El episcopado español ha convocado para hoy una jornada de ayuno y oración a fin de que suceda un milagro y no se aprueba la ley de eutanasia presentada por el gobierno. Pero eso le parece mal, muy mal, al teólogo Juan José Tamayo, que en su blog de Religión digital se cita a sí mismo diciendo que “No hay razones religiosas, éticas, jurídicas o políticas para oponerse a la Ley sobre Eutanasia”.
Estábamos acostumbrados ya a la tesis implícita de los autores de Religión Digital en el sentido de que los dos mil años de Iglesia hasta el Vaticano II fueran poco más que un ‘calentamiento’ para la llegada del verdadero mensaje de Jesús en nuestros días, concretamente bajo el pontificado de Francisco.
Algo más excepcional, en cambio, es que últimamente contradigan al propio Papa y a nuestro muy melifluo episcopado, además de a la doctrina clara de la Iglesia en un punto tan esencial como es el de la vida humana. Pero así es, y mientras nuestros obispos encuentran la ley de eutanasia del gobierno de suficiente gravedad como para dar el paso excepcional de invitar a los fieles a una jornada de ayuno y oración, el añoso teólogo Juan José Tamayo hace una encendida defensa de la ley y, por extensión, de la práctica de matar a quienes lo pidan por procedimientos médicos, lo que él llama “morir con dignidad”.
Tamayo considera la iniciativa como “un ejemplo más de la alianza y sintonía episcopales con el conservadurismo político”. Otro ejemplo podría ser, no sé, la ingente cantidad de ayudas y publicidad institucional que los obispos ofrecen a una publicación como la nuestra mientras se abstienen escrupulosamente de anunciar su presencia e iniciativas en el portal en el que escribe Tamayo (entiéndase la ironía).
Tamayo es secretario general de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII (antes, solo de teólogos), una vibrante comunidad de expertos seguidores de la primavera eclesial de la que don Juan José es uno de los más jóvenes entre los de renombre, a sus 74 años. Otros destacados integrantes, como Díaz Alegría, Casiano Floristán o Enrique Miret Magdalena ya han pasado a mejor vida, imaginamos que con absoluta dignidad.
El autor desprecia los argumentos contra la eutanasia por fundamentalistas y desfasados, y propone tres a su favor. De los dos primeros solo me ha quedado claro que lo defendieron Juan Goytisolo y Hans Küng, pero el tercero tiene su gracia: “El cristianismo no es una religión dolorista, que se regodee en el sufrimiento. Es, más bien, una religión que lucha contra el sufrimiento y las causas que lo provocan, como se deduce de las propias de Jesús. “Misericordia quiero, no sacrificios”, en plena sintonía con la máxima de Epicuro: “Vana es la palabra del filósofo que no cura los sufrimientos humanos”. ¡Jesús de Nazaret y Epicuro tan cerca, el epicureísmo y el cristianismo en sintonía en lo que se refiere a la eliminación del sufrimiento!”.
Debe de ser por eso por lo que Cristo, siendo Dios, nos redimió muriendo una muerte larga e infamante clavado en una cruz, después de haber sido flagelado. Para no “regodearse en el sufrimiento”. Igualito que Epicuro.
Carlos Esteban