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miércoles, 4 de marzo de 2020

Nuevo líder del episcopado alemán: “La cuestión de la mujer será el principal reto de mi mandato” (Carlos Esteban)



El episcopado alemán seguirá su actual senda hacia una mayor confluencia con las ideas progresistas imperantes en el mundo y que el ‘camino sinodal’ emprendido por el cardenal Marx quiere hacer ‘vinculante’, a juzgar por las opiniones de su nuevo jefe, el obispo de Limburgo, George Bätzing.

De Bätzing ya escribimos con motivo de su nombramiento su participación en algunas de las propuestas más ‘rompedoras’ -en todos los sentidos del término- del sínodo de tres años que ha emprendido el episcopado alemán, el más rico de la Iglesia universal, y en la entrevista concedida a Katholisch.de no hace más que reafirmarse.

Así, el obispo cree que la igualdad de derechos de las mujeres en la Iglesia católica es el reto más importante de su mandato al frente de los obispos de Alemania. “El tema de las mujeres en la iglesia es la cuestión más urgente del futuro que tenemos”, dijo Bätzing el miércoles en la radio pública alemana ARD. “Aquí la iglesia tiene que ponerse al día. Las mujeres católicas esperaban con impaciencia el progreso. “Ya no podremos esperar a que las mujeres tengan los mismos derechos”, dijo Bätzing.

Uno pensaría que una iglesia nacional que sufre una espectacular hemorragia de fieles cada año y que, después de todo, existe para custodiar y transmitir la verdad del Evangelio tendría alguna otra prioridad, pero no, mejor compartir la misma obsesión por los derechos de las mujeres en un momento en que las mujeres ya han alcanzado sobradamente todos los derechos salvo, en la Iglesia, uno que ni es derecho ni puede cargo eclesiástico alguno procularlo: la ordenación sacerdotal.

Bätzing no plantea eso, no todavía, solo aumentar los cargos de gestión administrativa dentro de los organismos eclesiales, lo que es una extraña prioridad para un pastor católico en una coyuntura como la que vive hoy la Iglesia.

En cuanto a la otra cuestión espinosa que se esperaba resolviese la exhortación postsinodal, la de los curas casados, Bätzing es partidario de ‘suavizar’ el celibato. Como no es posible ser moderadamente sacerdote o estar levemente casado, es de suponer que se refiere a la táctica ya habitual de la ‘renovación eclesial’: caso por caso, discerniendo, con acompañamiento y todo eso.

“Creo que no hace daño si los sacerdotes están casados ​​porque pueden traer estas experiencias a la mesa”, dijo el martes por la noche en el telediario de la televisión estatal ZDF. “Hace mucho tiempo que creo que la iglesia debería permitir “ambas formas”.

Carlos Esteban

El nuevo presidente del episcopado alemán, una apuesta por el ‘camino sinodal’ (Carlos Esteban)

 
 
Sea cual fuere la verdadera razón por la que, a una edad relativamente temprana, el poderoso arzobispo de Munich, cardenal Reinhard Marx, ha decidido abandonar la presidencia de la Conferencia Episcopal Alemana, desde luego no ha sido para dar paso a un líder más próximo a la ortodoxia. Para empezar, Bäntzing, el nuevo presidente, se decanta en casi todos los temas del día por la postura renovadora, empezando por el cuestionado asunto del celibato sacerdotal.

“Estoy convencido de que no perjudicaría a la Iglesia el que los sacerdotes tuvieran libertad de elegir si quieren vivir casados o permanecer célibes”, aseguró en una entrevista. “El celibato tiene muchísimo valor para mí, porque así es como vivió Jesús”, añadió, sin embargo.

Bäntzing fue una de las dos personas encargadas de supervisar los trabajos del comité sobre moral sexual en preparación del sínodo ahora en marcha y que muchos temen abra una brecha insalvable con Roma. El comité preparó un documento de 21 páginas que sirvió en la primera asamblea del sínodo a principios de año en Francfort como base de debate. En él se exige que la moral sexual evolucione “sobre la base de avances en las ciencias humanas, incluida la experiencia vital… de fieles que aman”.

El documento anima a la Iglesia, en definitiva, a fiarse de unas ‘ciencias humanas’ que hoy sin duda aconsejarían vivamente el abandono de la moral sexual propuesta magisterialmente por la Iglesia, “que ve lícita la actividad sexual solo dentro del matrimonio, y dirigida preferentemente a la procreación”. En consecuencia, el documento justifica el uso de anticonceptivos, la práctica de la masturbación y un estilo de vida homosexual activo.
 
Carlos Esteban

Sobre el acuerdo entre China y el Vaticano: el diáglogo entre los dos cardenales es urgente (Bernardo Cervellera)



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[De “Asia News” del 3 de marzo de 2020]


Escribo esta palabras con dolor, al ver a dos cardenales - a quienes tengo el honor de conocer, dos testigo de la fe y colaboradores del pontífice en la misión de la Iglesia - que se lanzan a debatir públicamente sin siquiera haber hablado, quizás, directamente entre ellos. (véase cartas del Card. Giovanni Battista Re y del Card. Joseph Zen Zekiun). Mi impresión es que, tanto en el Vaticano como en el mundo, se prefiere afirmar la propia verdad, o mejor dicho el propio punto de vista, sin procurar la escucha del otro, realizando el esfuerzo de llegar a una síntesis.

El Card. Zen me ha dicho que en sus viajes a Roma muchas veces se ha topado con un muro de silencio.

Precisamente durante el pontificado de Francisco, quien suele subrayar que “el todo es superior a la parte” (E.G. nn. 234-237), sucede que en la Iglesia se constituyen dos frentes antagónicos e impermeables; tradicionales y liberales, pro-China y anti-China; pro-Acuerdo y anti-Acuerdo… Todo, por tanto, es asimilado a dos partidos fundamentales: pro-Bergoglio y anti-Bergoglio; por lo cual una mínima sorpresa sobre un hecho o sobre la vida de la Iglesia enseguida es enjaulada a priori: ¿es pro o contra Bergoglio?

La carta del Card. Re también arriesga caer en este esquema cuando afirma que “las afirmaciones muy duras” del Card. Zen “cuestionan la guía pastoral del Santo Padre”. Aún así, el Card. Re reconoce que en China “en el plano doctrinal” y “en el plano práctico… sigue habiendo tensiones y situaciones dolorosas”, que el obispo emérito de Hong Kong saca a la luz.

El punto, según me parece, es que se pueda entablar un diálogo y hallar una síntesis entre la posición del Card. Re, para el cual el Acuerdo sino-vaticano es positivo “y en el momento actual, pareció ser el único posible”, y la del Card. Zen, que está cerca “de todos los hermanos desolados” que todos los días padecen las presiones, violaciones, expulsiones, la represión y las destrucciones. Estos incluyen a los fieles de las comunidades no-oficiales, pero también a muchos sacerdotes y obispos de la Iglesia oficial, que no ven ninguna mejoría respecto a la libertad religiosa, luego del Acuerdo.

Es tiempo de que los dos partidos, pro-Acuerdo y anti-Acuerdo hablen entre sí, y lleguen a una posición común, sobre todo en vista del próximo 21 de septiembre del 2020, fecha en que vence el acuerdo, Si fuera necesario renovarlo, éste debe ser fuertemente mejorado, corrigiendo algunas discrepancias presentes en aquél firmado con anterioridad, en el 2018.

1. Como ya he dicho otras veces, el Acuerdo – que prevé “la última palabra” del Papa sobre el nombramiento de nuevos obispos – tiene un aspecto positivo, pues de alguna manera conecta el nombramiento de los prelados chinos al pontífice. Y este es un dato nuevo, que no aparecía en los tiempos de Mao. Sin embargo, sigue habiendo dudas respecto a si ese lazo es una mera “bendición” del exterior, pues no queda claro si el Papa tiene derecho a veto, y si ese derecho es permanente o temporario.

También vale la pena explicar que desde la firma del Acuerdo, no ha habido ninguna ordenación episcopal en China. Las dos ordenaciones que hubo fueron en el 2019, y en realidad ya habían sido decididas mucho tiempo antes, y no podemos mentir -como ha hecho la llamada prensa “pro-Bergoglio” - diciendo que ellos “son fruto del acuerdo”. Desde este punto de vista, hay que decir que el Acuerdo, si bien tiene un aspecto positivo, jamás fue puesto en práctica.

2. La legitimación de la pertenencia a una “Iglesia independiente”, como fue sugerido por las “Orientaciones pastorales” precisa de mayores detalles. Si, en efecto, para el Vaticano es claro que solo se alude a la “independencia” de tipo político, la ambigüedad reside en todo caso en el Partido, que continúa exigiendo una independencia “tout court”, sin distinciones. Esto es a tal punto cierto, que en la adhesión a la Iglesia “independiente” se exige que obispos y curas se abstengan de “contactar potencias extranjeras, alojar extranjeros y aceptar delegaciones de la comunidades o instituciones religiosas extranjeras”. Incluso más, en el “paquete” de la “Iglesia independiente” se incluye “la negativa a la formación religiosa de los menores de edad” así como a cumplir cualquier acto religioso fuera de los confines del lugar registrado para tal fin (nada de extrema unción en los hospitales, ni oraciones o bendiciones en las casas,...). Que los obispos y sacerdotes acepten estas cosas como algo obvio resulta preocupante.

3. Es evidente que la situación de la Iglesia en China, después del Acuerdo ha empeorado: iglesias clausuradas o destruidas; cruces destrozadas, arrancadas de los campanarios o de los muros de las iglesias, cúpulas arrasadas, antiguas estatuas de santuarios, secuestradas; signos religiosos que han sido eliminados de los hogares o del exterior de las casas; sacerdotes, expulsados de su ministerio. ¿Es posible que la Iglesia Católica y el Vaticano permanezcan en silencio mientras tantos hermanos y hermanas sufren semejante violencia? Muchas veces, la denuncia es la única forma para salvar a estos hermanos y hermanas nuestros.

Una vez, pregunté a un miembro del Partido comunista chino cómo era posible que emplearan tantos recursos para controlar a un pequeño grupo de católicos en China (menos del 1% de la población). Me respondió: “Tenemos miedo de vuestra unidad”. En la medida en que callemos, nos dividamos y enfrentemos, entramos en el juego del “divide y reinarás” del Partido.

Sandro Magister