El episcopado alemán seguirá su actual senda hacia una mayor confluencia con las ideas progresistas imperantes en el mundo y que el ‘camino sinodal’ emprendido por el cardenal Marx quiere hacer ‘vinculante’, a juzgar por las opiniones de su nuevo jefe, el obispo de Limburgo, George Bätzing.
De Bätzing ya escribimos con motivo de su nombramiento su participación en algunas de las propuestas más ‘rompedoras’ -en todos los sentidos del término- del sínodo de tres años que ha emprendido el episcopado alemán, el más rico de la Iglesia universal, y en la entrevista concedida a Katholisch.de no hace más que reafirmarse.
Así, el obispo cree que la igualdad de derechos de las mujeres en la Iglesia católica es el reto más importante de su mandato al frente de los obispos de Alemania. “El tema de las mujeres en la iglesia es la cuestión más urgente del futuro que tenemos”, dijo Bätzing el miércoles en la radio pública alemana ARD. “Aquí la iglesia tiene que ponerse al día. Las mujeres católicas esperaban con impaciencia el progreso. “Ya no podremos esperar a que las mujeres tengan los mismos derechos”, dijo Bätzing.
Uno pensaría que una iglesia nacional que sufre una espectacular hemorragia de fieles cada año y que, después de todo, existe para custodiar y transmitir la verdad del Evangelio tendría alguna otra prioridad, pero no, mejor compartir la misma obsesión por los derechos de las mujeres en un momento en que las mujeres ya han alcanzado sobradamente todos los derechos salvo, en la Iglesia, uno que ni es derecho ni puede cargo eclesiástico alguno procularlo: la ordenación sacerdotal.
Bätzing no plantea eso, no todavía, solo aumentar los cargos de gestión administrativa dentro de los organismos eclesiales, lo que es una extraña prioridad para un pastor católico en una coyuntura como la que vive hoy la Iglesia.
En cuanto a la otra cuestión espinosa que se esperaba resolviese la exhortación postsinodal, la de los curas casados, Bätzing es partidario de ‘suavizar’ el celibato. Como no es posible ser moderadamente sacerdote o estar levemente casado, es de suponer que se refiere a la táctica ya habitual de la ‘renovación eclesial’: caso por caso, discerniendo, con acompañamiento y todo eso.
“Creo que no hace daño si los sacerdotes están casados porque pueden traer estas experiencias a la mesa”, dijo el martes por la noche en el telediario de la televisión estatal ZDF. “Hace mucho tiempo que creo que la iglesia debería permitir “ambas formas”.
Carlos Esteban