BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



miércoles, 8 de enero de 2020

Obispos plastificados (Fray Gerundio)



Algunas almas compañeras mías de tercer grado, que al fin y al cabo se sienten miembros de la Iglesia Purgante (siempre se enseñó así), han pedido permiso a la Superioridad para vagar unas semanas por los despachos en los que se cocina la realidad eclesial (como recuerdo que decía, con voz engolada, uno de mis abades modernistas). Querrían estas almas ver en directo cómo van las cosas, para poder aderezar luego las sesiones de terapia con mayor rigor.

Se les ha negado tal permiso. Se les ha dicho que no hay costumbre de permitir a las almas del purgatorio pasar por los susodichos despachos, ya que existiría el peligro de desánimo, enfado e irritación, con los cuales sería más difícil acceder en poco tiempo al Piso Superior, en donde ya todo es bienaventuranza y alegría. 
La verdad es que me parece que lleva razón el Alto Mando. Nos han dicho que nos conformemos con las noticias que ya se van publicando en los medios que no son bobalicones ni rastreros. Así, el propio San Pedro (que conoce bien su Santa Sede), nos ha aconsejado que para los Sacros Palacios basta con que leamos el Specola –dice el Pescador- que informa bien de lo que se cuece en los pasillos, y para las oficinas episcopales es suficiente con leer lo que ellas mismas publican, porque por ahí podemos colegir y vislumbrar por donde van sus ilustrísimas seseras.

Parece que la Conferencia Episcopal Española, ha decidido hacer frente a los problemas que aquejan a la querida España, con valentía, intrepidez y arrojo. Los Obispos se han reunido para tratar algunos de los temas y consideraciones que ocupan su mente y su corazón, empeñados siempre en dar buenos pastos a sus ovejas e impartir doctrina, en tanto que Pastores y dignos Sucesores de los Apóstoles.

Alguien podría pensar que la situación de España, con la ya inminente formación de un gobierno comunista, es preocupante para el Episcopado. La tormenta que se avecina sin duda en torno a la destrucción de todo lo que signifique católico -colegios incluidos-, podría suscitar inquietudes, pesadumbres y temores en sus Ilustrísimas. 
Alguien podría pensar asimismo, que la situación de crisis de la Iglesia, con gran número de cristianos que de hecho han abandonado sus antiguas creencias, la caída en picado de la recepción de sacramentos, los divorcios, el número millonario de abortos, la escasez de vocaciones sacerdotales o el envejecimiento de las ordenes religiosas, que están abandonando conventos de presencia centenaria en pueblos y ciudades, quita el sueño a Monseñores y Prelados. 
Alguien podría sospechar que las reuniones de la distinguida Conferencia Episcopal y todo su enorme aparato burocrático, expresan la honda desazón e inquietud que embarga a los mitrados por el estado agónico del catolicismo español y los ataques furibundos de una izquierda estalinista y narcótica.

Pues no es así. Los pastores de las almas que todavía viven en España, han excretado una declaración en la que se hacen cargo -y comparten con los fieles-, del peligro con que el uso de los plásticos amenaza la convivencia y la salvación de las almas.

En una declaración serena, valiente y cargada de testosterona episcopal, el Secretario General de los Obispos Españoles lo ha dicho sin tapujos, sin ambages y sin pudor alguno: Vamos a tratar de disminuir el consumo de plásticos. ¡Toma ya!

No es fácil para sus eminencias llegar a este punto, sin haber hecho antes una concienzuda investigación sobre los problemas de los católicos españoles. Y para dar ejemplo e ir los primeros delante de las ovejas, -añade el comunicado- se analizarán alternativas para las pequeñas botellas de agua que se puedan ofrecer. Se ha encargado a la Comisión correspondiente la compra de unos 150 botijos unipersonales, para poder ofrecer agua a los obispos durante las reuniones. Claro que los botijos deben ser de barro legalizado por la Comunidad Europea, no resulte ser barro de alguna zona minera, y se cuelen junto con el agua algunas unidades de Zinc o de Manganeso, que luego con la orina episcopal desequilibre el medio ambiente.

Por otra parte, conviene que se sepa que los Obispos están construyendo un edificio que va a ser la cumbre y la repanocha de la ecología integral:
«Nosotros mismos hemos comenzado una obra para hacer un edificio de editoriales a 200 metros de aquí, los criterios dados son que sea un edificio que pueda ser ejemplar desde el punto de vista ecológico, de su aislamiento a la hora de las pérdidas de calor y frío, de lo que hoy se nos aconseja, como las placas solares y la gestión de residuos»
¡Toma!

Pero no acaba aquí la cosa. Hay más preocupaciones. El Secretario de los Obispos, con cara de Greta sonriente dice que tienen la impresión de que en la Conferencia Episcopal Española tiran «mucho papel a la papelera» y van a estudiar «cómo gestionar estos gestos sencillos».

La verdad es que en esto sí estoy de acuerdo con Mons. Greto, porque quizá sea la propia Conferencia Episcopal la que haya evacuado más papel en los últimos cincuenta años, a juzgar por las Declaraciones, Programas, Proyectos y todo tipo de Documentación destinados siempre a clarificar a los fieles por dónde deben ir sus actitudes católicas.
Siempre con firmeza y claridad. Que hay que votar en conciencia, que no se puede votar a Vox, que hay que ser demócratas con el voto, que hay que estudiar bien los programas políticos de los partidos, que hay que poner la X en la declaración, que hay que atender a los inmigrantes y que hay que tender puentes. O sea, que efectivamente debería haber mucho menos papel, al menos el que se usa para estos menesteres, porque para superar el miedo, creo que deben seguir usando el habitual.

En fin, la sensación general ha sido la de que los Obispos españoles comparten las inquietudes de sus ovejuelas. Mientras la Conferencia Episcopal alemana hace la conversión homosexual para bendecir parejas del mismo signo que se atraen, en España se cuida el medio ambiente, se quitan las botellas de plástico y se edifica con ladrillos refractarios de usar y tirar. Y las almas, y su salvación, abandonadas en el cubo de la basura (para reciclar en el infierno).
Fray Gerundio

Cartas desde el Purgatorio. Reciclando la Biblia (Fray Gerundio)



La posibilidad de hacer algún que otro viajecillo por la tierra en calidad de alma en pena, no me anula -sino que me incrementa-, la facultad de apreciar las contradicciones de los mortales. Se ven de forma más nítida los pecados, traiciones, chalanerías e hipocresías mundanas que abundan en todos los rincones del planeta. Ya puede uno verlo sin posibilidad de tentación y con un realismo que escapa a los ojos de los vivientes. Y con una serenidad fuera de toda turbación, al estar en otra dimensión.

Entre estas contradicciones, está la de alborotarse y protestar por el hecho de que algún presidente del gobierno, ande trapicheando con los enemigos de su propia nación, con tal de gobernar y destruir aquello que juró defender. Anda en juego una clara traición, en medio de un palabrerío, que exalta el amor y pasión por la “justicia” y la “legalidad”.

Sin embargo, muy pocos se escandalizan de que su propio Pastor y Vicario de Cristo (¡¡) destroce sistemáticamente el depósito que debe guardar a toda costa y que también juró defender. Son muchos los que creen que es imposible que elabore enredos, tejemanejes y tambalaches con los enemigos de Cristo. Y que pacte con ellos su investidura, a ver si en algún momento llegara el tan ansiado Nobel de la Paz.

No parece que escandalice que instruya a los niños cristianos a que no conviertan –ni lo intenten siquiera-, a sus compañeros musulmanes o judíos, porque hay que ser tolerantes y respetuosos. Claro que si se encuentra un compañero de pupitre que se haga pis en el césped, deben recriminarle. O si el compañero Agapito se percibe como chica, debe llamarle en adelante Agapita sin mover un músculo facial, pues sería un pecado imperdonable de bullying escolar y objeto de denuncia, por maltratar a la pobre neo-chica. O si viera que en el comedor del colegio no se recicla la basura, debe emplear toda su tolerancia-cero frente a este pecado ecológico de llenar este mundo de desechos y plásticos. En ese caso, el director de dicho colegio, no tendría ya que estar al frente de una institución que corrompe niños, al no enseñarles a diferenciar el contenedor amarillo del verde. Esto es lo que importa.

Por eso se van imponiendo los pecados ecológicos, que son ahora los nuevos pecados verdes, frente a esas listas interminables de pecados morales –mortales-, que solamente expresan una tendencia quisicosista, atrabilaria y antediluviana propia de otros tiempos. Ahora somos responsables del Planeta y sentimos que la Madre Tierra nos va a pedir cuentas si la maltratamos, aunque ya sabemos –lo ha dicho Francisco-, que eso de que Dios premia a los buenos y castiga a los malos es otra filfa que nos han estado colando sus dignos antecesores. Dignos, pero completamente fuera de onda y “apuntando” fuera de tiesto. Ahora se llevan los pecados con los inmigrantes, o los pecados climáticos o los consumistas o los pecados de venta de armas, siempre que no sea a la Guardia Suiza, claro.

Todo esto no es nuevo y se viene cocinando a fuego lento durante este Glorioso Pontificado. Sin embargo, durante este mi último paseo mundial, me he percatado de que ya se ha movido con fuerza, al modo apisonadora, el elemento que faltaba: es necesario contar con la autoridad bíblica. Sí, aunque parezca mentira, esa misma autoridad de la Biblia que se ha estado pisoteando desde que San Pío X pusiera al descubierto las andanzas y maniobras hermenéuticas del modernismo.

Primero se vio la necesidad de hacer una desmitificación de los milagros. De esta forma, pudimos saber de mano de los propios expertos en Sagrada Escritura, que los milagros no eran más que expresiones del entusiasmo popular que veía con ojos de panoli una realidad completamente diferente. Cuántas veces hemos oído ya –en este Glorioso Pontificado y mucho antes-, que la multiplicación de los panes y los peces (por ejemplo) era cuando menos una especie de ficción imaginativa que les hizo creer que había numéricamente más panes, cuando en realidad lo que se había multiplicado era el deseo de distribuir y participar en una comida conjunta. Se les quitó el hambre, no porque hubiera más panes, sino por el intenso afán y entusiasmo de compartir. De este modo, pasaron a mejor vida los milagros de Jesucristo (perdón, de Jesús de Nazareth) en aras de un mayor realismo que despojaba a los evangelios de exageraciones innecesarias, impropias ya de un cristianismo con una madurez post-conciliar y liberado de atavismos.

Luego vino la re-interpretación de las propias palabras de Jesús. Entre que no había grabadoras (como dijo hace poco un ilustre cerebro con bigote), y que los redactores seguían exagerando los términos, los únicos que podían interpretarlo correctamente eran las mentes pensantes exegetas, que tuvieron la misión divina de ilustrar a todo el pueblo de Dios sobre lo que realmente-quería-decir-Jesús, ya que ellos habían desbrozado los textos hasta llegar a las mismísimas palabras de Cristo. San Mateo o San Lucas o la comunidad presente, no habían plasmado lo que realmente dijo Jesús. Pero tranquilos, porque los cerebros de las Comisiones Teológicas o las Comisisiones Bíblicas, sí que lo saben y así lo imponen a los ignorantes que no han estudiado a fondo como ellos.

A continuación se tuvo que descifrar la misma conciencia de Jesucristo. Y los sabios descubrieron que eso de ser Dios y Hombre hay que tomarlo más despacio. Jesús de Nazareth no tenía ni idea de eso hasta que un día se despertó y se vio elegido por Dios para salvar a los pobres. Y se fue animando y animando, hasta que comenzó a dejar que le llamaran Mesías, por aquello de recibir apoyo moral de los fanáticos que le iban acompañando. Pero ni se le pasó por la cabeza dar doctrina alguna, sino más bien dejar ese trabajo al Pueblo Liberado de la opresión. De ahí que solamente los teólogos de la liberación y la teología del pueblo –por los cuales habla en Espíritu-, sean los únicos capacitados para iluminar el mundo de tinieblas de la teología paulina o escolástica, que no acertó en esa interpretación. Pobrecillos.

En estos días se ha dado el paso que faltaba. Hay que rehabilitar como sea la homosexualidad en la misma Biblia. Y los expertos de turno, han evacuado su dictamen lúcido y clarividente: la Biblia no condena la homosexualidad porque siempre que habla del amor, no especifica sino que solamente dice que es entre dos. Hay que tener en cuenta sus implicaciones éticas y no el hecho mismo de la homosexualidad. Toma ya. Cuando querían los Sodomeses (para no decir la maldita palabra) y los Gomorritas (idem) cercar a Lot y los suyos, en realidad fue porque eran extranjeros, no porque fueran culturalmente distintos y se percibieran como maricas. De ahí que Dios destruyó la ciudad a base de lluvia de fuego, por no acoger al inmigrante. Si hubiera sido por el pecado nefando (perdón), seguro que Dios les habría mandado un Arco Iris.

En mi sesión de terapia purgativa de esta semana, hemos analizado el texto de la Pontificia Comisión Bíblica, con lupa atemporal. Estamos seguros de que en la próxima entrega la susodicha comisión llegará a justificar que Onán era en realidad un sentimental romántico, las codornices que Dios mandó al desierto eran vegetales volátiles, los apóstoles no eran en realidad pescadores, sino medioambientalistas del Tiberíades o que el agua de las tinajas de Caná de Galilea estaba sin depurar y por eso les supo a vino.


Es cuestión de tiempo.

Fray Gerundio