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jueves, 23 de julio de 2020

Los pecados contra el Santísimo Sacramento y la necesidad de una cruzada de reparación eucarística



Nunca ha habido a lo largo de la historia de la Iglesia una época en la que el Santísimo Sacramento haya sufrido abusos y ofensas tan pavorosos y graves como los infringidos en las últimas cinco décadas, especialmente desde la autorización oficial y la aprobación papal en 1969 de la práctica de la comunión en la mano. Estos abusos se ven agravados, además, por la práctica generalizada en muchos países, de fieles que, sin haber recibido el sacramento de la penitencia durante muchos años, reciben regularmente la Santa Comunión. El colmo de los abusos de la Santa Eucaristía se constata en la admisión a la Santa Comunión de parejas que viven en un estado público y objetivo de adulterio, violando así sus indisolubles lazos matrimoniales sacramentales válidos, como en el caso de los llamados “divorciados y vueltos a casar”. En algunas regiones, tal admisión a la comunión ha sido aprobada oficialmente con normas concretas y, en el caso de la región de Buenos Aires en Argentina, dichas normas han sido incluso ratificadas por el Papa. Además de estos abusos, también se verifica la práctica de la admisión oficial a la santa comunión a los cónyuges protestantes de matrimonios mixtos, por ejemplo, en algunas diócesis de Alemania.

Decir que el Señor no está sufriendo a causa de los ultrajes perpetrados contra Él en el Santísimo Sacramento puede conducirnos a minimizar las enormes atrocidades cometidas. Algunas personas dicen: Dios se siente ofendido por los abusos hacia el Santísimo Sacramento pero el Señor no sufre personalmente. Esta es, sin embargo, una visión teológica y espiritualmente demasiado estrecha. Aunque Cristo está ahora en su estado glorioso y, por lo tanto, ya no está sujeto a sufrimiento de manera humana, sin embargo se ve afectado y tocado en su Sagrado Corazón por los abusos y oprobios cometidos contra su Divina Majestad y contra la infinitud de su Amor en el Santísimo Sacramento. Nuestro Señor ha expresado a algunos santos sus quejas y su pesar por los sacrilegios y los ultrajes con los que los hombres lo ofenden. Uno puede comprender esta verdad a partir de las palabras que el Señor le dirige a Santa Margarita María de Alacoque, como expone el Papa Pío XI en su encíclica Miserentissimus Redemptor:

«Cuando Jesucristo se aparece a Santa Margarita María, predicándole la infinitud de su caridad, juntamente, como apenado, se queja de tantas injurias como recibe de los hombres por estas palabras que tendrían que grabarse en las almas piadosas de manera que jamás se olvidaran: «He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres y de tantos beneficios los ha colmado y que en pago a su amor infinito no halla gratitud alguna, sino ultrajes, a veces aun de aquellos que están obligados a amarle con especial amor». (Parágrafo 9).

El Padre Michel de la Sainte Trinité dio una explicación teológica profunda del significado del “sufrimiento” o la “tristeza” de Dios a causa de las ofensas que cometen los pecadores contra él:

«Este “sufrimiento”, esta “tristeza” del Padre Celestial o de Jesús desde su Ascensión, deben entenderse de manera analógica. No se padecen de manera pasiva como hacemos nosotros, sino que, por el contrario, son elegidos libremente y escogidos como la máxima expresión de su misericordia hacia los pecadores llamados a la conversión. Son solo una manifestación del amor de Dios por los pecadores, un amor que es soberanamente libre y gratuito y que no es irrevocable». (Toda la verdad sobre Fátima , vol. I, pp. 1311-1312).

Este significado espiritual análogo de la “tristeza” o el “sufrimiento” de Jesús en el misterio eucarístico se confirma por las palabras del ángel en su aparición en 1916 a los niños de Fátima y especialmente por las palabras y el ejemplo de la vida de San Francisco Marto. Los niños fueron invitados por el ángel a hacer reparación por las ofensas contra Jesús Sacramentado y a consolarlo, como podemos leer en las Memorias de Sor Lucía:

«Mientras estábamos allí, el ángel se nos apareció por tercera vez, sosteniendo un cáliz en sus manos, con una hostia por encima de la cual algunas gotas de sangre caían en el vaso sagrado. Dejando el cáliz y la Hostia suspendidos en el aire, el ángel se postró en el suelo y repitió esta oración tres veces: “La Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo…” Luego, levantándose, una vez más tomó el cáliz y la Hostia en sus manos. Me dio a comulgar la Santa Hostia y a Jacinta y Francisco les dio el contenido del cáliz para beber, diciendoles al hacerlo: “Toma y bebe el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, terriblemente ofendido por los hombres ingratos. Repara sus crímenes y consuela a tu Dios”». (Fátima en las propias palabras de Lucía. Memorias de la Hermana Lucía, Fátima 2007, p. 172)

Al informar sobre la tercera Aparición el 13 de julio de 1917, la hermana Lucía subrayó cómo Francisco percibió el misterio de Dios y la necesidad de consolarlo debido a las ofensas de los pecadores:

«Lo que provocó la mayor impresión en él [Francisco] y lo que totalmente lo absorbió, fue Dios, la Santísima Trinidad, percibido en esa luz que penetró en nuestras almas más íntimas. Después, dijo: “¡Estábamos en llamas en esa luz que es Dios y sin embargo no nos quemamos! ¿Qué es Dios?… Nunca podríamos manifestarlo con palabras. ¡Sí, eso es algo que nunca podríamos expresar! ¡Pero qué lástima que esté tan triste! ¡Ojalá pudiera consolarlo!”» (Memorias de la hermana Lucía, p. 147).

La hermana Lucía escribió cómo Francisco percibió la necesidad de consolar a Dios, a quien entendía que estaba “triste” debido a los pecados de los hombres:

Un día le pregunté: «Francisco, ¿qué te gusta más: consolar a Nuestro Señor o convertir a los pecadores, para que no vayan más almas al infierno?” “Prefiero consolar a Nuestro Señor. ¿No os disteis cuenta de lo triste que estaba la Virgen el mes pasado, cuando dijo que la gente no debía ofender ya más a Nuestro Señor porque ya está muy ofendido? Me gustaría consolar a Nuestro Señor y, después de eso, convertir a los pecadores para que no lo ofendan más». (Memorias de la hermana Lucía, p. 156)

En sus oraciones y en la ofrenda de sus sufrimientos, San Francisco Marto dio prioridad a la intención de “consolar al Jesús Oculto”, es decir, al Señor Eucaristía. La hermana Lucía relató estas palabras de Francisco, que él le dijo: «Cuando salgas de la escuela, vete y quédate un rato cerca del Jesús Oculto y después vuelves a casa solo”. Cuando Lucía le preguntó a Francisco sobre sus sufrimientos, respondió: “Estoy sufriendo para consolar a Nuestro Señor. Primero lo hago para consolar a Nuestro Señor y a la Virgen, y luego, por los pecadores y por el Santo Padre… Más que nada, quiero consolarlo”». (Memorias de la hermana Lucía, p. 157; 163)

Jesucristo continúa de manera misteriosa su Pasión en Getsemaní a lo largo de los siglos en el misterio de su Iglesia y también en el misterio eucarístico, el misterio de su inmenso Amor. Conocida es la expresión de Blaise Pascal: «Jesús estará en agonía hasta el fin del mundo. No debemos dormir durante ese tiempo». (Pensées, n. 553) El cardenal Karol Wojtyla nos dejó una profunda reflexión sobre el misterio de los sufrimientos de Cristo en Getsemaní, que en cierto sentido continúan en la vida de la Iglesia. El cardenal Wojtyla habló también sobre el deber de la Iglesia de consolar a Cristo:

«Y ahora la Iglesia busca recuperar esa hora en Getsemaní —la hora perdida por Pedro, Santiago y Juan— para compensar la falta de compañía del Maestro que aumentó el sufrimiento de su alma. El deseo de recuperar esa hora se ha convertido en una verdadera necesidad de muchos corazones, especialmente para aquellos que viven tan plenamente como pueden el misterio del Corazón Divino. El Señor Jesús nos permite encontrarnos con Él en esa hora y nos invita a compartir la oración de su Corazón. Frente a todas las pruebas que el hombre y la Iglesia tienen que sufrir, hay una necesidad constante de regresar a Getsemaní y emprender esa participación en la oración de Cristo Nuestro Señor». (Signo de contradicción, capítulo 17, “La oración en Getsemaní”)

Jesucristo en el misterio eucarístico no es indiferente e insensible hacia el comportamiento que los hombres muestran hacia Él en este sacramento del amor. Cristo está presente en este sacramento también con su alma, que está hipostáticamente unida a su Persona Divina. El teólogo romano Antonio Piolanti presentó una sólida explicación teológica al respecto. Aunque el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía no pudiera ver ni sentir sensiblemente lo que sucede o lo que se dice en el lugar de su presencia sacramental, Cristo en la Eucaristía «escucha todo y ve con conocimiento superior». Piolanti cita entonces al cardenal Franzelin:

«La bendita humanidad de Cristo ve todas las cosas en sí mismas en virtud del infinito conocimiento infuso del Redentor de la humanidad, del Juez de los vivos y de los muertos, del Primogénito de toda criatura, del centro de toda historia celestial y terrenal. Todos estos tesoros de la visión beatífica y del conocimiento infuso están ciertamente en el Alma de Cristo, en la misma medida en que están presentes en la Eucaristía. Además de estas razones, por otro título especial, precisamente como el alma de Cristo está formalmente en la Eucaristía, por el mismo propósito de la institución del misterio, ve todos los corazones de los hombres, todos los pensamientos y afectos, todas las virtudes y todos los pecados, todas las necesidades de toda la Iglesia y de sus miembros individuales; las obras, las ansiedades, las persecuciones, los triunfos— en una palabra, toda la vida interna y externa de la Iglesia, su Esposa, alimentada con su carne y su preciosa Sangre. Así que por un título triple (si podemos decirlo) Cristo en el Santísimo Sacramento ve y de cierta manera divina percibe todos los pensamientos y afectos, la adoración, los homenajes y también los insultos y pecados de todos los hombres en general, de todos sus fieles específicamente y de sus sacerdotes en particular; Percibe homenajes y pecados que se refieren directamente a este inefable misterio de amor». (De Eucharistia, pp. 199-200, citado en Il Mistero Eucaristico, Firenze 1953, pp. 225-226)

Uno de los apóstoles más grandes de la Eucaristía de los tiempos modernos, San Pedro Julián Eymard, nos dejó las siguientes reflexiones profundas sobre los afectos del amor sacrificial de Cristo en la Eucaristía:

«Al instituir su sacramento, Jesús perpetuó los sacrificios de Su Pasión… Estaba familiarizado con todos los nuevos Judas; los contó entre los suyos, entre sus hijos amados. Pero nada de todo esto podría detenerlo. Quería que su amor fuera más allá de la ingratitud y la malicia del hombre; quería sobrevivir a la malicia sacrílega del hombre. Sabía de antemano la tibieza de sus seguidores: conocía la mía; Él sabía qué poco fruto obtendríamos de la Sagrada Comunión. Pero Él quería amar de la misma manera, amar más de lo que era amado, más de lo que el hombre podría devolverle. ¿Hay algo más? Pero ¿no es nada haber adoptado este estado de muerte cuando tiene la plenitud de la vida, una vida glorificada y sobrenatural? ¿No es nada para ser tratado y considerado como un muerto? En este estado de muerte Jesús no tiene belleza, movimiento ni defensa; está envuelto en las Especies Sagradas como en un sudario y puesto en el tabernáculo como en una tumba. Sin embargo, está allí; Lo ve todo y lo oye todo. Se somete a todo como si estuviera muerto. Su amor proyecta un velo sobre su poder, sobre su gloria, sobre sus manos, sobre sus pies, sobre su hermoso rostro y sobre sus labios sagrados; lo ha escondido todo. Sólo nos ha dejado su Corazón para amarnos y su condición de víctima para interceder por nosotros». (La Presencia Real: ¡El Santísimo Sacramento no es Amado!, III)

San Pedro Julián Eymard escribió la siguiente profesión conmovedora y casi mística del amor eucarístico de Cristo, con un ardiente llamamiento a la reparación eucarística:

«El Corazón que soportó los sufrimientos con tanto amor está aquí en el Santísimo Sacramento; no está muerto, sino vivo y activo; no es insensible, sino aun más cariñoso. Jesús ya no puede sufrir: es verdad; pero, ¡ay!, el hombre todavía puede hacerse culpable hacia Él de ingratitudes monstruosas. Vemos a los cristianos que desprecian a Jesús en el Santísimo Sacramento y muestran desprecio por el Corazón que tanto los ha amado y que se consume de amor por ellos. Para despreciarlo alegremente, se aprovechan del velo que lo esconde. Lo insultan con sus irreverencias, sus pensamientos pecaminosos y sus miradas criminales en su presencia. Para expresar su desdén por Él, se aprovechan de su paciencia, de la bondad que sufre todo en silencio como lo hizo con el soldado impío de Caifás, Herodes y Pilatos. Blasfeman sacrílegamente contra el Dios de la Eucaristía. Saben que su amor lo deja sin palabras. Lo crucifican incluso en sus almas culpables. Ellos lo reciben. Se atreven a tomar este corazón vivo y atarlo a un cadáver asqueroso. ¡Se atreven a entregárselo al diablo que es su señor! ¡No! ¡Ni siquiera en los días de su Pasión Jesús ha recibido tantas humillaciones como en su Santísimo Sacramento! La Tierra para Él es un Calvario de ignominias. En su agonía buscó a alguien que lo consolara; en la Cruz pidió que alguien compartiera sus aflicciones. Hoy, más que nunca, debemos expiar y reparar el honor al adorable Corazón de Jesús. Prodiguemos nuestra adoración y nuestro amor a la Eucaristía. ¡Al Corazón de Jesús que vive en el Santísimo Sacramento sea el honor, la alabanza, la adoración y el poder real para siempre y para siempre!» (La Presencia Real. El Sagrado Corazón de Jesús, III).

En su última encíclica Ecclesia de Eucharistia, el Papa Juan Pablo II nos dejó reflexiones luminosas con las que subrayó la extraordinaria santidad del misterio eucarístico y el deber de los fieles de tratar este sacramento con la máxima reverencia y amor ardiente. De todas sus exhortaciones, destaca esta declaración: «No hay peligro de exagerar en la consideración de este Misterio, porque “en este Sacramento se resume todo el misterio de nuestra salvación”» (Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, III, q. 83, a. 4c).” (n. 61).

Sería una medida pastoralmente urgente y espiritualmente fructífera para la Iglesia, establecer en todas las diócesis del mundo un “Día de Reparación por los crímenes contra la Santísima Eucaristía”. Tal día podría ser el día de octava de la fiesta del Corpus Christi. El Espíritu Santo dará gracias especiales de renovación a la Iglesia en nuestros días en que, y sólo cuando, el Cuerpo Eucarístico de Cristo sea adorado con todos los honores divinos; sea amado; sea cuidadosamente tratado y defendido como realmente el Santísimo de los Santos. Santo Tomás de Aquino dice en el himno Sacris sollemniis: “Oh Señor, visítanos en la medida en que te veneremos en este sacramento”(sic nos Tu visita, sicut Te colimus). Y podemos decir sin lugar a dudas: Oh Señor, visitarás tu Iglesia en nuestros días en la medida en que la práctica moderna de Comunión en la mano retroceda y en la medida en que te ofrezcamos actos de reparación y amor.

En la actual llamada “Emergencia pandémica COVID-19″, los horribles abusos al Santísimo Sacramento han aumentado aún más. Muchas diócesis de todo el mundo han ordenado la comunión en la mano y en esos lugares, el clero, de una manera a menudo humillante, niega a los fieles la posibilidad de recibir al Señor arrodillado y en la lengua, demostrando así un clericalismo deplorable y exhibiendo el comportamiento de neopelagianos rígidos. Además, en algunos lugares, el adorable Cuerpo Eucarístico de Cristo es distribuido por el clero y recibido por los fieles con guantes domésticos o desechables. El tratamiento del Santísimo Sacramento con guantes adecuados para el tratamiento de la basura es un abuso eucarístico indescriptible.

En vista de los horribles maltratos a Nuestro Señor Eucaristía – que es continuamente pisoteado a causa de la comunión en la mano, durante la cual casi siempre caen en el suelo pequeños fragmentos de la Santa Hostia; que es tratado de manera minimalista, privado de lo sagrado, manipulado como si fuera una galleta, o tratado como basura por el uso de guantes domésticos – ningún obispo verdaderamente católico, ningún sacerdote ni ningún fiel laico puede permanecer indiferente y simplemente quedarse de pie y mirar.

Hay que iniciar una cruzada mundial de reparación y consuelo al Señor Eucaristía. Como una medida concreta para ofrecer al Señor Eucaristía, que necesita urgentemente actos de reparación y consuelo, cada católico podría prometer ofrecer mensualmente al menos una hora completa de adoración eucarística, ya sea antes del Santísimo Sacramento en el sagrario o antes del Santísimo Sacramento expuesto en el custodia. La Sagrada Escritura dice: “Donde abundan los pecados, abundó más la gracia” (Rm. 5:20) y podemos añadir de forma análoga: “Donde abundan los abusos eucarísticos, abundarán más los actos de reparación.”

El día en que, en todas las iglesias del mundo católico, los fieles reciban al Santísimo Sacramento, velado bajo la especie de la pequeña Hostia Sagrada, con verdadera fe y corazón puro, en el gesto bíblico de adoración (proskynesis), es decir, arrodillado y con la actitud de un niño, abriendo la boca y dejándose alimentar por Cristo mismo con espíritu de humildad, entonces sin duda llegará la verdadera primavera espiritual. La Iglesia crecerá en la pureza de la Fe Católica, en el celo misionero por la salvación de las almas y en la santidad del clero y de los fieles. De hecho, el Señor visitará su Iglesia con sus gracias en la medida en que lo veneremos en su inefable sacramento del amor (sic nos Tu visita, sicut Te colimus).

Dios conceda que a través de la cruzada eucarística de reparación, pueda aumentar el número de adoradores, amantes, defensores y reparadores del Señor Eucaristía. Que los dos pequeños apóstoles eucarísticos de nuestro tiempo, San Francisco Marto y el pronto beato Carlo Acutis (beatificación el 10 de octubre de 2020) y todos los santos eucarísticos, sean los protectores de esta cruzada eucarística. Porque, como nos recuerda san Pedro Julián Eymard, la verdad irrevocable es la siguiente: “Una época prospera o decae en proporción a su devoción a la Eucaristía. Esta es la medida de su vida espiritual, fe, caridad y virtud.”

+ Athanasius Schneider, Obispo Auxiliar de la archidiócesis de Santa María en Astaná


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Oración de la Cruzada de Reparación al Corazón Eucarístico de Jesús

Dios mío, yo creo, adoro, confío, y te amo! Pido perdón por aquellos que no creen, no adoran, no confían y no te aman. (tres veces)

Oh Divino Corazón Eucarístico de Jesús, aquí nos tienes, postrados con un corazón contrito y adorador ante la majestad de tu amor redentor en el Santísimo Sacramento. Declaramos nuestra disposición a reparar por expiación voluntaria, no sólo por nuestras propias ofensas personales, sino en particular por los indescriptibles ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los que eres ofendido en el Santísimo Sacramento de tu Amor Divino en este nuestro tiempo, especialmente a través de la práctica de la comunión en la mano y por la recepción de la Santa Comunión en un estado de incredulidad y pecado mortal.

Cuanto más ataque la incredulidad vuestra Divinidad y vuestra presencia real en la Eucaristía, más creemos en Vos y os adoramos, ¡oh Corazón Eucarístico de Jesús, en quien habita toda la plenitud de la Divinidad!

Cuanto más se desprecien vuestros sacramentos, más firmemente creeremos en ellos y más reverentemente queremos recibirlos, ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, fuente de vida y santidad!

Cuanto más se denigre y se blasfeme contra vuestro Santísimo Sacramento, más proclamaremos solemnemente: “Dios mío, yo creo, adoro, confío y te amo! Pido perdón por aquellos que no creen, no adoran, no confían y no te aman” ¡Oh Corazón eucarístico de Jesús, más digno eres de toda alabanza!

Cuanto más abandonado y olvidado estés en vuestras iglesias, más queremos visitaros a Vos que moráis entre nosotros en los sagrarios de nuestras iglesias, ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, Casa de Dios y Puerta del Cielo!

Cuanto más se prive de su carácter sagrado a la celebración del sacrificio eucarístico, más queremos apoyar una celebración reverente de la Santa Misa, orientada exterior e interiormente hacia Vos, ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, Tabernáculo del Altísimo!

Cuanto más os reciban en las manos quienes comulgan de pie, faltos de un signo visible de humildad y adoración, más queremos recibiros arrodillados y en la boca, con la humildad del publicano y la sencillez de un niño, ¡oh Corazón Eucarístico de Jesús, de infinita majestad!

Cuanto más os reciben en la Santa Comunión los corazones impuros en estado de pecado mortal, más queremos hacer nosotros actos de contrición y limpiar nuestro corazón con una frecuente recepción del Sacramento de la Penitencia, ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, nuestra Paz y Reconciliación!

Cuanto más obra el infierno para la perdición de las almas, más puede arder nuestro celo por su salvación por el fuego de vuestro amor, ¡oh Corazón Eucarístico de Jesús, salvación de los que esperan en Vos!

Cuanto más se declara la diversidad de religiones como la voluntad positiva de Dios y como un derecho basado en la naturaleza humana; y cuanto más crece el relativismo doctrinal, más confesamos vivamente que Vos sois el único Salvador de la humanidad y el único camino a Dios Padre, ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, Rey y centro de todos los corazones!

Cuanto más sigan sin arrepentirse algunas autoridades de la Iglesia de la exhibición de ídolos paganos en las iglesias, e incluso en Roma, tanto más confesaremos la verdad: “¿Qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?” (2 Co. 6:16); y tanto más condenaremos con Vos “la abominación de la desolación, de pie en el lugar santo” (Mateo 24:15), ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, santo Templo de Dios!

¡Cuanto más se olviden y transgredan vuestros santos mandamientos, más queremos observarlos con la ayuda de vuestra gracia, ¡oh corazón eucarístico de Jesús, abismo de todas las virtudes!

Cuanto más reinen la sensualidad, el egoísmo y el orgullo entre los hombres, más queremos dedicaros nuestra vida con espíritu de sacrificio y abnegación, ¡Oh Corazón eucarístico de Jesús, abrumado por reproches!

Cuanto más violentamente las puertas del infierno asalten vuestra Iglesia y la roca de Pedro en Roma, más creemos en la indestructibilidad de vuestra Iglesia, ¡oh Corazón Eucarístico de Jesús, fuente de todo consuelo, que no abandona su iglesia ni a la roca de Pedro ni siquiera en las tormentas más pesadas!

Cuantas más personas se separen entre sí en el odio, la violencia y el egoísmo, más íntimamente nosotros, como miembros de la única familia de Dios en la Iglesia, queremos amarnos unos a otros en Vos, ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, lleno de bondad y amor!

Oh Divino Corazón Eucarístico de Jesús, concédenos tu gracia, para que seamos fieles y humildes adoradores, amantes, defensores y reparadores de tu Corazón Eucarístico en esta vida y lleguemos a recibir las glorias de tu amor en la visión beatífica para toda la eternidad! Amén.

Dios mío, yo creo, adoro, confío, y te amo! Pido perdón por aquellos que no creen, no adoran, no confían y no te aman. (tres veces)

Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, ora por nosotros!

Santo Tomás de Aquino, San Pedro Julián Eymard, San Francisco Marto, San Pío de Pietrelcina y todos los santos eucarísticos, orad por nosotros!

Soportar las injurias con paciencia: el pecado de ofenderse (Hilary White)



Soportar las injurias con impaciencia, guardar y alimentar rencores, ofensas y escándalos; la creación de una víctima valerosa

Ayer, tuve la gran alegría de hacer una corta pero fructífera visita al monasterio de Nurcia con motivo de la fiesta de Corpus Christi. Uno, entre los muchos regalos que recibí, fue la breve conversación que sostuve con mi viejo amigo, el Hermano Porter. Tiempo atrás, cuando vivía en Nurcia, este respetable religioso me invitaba a sentarme un rato a charlar en la Portineria[1] (portería) del monasterio. Yo le contaba acerca de mi día y él me daba consejos útiles conforme al modo de pensar del monasterio, siendo “No quejarse” uno de los principios más importantes. Ayer, tuvimos la oportunidad de recrear aquellos felices días, en los que nos sentábamos afuera de la pequeña Portineria, en medio de la paz y belleza del escenario montañoso, el canto de lo pájaros y los perros del monasterio, Primus y Secundus a nuestros pies.

Mencioné que estaba preparando un artículo: “Es acerca de cómo “ofenderse” es un pecado. Y como si fuera algo tan obvio que no requería explicación alguna, el Hermano Porter me dijo: “Claro, por supuesto”. Y seguimos adelante.

Pero para el mundo exterior, ajeno a la paz y al orden moral de la vida monástica tradicional, la noción de ofenderse moralmente ante algo que otra persona dice o hace se toma como algo totalmente obvio. Ciertamente, en la era del internet esto es considerado casi como un imperativo moral y la extraña práctica de los cristianos del pasado de simplemente perdonar las ofensas ya no se recuerda ni siquiera lo suficiente como para burlarse de ella.

Las interrogantes: ¿Es pecado ofenderse? Y ¿Por qué este fenómeno cultural es un peligro para las almas? han cobrado nueva fuerza al inicio de esta extraña explosión de caos vertiginoso, disturbios y violentas puestas en escena por la extrema izquierda. Peor quizás, ha sido el grotesco espectáculo de políticos, celebridades y diversos parásitos mediáticos arrastrándose, llorando y arrodillándose en paróximos artificiales de culpa ante las exigencias de la izquierda Neo-maoísta. Y como Winston Churchill les hubiera podido decir, con cada nivel de postración, las exigencias de mayor apaciguamiento solo crecen en estridencia.

En este momento, dos semanas después de la muerte de George Floyd, la impresión que se tiene a partir de las noticias es la de un mundo occidental interpretando en vivo el rol playing de la antigua película post apocalíptica de Escape de Nueva York, al tiempo que transmite una impresión loable de una “Sesión de Lucha” maoísta masiva por crímenes contra La Revolución.

Una entre las muchas cosas lamentables del catolicismo moderno es haber borrado de la memoria las directrices espirituales que una vez fueron comúnmente conocidas – y predicadas. Hasta hace poco se entendía el propósito de la vida cristiana como la búsqueda de la santidad y la perfección cristiana, especialmente por vías que divergían profundamente de las seguidas por el mundo secular o pagano. El gran tesoro de la enseñanza sobre cómo vivir como católico, ha sido simplemente abandonado en el camino. Pero se acostumbraba a hablar acerca de él y todavía, hoy en día, se le puede encontrar si uno sabe dónde buscar.

Enojarse ante las injurias ajenas – un obstáculo para “todo avance en la vida espiritual”

El gran escritor y director espiritual, Padre Frederick William Faber, fundador del Oratorio de Londres, advierte[2] de la doble tentación que se observa para ser santo: “Hay dos espíritus que efectivamente impiden todo progreso en la vida espiritual; uno es el espíritu de ofenderse y el otro es el deseo ansioso de edificar”.

Por cuanto, agrega: ambos “niegan los cinco principios esenciales de la vida espiritual: la ley de la caridad que todo lo cree, la atención a sí mismo, el hábito de la discreción[3], la indiferencia ante los juicios u opiniones de los hombres[4] y la práctica de la presencia de Dios. De estas cinco maneras destruyen la vida interior mediante una infusión perniciosa de pusilanimidad[5] mezclada con orgullo”. -una mejor descripción del peligro moral del Twitter católico probablemente nunca fue mejor expresada.

En sus Conferencias Espirituales[6], el Padre Faber se extiende más sobre este tema: “Ofender es un pecado grave, pero ofenderse es un pecado aún mayor. Implica la existencia de una gran inmoralidad en nosotros y produce un daño significativamente más grande sobre los demás. Nada injuria tanto como la rapidez para ofenderse”.

Para aquellos que tienen el hábito de hacer esto, el Padre Faber utiliza unos términos inusualmente duros:

Porque encuentro gran cantidad de personas, moderadamente buenas, que piensan que no hay nada malo en ofenderse. Consideran esta conducta como una muestra de su propia bondad y de la delicadeza de su conciencia; mientras que, en realidad, es tan solo la evidencia de su arrogancia desmesurada o de su extrema estupidez.

Tales personas, continúa el Padre Faber, “parecieran frecuentemente sentir y actuar como si el ejercicio de la profesión de su piedad los autoriza de algún modo a enojarse. Es su manera de dar testimonio de Dios”, y de no hacerlo, eso “mostraría una inercia culposa en su vida interior. Su tarea es ofenderse. Creen que sufren mucho cuando se enojan, cuando la verdad, es que lo están disfrutando enormemente. Se trata de una emoción placentera que rompe agradablemente la monotonía de la devoción”.

Por el contrario, escribió:

Mi amigo y compañero columnista de Remnant, el Padre Paul McDonald, me ayudó a llenar algunos vacíos. En respuesta a la cuestión de que el hábito popular de “ofenderse” es un peligro para las almas me escribió, pues “pone de manifiesto una gran falta de fe en la sumisión a la Divina Providencia”.

Como práctica habitual constituye una sensibilidad “muy poco varonil” y muestra una incapacidad para reconocer nuestros propios pecados -los santos, señalaba él, “deseaban los insultos”. Debemos agradecerle a Dios cuando somos insultados y ofendidos después de todo lo que el Señor ha hecho por nosotros. Nos salimos con la nuestra en un montón de otras cosas y nunca fuimos agarrados”, el Padre Paul señaló.

En referencia al comentario anterior del Padre Faber sobre ofenderse”, el Padre Paul dice que ello significa “entre otras cosas, el pecado de permitir que el pecado de otro -o presunto pecado- sea una excusa para nuestro propio pecado. El verdadero escándalo, en un sentido teológico, usualmente no viene acompañado de shock”.

Los Santos humildemente sabían, con absoluta certeza, que ellos eran creyentes. Pero con respecto a lo demás, se veían a sí mismos como miserables, pobres pecadores. Pero esto no calza dentro de las espiritualidades modernas”.

Recurriendo a los líderes de la vida monástica tradicional benedictina, Dom Paul Delatte, estudiante de Dom Prosper Gueranger, escribe[7] acerca de la sección de la Regla de San Benito conocida como los Instrumentos de las Buenas Obras, la cual incluye los consejos fundamentales: “No hagas mal a nadie, sí, soporta con paciencia el mal que se te ha hecho. Ama a tus enemigos. No pagues mal por mal, sino más bien bendice. Soporta persecución por causa de la justicia”.

El segundo gran Abad de Solesmes escribe:

El tema sigue siendo la caridad hacia nuestro prójimo, pero la caridad ejercida en medio de circunstancias difíciles, en las que nuestro prójimo es una prueba para nosotros o incluso se convierte en nuestro enemigo y perseguidor. Existen casos en los que una simple benevolencia interior no basta, en los que la caridad debe estar respaldada por la valentía y la magnanimidad. Nuestro Señor, a veces, exige heroísmo. No solamente nunca debemos abandonar la serenidad de la mente o buscar venganza; todo cristiano debe tener en su corazón esta divina disposición de devolver bien por mal. Para los hijos de Dios, sufrir persecución por causa de la justicia es la máxima felicidad”.

Estas exhortaciones tienen aún más peso cuando recordamos que poco tiempo después de convertirse en Prior de la recientemente refundada San Pedro de Solesmes, el centro y fuente del renacimiento benedictino, Dom Delatte fue obligado a abandonar la abadía con toda la comunidad en el año 1901, por los masones anticlericales en el poder en Francia.

Estas instrucciones de San Benito, escribe Dom Delatte: “nos ponen en guardia contra las formas del mundo que fomentan la discordia entre los hombres. Le advierten al monje que debe abstenerse de toda “acción mundana” las cuales son incompatibles con la dignidad cristiana”.

San Benito condena especialmente al espíritu de murmuración, un espíritu habitual del holgazán y perezoso; al espíritu malicioso y crítico del cascarrabias[8]”.

Estos consejos están dirigidos a fortalecernos contra el orgullo escondido que surge cuando hemos hecho el bien o evitado el mal. Debemos saber a quién le debemos atribuir últimamente la gloria de nuestras virtudes y la vergüenza de nuestras faltas. Suele ser muy común la tendencia a asumir la responsabilidad únicamente por lo bueno y a atribuirnos la gloria de ello”.

La murmuración es un contagio mortal en una comunidad monástica, pero su peligro no está confinado a la vida monástica. En su sección acerca de la verdadera naturaleza de la obediencia religiosa, Dom Delatte cita posteriormente a San Pablo a los Corintios: “Que cada uno dé como propuso en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría”.

Y continua Dom Delatte: “Si tu corazón está amargado o enojado… si se te escapan palabras de protesta o simples murmuraciones escondidas, sin duda tu sacrificio está allí. Pero Dios no acepta tales meros sacrificios materiales. En el Antiguo Testamento Le eran odiosos. Él quiere la ofrenda de una buena voluntad, y hacia ella dirige Sus ojos”

La cura: pequeñez, conocimiento de sí mismo y examen de conciencia

Como siempre ocurre en la vida espiritual, la enfermedad lleva implícito el remedio. El hábito de ofenderse u enojarse, advierte el Padre Faber, entraña el peor tipo de orgullo, “un orgullo que se cree es humildad” y que puede engañar incluso a una persona espiritualmente bien dispuesta. “El orgullo es difícil de manejar incluso cuando estamos conscientes de él; pero un orgullo del cual no se tiene consciencia es un asunto grave”.

Por consiguiente, el remedio evidente es tener consciencia, específicamente consciencia de nuestra propia pequeñez de corazón, particularmente en comparación con Dios, y un examen de conciencia sincero. “Si prestamos atención a nosotros mismos encontraremos que simultáneamente con la ofensa, hay un algún sentimiento herido o un estado alterado o excitado dentro de nosotros. Cuando estamos de buen humor no nos ofendemos”, escribe el Padre Faber.

El Padre McDonald sugiere una suerte de letanía de preguntas a plantearnos: “¿Quiénes somos nosotros para ofendernos? ¿Creamos nosotros a otra persona de la nada y la mantenemos en la existencia? ¿Morimos en la Cruz por ella? ¿Vertimos beneficios dentro ella, le damos su existencia minuto a minuto? ¿Somos nosotros infinitamente perfectos y santos comparados con nuestro prójimo? ¿Me debe esa persona lealtad, obediencia y amor absolutos?”

Y señala simplemente que “es un pecado ofenderse” y ello por una serie de razones. Se trata de un “juicio temerario” en el que se presume un claro conocimiento de la intención de la persona.

¿Y si la persona tiene razón?

¿Y qué sucede si la persona que supuestamente me insultó lo que quería era hacerme una corrección caritativa aunque severa? Si la percibo como un insulto estoy suponiendo que es falsa. Pero, quizás es cierta y me estoy perdiendo la oportunidad de una verdadera y valiosa corrección? ‘¿Se ha [esa persona] convertido en [mi] enemigo porque [ella] me dice la verdad?’ Galatas 4:16.

¿Y si yo no merezco un insulto?

Cristo absolutamente, infinitamente no merecía un insulto. La Virgen Inmaculada absolutamente no merecía un insulto. La Santísima Trinidad es ofendida, es decir, insultada con cada pecado. ¡Por supuesto, yo merezco insultos! Yo merezco el fuego eterno del Infierno, pero el Señor me ha rescatado de él, me ha preservado de él hasta este momento”, concluye el Padre MacDonald.

Hilary White
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[1] La sección de la tienda de los monjes amueblada con bancos acogedores donde uno puede pasar el rato, comer un sándwich, saludar y conversar con los monjes y otros transeúntes locales.

[2] Faber. “Crecimiento en santidad o el progreso de la vida espiritual”. John Murphy co. Baltimore 1855. p. 216

[3] ael hábito de reservarse las opiniones de uno sobre los pecados de otras personas y la propia vida espiritual: “Que tu mano izquierda no sepa lo que está haciendo tu mano derecha”. “No proclames tus buenas obras ante los hombres …” “Mantén tu ayuno en secreto …” “Entra en tu habitación privada …” etc

[4] o como diríamos hoy, “no te preocupes por lo que los demás piensen de ti”

[5] falta de coraje o determinación; timidez

[6] Forgotten Books. print-on-demand Classic Reprint. (Impresión a pedido Classic Reprint) Publicado originalmente en Londres, 1859

[7] “La Regla de San Benito; un comentario “, reimpreso por Wipf y Stock. 2000

[8] Retiro lo dicho. Ésta es la descripción más adecuada de Twitter católico jamás escrita.

[Traducido por María Calvani. Artículo original]

La reflexión vaticana sobre la pandemia ignora cualquier perspectiva sobrenatural



“Las lecciones de fragilidad, finitud y vulnerabilidad nos llevan al umbral de una nueva visión: fomentan un espíritu de vida que requiere el compromiso de la inteligencia y el valor de la conversión moral. Aprender una lección es volverse humilde; significa cambiar, buscando recursos de significado hasta ahora desaprovechados, tal vez repudiados. Aprender una lección es volverse consciente, una vez más, de la bondad de la vida que se nos ofrece, liberando una energía que va más allá de la inevitable experiencia de la pérdida, que debe ser elaborada e integrada en el significado de nuestra existencia. ¿Puede ser esta ocasión la promesa de un nuevo comienzo para la humana communitas, la promesa del renacimiento de la vida? Si es así, ¿en qué condiciones?”.

Disculpen el ‘rollo’, pero me interesa que lo lean para responderme: ¿en qué sentido es este texto reconociblemente católico? Lo pregunto porque se trata de un documento de la Santa Sede, obra de la Pontificia Academia por la Vida como reacción de Roma a la pandemia de coronavirus bajo el título ‘Humana Communitas en la era de la pandemia: consideraciones intempestivas sobre el renacimiento de la vida’.

Para los medios, el titular es que el Vaticano vuelve a culpar a la actividad depredadora del hombre actual con respecto al medio ambiente de la pandemia, lo que resulta ya algo sonrojante. Han sido numerosos los prelados que estos días pasados se han precipitado para anunciar ‘urbi et orbi’ que esta peste no es en absoluto, para nada, de ninguna manera, una advertencia celestial a la humanidad descristianizada, rozando en algunos casos el anatema y la ridiculización inmisericorde. ¿Debemos creer, a cambio, que la Tierra, como un ser sintiente y con capacidad de decidir, sí castiga? ¿Nos quedamos más tranquilos sustituyendo al Dios cristiano por una diosa pagana?

El Papa lo llamó ‘pataleta’ de la Tierra en la entrevista concedida a Jordi Évole. Aquí, el ‘negro’ del arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la Academia, repite lo mismo con otras palabras: “La epidemia del Covid-19 tiene mucho que ver con nuestra depredación de la tierra y el despojo de su valor intrínseco. Es un síntoma del malestar de nuestra tierra y de nuestra falta de atención”.

¿En serio? ¿Dónde ve el nexo de causalidad? ¿No es curioso que cuando el hombre influía muchísimo menos en el planeta las pestes fueran cien veces más devastadoras, como en el caso de la Peste Negra o las cientos de epidemias que han diezmado naciones? ¿Con qué ‘tenía que ver’ aquello? Viendo la tasa de mortalidad total de la pandemia (que podremos apreciar mejor a final del año, cuando podamos comparar la mortalidad total en 2020 con la de 2019), ni siquiera parece que Gaia o la Pachamama esté demasiado enojada, salvo que pudiera calcular las reacciones irracionales de los gobiernos.

En las redes, no pocos han visto esta incoherencia. @Pdeclan, sacerdote de la Diócesis de Cuenca, un popular y activo tuitero, comenta en esta red social con ironía: “A mí me alivia saber que si los virus son “un síntoma del malestar de nuestra tierra” por fin la culpa de muerte de los indígenas americanos por viruela y sarampión ya no va ser considerada culpa de los conquistadores”.

A mí me alivia saber que si los virus son “un síntoma del malestar de nuestra tierra” por fin la culpa de muerte de los indigenas americanos por viruela y sarampión ya no va ser considerada culpa de los conquistadores.

— Declan, ese cura (@PDeclan) July 23, 2020

Pero la principal fuente de preocupación entre muchos fieles de este documento es la que se desprende de nuestro primer párrafo: la absoluta ausencia de referencias sobrenaturales. Es un escrito que podría proceder, no ya de los miembros de cualquier religión, sino de algún departamento de Naciones Unidas o del Gran Oriente de Francia. Otro sacerdote, el padre Juan Manuel Góngora (@patergongora88), escribe en Twitter: “Un documento que no contiene estos cuatro “conceptos” y está repleto de moralina buenista, te lo puede firmar Soros o cualquier “comisión para la destrucción”. Anonadado me hallo”. Los conceptos a los que se refiere, y que muestra en sendas búsquedas sobre el texto, son “Jesucristo”, “Oración”, “Sacramentos” y “Oración”.Carlos Esteban

Un documento que no contiene estos cuatro “conceptos” y está repleto de moralina buenista, te lo puede firmar Soros o cualquier “comisión para la destrucción”. Anonadado me hallo.@JuanjoRomero @luisperezbus @paterjm @PDeclan @PadrePich @PatxiBronchalo @PadreFJD https://t.co/9hbilFsid5 pic.twitter.com/9UFdbJz1VB

— P. Juan Manuel Góngora (@patergongora88) July 23, 2020

Juanjo Romero, colega de Infocatolica, incide: “No hay referencias espirituales, es sociología. Qué tristeza. La Santa Sede vincula el covid-19 a «nuestra depredación de la tierra» y a la «avaricia financiera»”, enlazando con un comentario de Carmelo López-Arias publicado en Religión en Libertad.

Qué análisis más bueno de @carmelopeza sobre el último documento de la @PontAcadLife.

No hay referencias espirituales, es sociología. Qué tristeza.

La Santa Sede vincula el covid-19 a «nuestra depredación de la tierra» y a la «avaricia financiera» https://t.co/VWoaf1Xl6S

— Juanjo Romero ن (@JuanjoRomero) July 22, 2020

Los católicos del siglo XXI vemos con estupor que los dos nuevos pilares de nuestra fe milenaria -eterna, en realidad- son dos conceptos ignorados o consignados a un pie de página en el magisterio de estos dos últimos milenios: medio ambiente (desde la rígida perspectiva de una tesis cuestionable, el dogma civil del Cambio Climático) y el globalismo político y la desaparición de las fronteras.

Y esto, con referencias cada vez más escasas y prescindibles, como de relleno, a las realidades sobrenaturales que hasta ahora se habían considerado como el centro de nuestra fe y el sentido de la Salvación. La deriva de la Iglesia hacia una ONG con pinceladas espirituales, pero que pone el acento cotidiano en las ideologías de moda nacidas del mundo secular (y, en muchos sentidos, anticristiano), es doblemente preocupante, porque vacía de contenido la fe y porque convierte a la institución en algo redundante y, como tal, innecesaria.

Carlos Esteban

Activista ambientalista: estaba equivocado y hemos causado un temor inútil



Se le ha llamado “gurú medioambiental”, “gurú del clima”, “el intelectual líder en Norteamérica sobre energía limpia” y “sumo sacerdote” del movimiento medioambiental gracias a sus escritos y las TED talks, que tienen más de cinco millones de visitas. El último libro de Michael Shellenberger, Apocalypse Never, ha causado una gran controversia. Publicamos a continuación sus ideas principales.


En nombre de los ambientalistas del mundo entero, me gustaría pedir formalmente perdón por el miedo climático que hemos creado en estos últimos treinta años. El cambio climático está ocurriendo. Y no es el fin del mundo. Ni siquiera es nuestro problema medioambiental más serio.

Tal vez pueda parecer extraño que yo afirme esto. A fin de cuentas, he sido un activista climático durante veinte años y ambientalista durante treinta.

Sin embargo, como experto en energía al que el Congreso le ha pedido proporcionar un testimonio objetivo, y como invitado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC sus siglas en inglés) para actuar como revisor experto de su próximo Informe de Evaluación, me siento en la obligación de pedir disculpas por lo mucho que los ambientalistas hemos engañado al público.

Aquí detallo una serie de hechos que pocas personas conocen:

- Los seres humanos no están causando la “sexta extinción masiva”.
- El Amazonas noes “el pulmón del mundo”.
- El cambio climático no empeora los desastres naturales.
- Desde 2003, los incendios han disminuido un 25% en todo el mundo.
- La cantidad de tierra utilizada para la ganadería -el mayor uso de tierra llevado a cabo por la humanidad- ha disminuido en un total equivalente a la superficie ocupada por Alaska.
- Es la acumulación de combustibles de madera y la construcción de viviendas cerca de los bosques -y no el cambio climático- la causa de que haya cada vez más incendios en Australia y California, y más peligrosos.
- Las emisiones de carbono están disminuyendo en las naciones más ricas; en el caso de Gran Bretaña, Alemania y Francia disminuyen de manera constante desde mediados de los años 70.
- Holanda se enriqueció, no se empobreció, cuando se adaptó a vivir por debajo del nivel del mar.
- Producimos un 25% más de alimentos de los que necesitamos, y el excedente de alimentos seguirá aumentando con el calentamiento global.
- La pérdida del hábitat y la caza directa de animales salvajes son, para las especies, una amenaza mayor que el cambio climático.
- Los combustibles de madera son peores para las personas y la fauna que los combustibles fósiles.
- La prevención de futuras pandemias exige más, y no menos, agricultura “industrial”.

Soy consciente de estos hechos pueden parecer “negacionismo climático” para muchos. Esto sólo demuestra el poder que tiene el alarmismo climático. En realidad, estos hechos proceden de los mejores estudios científicos disponibles, incluyendo los realizados por o aceptados por el IPCC, la FAO, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN sus siglas en inglés) y otros importantes órganos científicos.

Algunas personas, al leer esto, creerán que soy un anti-ambientalista de derechas. Para nada. Cuando tenía 17 años viví en Nicaragua por solidaridad con la revolución socialista sandinista. A los 23 recaudé dinero para las cooperativas de mujeres de Guatemala. Cuando tenía unos veinte años viví en la Amazonia investigando con pequeños granjeros que luchaban contra la invasión de sus tierras. A los 26 ayudé a exponer las malas condiciones laborales de las empresas Nike de Asia.

Me convertí en un ambientalista a los 16 años, cuando lancé una recogida de fondos para la Rainforest Action Network. A los 27 ayudé a salvar el último bosque de secoyas sin protección, y el más antiguo, de California. Cuando tenía 30 defendí las renovables y conseguí convencer a la administración Obama que invirtiera 90 mil millones de dólares en ellas. En los últimos años he ayudado a salvar diversas plantas nucleares, impidiendo que fueran sustituidas por combustibles fósiles y evitando, así, un aumento drástico en las emisiones.

Pero hasta el año pasado siempre he intentado evitar hablar contra el miedo climático. En parte, porque me sentía avergonzado. Después de todo, soy tan culpable de alarmismo como cualquier otro ambientalista. Durante años, he hecho referencia al cambio climático como una amenaza “existencial” para la civilización humana, llamándolo “crisis”.

Sobre todo, tenía miedo. Callé ante la desinformación relacionada con el clima porque tenía miedo de perder amigos y fondos. En las pocas ocasiones en las que hice un llamamiento en defensa de la ciencia climática contra quienes la tergiversan, las consecuencias fueron muy duras para mí, por lo que decidí callar y no hacer nada mientras mis compañeros ambientalistas aterrorizaban a la gente.

También me abstuve de hablar cuando la Casa Blanca y muchos medios de comunicación destrozaron la reputación y la carrera de un magnífico científico, un buen hombre y buen amigo mío: Roger Pielke, Jr, un Demócrata progresista de toda la vida y ambientalista que testificó en favor de la reglamentación del carbono. ¿Por qué lo hicieron? Porque sus investigaciones demuestran que los desastres naturales no se están agravando.

De repente, el año pasado las cosas se descontrolaron a toda velocidad.

Alexandria Ocasio-Cortez dijo: “El mundo se acabará en doce años si no abordamos el cambio climático”. El grupo medioambiental más conocido de Gran Bretaña declaró: “El cambio climático mata a los niños”.

El periodista verde más influyente del mundo, Bill McKibben, llamó al cambio climático el “mayor desafío al que se ha enfrentado el ser humano” y afirmó que este “eliminará a la humanidad”.

El periodismo dominante ha afirmado reiteradamente que el Amazonas es “el pulmón del mundo” y que la deforestación es una bomba nuclear a punto de estallar.

El resultado es que la mitad de las personas encuestadas en el mundo el año pasado creen que el cambio climático extinguirá a la humanidad. Y en enero, los encuestadores descubrieron que uno de cada cinco niños británicos tiene pesadillas sobre el cambio climático.

Tengan o no hijos, deben ustedes admitir que esto está mal. Admito que soy sensible a este tema porque tengo una hija adolescente, que se tranquilizó cuando hablamos de ello desde un punto de vista científico. Pero sus amigos están profundamente desinformados y, comprensiblemente, están asustados.
Por eso he decidido hablar. Sé que escribir unos cuantos artículos no sería suficiente; tenía que escribir un libro para exponer adecuadamente todas las pruebas. Por tanto, mis disculpas formales para los que tienen miedo tiene forma de libro: Apocalypse Never: Why Environmental Alarmism Hurts Us All. Está basado en dos décadas de investigación y tres de activismo medioambiental. Con sus 400 páginas, sus más de 100 notas al final del documento, Apocalypse Never aborda el cambio climático, la deforestación, los residuos plásticos, la extinción de las especies, la industrialización, la carne, la energía nuclear y las renovables.
A continuación, indico algunos puntos relevantes del libro:

- Las granjas y la agricultura moderna son la clave para la liberación humana y el progreso medioambiental.
- Lo más importante para salvar el medioambiente es producir más alimentos, sobre todo carne, en menos tierra.
- Lo más importante para reducir la contaminación atmosférica y las emisiones de carbono es cambiar de la madera al carbón, al petróleo, al gas natural, al uranio.
- El 100% de las renovables requeriría aumentar la superficie de la tierra utilizada ahora para la energía del actual 0,5% al 50%.
- Deberíamos desear ciudades, granjas y centrales eléctricas con mayor, no menor, densidad energética.
- El vegetarianismo reduce las emisiones de cada persona en menos del 4%.
- Greenpeace no salvó a las ballenas; sí las salvó pasar del aceite de ballena al petróleo y el aceite de palma.
- La carne de buey criado en libertad requiere 20 veces más tierra y produce más emisiones (un 300% más).
- El dogmatismo de Greenpeace ha empeorado la fragmentación de los bosques de la Amazonia.
- El enfoque colonialista dado a la conservación del gorila en el Congo ha producido una respuesta que puede tener como consecuencia la muerte de 250 elefantes.

¿Por qué el engaño ha sido tan grande?

En los últimos tres capítulos de Apocalypse Never expongo los motivos económicos, políticos e ideológicos. Los grupos medioambientales han aceptado cientos de millones de dólares de los beneficios derivados de los combustibles fósiles. Los grupos motivados por creencias anti-humanistas han obligado al Banco Mundial a dejar de intentar acabar con la pobreza, convirtiéndola en una pobreza “sostenible”. Y detrás de mucho de este alarmismo hay estados de ansiedad, depresión y hostilidad a la civilización moderna.

Cuando uno se da cuenta de lo desinformados que hemos estado, a menudo por causa de personas con motivaciones meramente repugnantes o dañinas, es difícil no sentirse engañado.

¿Marcará Apocalypse Never la diferencia? Ciertamente, hay razones para dudarlo.

- Los medios de comunicación han estado haciendo declaraciones apocalípticas sobre el cambio climático desde finales de los años 80, y no parecen dispuestos a parar.

- La ideología que hay detrás del alarmismo medioambiental -el maltusianismo- ha sido repetidamente desmentida desde hace 200 años y, sin embargo, ahora tiene más poder que nunca.

- No obstante, hay razones para creer que el alarmismo medioambiental, si no acaba, sí que tendrá un poder cultural cada vez menor.

- La pandemia del coronavirus es una crisis actual que ha puesto la “crisis” del clima en perspectiva. Incluso si ustedes piensan que hemos reaccionado exageradamente, el Covid ha matado a casi 500.000 personas [cuando se publica este artículo en España, el número de fallecidos es superior a esta cifra] y le ha pasado una enorme factura a la economía global.

- Organismos científicos como la OMS y el IPCC han visto socavada su credibilidad debido a la politización continúa de la ciencia. Su existencia futura y su relevancia dependen de un cambio en la dirección de ambos organismos y de la implementación de reformas serias.

- Los hechos sigue siendo importantes, y las redes sociales permiten un mayor número de voces nuevas e independientes que desplazan a los periodistas que difunden el alarmismo medioambiental en los medios tradicionales.

- Las naciones han vuelto a defender abiertamente sus intereses nacionales, alejándose así del maltusianismo y el neoliberalismo, lo que es bueno para la energía nuclear y malo para las renovables.

- La evidencia es abrumadora: para las personas y la naturaleza es mejor nuestra civilización de gran energía que la civilización de baja energía a la que les gustaría que nos encamináramos los alarmistas del clima.

Las invitaciones que he recibido del IPCC y del Congreso son un claro signo de una mayor apertura a un nuevo modo de pensar acerca del cambio climático y el medioambiente. 

Otro signo ha sido la respuesta que ha recibido mi libro por parte de los científicos del clima, los conservacionistas y los estudiosos del medioambiente. “Apocalypse Never es un libro sumamente importante”, ha escrito Richard Rhodes, el vencedor del Premio Pulitzer por su obra The Making of the Atomic Bomb. “Tal vez sea el libro más importante sobre medioambiente escrito hasta ahora”, ha dicho Tom Wigley, uno de los padres de la ciencia climática moderna.

“Nosotros, los ambientalistas, condenamos a quienes tienen una visión antitética de ser ignorante en ciencia y susceptible de sesgo de confirmación”, ha escrito Steve McCormick, antiguo director de The Nature Conservancy. “Sin embargo, con demasiada frecuencia somos culpables de lo mismo. Shellenberger ofrece un ‘amor duro’: un desafío a la ortodoxia arraigada y rígida, a las mentalidades autodestructivas. Apocalypse Never presenta puntos de vista punzantes, pero siempre bien elaborados y basados en pruebas, que ayudan a desarrollar el ‘músculo mental’ que necesitamos para visualizar y dibujar un futuro, no sólo esperanzador, sino también factible”.

Es todo lo que yo deseaba al escribir el libro. Si han llegado hasta aquí, espero que estén ustedes de acuerdo que tal vez no sea tan extraño como parece que un activista climático, progresista y medioambiental de toda la vida haya sentido la necesidad de hablar claramente contra el alarmismo.

De nuevo, les ruego que acepten mis disculpas.

Publicado por Michael Shellenberger en Catholic Education.

Traducido por Verbum Caro para La Gaceta.

¡ESCÁNDALO! La fundación Rockefeller describe en 2010 EXACTAMENTE lo que ha pasado con el Covid-19 ¿no hay conspiración?




Recientemente, ha sido señalado un informe del año 2010 de la Fundación Rockefeller, descrito como «Escenarios para el Futuro de la Tecnología y el Desarrollo Internacional», (vean ustedes mismos en la página 12), informe desarrollado en colaboración con la Global Business Network, empresa especializada en la planificación de escenarios. ¿Hay empresas dedicadas a la planificación de escenarios de pandemias? Pues sí. La Fundación R. se preocupa aquí de prever cuáles podrían ser los escenarios del planeta entre los años 2010 y 2030. Recuerden que el Ministerio de Pablo Iglesias se titula: Agenda 2030.

Esta proyección para el futuro constaba de cuatro escenarios posibles, uno de los cuales se describe como el de Lock Step, «Fase de bloqueo», en el cual se describe una pandemia tipo H1N1, sospechosamente igual a la actual, que provoca una deriva de todos los gobiernos hacia un totalitarismo global basado en un agobiante control policial sobre las ideas, los movimientos de las personas, la paralización de la economía, con unos ciudadanos esclavizados que ven un continuo retroceso en sus derechos y libertades, EXACTAMENTE LO QUE ESTÁ PASANDO HOY EN EL 2020.

Lo más sospechoso del estudio de 2010 de la Fundación Rockefeller es que pone a China como modelo de manejo de la pandemia, por su rápida adopción de medidas totalitarias, que son calcadas a las que ha tomado en esta farsa del Covid-19. Vean cómo la bola de cristal de la Fundación Rockefeller les permitió ver con claridad lo que iba a pasar 10 años después. Aquí pueden leer unas líneas del pasmoso guión (observen que, a pesar de que están hablando del futuro -ese guión de encierro estaba previsto para el 2012- el tiempo verbal utilizado es el pasado, como si ya hubiera tenido lugar):
«A algunos países les fue mejor, a China en particular. La rápida imposición y aplicación de la cuarentena obligatoria por parte del gobierno chino para todos los ciudadanos, así como su cierre instantáneo y casi hermético de todas las fronteras, salvó millones de vidas, impidió la propagación del virus mucho antes que en otros países y permitió una recuperación pospandémica más rápida.

El gobierno de China no era el único que tomó medidas extremas para proteger a sus ciudadanos del riesgo y la exposición. Durante la pandemia, los líderes nacionales de todo el mundo han mostrado su autoridad e impulsado reglas herméticas y restricciones, desde el uso obligatorio de mascarillas a los controles de temperatura corporal en las entradas a los espacios comunes como las estaciones de tren y supermercados. Incluso después de que la pandemia desapareciera, este control más autoritario y la supervisión de los ciudadanos y sus actividades incluso se intensificó. (…)

Al principio, la noción de un mundo más controlado gana una amplia aceptación y aprobación. Los ciudadanos voluntariamente entregaron parte de su soberanía y su vida privada, a estados más paternalistas, a cambio de una mayor seguridad y estabilidad. Los ciudadanos eran más tolerantes, y con ganas, incluso, de una supervisión dirigida de arriba abajo, y los líderes nacionales han tenido más libertad para imponer el orden en los caminos que vieron conveniente. En los países desarrollados, este descuido mayor tomó muchas formas: los identificadores biométricos para todos los ciudadanos, por ejemplo, y una regulación más estricta de las industrias clave, cuya estabilidad se considera vital para los intereses nacionales. (…) trágicamente en los países dirigidos por las élites irresponsables que utilizan su poder mayor para perseguir sus propios intereses a expensas de sus ciudadanos.”
Todo esto se escribió en el año 2010. ¿Alguien necesita mayor prueba de que esta pandemia es un plan, una plandemia que forma parte de una agenda de control mundial de la libertad de la población y de la economía mundial?

¿Se dan cuenta que no son médicos los que toman las decisiones?
¿Se dan cuenta que el encierro no es una medida sanitaria sino de experimento social con el propósito de crear una crisis económica mundial para imponer sus propios planes?
¿Alguien puede pensar que la coincidencia entre lo que fue “imaginado” por la Fund. Rockefeller y lo que ha pasado es CASUAL?

Pilar Baselga

Pekín a los cristianos chinos: cambiad a Cristo por Mao o perderéis las prestaciones sociales (Carlos Esteban)



Un paso más en el estrangulamiento del cristianismo en China: las autoridades de una provincia han informado a los católicos que si no cambian las imágenes de Jesús en sus casas por retratos de Mao o Xi Jinping perderán las ayudas sociales.

Pero, ¿qué contrapartida hay para los creyentes en los pactos vaticanos? Casi cada semana asistimos a una nueva prueba de la férrea voluntad de Pekín de desarraigar la fe y sustituirla por la devoción a las autoridades comunistas, presentes o pasadas.

Lo último, informa el portal especializado Bitter Winter, ha sido la noticia de que los funcionarios de la ciudad de Linfen, en la provincia de Shanxi, han recibido instrucciones para que inspeccionen los hogares de los receptores de cualquier tipo de subsidios estatales, se incauten de todos los símbolos religiosos y los sustituyan con imágenes de líderes comunistas. A quienes se quejen de la medida se les dejará de ingresar las ayudas.

Esta misma medida también se aplica a los miembros de las iglesias dependientes del Estado. Un miembro de la Iglesia de las Tres Autonomías, una denominación protestante oficial del Partido Comunista Chino, confesó a Bitter Winter que en su propia casa retiraron imágenes de Jesús y un calendario religioso y los sustituyeron por imágenes del Presidente Mao.

La crisis económica que ha azotado a China, como a la mayor parte del planeta, como consecuencia de la pandemia del coronavirus ha dejado a muchísimos ciudadanos en paro o situación de grave precariedad, al punto de que lo único que les libra del hambre son los subsidios estatales. Eso significa que la negativa a esa enésima prueba de vesania antirreligiosa, que ya se introduce incluso en el ámbito de los hogares, puede significar la muerte por inanición o, al menos, una situación de absoluta miseria.

Carlos Esteban