tomista sobre la predestinación, que tantas polémicas ha suscitado entre molinistas y tomistas, de los cuales el último, el padre Reginaldo (La predestinación de los santos y la gracia, París, 1935; La gracia, Turín, Marietti, 1946; La comedia banneziana y el reciente sincretismo, en “Angelicum”, 1946, p. 3 ss.) fue uno de los máximos campeones por la perspicacia y la claridad con las cuales ha tratado un problema tan delicado sobre el cual el padre dominico Domingo Bañez expuso su contribución decisiva en el siglo XVI contra el jesuita Luis de Molina.

En la tercera parte de la síntesis tomista el padre Reginaldo resume su comentario al De Deo Trino (Turín, Marietti, 1943) concluyendo, a la luz de la teología mística, con la inhabitación de la Santísima Trinidad en las almas de los justos. En la parte cuarta estudia el tratado sobre los ángeles y sobre el hombre, da las pruebas de la inmortalidad del alma, la verdadera noción de psicología metafísica sobre el conocimiento humano, que es la que mejor corresponde a la realidad entre todas las teorías de varios filósofos, que han tratado de explicar la naturaleza del conocimiento del intelecto humano alejándose de la postura de Aristóteles y santo Tomás.

En la quinta parte encontramos el compendio sobre el Verbo Encarnado (El Salvador y su amor por nosotros, París, 1933; Cristo Salvador, Marietti, 1945) para concluir con el tratado sobre la Mariología (La Madre del Salvador y nuestra vida interior, París, 1941). En la parte sexta se tratan los sacramentos (La Eucaristía, Turín, Marietti, 1942) y en la séptima la teología moral (Las virtudes teológicas, Turín, Marietti, 1949) y la espiritualidad, materia en la cual el padre Reginaldo fue maestro insuperado (con sus obras Perfección cristiana y contemplación, 2 volúmenes., París, 1923; Las tres edades de la vida interior, 3 volúmenes, París, 1938-1939; La Providencia y confianza en Dios: fidelidad y abandono, París, 1932; La vida eterna y las profundidades del alma, París, 1949). 

La parte octava es un resumen originalísimo que encierra el camino filosófico del tomismo desde el Angélico hasta el 1950. Esta se abre con las XXIV tesis del tomismo compuestas y comentadas por parte de Guido Mattiussi; prosigue con la profundización del valor ontológico del principio evidente de no contradicción y de causalidad; luego pasa al problema de la verdad (“adaequatio rei et intellectus”), que con Maurice Blondel y el modernismo (“adaequatio rei et vitae”) fue distorsionado abriendo las puertas al error filosófico subjetivista y a la herejía de la evolución heterogénea del dogma; finalmente concluye con una especie de canto del cisne sobre la distinción entre gracia eficaz y suficiente para aclarar todavía mejor la cuestión de la providencia, del movimiento y de la predestinación divina respecto a la libertad humana.

En la edición italiana de 1953 se encuentran dos apéndices: la primera sobre la inmutabilidad del dogma en polémica con el modernismo clásico condenado por san Pío X en 1907 (Encíclica Pascendi) y el otro en polémica con el neo-modernismo, sobre la Encíclica Humani Generis (12 de agosto de 1950) de Pío XII (en cuya elaboración el P. Reginaldo ha colaborado) que condena la nueva teología, la cual tristemente ha penetrado en el interior del ambiente eclesial, a pesar de la condena pacelliana, con Juan XXIII y el Concilio Vaticano II. Aconsejamos, por lo tanto, el estudio serio, constante y a fondo de este libro que ayuda a entender la doctrina tomista en manera sintética, bajo la guía de un maestro tan hábil como Garrigou-Lagrange, que ha estudiado casi 50 años en manera analítica, tratado por tratado, cuestión por cuestión, problema por problema la enseñanza de santo Tomás, el cual impregna cada página de este libro y lo ha resumido en una manera que más bella, clara y limpia no se podría. El padre Reginaldo solía decir: “Los profesores jóvenes enseñan más de aquello que saben, aquellos de media edad enseñan lo que saben, los ancianos enseñan menos de lo que saben resumiendo todo en una síntesis que recorre todas las preguntas a la luz de los principios supremos de la ciencia sagrada”. Pues la síntesis tomista es el libro en el cual el eminente teólogo dominico ha enseñado menos de aquello que sabía, pero de una manera tan sabrosa, caliente y sintética que vale por sí solo todo lo que valen sus innumerables tratados tomados aisladamente.

sì sì no no

Hasta poco antes del Concilio Vaticano II decir Garrigou y decir teología católica era la misma cosa. Era él el maestro indiscutible. Es sabido que su parecer tuvo un peso determinante en la condena de la nueva teología.