Ponemos los ojos en Francia y en una nueva ley, hablamos del aborto en la nueva anormalidad, ¿o normalidad?
“Así es como mueren las civilizaciones y se aniquila el genio de los pueblos. Los que vengan después de nosotros corren un gran peligro”
Bernard Ginoux, obispo de Montauban, pronunciándose por el aborto hasta los 9 meses en Francia
Hace un mes se aprobó que Francia (la otrora Hija mayor de la Iglesia) aprobó una inverosímil y reprobable ley. Resulta que el parlamento galo, en su sesión del 31 de julio, adoptó una enmienda para añadir el “sufrimiento psicosocial” como criterio de peligro para la salud de la mujer en el caso del aborto o según el vacuo eufemismo: “interrupción médica del embarazo”.
Aborto voluntario y aborto “médico-terapéutico”
Se debe señalar que, en Francia, la interrupción voluntaria del embarazo (IVG, por sus siglas en francés) está permitida hasta las 12 semanas de gestación (es decir, hasta la semana 14 de amenorrea). Por otro lado, la interrupción médica de embarazo (IMG) se puede realizar en cualquier momento de la gestación, pero bajo ciertos criterios y condiciones médicas.
Argumentos científicos
Son varios los
miembros de la comunidad científica quienes de manera rigurosa afirman y demuestran que la vida humana inicia a partir de la concepción. A continuación se exponen las afirmaciones de algunos de ellos.
El científico Moore-Persaud, en su obra Embriología Clínica (Elsevier – Mc Graw-Hill, 10ª edición, p. 23) señala que: “el desarrollo humano es un proceso continuo que se inicia cuando un ovocito (óvulo) de una mujer es fecundado por un espermatozoide del varón”.
El gran genetista francés y considerado el padre de la genética moderna, el Dr. Jérôme Lejeune,: “En cuanto los 23 cromosomas del espermatozoide se encuentran con los 23 cromosomas del óvulo, toda la información necesaria y suficiente esta allí, reunida en el ADN para determinar todas las cualidades de un nuevo ser humano”.
A.L. Vescovi, Prof. de Biología Celular en el instituto. de Investigación del Hospital San Rafael de Milán: “el embrión es un ser humano. Esto es innegable. Cualquier intento de hacer comenzar la vida humana en un momento posterior es arbitrario y no sostenido por argumentación científica”.
Jean Rostand en 1980, premio Kalinga (1959) junto con Jérôme Lejeune, declaraban que científicamente la vida humana inicia con la fecundación. De acuerdo con Rostand, la vida inicia: “En la primera célula constitutiva de la persona humana, es decir en el óvulo fecundado, existe un ser humano y está todo entero, con todas sus potencialidades”.
Jan Langman en 1975 describre en su libro de embriología médica describe que el desarrollo humano inicia con la fecundación, 40 años más tarde, Keith Moore lo sostiene en su libro de The Developing Human: Clinically Oriented Embryology.
A partir de dichas afirmaciones se puede apreciar cómo el código genético de los cromosomas de todas las células de un individuo es el mismo y que ese código coincide con el de la que fue su primera célula, es decir, el óvulo fecundado y que ese código es distinto del de las células de sus padres.
Podemos ver entonces que desde el principio la primera célula de cada nuevo organismo animal tiene señales específicas propias de un ser sensitivo, no de un ser vegetativo. Entonces ¿es humano? Sí ¿tiene vida? Sí ¿qué hay que hacer? Respetar esa vida.
Enseñanza de la Santa Madre Iglesia sobre el aborto: No matarás
Desde los primeros inicios de la Iglesia la tradición apostólica ha enseñado que: “Dos caminos hay, uno de la vida y otro de la muerte; pero grande es la diferencia que hay entre estos caminos… Segundo mandamiento de la doctrina: No matarás… no matarás al hijo en el seno de su madre, ni quitarás la vida al recién nacido… Mas el camino de la muerte es éste: que no se compadecen del pobre, no sufren por el atribulado, no conocen a su Creador, matadores de sus hijos, corruptores de la imagen de Dios; los que rechazan al necesitado, oprimen al atribulado, abogados de los ricos, jueces injustos de los pobres, pecadores en todo. ¡Ojalá os veáis libres, hijos, de todos estos pecados!”. (Didache 2:1–2 [A.D. 70])
Además de que Padres de la Iglesia también tocaban este tema de manera directa: “El asesinato, estando una vez y para siempre prohibido, no permite destruir ni siquiera el feto en el vientre… Obstaculizar un nacimiento es meramente una forma más rápida de matar; no importa si tomas una vida nacida o destruyes una que va a nacer. Ese es un hombre que va a ser; tienes la fruta ya en la semilla” (Apología 9:8 [A.D.197]) Tertuliano, Padre de la Iglesia del siglo II.
Por último, hay que recordar algo muy importante: Los “católicos” que apoyen o practiquen el aborto están bajo pena de excomunión:
“La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave. La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana. “Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae” (CIC can. 1398), es decir, “de modo que incurre ipso facto en ella quien comete el delito” (CIC can. 1314), en las condiciones previstas por el Derecho (cf CIC can. 1323-1324).
Con esto la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia; lo que hace es manifestar la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable causado al inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad.”
En resumen, lo expuesto anteriormente rompe y pone en duda los pseudo argumentos de los grupos e individuos pro aborto y todo porque al aceptar que el óvulo fecundado es un cuerpo independiente y vivo, (es un ser humano desde la concepción) nos damos cuenta de que el aborto es un asesinato por intereses personales y ahora políticos; así de sencillo. Además, que las enseñanzas de la Iglesia Católica protegen al no nacido desde los primeros siglos y excomulga de manera automática a quien practique, sea cómplice o asista en un aborto por atentar contra el quinto mandamiento: No matarás.
En cuanto a Francia (y todos los demás países que atentan contra la vida de los no nacidos), es tan abominable lo que sucede que solo se le podría comparar con Babilonia o la Roma de Calígula, ni siquiera hay palabras para describir que desde la carnicería de la Revolución Francesa hasta hoy, pasó de ser la Hija mayor de la Iglesia a convertirse en cuna de paganismo y ofertorio a demonios.
Santo Dominguito de Val, rogad por nosotros.
Mario Uriostegui