En la larga entrevista al recién liberado cardenal Pell, «se respaldan los rumores de que lo que sucedió puede estar relacionado con sus reformas financieras».
En Australia, mientras tanto, siguen las amenazas de muerte contra él y tenemos nuevas acusaciones: la persecución continúa. No guarda rencor contra su acusador, a quien preguntó «si no lo habrán utilizado».
Es muy claro respecto a las molestias que ocasiona el cristianismo: «a muchas personas no le gustan los cristianos que enseñan lo que dice el cristianismo, especialmente sobre la vida, la familia y cuestiones similares»; «hay un intento sistemático de eliminar las raíces legales judeocristianas, con ejemplos de matrimonio, vida, género y sexo opuestos a ellos; desafortunadamente hay poca discusión racional y un papel excesivo para el hombre»
Pasa de refilón el papelón del Papa Francisco en todo el proceso y se siente «absolutamente» apoyado, pero entra de lleno en lo que interesa ahora mucho más al cardenal, dejando atrás las imposibles reformas financieras: «sus opiniones teológicas no se alinean exactamente con las de Francisco». «Creo que aprecia mi honestidad y quizás el hecho de que le cuente cosas que otras personas no tienen el coraje de decírselo; creo que me respeta por eso».
Las televisiones australianas han transmitido imágenes de la llegada de la policía cerca del seminario que actualmente lo alberga. Según lo informado a New Compass, la policía habría llegado al edificio de Homebush tras la llamada del rector, preocupado por la multiplicación de amenazas de muerte dirigidas al cardenal.
Al cardenal Pell le gustaría regresar a Roma, una vez que termine la emergencia del Coronavirus.
El cardenal Pell está adquiriendo un protagonismo importante en este momento de agonía del pontificado.
Specola