En este trágico momento para la Iglesia en varias partes del mundo -Estados Unidos, Chile,
Honduras Australia, etc.- Los Obispos tienen una grave responsabilidad. Estoy pensando en
Estados Unidos de América en especial, a donde fui enviado como Nuncio Apostólico por
el Papa Benedicto XVI, el 19 de octubre del 2011, el onomástico conmemorativo de los
primeros mártires en Norteamérica. A los Obispos de los Estados Unidos se les ha
convocado, y yo entre ellos, a seguir el ejemplo de estos primeros mártires que trajeron el
Evangelio al Continente Americano, para ser testigos creíbles del inmenso Amor de Cristo,
el Camino, la verdad y la Vida.
Obispos y sacerdotes, abusando de su autoridad, han cometido horribles crímenes en
detrimento de sus fieles, menores, víctimas inocentes y hombres jóvenes dispuestos a
dedicar sus vidas a la Iglesia, o por su silencio no han evitado que tales crímenes continúen
siendo perpetrados.
Para restablecer la belleza de la santidad de la Novia de Cristo, que ha sido terriblemente
desfigurada por tantos abominables crímenes, y si en verdad quieren liberar a la Iglesia del
fétido pantano en el que ha caído, debemos tener el valor de derribar la cultura de la
secrecía y confesar publicamente las verdades que hemos mantenido escondidas. Debemos
derrumbar la conspiración de silencio con la que los Obispos y sacerdotes se han protegido
a expensas de sus fieles, una conspiración de silencio que a los ojos del mundo arriesga a la
Iglesia Católica asemejarse a una secta, una conspiración de silencio no muy diferente a la
que prevalece en la mafia. "Lo que hayas dicho en la oscuridad...será proclamado desde lo
alto de las casas"
(Lucas 12:3).
Yo siempre creí y tuve la esperanza de que la jerarquía de la Iglesia podría encontrar en su
seno los recursos espirituales y la fuerza para confesar toda la verdad, para enmendar y
renovarse. Es por esto que, aun cuando repetidamente se me había hecho la petición, había
evitado hacer declaraciones a los medios, aun cuando estaba en mi derecho de hacerlo, para
defenderme de las calumnias que se publicaron contra mi persona, incluso por altos
prelados de la Curia Romana. Pero ahora que la corrupción ha alcanzado la cima de la
jerarquía de la Iglesia, mi conciencia me dicta que revele las verdades en torno al triste caso
del Arzobispo emérito de Washington D.C., Theodore McCarrick, al que conocí dadas las
encomiendas que me confió San Juan Pablo II, como Delegado de las Representaciones
Pontificias, de 1998 al 2009, y por el Papa Benedicto XVI, como Nuncio Apostólico para
los Estados Unidos de América, desde octubre 19 del 2011 hasta el fin de mayo del 2016.
Como Delegado de las Representaciones Pontificias en el Secretariado de Estado, mis
responsabilidades no estaban limitadas a las Nunciaturas Apostólicas, sino que también
incluían al personal de la Curia Romana (empleos, promociones, procesos informativos de
los candidatos al Episcopado, etc.) y la revisión de casos delicados, incluídos aquellos
relacionados a Cardenales y Obispos, que se le confiaban al Delegado, de parte del
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Cardenal Secretario de Estado o por el Sustituto del Secretario de Estado.
Para allanar las sospechas insinuadas en varios artículos recientes, digo ahora mismo que
los Nuncios Apostólicos en los Estados Unidos, Gabriel Montalvo y Pietro Sambi, ambos
fallecidos prematuramente, no omitieron informar a la Santa Sede, tan pronto tomaron
conocimiento de la conducta gravemente inmoral del Arzobispo McCarrick con los
seminaristas y sacerdotes. Ciertamente, de acuerdo a lo que el Nuncio Pietro Sambi
escribió, la Carta O.P. del Padre Boniface Ramsey, que había sido profesor en el seminario
diocesano en Newark desde finales de los ochentas hasta 1996, afirma que había un rumor
recurrente en el seminario de que el Arzobispo "compartía su cama con los seminaristas,"
invitando a cinco al mismo tiempo de pasar el fin de semana con él en su casa en la playa.
Y agregó que conocía a cierto número de seminaristas algunos de los cuales fueron
ordenados sacerdotes por la Arquidiocesis de Newark, que habían sido invitados a esta casa
en la playa y habían compartido cama con el Arzobispo.
La oficina que se me había encomendado como responsabilidad no fue informada de
ninguna medida tomada por la Santa Sede después de que los cargos fueran presentados por
el Nuncio Montalvo a finales del año 2000, cuando el Cardenal Angelo Sodano era
Secretario de Estado.
De la misma manera, el Nuncio Sambi transmitió al Cardenal Secretario de Estado,
Tarcisio Bertone, un memorando de acusación contra McCarrick por el sacerdote Gregory
Littleton de la Diócesis de Charlotte, que fue rebajado al estado laico por violación de
menores, junto con dos documentos de Littleton en los que hace el recuento de su trágica
história de abuso sexual por el entonces Arzobispo de Newark y varios otros padres y
seminaristas. El Nuncio agrega que Littleton ya había enviado su memorandum a alrededor
de veinte personas, incluyendo a autoridades judiciales civiles y eclesiásticas; policía y
abogados en junio del 2006, y que por lo tanto era muy probable que la noticia se haría
pública, en breve. Por lo tanto pedía por la pronta intervención de la Santa Sede.
Al escribir el memorando (1) sobre estos documentos que se me confiaron, como Delegado
de las Representaciones Pontificias, en diciembre 6 del 2006, le escribí a mis superiores, El
Cardenal Tarcisio Bertone y al Sustituto Leonardo Sandri, que los hechos atribuídos a
McCarrick, por Littleton, eran de tal gravedad y vileza que provocaban asombro, una
sensación de disgusto, profunda tristeza y amargura en el lector, y que eran constitutivos de
crímenes de seducción, petición de comisión de actos depravados de seminaristas y padres,
repetidamente y simultaneamente con varias personas; escarnio a un joven seminarista que
intentó resistir las seducciones del Cardenal en presencia de otros dos sacerdotes,
absolución de los cómplices de estos actos depravados, celebración sacrílega de la
Eucaristía con los mismos sacerdotes después de la comisión de dichos actos.
- En mi memorando, que entregué ese mismo diciembre 6 del año 2006 a mi superior
inmediato, el Sustituto Leonardo Sandri, propuse las siguientes consideraciones y curso de
acción a mis superiores:
___________________
(1) Todos los memorandos, cartas y otra documentación mencionada aquí están disponibles en la Secretaría
de Estado de la Santa Sede o en la Nunciatura Apostólica de Washington D.C.
3
- Dado que parecía que era un nuevo escándalo de peculiar gravedad, pues atañía a un
Cardenal, se iba a agregar a los múltiples escándalos de la Iglesia en Estados Unidos,
y dado que este asunto involucraba a un Cardenal, y que de acuerdo a
can. 1405 § 1, No. 2 ̊, “ipsius Romani Pontificis dumtaxat ius est iudicandi”;
- Hice la propuesta de que se debía tomar una medida ejemplar contra el Cardenal que
podría surtir un efecto medicinal, para prevenir abusos futuros contra víctimas inocentes y
paliar el grave escándalo para los fieles, que a pesar de todo seguían amando y creyendo en
la Iglesia.
Añadí que sería muy beneficioso que en esta instancia la autoridad eclesial actuara antes
que las autoridades civiles y de ser posible, antes de que el escándalo llegara a la prensa.
Esto podría restaurar alguna dignidad a la Iglesia tan humillada y puesta a prueba por tantos
actos abominables de parte de algunos de sus pastores. Si se hiciera esto, la autoridad no
llevaría a juicio a un Cardenal sino a un pastor a quien la Iglesia ya le hubiese adjudicado
las medidas apropiadas para evitar que el Cardenal de abusar de su autoridad y continuar
destruyendo vidas inocentes.
Mi memorando de diciembre 6 del 2006 fue conservado por mis superiores y jamás me fue
regresado con alguna decisión de mis superiores sobre este asunto. Subsecuentemente
alrededor del 21 de abril del 2008, la Declaración del Papa Benedicto XVI en torno a la
crisis de los patrones de conducta sexual en los Estados Unidos, por Richard Sipe, fue
publicado en Internet en richardsipe.com . El 24 de abril fue entregado por el Prefecto de la
Congregación de la Doctrina de la Fe, el Cardenal William Levada, al Cardenal Secretario
de Estado Tarcisio Bertone. Se me entregó un mes después el 24 de mayo de 2008.
El día siguiente entregué un nuevo memorando al nuevo Sustituto, Fernando Filoni, que
incluyó el memorando previo de diciembre del 2006. En él, resumía el documento de
Richard Sipe que terminaba con esta respetuosa y sincera petición al Papa Benedicto XVI:
"Me acerco a Su Santidad con la debida reverencia, pero con la misma intensidad que
motivó a Peter Damian a exponer frente a su predecesor, el Papa León IX, una descripción
del clero durante su era. Los problemas que relataba eran similares y tan grandes hoy en
día en los Estados Unidos como lo eran entonces en Roma. Si Su Santidad lo solicita, yo
personalmente entregaré la documentación a la que aludo."
Terminaba mi memorando repitiéndole a mis superiores que yo pensaba que era necesario
intervenir lo mas rápido posible removiendo la Mitra cardenalicia al Cardenal McCarrick y
que debía ser sujeto a las sanciones establecidas por el Código de la Ley Canónica, que
también incluían las provisiones para su reducción a estado laico.
Este segundo memorando mío tampoco fue remitido a la oficina de personal, y me generó
una grave decepción de mis superiores por la inconcebible ausencia de acción contra el
Cardenal y por la continua ausencia de comunicación conmigo a partir del primer
memorando de diciembre del 2006.
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Pero finalmente supe con certeza, a través del Cardenal Giovanni Battista Re, entonces
Prefecto de la Congregación para los Obispos, que la declaración valerosa y meritoria de
Richard Sipe había tenido el resultado deseado. El Papa Benedicto [XVI] había impuesto
al Cardenal McCarrick sanciones similares a las impuestas ahora por el Papa
Francisco: El Cardenal debía abandonar el seminario en donde vivía, se le prohibía
celebrar Misa en público, participar en reuniones públicas, dar conferencias, viajar,
con la obligación de dedicarse a una vida de penitencia y oración.
No sé cuando tomó estas medidas el Papa Benedicto [XVI] en contra de McCarrick, si en
el 2009 o 2010, porque entretanto se me había transferido a la Gubernatura de la Ciudad
Estado del Vaticano. Asimismo, no se quién haya sido responsable de esta increíble
tardanza. Ciertamente no creo que haya sido el Papa Benedicto [XVI] que en sus tiempos
de Cardenal había denunciado repetidamente la corrupción presente en la Iglesia, y que en
sus primeros meses de Pontificado ya había adoptado una postura firme en contra de
admitir a jóvenes a los seminarios con profundas tendencias homosexuales. Creo que fue
debido al primer colaborador del Papa [Benedicto XVI] en ese momento, el Cardenal
Tarcisio Bertone, que notoriamente favorecía el promocionar a homosexuales a posiciones
de responsabilidad, y estaba acostumbrado a manejar la información que él creía era
apropiada el transmitir al Papa [Benedicto XVI] .
En cualquier caso, lo que es seguro es que el Papa Benedicto [XVI] las antes citadas
sanciones canónicas a McCarrick y que le fueron comunicadas por el Nuncio
Apostólico para los Estados Unidos, Pietro Sambi. El Monseñor Jean-François
Lantheaume, entonces Primer Consejero de la Nunciatura en Washington y Chargé des
affaires después de la inesperada muerte del Nuncio Sambi en Baltimore, me dijo, cuando
llegué a Washington D.C. -Y él está listo para testificar el dato- de una tormentosa
conversación que duró más de una hora, que el Nuncio Sambi sostuvo con el Cardenal
McCarrick al que había citado a la Nunciatura. Monseñor Lantheaume me relató que "la
voz del Nuncio se podía escuchar hasta el pasillo".
Las mismas disposiciones del Papa Benedicto [XVI] se hicieron de mi conocimiento por el
nuevo Prefecto de la Congregación de Obispos, el Cardenal Marc Ouellet, en noviembre
del 2011, en una conversación antes de mi partida a Washington, y fueron incluídas junto a
las demás instrucciones de la misma Congregación para el nuevo Nuncio
A su vez, se las repetí al Cardenal McCarrick en mi primer encuentro con él en la
Nunciatura. El Cardenal, musitando en voz poco entendible, admitió que tal vez él había
cometido el error de dormir en la misma cama con algunos seminaristas en su casa de
playa, pero lo mencionó como si no tuviese importancia. Los fieles se preguntan
insistentemente cómo fue posible que se le designara como Cardenal de Washington, y
tienen todo el derecho a saber quién sabía y quién encubrió sus graves descarríos.
Por lo tanto es mi deber el revelar lo que sé de esto, comenzando con la Curia Romana. El
Cardenal Angelo Sodano era Secretario de Estado hasta septiembre del 2006: Toda la
información le fue entregada a él en noviembre del año 2000, el Nuncio Montalvo le envió
su reporte, entregándole la carta antes citada del Padre Boniface Ramsey en la que
denunciaban los serios abusos cometidos por McCarrick.
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Es sabido que Sodano intentó encubrir el escándalo del Padre Maciel hasta el último
momento. Incluso destituyó al Nuncio en la Ciudad de México, Justo Mullor, quien rechazó
hacerse cómplice en la estratagema de encubrimiento del Padre Maciel, y en su lugar
designó a Sandri, en aquel entonces Nuncio en Venezuela, que estaba dispuesto a colaborar
en el encubrimiento. Sodano incluso llegó a emitir una declaracióna la oficina de prensa del
Vaticano en la que se reafirmaba una mentira, en la que se aseveraba que el Papa Benedicto
[XVI] había decidido que el asunto Maciel debía ser considerado como caso cerrado.
Benedicto [XVI] reaccionó, a pesar de la árdua defensa de Sodano, y Maciel fué hallado
culpable e irrevocablemente condenado.
¿Fue la asignación de McCarrick como Cardenal de Washington, obra de Sodano, cuando
Juan Pablo II ya estaba gravemente enfermo? No se nos ha dado saberlo. Sin embargo es
legítimo el pensarlo, pero no creo que haya sido el único responsable de esto. McCarrick
viajaba frecuentemente a Roma y tenía amigos en todas partes, en todos los estratos de la
Curia. Si Sodano había protegido a Maciel, como parece seguro, entonces no hay razón
para pensar que no haya hecho lo mismo por McCarrick, quien de acuerdo a muchos, tenía
los medios financieros para influenciar decisiones. Su nominación a Washington tuvo la
oposición por el entonces Prefecto de la Congregación para los Obispos, el Cardenal
Giovanni Battista Re. En la Nunciatura en Washington existe una nota escrita de su puño en
la que el Cardenal Re se distancia del nombramiento y declara que McCarrick era el
décimo cuarto en la lista de candidatos para Washington.
El reporte del Nuncio Sambi con todos sus apéndices, fue enviado al Cardenal Tarcisio
Bertone, como Secretario de Estado. Mis dos memorandos antes citados de diciembre del
2006 y mayo 25 del 2008, presumiblemente también le fueron entregados por su Sustituto.
Como se mencionó anteriormente, el Cardenal no tuvo dificultad en presentar candidatos
para el Episcopado de los cuales se sabía que eran homosexuales activos -Cito unicamente
el caso de Vincenzo de Mauro, quién fue designado Arzobispo-Obispo de Vigevano y mas
tarde removido porque estaba subvirtiendo a sus seminaristas - y en filtrar y manipular la
información que le entregaba al Papa Benedicto [XVI].
El Cardenal Pietro Parolin, el actual Secretario de Estado, que también era cómplice en el
encubrimiento de los descarríos de McCarrick, el cual, después de la elección del Papa
Francisco, presumía abiertamente de sus viajes y misiones a varios continentes. En abril del
2014, el Washington Times publicó un reportaje en primera plana, el viaje de McCarrick a
la República de África Central, por encargo del Departamento de Estado ni mas ni menos.
Como Nuncio de Washington le escribí al Cardenal Parolin preguntándole si las sanciones
impuestas a McCarrick por el Papa Benedicto [XVI] estaban vigentes. ¡Ça va sans dire que
mi misiva nunca tuvo respuesta!
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Lo mismo se puede decir de:
• Cardenal William Levada. Ex-Prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe
• Cardenal Marc Ouellet. Prefecto de la Congregación de los Obispos
• Lorenzo Baldisseri Ex-Secretario de la Congregación para los Obispos
• Arzobispo Ilson de Jesus Montanari. Actual Secretario de la misma Congregación.
Todos estaban al tanto por la investidura de sus cargos, de las sanciones impuestas por el
Papa [Benedicto XVI] a McCarrick.
Los Cardenales Leonardo Sandri, Fernando Filoni y Angelo Becciu, como sustitutos del
Secretariado de Estado, conocían todos los detalles de la situación en lo concerniente al
Cardenal McCarrick.
Tampoco los Cardenales Giovanni Lajolo y Dominique Mamberti podrían haber
permanecido ignorantes, como Secretarios para las Relaciones con los Estados. Ellos
participaron varias veces por semana en reuniones colegiadas con el Secretario de Estado.
En lo que concierne a la Curia Romana, me detendré aquí, aun cuando los nombres de otros
Prelados en el Vaaticano son bien conocidos, incluso algunos muy cercanos al Papa
Francisco, tales como el Cardenal Francesco Coccopalmerio y el Arzobispo Vincenzo
Paglia que pertenecen a la corriente homosexual que favorece el subvertir la Doctrina sobre
la homosexualidad, una corriente ya denunciada antes en 1986 por el Cardenal Joseph
Ratzinger, en aquel entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en su
carta a los Obispos de la Iglsia Católica sobre el cuidado pastoral de personas
homosexuales. Los Cardenales Edwin Frederick O’Brien y Renato Raffaele Martino
también pertenecen a dicha corriente, aunque con una ideología distinta. También otros que
pertenecen a esta corriente incluso tienen su residencia en el Domus Sanctae Marthae.
Ahora hablemos de lo de Estados Unidos. Obviamente el primero en ser informado de las
medidas tomadas por el Papa Benedicto [XVI] fue el sucesor en la Sede de Washington,
Cardenal Donald Wuerl, cuya situación está ahora totalmente comprometida por las
recientes revelaciones en torno a su comportamiento como Obispo de Pittsburgh.
Es totalmente impensable que el Nuncio Sambi, quién fuese una persona extremadamente
responsable, honesta, leal, directa y explícita en su comportamiento (un verdadero hijo de la
Romagna) no le hablase al respecto. En cualquier caso, yo mismo puse el tema a la
consideración con el Cardenal Wuerl en varias oportunidades, y ciertamente no necesité
entrar en detalle pues me percaté con claridad que él estaba al corriente del tema. Tambien
recuerdo en lo particular de que tuve que llamar su atención al tema, porque me di cuenta
que en una publicación de la Arquidiócesis, en la cuarta de forros a color, había un anuncio
invitando a los jóvenes que creían tener vocación para el sacerdocio, a una reunión con el
Cardenal McCarrick. Inmediatamente me puse en comunicación telefónica con el Cardenal
Wuerl quién me expresó su sorpresa diciéndome que no sabía nada del anuncio y que lo
cancelaría. Si él, como lo declara actualmente, no sabía nada de los abusos cometidos por
McCarrick y de las medidas tomadas por el Papa Benedicto [XVI], ¿cómo puede explicar la
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respuesta que me dió en el teléfono? Sus recientes declaraciones de que no sabía nada del
asunto, aunque al principio se refirió astutamente a las compensaciones a dos víctimas, son
absolutamente irrisorias. El Cardenal miente desvergonzadamente y prevalece sobre la
figura de su Canciller, Monsignor Antonicelli, para que mienta asimismo.
El Cardenal Wuerl también claramente mintió en otra ocasión. Después de un evento
moralmente inaceptable, autorizado por las autoridades de la Universidad de Georgetown,
lo presenté a la atención de su presidente (Rector), el Dr. John DeGoia, enviándole otras
dos cartas. Antes de remitir copia al involucrado, para manejar las cosas apropiadamente,
yo personalmente entregué copia de ellas al Cardenal con una carta que yo había escrito. El
Cardenal me respondió que no sabía nada del tema. Sin embargo no me envió acuso de
recibo de las dos cartas, cosa que no era usual en él. Subsecuentemente supe que el evento
de la Universidad de Georgetown había sido celebrado durante siete años. ¡Pero el Cardenal
no sabía nada al respecto!
El Cardenal Wuerl, consciente de los continuos abusos cometidos por el Cardenal
McCarrick y de las sanciones que le impuso el Papa Benedicto [XVI] y transgrediendo la
orden del Papa [Benedicto XVI], también le permitió residir en un seminario en
Washington D.C. Al hacerlo, puso en riesgo a otros seminaristas.
El Obispo Paul Bootkoski, emérito de Metuchen, y el Arzobispo John Myers, emérito de
Newark, encubrieron los abusos cometidos por McCarrick en sus respectivas Diócesis y
compensaron a dos de sus víctimas. No pueden negarlo y deben ser interrogados para
revelar todas las circunstancias y toda la responsabilidad con respecto a este asunto.
El Cardenal Kevin Farrell, quien fue entrevistado recientemente por los medios, también
dijo que no tenía la menor idea sobre los abusos cometidos por McCarrick. Dadas las
características de su mandato en Washington, Dallas y ahora en Roma, honestamente, creo
que nadie puede creerle. No sé si alguna vez le preguntaron si sabía sobre los crímenes de
Maciel. Si negara esto, ¿alguien le creería, ya que él ocupaba puestos de responsabilidad
como miembro de los Legionarios de Cristo?
En cuanto al Cardenal Sean O'Malley, simplemente diría que sus últimas declaraciones
sobre el caso McCarrick son desconcertantes y han oscurecido por completo su
transparencia y credibilidad.
* * *
Mi conciencia también me exige revelar hechos que he experimentado personalmente,
concernientes al Papa Francisco, que tienen un significado dramático. Mi calidad de
Obispo, compartiendo la responsabilidad Colegial de todos los Obispos por la Iglesia
Universal, no me permite guardar silencio sobre hechos que declaro aquí y que estoy
dispuesto a reafirmar bajo juramento, invocando a Dios como mi Testigo.
En los últimos meses de su pontificado, el Papa Benedicto [XVI] convocó a una reunión de
todos los Nuncios Apostólicos en Roma, como lo hicieron Pablo VI y San Juan Pablo II en
varias ocasiones. La fecha fijada para la audiencia con el Papa fue el viernes 21 de junio de
2013. El Papa Francisco mantuvo este compromiso hecho por su predecesor. Por supuesto,
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también vine a Roma desde Washington. Ese fue mi primer encuentro con el nuevo Papa,
elegido tan solo tres meses antes, después de la renuncia del Papa Benedicto[XVI].
Durante la mañana del jueves 20 de junio de 2013, fui a la Domus Sanctae Marthae para
unirme a mis colegas que estaban allí. Tan pronto como entré en la sala me encontré con el
cardenal McCarrick, que vestía la sotana roja. Lo saludé respetuosamente como siempre lo
había hecho. Inmediatamente me dijo, en un tono entre ambiguo y triunfante: "El Papa me
recibió ayer, mañana voy ir a China."
En ese momento yo no sabía nada de su larga amistad con el cardenal Bergoglio y de la
parte importante que había desempeñado en su reciente elección como Papa, como el
propio McCarrick revelaría más tarde en una conferencia en la Universidad de Villanova y
en una entrevista con el National Catholic Reporter. Tampoco había pensado en el hecho
de que él había participado en las reuniones preliminares del reciente Cónclave, y del papel
que pudo haber tenido como un Cardenal Elector en el Cónclave de 2005. Por lo tanto, no
entendí de inmediato, el significado del mensaje encriptado que McCarrick me había
comunicado, pero eso quedaría claro para mí en los días en los siguientes días inmediatos.
Al día siguiente tuvo lugar la audiencia con el Papa Francisco. Después de su discurso, que
en partes fue leído y en otras tuvo alocuciones espontáneas, el Papa quiso saludar a todos
los Nuncios participantes, uno por uno. En la fila en donde estábamos formados, recuerdo
que yo estaba entre los últimos. Cuando fue mi turno, solo tuve tiempo de decirle: "Soy el
Nuncio de los Estados Unidos". Inmediatamente me atacó con un tono de reproche,
diciendo: ¡Los Obispos en los Estados Unidos no deben estar ideologizados. Deben ser
pastores! Por supuesto, yo no estaba en la posición de pedirle explicación alguna sobre el
significado de aquellas palabras suyas y de la forma agresiva con la que él me había
reprendido. Tenía en mi mano un libro en portugués que el Cardenal O'Malley me había
enviado para el Papa, unos días antes, diciéndome: "para que pueda revisar su portugués
antes de ir a Río para la Jornada Mundial de la Juventud". Se lo entregué inmediatamente,
y así me liberé de esa situación extremadamente desconcertante y embarazosa.
Al final de la audiencia, el Papa anunció: "Aquellos de ustedes que todavía estén en
Roma para el próximo domingo, están invitados a concelebrar conmigo en la Domus
Sanctae Marthae". Naturalmente, pensé en quedarme en Roma, para aclarar, lo antes
posible, qué habría querido decirme el Papa [con la frase: ¡Los Obispos en los Estados
Unidos no deben estar ideologizados. Deben ser pastores! ].
El domingo 23 de junio, antes de la concelebración con el Papa, le pregunté a Monseñor
Ricca -responsable de la casa y quien nos ayudó a ponernos las vestiduras-, si podría
preguntarle al Papa sobre la posibilidad de recibirme en algún momento de la semana
siguiente. ¿Cómo podría regresarme a Washington sin haber aclarado lo que el Papa quería
de mí?
Al final de la Misa, mientras el Papa saludaba a los pocos laicos presentes, Monseñor
Fabian Pedacchio, su secretario argentino, vino a mí y me dijo: "¡El Papa me dijo que le
preguntara si en este momento usted tiene tiempo libre!" Naturalmente, le respondí que
estaba a disposición del Papa y le dí las gracias por recibirme de inmediato. El Papa me
llevó al primer piso de su departamento y me dijo: "Tenemos 40 minutos, antes del
Angelus".
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Comencé la conversación, preguntándole al Papa qué había intentado decirme con las
palabras que me había dirigido, cuando yo lo había saludado el viernes anterior. Y el Papa,
en un tono muy diferente, amistoso, casi afectuoso, me dijo: "Sí, los Obispos en los
Estados Unidos no deben estar ideologizados, no deben ser derechistas como el
Arzobispo de Filadelfia, (el Papa no me dió el nombre del Arzobispo) deben ser Pastores;
y no deben ser de izquierda, y agregó, levantando ambos brazos, y cuando digo de
izquierda me refiero a homosexual ". Por supuesto, la lógica de la correlación entre ser
izquierdista y ser homosexual se me escapó, pero no añadí nada más.
Inmediatamente después, el Papa me preguntó de una manera mañosa: "¿Cómo es el
Cardenal McCarrick?". Le respondí con total franqueza, y sí también con una gran
ingenuidad: "Santo Padre, no sé si conoce al Cardenal McCarrick, pero si usted le
pregunta a la Congregación para los Obispos, existe un enorme dossier sobre él.
Corrompió a generaciones de seminaristas y sacerdotes, por lo que el Papa Benedicto
[XVI] le ordenó retirarse a una vida de oración y penitencia ". El Papa no hizo el menor
comentario sobre esas palabras tan graves [que le dije] y no mostró ninguna expresión de
sorpresa en su rostro; como si ya conociera el asunto desde hacía algún tiempo. Él
inmediatamente cambió de tema. Entonces, cuál era el propósito del Papa al hacerme la
pregunta: "¿Cómo es el Cardenal McCarrick?" ? Es obvio que quería averiguar si yo era
aliado de McCarrick o si no lo era.
Cuando regresé a Washington, todo se volvió muy claro para mí, gracias también a un
nuevo evento que ocurrió pocos días después de mi reunión con el Papa Francisco. Cuando
el nuevo Obispo Mark Seitz tomó posesión de la Diócesis de El Paso, el 9 de julio de 2013,
envié [en mi representación]al primer Consejero, Monseñor Jean-François Lantheaume, ya
que yo tenía que ir a Dallas ese mismo día para una reunión internacional sobre Bioética.
Cuando Monseñor Lantheaume regresó, me dijo que en El Paso se había encontrado con el
Cardenal McCarrick, quien apartándolo[para hablar a solas con él], le dijo casi las mismas
palabras que el Papa me había dicho en Roma: "los Obispos en los Estados Unidos no
deben ser ideologizados, no deben ser derechistas, deben ser pastores ... " ¡Yo estaba
asombrado! Ahora estaba claro que las palabras de reproche que el Papa Francisco me
había dirigido el 21 de junio de 2013, habían sido puestas en su boca, el día anterior por el
Cardenal McCarrick. La mención del Papa "no como el Arzobispo de Filadelfia" también
podría provenir de McCarrick, ya que había habido un fuerte desacuerdo entre los dos sobre
la aceptación de que los políticos partidarios del aborto, recibieran la Comunión. En su
comunicación a los Obispos, McCarrick había manipulado una carta del entonces Cardenal
Ratzinger que prohibía darles la Comunión. De hecho, yo también sabía cómo ciertos
Cardenales como Mahony, Levada y Wuerl estaban estrechamente vinculados con
McCarrick; ellos también se habían opuesto a los nombramientos más recientes hechos por
el Papa Benedicto [XVI], para puestos importantes como Filadelfia, Baltimore, Denver y
San Francisco.
No contento con la trampa que había tendido el 23 de junio de 2013, cuando me preguntó
sobre McCarrick, unos meses más tarde, en la audiencia que me concedió el 10 de octubre
de 2013, el Papa Francisco me tendió una segunda trampa, esta vez con respecto a un
segundo de sus protegidos, el Cardenal Donald Wuerl, preguntándome: "¿Qué es lo que le
gusta al cardenal Wuerl, es bueno o malo?" Respondí: "Santo Padre, no le diré si es
bueno o malo, pero le diré dos hechos". Son los hechos que ya he mencionado
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anteriormente, uno que se refiere al descuido pastoral de Wuerl con respecto a las
desviaciones aberrantes en la Universidad de Georgetown y el otro, ¡la invitación a jóvenes
aspirantes al sacerdocio, por parte de la Arquidiócesis de Washington, a una reunión con
McCarrick! Una vez más, el Papa no mostró reacción alguna.
También estaba claro que desde el momento de la elección del Papa Francisco, McCarrick,
ahora sí, sin tener ya ninguna restricción, se había sentido libre para viajar continuamente,
para dar conferencias y entrevistas. En un esfuerzo conjunto con el Cardenal Rodríguez
Maradiaga, se convirtió en el creador de reyecitos, a través de nombramientos en la Curia
y en los Estados Unidos, así como el consejero más escuchado en el Vaticano, para las
relaciones con la administración Obama. De este modo es como uno explica que el Papa
reemplazara al Cardenal Burke por Wuerl e inmediatamente designara a Cupich después de
que fuera nombrado Cardenal, como miembros de la Congregación para los Obispos. Con
estos nombramientos, la Nunciatura en Washington quedaba fuera de la escena en el
nombramiento de Obispos. Además, nombró al brasileño Ilson de Jesus Montanari -el
gran amigo de su Secretario Privado argentino, Fabian Pedacchio- como Secretario de la
misma Congregación para los Obispos y Secretario del Colegio de Cardenales, quien de un
solo brinco dejó de ser un simple funcionario del departamento del Secretario del
Arzobispo . ¡Algo sin precedentes para una posición tan importante!
Los nombramientos de Blase Cupich para Chicago y de Joseph W. Tobin para Newark,
fueron orquestados por McCarrick, Maradiaga y Wuerl, unidos por un malvado pacto
de abusos por parte del primero, y al menos, de encubrimiento de abusos por parte de los
otros dos. Sus nombres no se encontraban entre los presentados por la Nunciatura para
Chicago y para Newark.
En cuanto a Cupich, uno no puede dejar de notar su arrogancia ostentosa y la insolencia
con la que niega la evidencia que ahora es obvia para todos: que el 80% de los abusos
encontrados fueron cometidos contra jóvenes, por homosexuales que estaban en una
relación de autoridad sobre sus víctimas.
Durante el discurso que pronunció cuando tomó posesión de la sede de Chicago, en la que
yo estaba presente como representante del Papa, Cupich dijo que ciertamente no se debe
esperar que el nuevo Arzobispo camine sobre el agua. Tal vez sería suficiente para él poder
permanecer con los pies en el suelo y no tratar de poner la realidad patas arriba, cegado por
su ideología pro-gay, como afirmó en una reciente entrevista en la revista America
Magazine. Extendiendo su particular experiencia en el tema, habiendo sido Presidente del
Comité de Protección de Niños y Jóvenes de la USCCB, él afirmó que el principal
problema en la crisis de abuso sexual por el clero no es la homosexualidad, y que afirmar
esto es solo una manera de desviar la atención del problema real que es el clericalismo. En
apoyo de esta tesis, Cupich "extrañamente" hizo referencia a los resultados de la
investigación llevada a cabo en el momento álgido de la crisis de abuso sexual de menores,
a comienzos de la década de 2000, mientras que "ingenuamente" ignoró que los resultados
de esa investigación, fueron negados por completo en los -posteriores- informes
independientes, por parte del John Jay College of Criminal Justice en 2004 y 2011, los
cuales concluyeron que, en casos de abuso sexual, el 81% de las víctimas eran hombres. De
hecho, el padre Hans Zollner, sacerdote jesuita, Vicerrector de la Pontificia Universidad
Gregoriana; Presidente del Centro para la Protección de la Infancia y miembro de la
Comisión Pontificia para la Protección de Menores, dijo recientemente al diario La Stampa
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que "en la mayoría de los casos es una cuestión de abuso homosexual ".
El nombramiento de McElroy en San Diego, también fue orquestado desde arriba, con una
orden perentoria, encriptada para mí como Nuncio, por el Cardenal Parolin, que decía:
"Reserve la sede de San Diego para McElroy". McElroy también estaba al tanto de los
abusos de McCarrick, como puede ser visto en una carta que le envió Richard Sipe el 28 de
julio de 2016.
Estos personajes están estrechamente asociados con individuos que pertenecen en particular
al ala desviada de la Compañía de Jesús, lamentablemente hoy en día una mayoría, que ya
había sido motivo de grave preocupación para Pablo VI y los siguientes Pontífices. Solo
tenemos que considerar al Padre Robert Drinan, sacerdote jesuita, quien fue elegido
cuatro veces en la Cámara de Representantes, y quien fue un firme defensor del aborto; o el
Padre Vincent O'Keefe, sacerdote jesuita, uno de los principales promotores de The
Land O'Lakes Statement of 1967, quien comprometió seriamente la identidad católica de
las universidades y facultades en los Estados Unidos. Cabe señalar que McCarrick, en ese
entonces presidente de la Universidad Católica de Puerto Rico, también participó en esa
misión desfavorable, que fue tan perjudicial para la formación de la conciencia de la
juventud estadounidense, estrechamente ligada con el ala desviada de los Jesuitas.
El Padre James Martin, sacerdote jesuita, aclamado por las personas antes mencionadas,
en particular por Cupich, Tobin, Farrell y McElroy, nombrado consultor de la Secretaría
de Comunicaciones, conocido activista que promueve la agenda LGBT, elegido para
corromper a los jóvenes, con quienes dentro de poco se reunirá en Dublín en el Encuentro
Mundial de las Familias, no es más que un triste ejemplo reciente, de esa ala desviada de la
Compañía de Jesús.
Ya que el Papa Francisco ha pedido repetidamente una transparencia total en la
Iglesia, que los Obispos y fieles actúen con parresía. Los fieles de todo el mundo
también lo exigen de manera ejemplar, entonces él debe decir honestamente, cuándo
fue que se enteró de los crímenes cometidos por McCarrick, el cual abusó de su
autoridad con seminaristas y sacerdotes.
En cualquier caso, el Papa [Francisco] lo supo de mí el 23 de junio del 2013 y aún así
continuó encubriéndolo. [El PapaFrancisco] No tomó en cuenta las sanciones que el
Papa Benedicto [XVI] le impuso [a McCarrick] y lo convirtió en su consejero de
confianza, junto con Maradiaga.
Este último [Maradiaga] confía tanto en la protección del Papa [Francisco], que puede darse
el lujo de descartar como "chismes" las súplicas sinceras de docenas de sus seminaristas,
quienes encontraron el valor de escribirle, luego de que uno de ellos intentara suicidarse por
el abuso homosexual en el seminario.
Ahora los fieles han comprendido bien la estrategia de Maradiaga: insultar a las víctimas
para salvarse a sí mismo; mentir hasta el final para cubrir un abismo de abusos de poder, de
mala administración en la administración de las propiedades de la Iglesia y de desastres
financieros, incluso contra amigos cercanos, como en el caso del Embajador de Honduras,
Alejandro Valladares, ex Decano del Cuerpo Diplomático de la Santa Sede. En el caso del
ex Obispo Auxiliar Juan José Pineda, después del artículo publicado en el semanario
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[italiano] L'Espresso en febrero pasado, Maradiaga declaró en el periódico Avvenire: "Fue
mi Obispo Auxiliar, Pineda, quien solicitó la visita, para "limpiar" su nombre después de
haber sido sometido a muchas calumnias ". Ahora, con respecto a Pineda, lo único que se
ha hecho público, es que su renuncia ha sido simplemente aceptada, haciendo que su
posible responsabilidad y la de Maradiaga desaparezcan en la nada.
En nombre de la transparencia tan alabada por el Papa [Francisco], el informe que el
Visitador, Obispo argentino Alcides Casaretto, entregó directamente al Papa [Francisco],
hace más de un año, debe hacerse público.
Finalmente, el reciente nombramiento como sustituto del Arzobispo Edgar Peña Parra
también está vinculado con Honduras, es decir, con Maradiaga. Del 2003 al 2007, Peña
Parra trabajó como Consejero en la Nunciatura de Tegucigalpa. Como Delegado para las
Representaciones Pontificias, recibí información preocupante sobre él.
En Honduras, un escándalo tan grande como el de Chile está a punto de repetirse. El Papa
[Francisco] defiende a su hombre, el Cardenal Rodríguez Maradiaga, hasta el final, como lo
hizo en Chile, con el Obispo Juan de la Cruz Barros, a quien él mismo había nombrado
Obispo de Osorno, en contra del Consejo de los Obispos chilenos.
Primero [el Papa Francisco] insultó a las víctimas del abuso [sexual por parte de sacerdotes]
y no fue sino hasta que forzado por los medios, por una revuelta por las víctimas y por los
fieles chilenos, reconoció su error y se disculpó, al tiempo que afirmó que había sido mal
informado, causando una situación desastrosa para la Iglesia en Chile, sin embargo
continuó protegiendo a los dos Cardenales chilenos, Errazuriz y Ezzati.
Incluso en el trágico asunto de McCarrick, el comportamiento del Papa Francisco no fue
diferente. Sabía al menos desde el 23 de junio de 2013 que McCarrick era un depredador en
serie. Aunque sabía que era un hombre corrupto, lo cubrió hasta el final; de hecho, hizo
propios los consejos de McCarrick, los cuales ciertamente, no estaban inspirados por
buenas intenciones ni por amor a la Iglesia. Fue solo cuando se vio obligado por el informe
del abuso de un menor, y otra vez, sabiendo que los medios tenían puesta su atención sobre
él, que [el Papa Francisco] tomó medidas [con respecto a McCarrick] para salvar su
imagen ante los medios.
Actualmente, en los Estados Unidos, está surgiendo un coro de voces, proveniente de
manera especial de los fieles laicos, y al que recientemente se han unido varios Obispos y
sacerdotes, pidiendo que todos aquellos que, por su silencio, encubrieron el
comportamiento criminal de McCarrick, o que lo usaron para avanzar en su carrera o
promover sus intenciones, ambiciones y poder en la Iglesia, deben renunciar.
Pero esto no será suficiente para sanar la situación del extremadamente grave
comportamiento inmoral por parte del clero: Obispos y sacerdotes. Un tiempo de
conversión y penitencia debe ser declarado. La virtud de la castidad debe ser recuperada en
el clero y en los seminarios. Se debe luchar contra la corrupción en el mal uso de los
recursos de la Iglesia y de las ofrendas de los fieles. La gravedad del comportamiento
homosexual debe ser denunciada. Las redes homosexuales presentes en la Iglesia deben ser
erradicadas, como escribiera recientemente Janet Smith, profesora de Teología Moral en el
Seminario Mayor del Sagrado Corazón, en Detroit. "El problema del abuso del clero",
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escribió, "no puede resolverse simplemente con la renuncia de algunos Obispos, y mucho
menos con las directivas burocráticas". El problema más profundo radica en las redes
homosexuales al interior del clero, que deben ser erradicadas ". Estas redes homosexuales,
que ahora están generalizadas en muchas Diócesis, seminarios, órdenes religiosas, etc.,
actúan bajo la ocultación del secreto y mienten con el poder de los tentáculos de un pulpo,
estrangulando a las víctimas inocentes, a las vocaciones sacerdotales, y a toda la Iglesia
Imploro a todos, especialmente a los Obispos, a que hablen con el propósito de vencer
esta conspiración de silencio que está tan extendida, y a que denuncien a los medios y
a las autoridades civiles, los casos de abuso que conocen.
Prestemos atención al mensaje más poderoso que San Juan Pablo II nos dejó como
herencia: ¡No tengan miedo! ¡No tengan miedo!
En su homilía de 2008 en la Fiesta de la Epifanía, el Papa Benedicto XVI nos recordó que
el Plan de Salvación del Padre, se había revelado y realizado plenamente en el Misterio de
la Muerte y Resurrección de Cristo, y que debe ser bienvenido en la historia humana, que
siempre es historia de fidelidad por parte de Dios y desafortunadamente, también de
infidelidad por parte de nosotros los hombres. La Iglesia, depositaria de la bendición del
Nuevo Pacto, firmada con la Sangre del Cordero, es santa pero está formada por pecadores,
como escribió San Ambrosio: la Iglesia es "inmaculata ex maculatis", es santa e
inmaculada, aunque en su viaje terrenal, esté hecha de hombres manchados con el pecado.
Deseo recordar esta verdad indefectible de la Santidad de la Iglesia, a las muchas personas
que escandalizados tanto por el comportamiento abominable y sacrílego del ex Arzobispo
de Washington, Theodore McCarrick; por la conducta grave, desconcertante y pecaminosa
del Papa Francisco y por la conspiración de silencio de tantos pastores, se sienten tentados a
abandonar la Iglesia, desfigurada por tantas ignominías. En el Angelus del domingo 12 de
agosto de 2018, el Papa Francisco dijo estas palabras: "Todos somos culpables del bien
que él pudo haber hecho y no hizo ... Si no nos oponemos al mal, lo alimentamos
tácitamente". Necesitamos intervenir donde el mal se está extendiendo; el mal se esparce
justo ahí en donde los cristianos valientes que se oponen al mal a través del bien, no
están actuando". Si esto es, correctamente, considerado como una responsabilidad moral
seria para cada creyente, cuánto más grave lo es para el Pastor Supremo de la Iglesia, que
en el caso de McCarrick no solo no se opuso al mal sino que se asoció con él, para hacer el
mal con alguien que sabía ser profundamente corrupto. [El Papa Francisco] siguió el
consejo de alguien a quien conocía bien como un pervertido, multiplicando
exponencialmente con su autoridad suprema, el mal hecho por McCarrick. ¡Y cuántos más
pastores malvados Francisco continúa apuntalando en su destrucción activa de la Iglesia!
Francisco está abdicando al mandato que Cristo le dió a Pedro para confirmar a sus
correligionarios. De hecho, con su acción los ha dividido, los ha inducido al error y ha
alentado a los lobos a seguir destrozando las ovejas del rebaño de Cristo.
En este momento extremadamente dramático para la Iglesia Universal, debe reconocer sus
errores y, de acuerdo con el principio proclamado de tolerancia cero, el Papa Francisco
debe ser el primero en dar un buen ejemplo a los Cardenales y Obispos que ocultaron
los abusos de McCarrick y y renunciar junto con todos ellos.
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Es en momentos de gran prueba que la Gracia del Señor se revela en abundancia y hace que
Su infinita Misericordia esté disponible para todos; pero Ésta se concede solo a aquellos
que verdaderamente se arrepienten y se proponen, sinceramente, a enmendar sus vidas. Este
es un momento favorable para que la Iglesia confiese sus pecados, se convierta y haga
penitencia.
¡Oremos todos por la Iglesia y por el Papa, recordemos cuántas veces nos ha pedido que recemos
por él!
Renovemos todos la fe en Nuestra Madre Iglesia: "¡Creo en una Sola, Santa, Católica y Apostólica
Iglesia!"
¡Cristo nunca abandonará su Iglesia! ¡Él la generó en Su Sangre y continuamente la revive con Su
Espíritu!
María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros!
María, Virgen y Reina, Madre del Rey de la gloria, ruega por nosotros!
Roma, 22 de agosto del 2018
Reinado de la Santísima Virgen María.
Monseñor Viganò
Traducción oficial, por Diane Montagna
Traducción del Inglés al Español, por C.A.R.P y B.E.A.I.