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sábado, 14 de noviembre de 2020

SAN ALBERTO MAGNO: DOMINICO, OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA (1206-1280) [DIA 15 DE NOVIEMBRE]


MAGNO se denomina a Alberto de Bolstadt o de Lauingen, y en verdad que el epíteto le cuadra perfectamente por su inteligen­ cia, una de las más preclaras y cultivadas de todos los tiem­ pos; por la eminente santidad de su vida y de su prodigiosa actividad apostólica; por la originalidad y valentía de sus concepciones filosóficas y por la profunda influencia que ejerció sobre el pensamiento y el movimiento intelectual de su siglo. Verdadero Aristóteles cristiano, domina a sus más ilustres contemporáneos por su vasta erudición, por la irradiación de su apostolado científico, por la distinción y armonía que supo establecer entre la filosofía y la teología, y por la introducción del aristotelismo cris­tianizado en la enseñanza de la ciencia sagrada. 

Muy pronto invadió la leyenda el campo de su vida, atribuyéndole in­venciones extraordinarias, construcción de edificios sumamente artísticos y hasta obras de magia fabulosas. Popularizado por biografías cuajadas de hechos tan portentosos, vino a ser una especie de alquimista y mago: todo lo cual no denota sino una manera, inadecuada si se quiere, pero al fin algo fundada, de apreciar su afición a la observación y a la experiencia de labo­ratorio y su conocimiento de la naturaleza. En realidad, la historia de Al­berto Magno resulta en muchos puntos incompleta y oscura por falta de documentos precisos, y por datos legendarios que aquí destacaremos. 

ESTUDIANTE EN PADUA Y DOMINICO 

ALBERTO Magno nació en 1206 —en 1193, según algunos historiado­res— en Lauingen, modesta población de la provincia de Suabia, al noroeste de Augsburgo. Era el primogénito de la familia del condede Bolstadt, caballero rico y poderoso, muy adicto al emperador Federi­ co II. La primera educación en nada se diferenció de la que recibían en la Edad Media los hijos de familia noble; muy temprano fué enviado a la Uni­versidad de Padua, bajo la tutela de un tío suyo, para estudiar allí letras, ciencias y medicina, por las que sentía gran atractivo. Su padre entretanto hallábase guerreando en Normandía a favor de su señor feudal. En ciertas obras que más tarde compuso Alberto, hallamos recuerdos y alusiones refe­rentes a esta primera estancia en Italia. El estudiante se muestra en ellas atento observador de los fenómenos de la naturaleza, apasionado por el es­tudio de las ciencias físicas, ansioso de conocer y comprobar sus leyes. Este ardor por la posesión del saber humano no sirvió lo más mínimo de estorbo a su piedad, a pesar del ambiente peligroso para las buenas costumbres; gracias a la especial protección de la Santísima Virgen, conservó intacto el preciado tesoro de la pureza. 

No tardó mucho en sentir en su alma el llamamiento divino que le movía a despedirse para siempre de la familia y del mundo, y trocar su vida seglar por la del claustro, más perfecta y más en armonía con sus inclinaciones. Después de encomendarse a la Santísima Virgen mucho tiempo y de con­sultar a los religiosos que dirigían su conciencia, Alberto no titubeó: lla­maría a las puertas de la Orden dominicana y solicitaría humildemente su ingreso. Sin embargo, su vocación tropezó con serias dificultades: su tío y sus padres se opusieron tenazmente. Pero en los primeros meses de 1223, la santidad, el prestigio irresistible, la elocuencia arrebatadora del Beato Jordán de Sajonia, sucesor de Santo Domingo, triunfaron de toda suerte de obstáculos, y Alberto tomó el hábito de los Dominicos. El que lo ganara para la Orden, había adivinado asimismo las brillantes dotes de su nuevo recluta. No cabe duda de que Jordán de Sajonia se interesó de modo espe­cial por los estudios de Alberto de Lauingen. No podemos precisar en qué convento siguió estudiando el heredero de los Bolstadt la filosofía y la teología; bien pudiera ser en el de Bolonia. Sea de ello lo que fuere, lo que hace a nuestro propósito es que su aprovechamiento fue sorprendente. 

EL MAESTRO ALBERTO, EN LA UNIVERSIDAD DE PARÍS 

De discípulo trocóse Alberto en catedrático hacia el año 1231 ó 32; leyó ciencia sagrada en los conventos de Hildesheim, Friburgo de Brisgovia, Ratisbona y Estrasburgo. En 1245 el Maestro General de los Dominicos le envió a París, al Colegio o Facultad teológica de Santiago, que era el centro intelectual más importante de la Orden y estaba incorpo­rado a la Universidad desde 1229. La misión de Alberto era enseñar, en ca­lidad de bachiller, a las órdenes de un maestro de teología, y a la vez ganar la cátedra. Sus lecciones obtuvieron rápidamente el éxito más lisonjero. Re­ligiosos, clérigos, seglares y catedráticos acudían en tropel, ávidos de oírle.Cada domingo daba una conferencia a los estudiantes, y en ciertos días, si hemos de dar crédito a una tradición, las salas del convento eran insuficien­tes, por lo cual tenía que hablar al aire libre. 

La celebridad del Maestro Alberto data de su estancia y de su profe­sorado en la Universidad parisina. Considérasele como uno de los mayores sabios de su siglo; el título de «doctor universal» que entonces se le otorgó muestra bien a las claras la admiración pasmosa suscitada ante sus contem­poráneos y ante sus discípulos. 

Al comentar Alberto el libro de las Sentencias, de Pedro Lombardo, con­cibió y dio principio durante su permanencia en París al proyecto de una vasta enciclopedia que abarcaría todo el acervo del humano saber, antiguo y contemporáneo, sojuzgado y coronado por la ciencia sagrada. Ese trabajo, verdaderamente gigantesco y atrevido para sólo un hombre, estaba casi re­matado en 1256; Alberto siguió completándolo hasta el fin de su vida, resu­miendo y adornando de mayor novedad toda la labor y conocimientos cien­tíficos de sus predecesores como Aristóteles, Avicena, Averroes, etc., mos­trando con ello y por manera admirable la concordancia armoniosa de la ciencia con la fe en las diversas ramas del saber humano. 

EN COLONIA.— EL PACIFICADOR. — PROVINCIALATO 

Cuando al finalizar el año 1248 quedó encargado Alberto de organi­zar y dirigir el plan de los nuevos «Estudios generales», ordenado recientemente en Colonia para la formación intelectual superior de los religiosos dominicos, llevóse consigo a Santo Tomás de Aquino, siempre modesto, aplicado y silencioso. Algunos condiscípulos le apellidaron «el buey mudo de Sicilia», a lo cual el maestro les replicó en cierta ocasión: «Vosotros le llamáis buey mudo; llegará día en que el mundo entero retumbará con los mugidos de su doctrina». La verdad de esta profecía queda bien demostrada en la Iglesia desde hace siete siglos. 

En lo sucesivo fue Colonia la residencia ordinaria de Alberto. Consagra­ba a la vez su prodigiosa actividad a la enseñanza, a la predicación, a la composición de obras teológicas, filosóficas y científicas, a la dirección de las almas, a la pacificación de los espíritus, y, cuando llegaba el caso, a la solución de inesperados y graves conflictos. 

El arzobispo de Colonia, Conrado de Hochstaden, acudía con frecuencia a pedirle consejo sobre los graves deberes de su cargo episcopal. Como las excesivas pretensiones del prelado indispusieran alguna vez a la burguesía de la ciudad, la mediación de Alberto allanó las dificultades y dio a Colonia cinco años de paz. Esto ocurría en 1251. Nuevamente hubo de intervenir el fraile en 1258 para reconciliar a los adversarios; y al año siguiente, vérnosle figurar entre los firmantes del acuerdo comercial celebrado entre Colonia y Utrecht. Cuatro años más tarde, con motivo de una rebelión que aprisionó al arzobispo, castigó el Papa a la desventurada ciudad con el entredicho, y ahí tenemos otra vez a Alberto entre los árbitros encargados de resolver el con­flicto. En otras localidades y en circunstancias distintas, pero sobre todo en Rcnania, se hizo nuestro Santo, por amor a las almas y por devoción a la Iglesia, pacificador de ciudades y apóstol de la justicia y de la caridad con sus habitantes. Así fué Alberto toda su vida.

El capítulo provincial de la Orden dominicana celebrado en Worms el año 1254, confióle los destinos de la provincia de Alemania, que a la sazón abarcaba Germania, Holanda, Flandes y Austria. En los tres años de man­dato, Alberto ejerció su cargo con la actividad que le era peculiar y con gran abnegación. A pie y mendigando el sustento, visitó los conventos de su jurisdicción, en los que predicaba con la palabra y el ejemplo la fiel ob­servancia de la Regla, la práctica constante de las virtudes y la aplicación sostenida en los estudios. No contento con mantener la disciplina y la piedad en los conventos ya existentes, fundó algunos más, entre los cuales merece especial mención el del Paraíso, en la diócesis de Colonia, para las hijas de la nobleza. En 1256 partió para Anagni, llamado por el papa Alejan­dro IV. Allí, en presencia de la corte pontificia, refutó los calumniosos ale­gatos de Guillermo de Saint-Amour, de la Universidad de París, contra las Órdenes mendicantes; la obra de dicho libelista fue condenada por el Papa. Durante su estancia en Anagni, a requerimiento de éste, comentó el Evan­gelio de San Juan y las Epístolas canónicas y escribió una refutación de los errores de Averroes acerca de la unidad del entendimiento. Ese viaje a Italia dio ocasión al incansable y docto varón de Dios para llevar a cabo varias investigaciones; descubrió, en efecto, un tratado de Aristóteles acerca de los animales, que se daba por perdido, y publicó un comentario de esta obra. 

SAN Alberto Magno fue el glorioso maestro de Santo Tomás de Aquino. Estos dos sabios forman, por así decir, uno solo. No hubo maestro que más amase a su discípulo y recíprocamente. Aquí los representamos en uno de los muchos viajes que ambos Santos hicieron juntos. 

De vuelta a Colonia, tras un año de ausencia, reanudó sus cátedras y demás ordinarias ocupaciones. En colaboración con Santo Tomás de Aquino y Pedro de Tarantasia —el futuro papa San Inocencio V—, redactó en el Capítulo general de Valenciennes, celebrado el año 1259, un reglamento para los es­tudios de la Orden, de espíritu cicntífico-filosófico. 

OBISPO DE RATISBONA. — PREDICADOR DE LA CRUZADA. APÓSTOL DE LA VERDAD 

A principios del año siguiente Alberto fue elegido por el papa Alejan­dro IV para el obispado de Ratisbona a pesar de la gran repugnancia que el Santo manifestara y de lo mucho que se opuso el Maestro 

General de la Orden, Humberto de Romanis. Hallábase dicha diócesis honda­ mente dividida por las disensiones y en situación religiosa bastante compro­ metida. Ante un mandato formal del Sumo Pontífice, Alberto hubo de sacrificarse una vez más y dióse de lleno al desempeño de su nuevo cargo. Fue su peculiar medio de apostolado y de persuasión el ejemplo de virtud y santidad. Nada mudó en el tenor de vida pobre y sencilla que había llevado hasta entonces; su modestia en el vestir y su modo de viajar contrastaban con el lujo y los modales más o menos mundanos que podían observarse en algunos prelados de entonces. Alberto recorría su diócesis llevando en un asnillo su modesto equipaje y los ornamentos episcopales; predicaba la pa­labra de Dios, hacía observar las normas de disciplina, reformaba las comu­nidades y apaciguaba discordias civiles. Sin embargo, los deberes del cargo pastoral y su celo apostólico no le apartaban del trabajo intelectual. Dos años pasó en su labor de pastor celoso, pacificando a sus ovejas, reformando el clero, cancelando las deudas de su predecesor, dando a todos ejemplo de vida de oración, de laboriosidad y de apostolado. Por último, en 1262, más amante del estudio que del tráfago de asuntos temporales en que necesaria­ mente debía intervenir de continuo el obispo de aquellos tiempos, blanco por otra parte de impugnaciones violentas y odiosas, dio la dimisión de su cargo y se retiró gozoso a un convento de su Orden, que fue probablemente el de Colonia. 

Pero no disfrutó largo tiempo del silencio y de la tranquilidad de la celda monacal. Estaba en la mente del papa Urbano IV la idea de una nueva Cru­zada y le encargó en 1263 que la predicara en Alemania, en Bohemia y otras comarcas de lengua teutónica. Por espacio de dos años recorrió Alberto dichos países en todas direcciones hasta las fronteras de Polonia, determi­nando por su santidad, más aún que por las palabras, a los caballeros y gentes de armas a alistarse para ir a libertar los Santos Lugares. Terminada esta misión, retiróse el prelado a Wurzburgo de Franconia, y allí reanudó su amada labor científica, intervino en la pacificación de los espíritus, en la conclusión satisfactoria de procesos, en la predicación, y en otra infinidad de actividades. A petición suya, el entonces Maestro General de la Orden dominicana, Juan de Vercelis, le permitió en 1267 proseguir su cátedra de lector de teología en el convento de Colonia, lo que no le impedía atender a los numerosos negocios que a cada paso le encomendaban. En los diez años que siguieron, emprendió frecuentes viajes de Brenner a Amberes, de Colo­nia a Lyón y, condescendiente con el deseo de los obispos o de sus Hermanos, predicaba, consagraba altares e iglesias, confería órdenes sagrados, y sem­braba a su paso bendiciones, indulgencias y el suave perfume de sus virtudes. En 1274 asistió ai concilio ecuménico de Lyón y contribuyó eficazmente al reconocimiento de Rodolfo de Habsburgo por emperador del Sacro Imperio, a la absolución del entredicho que pesaba sobre la ciudad de Colonia, y a la definición de ciertas cuestiones doctrinales y morales suscitadas por los cismáticos griegos. 

En su apostolado servíale de guía su intenso amor a la verdad. Mientras en París contendía Santo Tomás de Aquino con Sigerio de Brabante acerca del averroísmo, Alberto enviaba desde Colonia a Gil de Lcssines con la re­futación de dicho error, y ayudaba así a su amado discípulo. Más tarde, en 1277, ciertas intrigas arteramente urdidas por profesores seglares de la Universidad de París, indujeron al obispo de esta ciudad, Esteban Temper, a condenar unas proposiciones de Fray Tomás, que, por hallarse ausente, no podía defenderse. En esta coyuntura, Alberto se mostró apóstol de la verdad, y, a pesar de su vejez, de sus achaques y de la distancia que le separaba de la capital francesa, voló a defender a su discípulo predilecto. 

UN GRAN SABIO Y UN SANTO DE TEMPLE APOSTÓLICO 

YA en vida gozaba Alberto el renombre de virtuoso y sabio. Sus escritos filosóficos, teológicos y místicos, a los cuales se mezclaron apócrifos poco recomendables de los siglos XVI y XVII, fueron dados a la estampa en 1651 por el dominico P. Pedro Jammy, y, desde el año 1890, por el presbítero Bornet. Aunque esas dos colecciones, la segunda de las cuales abarca cerca de cuarenta tomos, sean poco críticas y además incom­pletas, dicen muy alto que la actividad literaria del santo doctor fue la más gigantesca de la Edad Media y tan extensa, que abarcó casi todas las cien­cias profanas y sagradas. 

En el siglo XIII, de vida intelectual tan intensa, destácase este coloso sin par del saber, este metafísico que cristianiza el aristotelismo, escritor que se cita en las escuelas con la misma autoridad que Aristóteles y Avicena; profesor que entusiasma a la juventud universitaria y que merece los honores y la gloria más excelsa. Coloso que es a la vez sencillo, humilde, pobre, ejemplar, austero y obediente, como lo prescribe la Regla de su santa Orden. Nunca, monje, provincial u obispo, pierde de vista que es miembro de una Orden mendicante: ama la pobreza y la recomienda a sus Hermanos. Su humildad llama poderosamente la atención. Este eximio varón que ha re­cibido de Dios las más envidiables disposiciones para el estudio, las hace fructificar mediante una labor sostenida pero encaminada exclusivamente a la gloria de Dios y al bien de las almas; su vastísima ciencia no le engríe, antes por el contrario le inspira mayor desconfianza de sí mismo, le torna más humilde, y le hace rendir totalmente su inteligencia a la fe. 

De su amor al estudio, de su celo en la cátedra, de su obediencia a los superiores, al Papa y a los obispos, de su apostolado en la predicación, de su piedad sencilla, caracterizada por una devoción rendida al Sacramento del Amor, a la Pasión del Salvador, a la santa Misa, a la Virgen Nuestra Señora, no puede trazarse mayor apología que su vida misma. La forma espe­cífica de su particular vocación es el estudio, la enseñanza de la verdad: Alberto estudia, escribe, platica, predica para enseñar a los hombres a conocer mejor y amar más al Criador. En el amplio concepto del Santo, la ciencia debe ser el vehículo para llegar a la fe y al amor sobrenatural. 

MUERTE Y CULTO. — DOCTOR DE LA IGLESIA 

De París, volvióse nuestro Santo a Colonia. La edad y el trabajo mental de medio siglo acabaron por rendir a aquel coloso de la ciencia; sus facultades comenzaron a declinar, y, desde entonces, durante los tres años que le quedaron de vida, consagróse exclusivamente a su perfeccionamiento espiritual. Murió en Colonia el 15 de noviembre de 1280. Hiciéronsele magníficas honras. Su cuerpo, inhumado conforme lo dejara mandado en el testamento otorgado un año antes, en el coro de la iglesia de Hermanos Predicadores de dicha ciudad, fue más tarde encerrado en un sarcófago de madera y depositado en un sepulcro de piedra cuya lápida de mármol recordaba la personalidad del difunto. 

Dice así: «El año 1280, a 15 de noviembre, murió el Venerable Señor Fray Alberto, Obispo que fué de la Iglesia de Ratisbona, de la Orden de Predicadores, Maestro en Teología. Descanse en paz. Amén». 

La ciudad de Ratisbona consiguió en 1619 el hueso del brazo izquierdo, reliquia insigne que fué expuesta en la catedral. La de Lauingen encargó un retablo con el retrato del Santo que fué colocado en la iglesia de la parroquia. 

A poco de fallecer San Alberto, tributóse culto a sus reliquias; en Colonia, Lauingen y Ratisbona, levantáronse capillas en su honor, pidiéronse al cielo milagros y se lograron por su intercesión, en vista de lo cual los Dominicos de Colonia y de Ratisbona consiguieron en 1484 autorización para celebrar la festividad de tan ilustre varón. El 27 de noviembre de 1622, el papa Gregorio XV concedió verbalmente el mismo favor a la diócesis de Ratisbona. Urbano VIII, a su vez, concedió el oficio litúrgico a Lauingen en 1631, y a los Dominicos de Alemania en 1635. Otro tanto hizo el papa Alejandro VII en 1664 para con los de Venecia, y Clemente X para toda la Orden domini­cana en 1670 y Pío IX para la diócesis de Colonia, en favor de la cual elevó la fiesta a rito semidoble, primeramente, y doble en 1870. Con el tiempo, varias diócesis alemanas, y en Francia la de París, lograron privilegios seme­jantes, y así el culto del santo doctor renano se fué difundiendo más y más. Desde fines del siglo XV en que tuvo lugar la traslación de sus sagradas reliquias (1842), comenzó a solicitarse del Papa los honores de la canoniza­ción y la aureola de los doctores para nuestro Santo. Idénticas apremiantes diligencias se manifestaron en 1601 y más tarde en 1870 en ocasión del Con­ cilio Vaticano. En el pontificado de Pío XI la Orden dominicana, los obispos alemanes y los fieles de algunos países presentaron nuevas solicitudes a Roma y el examen de dicha súplica fue entregada a la Congregación de Ritos, la cual emitió informe favorable. Pío XI apeló a un expediente particular de canonización muy raro en la actualidad pero de uso corriente en tiempos pa­sados: la canonización por equipolencia, por la que el Sumo Pontífice, en virtud de su autoridad suprema, suple todas las formalidades jurídicas. Así, pues, por Letras decretales del 16 de diciembre de 1931, inscribió a Alberto Magno en el número de los Santos, y confirióle, además, el título de Doctor de la Iglesia. El Papa impuso la festividad del ilustre dominico al universo católico, con rito doble menor y fijó su celebración a 15 de noviem­bre, por lo que la de Santa Gertrudis, virgen, fué trasladada al día 16. 

SANTORAL DE HOY

Santos Alberto Magno, obispo y doctor; Eugenio I, arzobispo de Toledo, mártir; Macuto, obispo de Aletk; Desiderio, obispo de Cahors; Arnulfo, obispo de Toul, Leoncio, de Burdeos, y Luperio, de Verona; Leopoldo, margrave de Austria; Abibo, diácono, Curia y Samona, mártires en la persecución de Diocleciano y Maximiano; Segundo, Fidenciano y Várico, Marcial y compañeros, mártires en África; Secundino, mártir en Alemania; Demetrio, mártir; Paduino, monje. Juniano, solitario; Brandón y Madosio, monjes escoceses. Beato León de Asís, discípulo de San Francisco. Santa Beatriz, de la Orden Tercera franciscana. Beata Catalina, cisterciense.

Misterio Bergoglio. Por qué el general de los jesuitas no lo quería obispo (Sandro Magister - 5 enero 2018)




Está por llegar un nuevo libro sobre el papa Francisco que ya suscita discusiones, mucho antes de su salida a la venta, anunciada para el 26 de febrero:


El título suena decididamente crítico, pero no por prejuicio. El autor del libro, Philip Lawler, es en Estados Unidos una firma católica entre las más respetadas y equilibradas. Ha sido director de «Catholic World Report«, la revista de Ignatius Press, la editorial fundada por el jesuita Joseph Fessio, discípulo de Joseph Ratzinger. Hoy dirige «Catholic World News«. Nació y creció en Boston. Está casado y es padre de siete hijos.

En la etapa inicial del pontificado de Francisco, Lawler no ha dejado de apreciar las novedades. Pero ahora, justamente, ha llegado a ver en él al «pastor desconcertado» de una grey que está a la deriva.

Y ha madurado este juicio crítico sobre Jorge Mario Bergoglio papa, también gracias a una revisión cuidadosa del Bergoglio jesuita y obispo en Argentina.

Que es exactamente lo que han hecho también otros biógrafos del actual Papa, tanto los favorables como los contrarios a él: reconstruir su recorrido argentino, para extraer de allí una mayor comprensión de su obrar como Papa.

*

Un ejemplo llamativo de esta revisión de la fase argentina de Bergoglio está en el último de los libros publicados hasta ahora sobre el: «Il papa dittatore» [El Papa dictador], difundido en forma de e-book en italiano y en inglés desde fines del pasado otoño, de autor anónimo, muy probablemente angloparlante, que se oculta bajo el seudónimo de Marcantonio Colonna.

Uno de los pasajes de «Il papa dittatore» que suscitó más sensación es aquél en el que el autor levanta el velo sobre el juicio respecto a Bergoglio escrito en 1991 por el superior general de la Compañía de Jesús, el holandés Peter Hans Kolvenbach (1928-2016), en el curso de las consultas secretas a favor o en contra del nombramiento del mismo Bergoglio como obispo auxiliar de Buenos Aires.

Escribe el seudo Marcantonio Colonna:

«El texto del informe jamás se hizo público, pero el siguiente estado de la situación fue dado a conocer por un sacerdote que tuvo acceso al informe antes que desapareciera del archivo de los jesuitas. El padre Kolvenbach acusaba a Bergoglio de una serie de defectos, que van desde el uso habitual de un lenguaje vulgar hasta la falsedad, a la desobediencia escondida bajo la máscara de la humildad y a la falta de equilibrio psicológico. En la perspectiva de su idoneidad como futuro obispo, el informe resaltaba que, como provincial, había sido una persona que sembró divisiones en su Orden».

Demasiado poco y demasiado vago. Pero es indudable la existencia de un juicio sobre Bergoglio pedido por las autoridades vaticanas a Kolvenbach en vista de su nombramiento como obispo.

Así como es indudable la fuerte fricción que había entre el entonces simple jesuita y sus superiores de la Compañía de Jesús, tanto en Argentina como en Roma.

Sobre esta fricción proporcionan informaciones abundantes, sólidas y convergentes otras biografías de Bergoglio, no sospechables de hostilidad preconcebida, porque fueron escritas por autores muy próximos a él o incluso fueron revisadas por él en el transcurso de su redacción.

Es este último el caso, en particular, del volumen «Aquel Francisco«, escrito por los argentinos Javier Cámara y Sebastián Pfaffen con la supervisión del Papa, dedicado precisamente a los años de mayor aislamiento de Bergoglio dentro de la Compañía de Jesús.

En ese volumen no se silencia que sus adversarios jesuitas llegaron directamente a hacer circular el rumor que Bergoglio había sido enviado al exilio en Córdoba, “porque estaba enfermo, loco”.

Pero se silencia totalmente el juicio contrario a su nombramiento como obispo, escrito por el general de los jesuitas, Kolvenbach, cuyo nombre no aparece ni siquiera una sola vez en las más de 300 páginas del libro.

Y no hay noticias del informe Kolvenbach ni siquiera en la que hasta ahora es la biografía de Bergoglio más “amiga” y exhaustiva, escrita por el inglés Austen Ivereigh:


Pero sobre el origen y sobre el contexto de ese juicio negativo de Kolvenbach las informaciones dadas por Ivereigh/Bergoglio son numerosas y preciosas. Y merecen ser retomadas aquí.

*

A sus roces con los hermanos argentinos el mismo Bergoglio hizo referencia en la entrevista publicada en «La Civiltà Cattolica» y en otras revistas de la Compañía de Jesús, poco después de su elevación al papado:

«Mi modo autoritario y rápido de tomar decisiones me ha llevado a tener problemas graves y a ser acusado de ser ultraconservador. Pero jamás he sido de derechas».

En Argentina, en efecto, los que guiaron la campaña contra Bergoglio fueron los jesuitas del Centro de Investigación y Acción Social (CIAS), «en su mayoría pertenecientes – advierte Ivereigh – a la alta burguesía y al ambiente académico” iluminista y progresista, irritados por el éxito de ese jesuita «proveniente de la clase baja y sin ni siquiera un doctorado en teología», que «privilegiaba la religiosidad popular desatendiendo los centros de investigación»: un tipo de religiosidad «muy próxima a la gente, a los pobres», pero a su juicio «más peronista que moderna».

No fue suficiente, para tranquilizarlos, que Bergoglio dejase de ser provincial de los jesuitas argentinos en 1979, pues su liderazgo sobre una fracción consistente de la Compañía no disminuyó en nada. Mas aún, escribe Ivereigh, «tenía más influencia ahora que toda la que había tenido como provincial».

Pero precisamente por esto sus adversarios estaban cada vez más intolerantes. Las críticas del CIAS y de otros llegaron a Roma, a la curia generalicia de la Compañía de Jesús, donde también el asistente para América Latina, José Fernández Castañeda, era hostil a Bergoglio, y evidentemente convencieron al nuevo superior general Kolvenbach. Quien, en efecto, en 1986, al momento de elegir al nuevo jefe de la provincia argentina, nombró justamente al candidato del CIAS, Víctor Zorzín, quien inmediatamente puso como su mano derecha «a uno de los más feroces críticos de Bergoglio», el padre Ignacio García-Mata, que lo sucederá.

Siguió a ello una limpieza que Ivereigh compara con el «desencuentro entre peronistas y antiperonistas» de la Argentina en los años 50´, con la diferencia que ahora «los ‘gorilas’, los antiperonistas fanáticos, estaban con el CIAS, mientras que el ‘pueblo’ estaba con Bergoglio y sus partidarios». En síntesis: «una limpieza radical, en la que se revocaba absolutamente todo lo que estaba asociado con el régimen depuesto».

¿Y Bergoglio? En mayo de ese mismo 1986, en acuerdo con el nuevo provincial, Zorzín, emigró a Alemania, formalmente para un doctorado sobre Romano Guardini. Pero en diciembre de ese mismo año ya estaba de vuelta en su patria, para alegría de sus todavía numerosos seguidores. Quienes en efecto lograron elegirlo precisamente a él como procurador de la provincia argentina para una cumbre celebrada justamente en la curia generalicia de Roma en setiembre de 1987.

Al año siguiente fue Kolvenbach quien se llegó a Argentina, para un encuentro con los provinciales del continente. Pero evitó encontrarse con Bergoglio, aunque éste se alojaba a pocos pasos de aquél. Escribe Ivereigh: «En los siguientes dos años la provincia se partió cada vez más profundamente» y Bergoglio «fue acusado en forma cada vez más insistente de fomentar ese desencuentro». Cita una frase verbal de las reuniones de los consultores del provincial: «En cada encuentro hablábamos de él. Era una preocupación constante decidir qué debíamos hacer con este hombre».

En 1990 enviaron a Bergoglio al exilio en Córdoba, sin ningún cargo, y mandaron al exterior a sus hermanos más cercanos a él. Pero poco después se produjo el milagro. El arzobispo de Buenos Aires, Antonio Quarracino, pidió a Roma tener precisamente a Bergoglio como obispo auxiliar. Y lo logró.

Ivereigh no dice una sola palabra. Pero es aquí, en las consultas secretas que preceden al nombramiento de cada nuevo obispo, que el superior general de los jesuitas, Kolvenbach, puso por escrito su juicio negativo sobre el nombramiento de Bergoglio. Pero no fue escuchado. Sin embargo, hay un episodio, inmediatamente después de la consagración de Bergoglio como obispo, en el verano de 1992, que muestra cuan áspero seguía siendo el desacuerdo entre los dos.

Mientras esperaba que se estableciera cuál iba a ser su nuevo hogar, Bergoglio se hospedó en la casa de la curia jesuita de Buenos Aires, en la que en el ínterin había llegado a ser provincial su archienemigo García-Mata.

Escribe Ivereigh:

«Pero no era una relación fácil. Bergoglio acusó a García-Mata de haberlo difamado en un informe que el provincial había enviado a Roma (el informe era secreto, pero uno de los consultores le había informado a Bergoglio), mientras que García-Mata se sentía amenazado por la popularidad de la que gozaba el nuevo obispo entre los jesuitas más jóvenes».

Pasaron las semanas y Bergoglio era para García-Mata una presencia cada vez más «invasiva». Hasta que el 31 de julio, fiesta de san Ignacio de Loyola, el provincial lo intimó a irse. «Pero aquí estoy muy bien», respondió Bergoglio.

Prosigue Ivereigh:

«Si quería que se fuera, dijo Bergoglio, se lo debía notificar oficialmente. Entonces García-Mata le escribió a Kolvenbach, quien apoyó su decisión. La carta del general de los jesuitas fue dejada en la habitación de Bergoglio. Y García-Mata recibió una respuesta escrita de Bergoglio, en la que le comunicaba su fecha de partida».

Se puede entender, con estos antecedentes, por qué, de allí en adelante, en sus numerosos viajes a Roma, Bergoglio jamás puso un pie en la curia generalicia de los jesuitas, alojándose por el contrario en la residencia para el clero de via della Scrofa, ni jamás habló con Kolvenbach.

Para reconciliarse con la Compañía de Jesús, en síntesis, el primer Papa jesuita de la historia tuvo justamente antes que ser elevado al papado.

Pero el anterior conflicto lo conocemos hoy casi exclusivamente a partir de su punto de vista, mediatizado por sus biógrafos amigos.

El punto de vista de los otros, comenzando por el juicio de su general de un cuarto de siglo atrás, todavía es en gran medida desconocido.

Sandro Magister

Entrevista completa de Raymond Arroyo a Monseñor Viganò, sobre el falso Informe McCarrick




12 de noviembre del 2020.


Raymond Arroyo:

1. Excelencia, el Informe [Informe McCarrick] dice que usted «no acudió» para presentar evidencias para esta investigación del Vaticano: ¿Se le pidió que proporcionara información?, ¿alguien se puso en contacto con usted [para este propósito]?

Monseñor Viganò:

Me sorprende descubrir que un expediente en el que se me menciona 306 veces, me acuse de no haberme presentado a testificar, en esta investigación sobre Teodoro McCarrick. Pero de acuerdo con la norma del Derecho Canónico, la citación de los testigos es responsabilidad del encargado del proceso, en base a las pruebas recabadas en la etapa de instrucción.

Mi primera intervención sobre McCarrick, la cual hice como Delegado para las Representaciones Pontificias en la Secretaría de Estado, se remonta al 6 de diciembre de 2006, a raíz de un informe del entonces Nuncio en los Estados Unidos, el Arzobispo Pietro Sambi. Posteriormente, en el año 2008, presenté un segundo Memorando que informaba hechos de tal gravedad y con tal detalle, que me llevó a recomendar que McCarrick fuera depuesto como Cardenal y a que fuera reducido al estado laico. Mi Testimonio de agosto de 2018 es conocido por todos, así como mis declaraciones posteriores.

Es completamente incomprensible y anómalo, que no fuera considerado oportuno llamarme a declarar, pero aún más perturbador es que esta omisión deliberada, haya sido utilizada en mi contra. Que no me digan que esto fue porque era imposible rastrearme, ya que la Secretaría de Estado tiene mi dirección de correo electrónico personal, la cual sigue activa.

Por otro lado, así como no se me consultó para la redacción del Informe McCarrick, así también en el 2012, los tres Cardenales que Benedicto XVI puso a cargo de la investigación de Vatileaks 1, no me llamaron para dar testimonio, ni siquiera cuando también estaba involucrado personalmente. Solo después de mi solicitud explícita, el Cardenal Julián Herranz, jefe de la Comisión, me permitió hacer una declaración, diciendo las siguientes palabras: "¡Si realmente quieres ...!"

Además, también me parece significativo que James Grein, la única víctima de los abusos sexuales de McCarrick que tuvo el valor de denunciarlo públicamente, no aparezca en el Informe, y que no haya rastro de su testimonio, en el cual él también habría podido informar sobre del viaje que hizo con McCarrick a San Galo [Suiza], a fines de la década de 1950.

De las declaraciones públicas de James Grein, queda claro que el inicio de la escalada de McCarrick -quien entonces era un joven sacerdote recién ordenado- coincidió con esa visita a Suiza, a un monasterio que más tarde fue la sede de las reuniones de los conspiradores de la llamada "Mafia de San Galo" [1]. Según las declaraciones del fallecido Cardenal Godfried Danneels, ese grupo de Prelados decidió apoyar la elección de Bergoglio tanto tras la muerte de Juan Pablo II, como durante el Cónclave que siguió a la controvertida dimisión de Benedicto XVI.

Recuerdo que durante una conferencia en la Universidad de Villanova, el 11 de octubre de 2013, el entonces Cardenal McCarrick admitió haber apoyado la elección del Cardenal Bergoglio, durante el comienzo de las Congregaciones Generales, previas al Cónclave que se había celebrado unos meses antes, en marzo 2013.

Me pregunto qué tipo de confiabilidad puede tener un órgano judicial, que tiene un conflicto de intereses tan obvio debido a su relación pasada con el acusado. ¿Cómo puede Bergoglio y la Secretaría de Estado que depende de él, aparentar ser imparciales cuando McCarrick fue al Vaticano con una frecuencia anormal, cuándo en junio de 2013 Bergoglio le encargó hacer un viaje diplomático a China?, ¿y cómo no pensar que sus repetidos intentos de encubrir y de negar sus responsabilidades, no es la causa del intento sistemático de desacreditarme como testigo, para no sacar a la luz la complicidad y la connivencia entre ellos y el propio McCarrick?

R.A. 

2. Según el Informe, el Papa [Bergoglio] sostiene que usted no le informó de las actividades o restricciones de McCarrick, en junio de 2013. ¿Cuál es su respuesta a esto?

M.V.

Esta afirmación es absolutamente falsa. En primer lugar, fue el propio Bergoglio, quien el 23 de junio de 2013 me pidió explícitamente mi opinión sobre McCarrick. Como testifiqué en mi Testimonio del 2018:

<<Le respondí con total franqueza (...) "Santo Padre, no sé si conoce al Cardenal McCarrick, pero si usted le pregunta a la Congregación para los Obispos, existe un enorme dossier sobre él. Corrompió a generaciones de seminaristas y de sacerdotes, por lo que el Papa Benedicto [XVI] le ordenó retirarse a una vida de oración y de penitencia ". El Papa no hizo el menor comentario sobre esas palabras tan graves [que le dije] y no mostró ninguna expresión de sorpresa en su rostro; como si ya conociera el asunto desde hacía algún tiempo. Él inmediatamente cambió de tema. Entonces, cuál era el propósito del Papa al hacerme la pregunta: "¿Cómo es el Cardenal McCarrick?" ? Es obvio que quería averiguar si yo era aliado de McCarrick o si no lo era. >> [2]

Cabe señalar que fue por el propio McCarrick, que me enteré que Bergoglio lo había recibido cuatro días antes de mi audiencia, y que Bergoglio lo había autorizado a ir a China. [Entonces] ¿Qué sentido tenía pedirme una opinión, cuando Bergoglio ya tenía a McCarrick en la más alta estima?

Mientras tanto, McCarrick llegó tranquilamente a Roma, recibió asignaciones del Vaticano, incluídas las oficiales, y continuó con sus actividades como si nada hubiera pasado. En mayo de 2014, me enteré por el Washington Times, de un viaje hecho por McCarrick a la República Centroafricana, en nombre del Departamento de Estado (el entonces Secretario de Estado era John Kerry): este viaje también se menciona en el Informe. Estamos hablando del año 2014, [es decir] a pesar de que a partir de 2008, Benedicto XVI le había ordenado al Cardenal estadounidense [McCarrick] retirarse a la vida privada, no celebrar [Misa] ni asistir a eventos públicos, y no hacer viajes.

Por esta razón y dado el trato que se le estaba dando a McCarrick, le pregunté al Cardenal Parolin si las sanciones contra McCarrick aún se consideraban válidas, pero no recibí respuesta.

En aquel momento, habiendo ya reportado personalmente al Papa y sin haber recibido respuesta del Secretario de Estado, ¿qué podía yo hacer todavía?, ¿a quién podía apelar?

Por el Informe [McCarrick], me enteré de que el Arzobispo Wuerl e incluso el Nuncio Sambi (fallecido en 2011) consideraron las asignaciones continuas y los viajes al extranjero de McCarrick, como una "forma suficiente de destitución" (véase la nota de pie de página # 1013, del Informe [McCarrick]). Me he quedado sinceramente conmocionado al saber que el Informe [McCarrick] dice lo siguiente:

… Las indicaciones no eran “sanciones”; no fueron impuestas por el Papa Benedicto XVI; a McCarrick nunca se le prohibió celebrar Misa en público; a McCarrick no se le prohibió dar conferencias; el Cardenal Re no impuso a McCarrick "la obligación" de dedicarse a una vida de oración y de penitencia; y McCarrick se mantuvo libre para realizar actividades, incluidos viajes, con el permiso de la Santa Sede, incluido el Nuncio (cf. nota de pie de página 1006, ibidem).

Si es así, significa que a pesar de la conducta reprobable del Cardenal [McCarrick], la Santa Sede no consideró oportuno tomar medidas disciplinarias contra McCarrick, lo que confirma mi denuncia de la corrupción de la Curia.

R.A.

3. El Informe hace un gran esfuerzo para tratar de pintarlo a usted, como a alguien un tanto relajado en la tarea de investigar las afirmaciones del Sacerdote 3. (Ellos obvian el hecho de que [precisamente] usted fue el primero que llevó dichas preocupaciones a la Santa Sede). ¿Usted evitó colocarse "en posición de comprobar la credibilidad del "Sacerdote 3"?

M.V.

Es obvio cuál fue mi papel en sacar a la luz los escándalos de McCarrick y [es evidente] que siempre he tomado medidas para informar a la Santa Sede, de cualquier información que llegara a mi poder. Recuerdo que estamos hablando de 2012, cuando yo acababa de ser nombrado Nuncio en los Estados Unidos.

En el Informe se me acusa de no haber dado seguimiento a la solicitud de información, sobre las acusaciones hechas por el "Sacerdote 3", en contra de McCarrick. ¡Esto es absolutamente falso! Son los propios redactores del Informe, los que aportan las pruebas del engaño que han inventado para golpearme y desacreditarme. De hecho, en otro lugar del Informe dice que el 13 de junio de 2013 le escribí al Cardenal Ouellet, enviándole tanto la carta que me había escrito el Obispo Bootkoski, como la carta enviada al "Sacerdote 3". [Ahí] Le informé [al Cardenal Ouellet] que el caso civil del "Sacerdote 3", había sido sobreseído sin posibilidad de apelación. El Obispo Bootkoski calificó las acusaciones del "Sacerdote 3", como falsas y calumniosas.

Me gustaría enfatizar un aspecto en particular. Quienes me acusan de no haber enviado una comunicación escrita al Obispo Bootkoski, Ordinario del "Sacerdote 3" y al Obispo de Metuchen, saben muy bien que esto depende de las instrucciones precisas de la Secretaría de Estado. Y saben igualmente bien -como lo confirma el Informe- que hubo una comunicación telefónica entre el Obispo Bootkoski y yo, de la cual informé al Cardenal Ouellet.

No hay que olvidar que en aquellos años había abogados que no se contentaban con llevar a juicio a las Diócesis por delitos cometidos por sacerdotes, sino que querían demostrar que la propia Santa Sede -como la sede de una empresa multinacional- tenía la máxima responsabilidad por dar una indemnización a las víctimas de abuso sexual. El abogado Jeffrey Lena sabe algo de esto, el cual en dos juicios separados, logró evitar que la responsabilidad por el encubrimiento del abuso, recayera sobre el Papa Benedicto XVI.

R. A.

4. ¿Y qué piensa sobre el Informe, que atribuye la mayor parte de la culpa del ascenso de McCarrick y su lugar en la Iglesia, a los pies de Juan Pablo II y de Benedicto XVI?

M.V.

Las intenciones de quien redactó el Informe son claras: traspasar la responsabilidad de los ascensos de McCarrick a sus predecesores, uno de ellos ya ha fallecido y está canonizado (Juan Pablo II), y el otro es anciano y débil (Benedicto XVI). El primero no puede defenderse desde la tumba, mientras que el segundo es demasiado manso para repudiar descaradamente a su sucesor, llamándolo mentiroso y desacreditándolo a él, así como a la función que desempeña. Lo perturbador es que dentro del propio Informe -que obviamente fue elaborado por muchas manos- existen numerosas contradicciones, las suficientes para hacer que los argumentos expuestos, tengan poca credibilidad.

Me pregunto entonces: ¿quién convenció a Juan Pablo II y Benedicto XVI de no tener en cuenta las graves acusaciones contra McCarrick?, ¿quién estaba interesado en que McCarrick ascendiera, para que pudiera obtener una ventaja, en términos de poder y de dinero?

Probablemente alguien hizo creer a Juan Pablo II, que las acusaciones contra McCarrick eran fabricadas, siguiendo el modelo de las operaciones de descrédito que la Polonia comunista ya había realizado en contra de buenos Obispos y Sacerdotes, que se oponían al régimen.

En el caso de Juan Pablo II, el principal interesado en la promoción de McCarrick fue definitivamente el Cardenal Sodano. Él fue Secretario de Estado hasta septiembre del 2006: le llegó toda la información. En noviembre de 2000, el Nuncio Montalvo, le envió su informe y las acusaciones de graves abusos, cometidos por McCarrick.

No olvidemos que en este período estalló el escándalo del Padre [Marcial] Maciel [Fundador de los Legionarios de Cristo]. Sodano buscó encubrirlo, falseando una declaración de Benedicto XVI, en la que se decía que el Papa daba por cerrado el caso. Benedicto XVI convocó una sesión plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe y el Cardenal Arinze, a pesar de la oposición del Secretario de Estado, logró que Maciel fuera condenado,

El nombre del Cardenal Sodano también apareció en relación con una escandalosa especulación inmobiliaria. En 2003, el sobrino del Cardenal, el ingeniero Andrea Sodano, con cartas de recomendación de su tío, quien era el Secretario de Estado y en su calidad de consultor del grupo inmobiliario Follieri (en algunos documentos oficiales también se le menciona como vicepresidente del grupo), adquirió a precios bajísimos, propiedades de Diócesis estadounidenses que fueron condenadas a compensar daños por casos civiles de abuso sexual, obteniendo así una enorme ventaja económica para él, en detrimento de la Iglesia. Raffaello Follieri, propietario del grupo, fue condenado por fraude y lavado de dinero, precisamente por transacciones temerarias, a través de la venta de estas propiedades. Huelga decir que Follieri tenía una estrecha relación con la Iniciativa Global Clinton y con la familia Clinton, así como con el Partido Demócrata: "El ex Presidente y la Senadora Hillary son nuestros amigos", se jactó Follieri.

Siempre se repiten las mismas conexiones, las mismas complicidades y los mismos conocidos: McCarrick, Clinton, Biden, los demócratas y los Modernistas, junto a una procesión de homosexuales y de abusadores sexuales, que no es les es ajena

En cuanto a Benedicto XVI, fueron el Secretario de Estado, Bertone, y el suplente Sandri quienes tuvieron acceso cotidiano y directo con el Papa; fueron ellos quienes pudieron controlar y filtrar información sobre McCarrick y ejercer presión sobre el Santo Padre.

Una vez más, el Informe habla por sí solo. Quien presentó la pregunta directamente al Papa Benedicto XVI, fue el Cardenal Bertone, quien contrariamente a lo que había propuesto repetidamente -es decir, que las gravísimas y detalladas acusaciones contra McCarrick, requirieron un proceso canónico ejemplar que condujo a su destitución del Colegio Cardenalicio, así como a su reducción al estado laico- llevó al Papa Benedicto a decidir que no debería emprenderse ningún proceso canónico, ni que debería prescribirse sanción canónica alguna, sino que en su lugar se haría "una simple apelación a la conciencia y al espíritu eclesial de McCarrick".

Y aquí aparece evidente otra flagrante contradicción: ¿Cómo es posible conciliar una simple apelación a la conciencia, con las instrucciones formales que se dieron tanto al Nuncio Sambi como a mí, según las cuales McCarrick no podía residir en el seminario en donde vivía, no podía participar en actividades públicas, no podía viajar y tenía que llevar una vida de retiro, dedicada a la oración y a la penitencia?

La corrupción de las más altas esferas del Vaticano es tan evidente, que lleva a considerar el Informe como un intento indigno de hacer aparecer a Bergoglio como absolutamente ajeno a las manipulaciones de la Curia, incluso como una especie de perseguidor implacable de los corruptos, mientras que la evidencia de los hechos demuestra lo contrario. Diría que Bergoglio es para la iglesia profunda, lo que Biden es para el Estado profundo...

Me gustaría señalar también que el hecho de culpar a Juan Pablo II del nombramiento de McCarrick -a pesar de la opinión negativa de la Congregación de Obispos y de su Prefecto, el Cardenal Re-, también podría aplicarse al propio Jorge Mario Bergoglio, sobre quien el Superior General de los Jesuitas expresó fuertes reservas [3]. Si Wojtyla se equivocó con McCarrick y por ello se le considera implícitamente responsable de los escándalos ocurridos, ¿qué impide que este juicio se extienda también a la promoción de Bergoglio como Arzobispo de Buenos Aires, y luego como Cardenal? Recordemos que en el Consistorio del año 2001, además de McCarrick y de Bergoglio, otros destacados miembros de la Mafia de San Galo, recibieron el bonete rojo...

R.A.

5. ¿Hay algo más que debamos incluir?

M.V.

Para concluir, me gustaría citar un artículo reciente de Riccardo Cascioli, tomando como mío, su lúcido juicio:

Aun cuando del Informe surge la figura de un McCarrick que era un depredador serial, no fue sino hasta el año 2017 cuando llegó el primer informe del abuso de un menor, que se desencadenó una gran reacción. [...] En la práctica, se nos dice que el “comportamiento inmoral con adultos”, que aunque ciertamente no es algo bueno -finalmente- es algo que se tolera. La verdadera alarma, la que prevé sanciones -incluso las más severas- , solamente suena si el abusado es menor de edad; como si las decenas y decenas de futuros sacerdotes que compartían el lecho con McCarrick y por tanto, en su mayor parte estaban condenados a una vida sacerdotal desequilibrada, no contaran mucho. Como si la devastación moral y la destrucción de la fe, causada por un Obispo depredador -vocaciones perdidas, sacerdotes que a su vez repitieron el abuso, nombramientos episcopales distorsionados por vínculos patológicos- fueran solo un problema menor.

(…) Se ignoró deliberadamente que lo que permitió el irresistible ascenso de McCarrick, es un sistema de poder también conocido como Lobby Gay, el cual favorece el nombramiento y la carrera de Obispos, con determinadas características. (...)

No, realmente no hay ninguna señal de que la Iglesia haya aprendido algo del caso McCarrick; existe más bien la sensación de que se hizo pagar a una persona [McCarrick], para que otras pudieran continuar tranquilamente. Y mientras tanto, avanza la idea de que si un sacerdote tiene tendencias homosexuales, no hay problema.

En esta grotesca farsa, que ahora se envuelve en una falsa apariencia de legalismo, con el propósito de salvar la imagen ahora comprometida de prelados corruptos, indignos y depravados, no ha habido duda en arrastrar por el falgo a toda la Iglesia, a su prestigio ante el mundo y a su autoridad sobre los fieles. Me limito a observar que incluso ahora en el Vaticano, Bergoglio todavía se rodea de notorios homosexuales y de personas con reputaciones gravemente comprometidas. Esta es la desautorización más flagrante, del supuesto trabajo moralizador de Bergoglio.

TESTIMONIO del 22 de agosto de 2018 de Su Excelencia Carlo Maria Viganò Arzobispo Titular de Ulpiana Nuncio Apostólico

EJÉRCITO VIGANÒ






En este trágico momento para la Iglesia en varias partes del mundo -Estados Unidos, Chile,

Honduras Australia, etc.- Los Obispos tienen una grave responsabilidad. Estoy pensando en

Estados Unidos de América en especial, a donde fui enviado como Nuncio Apostólico por

el Papa Benedicto XVI, el 19 de octubre del 2011, el onomástico conmemorativo de los

primeros mártires en Norteamérica. A los Obispos de los Estados Unidos se les ha

convocado, y yo entre ellos, a seguir el ejemplo de estos primeros mártires que trajeron el

Evangelio al Continente Americano, para ser testigos creíbles del inmenso Amor de Cristo,

el Camino, la verdad y la Vida.

Obispos y sacerdotes, abusando de su autoridad, han cometido horribles crímenes en

detrimento de sus fieles, menores, víctimas inocentes y hombres jóvenes dispuestos a

dedicar sus vidas a la Iglesia, o por su silencio no han evitado que tales crímenes continúen

siendo perpetrados.

Para restablecer la belleza de la santidad de la Novia de Cristo, que ha sido terriblemente

desfigurada por tantos abominables crímenes, y si en verdad quieren liberar a la Iglesia del

fétido pantano en el que ha caído, debemos tener el valor de derribar la cultura de la

secrecía y confesar publicamente las verdades que hemos mantenido escondidas. Debemos

derrumbar la conspiración de silencio con la que los Obispos y sacerdotes se han protegido

a expensas de sus fieles, una conspiración de silencio que a los ojos del mundo arriesga a la

Iglesia Católica asemejarse a una secta, una conspiración de silencio no muy diferente a la

que prevalece en la mafia. "Lo que hayas dicho en la oscuridad...será proclamado desde lo

alto de las casas"

(Lucas 12:3).

Yo siempre creí y tuve la esperanza de que la jerarquía de la Iglesia podría encontrar en su

seno los recursos espirituales y la fuerza para confesar toda la verdad, para enmendar y

renovarse. Es por esto que, aun cuando repetidamente se me había hecho la petición, había

evitado hacer declaraciones a los medios, aun cuando estaba en mi derecho de hacerlo, para

defenderme de las calumnias que se publicaron contra mi persona, incluso por altos

prelados de la Curia Romana. Pero ahora que la corrupción ha alcanzado la cima de la

jerarquía de la Iglesia, mi conciencia me dicta que revele las verdades en torno al triste caso

del Arzobispo emérito de Washington D.C., Theodore McCarrick, al que conocí dadas las

encomiendas que me confió San Juan Pablo II, como Delegado de las Representaciones

Pontificias, de 1998 al 2009, y por el Papa Benedicto XVI, como Nuncio Apostólico para

los Estados Unidos de América, desde octubre 19 del 2011 hasta el fin de mayo del 2016.

Como Delegado de las Representaciones Pontificias en el Secretariado de Estado, mis

responsabilidades no estaban limitadas a las Nunciaturas Apostólicas, sino que también

incluían al personal de la Curia Romana (empleos, promociones, procesos informativos de

los candidatos al Episcopado, etc.) y la revisión de casos delicados, incluídos aquellos

relacionados a Cardenales y Obispos, que se le confiaban al Delegado, de parte del




2




Cardenal Secretario de Estado o por el Sustituto del Secretario de Estado.

Para allanar las sospechas insinuadas en varios artículos recientes, digo ahora mismo que

los Nuncios Apostólicos en los Estados Unidos, Gabriel Montalvo y Pietro Sambi, ambos

fallecidos prematuramente, no omitieron informar a la Santa Sede, tan pronto tomaron

conocimiento de la conducta gravemente inmoral del Arzobispo McCarrick con los

seminaristas y sacerdotes. Ciertamente, de acuerdo a lo que el Nuncio Pietro Sambi

escribió, la Carta O.P. del Padre Boniface Ramsey, que había sido profesor en el seminario

diocesano en Newark desde finales de los ochentas hasta 1996, afirma que había un rumor

recurrente en el seminario de que el Arzobispo "compartía su cama con los seminaristas,"

invitando a cinco al mismo tiempo de pasar el fin de semana con él en su casa en la playa.

Y agregó que conocía a cierto número de seminaristas algunos de los cuales fueron

ordenados sacerdotes por la Arquidiocesis de Newark, que habían sido invitados a esta casa

en la playa y habían compartido cama con el Arzobispo.

La oficina que se me había encomendado como responsabilidad no fue informada de

ninguna medida tomada por la Santa Sede después de que los cargos fueran presentados por

el Nuncio Montalvo a finales del año 2000, cuando el Cardenal Angelo Sodano era

Secretario de Estado.

De la misma manera, el Nuncio Sambi transmitió al Cardenal Secretario de Estado,

Tarcisio Bertone, un memorando de acusación contra McCarrick por el sacerdote Gregory

Littleton de la Diócesis de Charlotte, que fue rebajado al estado laico por violación de

menores, junto con dos documentos de Littleton en los que hace el recuento de su trágica

história de abuso sexual por el entonces Arzobispo de Newark y varios otros padres y

seminaristas. El Nuncio agrega que Littleton ya había enviado su memorandum a alrededor

de veinte personas, incluyendo a autoridades judiciales civiles y eclesiásticas; policía y

abogados en junio del 2006, y que por lo tanto era muy probable que la noticia se haría

pública, en breve. Por lo tanto pedía por la pronta intervención de la Santa Sede.

Al escribir el memorando (1) sobre estos documentos que se me confiaron, como Delegado

de las Representaciones Pontificias, en diciembre 6 del 2006, le escribí a mis superiores, El

Cardenal Tarcisio Bertone y al Sustituto Leonardo Sandri, que los hechos atribuídos a

McCarrick, por Littleton, eran de tal gravedad y vileza que provocaban asombro, una

sensación de disgusto, profunda tristeza y amargura en el lector, y que eran constitutivos de

crímenes de seducción, petición de comisión de actos depravados de seminaristas y padres,

repetidamente y simultaneamente con varias personas; escarnio a un joven seminarista que

intentó resistir las seducciones del Cardenal en presencia de otros dos sacerdotes,

absolución de los cómplices de estos actos depravados, celebración sacrílega de la

Eucaristía con los mismos sacerdotes después de la comisión de dichos actos.

- En mi memorando, que entregué ese mismo diciembre 6 del año 2006 a mi superior

inmediato, el Sustituto Leonardo Sandri, propuse las siguientes consideraciones y curso de

acción a mis superiores:

___________________

(1) Todos los memorandos, cartas y otra documentación mencionada aquí están disponibles en la Secretaría

de Estado de la Santa Sede o en la Nunciatura Apostólica de Washington D.C.




3

- Dado que parecía que era un nuevo escándalo de peculiar gravedad, pues atañía a un

Cardenal, se iba a agregar a los múltiples escándalos de la Iglesia en Estados Unidos,

y dado que este asunto involucraba a un Cardenal, y que de acuerdo a

can. 1405 § 1, No. 2 ̊, “ipsius Romani Pontificis dumtaxat ius est iudicandi”;

- Hice la propuesta de que se debía tomar una medida ejemplar contra el Cardenal que

podría surtir un efecto medicinal, para prevenir abusos futuros contra víctimas inocentes y

paliar el grave escándalo para los fieles, que a pesar de todo seguían amando y creyendo en

la Iglesia.

Añadí que sería muy beneficioso que en esta instancia la autoridad eclesial actuara antes

que las autoridades civiles y de ser posible, antes de que el escándalo llegara a la prensa.

Esto podría restaurar alguna dignidad a la Iglesia tan humillada y puesta a prueba por tantos

actos abominables de parte de algunos de sus pastores. Si se hiciera esto, la autoridad no

llevaría a juicio a un Cardenal sino a un pastor a quien la Iglesia ya le hubiese adjudicado

las medidas apropiadas para evitar que el Cardenal de abusar de su autoridad y continuar

destruyendo vidas inocentes.

Mi memorando de diciembre 6 del 2006 fue conservado por mis superiores y jamás me fue

regresado con alguna decisión de mis superiores sobre este asunto. Subsecuentemente

alrededor del 21 de abril del 2008, la Declaración del Papa Benedicto XVI en torno a la

crisis de los patrones de conducta sexual en los Estados Unidos, por Richard Sipe, fue

publicado en Internet en richardsipe.com . El 24 de abril fue entregado por el Prefecto de la

Congregación de la Doctrina de la Fe, el Cardenal William Levada, al Cardenal Secretario

de Estado Tarcisio Bertone. Se me entregó un mes después el 24 de mayo de 2008.

El día siguiente entregué un nuevo memorando al nuevo Sustituto, Fernando Filoni, que

incluyó el memorando previo de diciembre del 2006. En él, resumía el documento de

Richard Sipe que terminaba con esta respetuosa y sincera petición al Papa Benedicto XVI:

"Me acerco a Su Santidad con la debida reverencia, pero con la misma intensidad que

motivó a Peter Damian a exponer frente a su predecesor, el Papa León IX, una descripción

del clero durante su era. Los problemas que relataba eran similares y tan grandes hoy en

día en los Estados Unidos como lo eran entonces en Roma. Si Su Santidad lo solicita, yo

personalmente entregaré la documentación a la que aludo."

Terminaba mi memorando repitiéndole a mis superiores que yo pensaba que era necesario

intervenir lo mas rápido posible removiendo la Mitra cardenalicia al Cardenal McCarrick y

que debía ser sujeto a las sanciones establecidas por el Código de la Ley Canónica, que

también incluían las provisiones para su reducción a estado laico.

Este segundo memorando mío tampoco fue remitido a la oficina de personal, y me generó

una grave decepción de mis superiores por la inconcebible ausencia de acción contra el

Cardenal y por la continua ausencia de comunicación conmigo a partir del primer

memorando de diciembre del 2006.




4

Pero finalmente supe con certeza, a través del Cardenal Giovanni Battista Re, entonces

Prefecto de la Congregación para los Obispos, que la declaración valerosa y meritoria de

Richard Sipe había tenido el resultado deseado. El Papa Benedicto [XVI] había impuesto

al Cardenal McCarrick sanciones similares a las impuestas ahora por el Papa

Francisco: El Cardenal debía abandonar el seminario en donde vivía, se le prohibía

celebrar Misa en público, participar en reuniones públicas, dar conferencias, viajar,

con la obligación de dedicarse a una vida de penitencia y oración.

No sé cuando tomó estas medidas el Papa Benedicto [XVI] en contra de McCarrick, si en

el 2009 o 2010, porque entretanto se me había transferido a la Gubernatura de la Ciudad

Estado del Vaticano. Asimismo, no se quién haya sido responsable de esta increíble

tardanza. Ciertamente no creo que haya sido el Papa Benedicto [XVI] que en sus tiempos

de Cardenal había denunciado repetidamente la corrupción presente en la Iglesia, y que en

sus primeros meses de Pontificado ya había adoptado una postura firme en contra de

admitir a jóvenes a los seminarios con profundas tendencias homosexuales. Creo que fue

debido al primer colaborador del Papa [Benedicto XVI] en ese momento, el Cardenal

Tarcisio Bertone, que notoriamente favorecía el promocionar a homosexuales a posiciones

de responsabilidad, y estaba acostumbrado a manejar la información que él creía era

apropiada el transmitir al Papa [Benedicto XVI] .

En cualquier caso, lo que es seguro es que el Papa Benedicto [XVI] las antes citadas

sanciones canónicas a McCarrick y que le fueron comunicadas por el Nuncio

Apostólico para los Estados Unidos, Pietro Sambi. El Monseñor Jean-François

Lantheaume, entonces Primer Consejero de la Nunciatura en Washington y Chargé des

affaires después de la inesperada muerte del Nuncio Sambi en Baltimore, me dijo, cuando

llegué a Washington D.C. -Y él está listo para testificar el dato- de una tormentosa

conversación que duró más de una hora, que el Nuncio Sambi sostuvo con el Cardenal

McCarrick al que había citado a la Nunciatura. Monseñor Lantheaume me relató que "la

voz del Nuncio se podía escuchar hasta el pasillo".

Las mismas disposiciones del Papa Benedicto [XVI] se hicieron de mi conocimiento por el

nuevo Prefecto de la Congregación de Obispos, el Cardenal Marc Ouellet, en noviembre

del 2011, en una conversación antes de mi partida a Washington, y fueron incluídas junto a

las demás instrucciones de la misma Congregación para el nuevo Nuncio

A su vez, se las repetí al Cardenal McCarrick en mi primer encuentro con él en la

Nunciatura. El Cardenal, musitando en voz poco entendible, admitió que tal vez él había

cometido el error de dormir en la misma cama con algunos seminaristas en su casa de

playa, pero lo mencionó como si no tuviese importancia. Los fieles se preguntan

insistentemente cómo fue posible que se le designara como Cardenal de Washington, y

tienen todo el derecho a saber quién sabía y quién encubrió sus graves descarríos.

Por lo tanto es mi deber el revelar lo que sé de esto, comenzando con la Curia Romana. El

Cardenal Angelo Sodano era Secretario de Estado hasta septiembre del 2006: Toda la

información le fue entregada a él en noviembre del año 2000, el Nuncio Montalvo le envió

su reporte, entregándole la carta antes citada del Padre Boniface Ramsey en la que

denunciaban los serios abusos cometidos por McCarrick.




5

Es sabido que Sodano intentó encubrir el escándalo del Padre Maciel hasta el último

momento. Incluso destituyó al Nuncio en la Ciudad de México, Justo Mullor, quien rechazó

hacerse cómplice en la estratagema de encubrimiento del Padre Maciel, y en su lugar

designó a Sandri, en aquel entonces Nuncio en Venezuela, que estaba dispuesto a colaborar

en el encubrimiento. Sodano incluso llegó a emitir una declaracióna la oficina de prensa del

Vaticano en la que se reafirmaba una mentira, en la que se aseveraba que el Papa Benedicto

[XVI] había decidido que el asunto Maciel debía ser considerado como caso cerrado.

Benedicto [XVI] reaccionó, a pesar de la árdua defensa de Sodano, y Maciel fué hallado

culpable e irrevocablemente condenado.

¿Fue la asignación de McCarrick como Cardenal de Washington, obra de Sodano, cuando

Juan Pablo II ya estaba gravemente enfermo? No se nos ha dado saberlo. Sin embargo es

legítimo el pensarlo, pero no creo que haya sido el único responsable de esto. McCarrick

viajaba frecuentemente a Roma y tenía amigos en todas partes, en todos los estratos de la

Curia. Si Sodano había protegido a Maciel, como parece seguro, entonces no hay razón

para pensar que no haya hecho lo mismo por McCarrick, quien de acuerdo a muchos, tenía

los medios financieros para influenciar decisiones. Su nominación a Washington tuvo la

oposición por el entonces Prefecto de la Congregación para los Obispos, el Cardenal

Giovanni Battista Re. En la Nunciatura en Washington existe una nota escrita de su puño en

la que el Cardenal Re se distancia del nombramiento y declara que McCarrick era el

décimo cuarto en la lista de candidatos para Washington.

El reporte del Nuncio Sambi con todos sus apéndices, fue enviado al Cardenal Tarcisio

Bertone, como Secretario de Estado. Mis dos memorandos antes citados de diciembre del

2006 y mayo 25 del 2008, presumiblemente también le fueron entregados por su Sustituto.

Como se mencionó anteriormente, el Cardenal no tuvo dificultad en presentar candidatos

para el Episcopado de los cuales se sabía que eran homosexuales activos -Cito unicamente

el caso de Vincenzo de Mauro, quién fue designado Arzobispo-Obispo de Vigevano y mas

tarde removido porque estaba subvirtiendo a sus seminaristas - y en filtrar y manipular la

información que le entregaba al Papa Benedicto [XVI].

El Cardenal Pietro Parolin, el actual Secretario de Estado, que también era cómplice en el

encubrimiento de los descarríos de McCarrick, el cual, después de la elección del Papa

Francisco, presumía abiertamente de sus viajes y misiones a varios continentes. En abril del

2014, el Washington Times publicó un reportaje en primera plana, el viaje de McCarrick a

la República de África Central, por encargo del Departamento de Estado ni mas ni menos.

Como Nuncio de Washington le escribí al Cardenal Parolin preguntándole si las sanciones

impuestas a McCarrick por el Papa Benedicto [XVI] estaban vigentes. ¡Ça va sans dire que

mi misiva nunca tuvo respuesta!




6




Lo mismo se puede decir de:

• Cardenal William Levada. Ex-Prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe

• Cardenal Marc Ouellet. Prefecto de la Congregación de los Obispos

• Lorenzo Baldisseri Ex-Secretario de la Congregación para los Obispos

• Arzobispo Ilson de Jesus Montanari. Actual Secretario de la misma Congregación.

Todos estaban al tanto por la investidura de sus cargos, de las sanciones impuestas por el

Papa [Benedicto XVI] a McCarrick.

Los Cardenales Leonardo Sandri, Fernando Filoni y Angelo Becciu, como sustitutos del

Secretariado de Estado, conocían todos los detalles de la situación en lo concerniente al

Cardenal McCarrick.

Tampoco los Cardenales Giovanni Lajolo y Dominique Mamberti podrían haber

permanecido ignorantes, como Secretarios para las Relaciones con los Estados. Ellos

participaron varias veces por semana en reuniones colegiadas con el Secretario de Estado.

En lo que concierne a la Curia Romana, me detendré aquí, aun cuando los nombres de otros

Prelados en el Vaaticano son bien conocidos, incluso algunos muy cercanos al Papa

Francisco, tales como el Cardenal Francesco Coccopalmerio y el Arzobispo Vincenzo

Paglia que pertenecen a la corriente homosexual que favorece el subvertir la Doctrina sobre

la homosexualidad, una corriente ya denunciada antes en 1986 por el Cardenal Joseph

Ratzinger, en aquel entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en su

carta a los Obispos de la Iglsia Católica sobre el cuidado pastoral de personas

homosexuales. Los Cardenales Edwin Frederick O’Brien y Renato Raffaele Martino

también pertenecen a dicha corriente, aunque con una ideología distinta. También otros que

pertenecen a esta corriente incluso tienen su residencia en el Domus Sanctae Marthae.

Ahora hablemos de lo de Estados Unidos. Obviamente el primero en ser informado de las

medidas tomadas por el Papa Benedicto [XVI] fue el sucesor en la Sede de Washington,

Cardenal Donald Wuerl, cuya situación está ahora totalmente comprometida por las

recientes revelaciones en torno a su comportamiento como Obispo de Pittsburgh.

Es totalmente impensable que el Nuncio Sambi, quién fuese una persona extremadamente

responsable, honesta, leal, directa y explícita en su comportamiento (un verdadero hijo de la

Romagna) no le hablase al respecto. En cualquier caso, yo mismo puse el tema a la

consideración con el Cardenal Wuerl en varias oportunidades, y ciertamente no necesité

entrar en detalle pues me percaté con claridad que él estaba al corriente del tema. Tambien

recuerdo en lo particular de que tuve que llamar su atención al tema, porque me di cuenta

que en una publicación de la Arquidiócesis, en la cuarta de forros a color, había un anuncio

invitando a los jóvenes que creían tener vocación para el sacerdocio, a una reunión con el

Cardenal McCarrick. Inmediatamente me puse en comunicación telefónica con el Cardenal

Wuerl quién me expresó su sorpresa diciéndome que no sabía nada del anuncio y que lo

cancelaría. Si él, como lo declara actualmente, no sabía nada de los abusos cometidos por

McCarrick y de las medidas tomadas por el Papa Benedicto [XVI], ¿cómo puede explicar la




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respuesta que me dió en el teléfono? Sus recientes declaraciones de que no sabía nada del

asunto, aunque al principio se refirió astutamente a las compensaciones a dos víctimas, son

absolutamente irrisorias. El Cardenal miente desvergonzadamente y prevalece sobre la

figura de su Canciller, Monsignor Antonicelli, para que mienta asimismo.

El Cardenal Wuerl también claramente mintió en otra ocasión. Después de un evento

moralmente inaceptable, autorizado por las autoridades de la Universidad de Georgetown,

lo presenté a la atención de su presidente (Rector), el Dr. John DeGoia, enviándole otras

dos cartas. Antes de remitir copia al involucrado, para manejar las cosas apropiadamente,

yo personalmente entregué copia de ellas al Cardenal con una carta que yo había escrito. El

Cardenal me respondió que no sabía nada del tema. Sin embargo no me envió acuso de

recibo de las dos cartas, cosa que no era usual en él. Subsecuentemente supe que el evento

de la Universidad de Georgetown había sido celebrado durante siete años. ¡Pero el Cardenal

no sabía nada al respecto!

El Cardenal Wuerl, consciente de los continuos abusos cometidos por el Cardenal

McCarrick y de las sanciones que le impuso el Papa Benedicto [XVI] y transgrediendo la

orden del Papa [Benedicto XVI], también le permitió residir en un seminario en

Washington D.C. Al hacerlo, puso en riesgo a otros seminaristas.

El Obispo Paul Bootkoski, emérito de Metuchen, y el Arzobispo John Myers, emérito de

Newark, encubrieron los abusos cometidos por McCarrick en sus respectivas Diócesis y

compensaron a dos de sus víctimas. No pueden negarlo y deben ser interrogados para

revelar todas las circunstancias y toda la responsabilidad con respecto a este asunto.

El Cardenal Kevin Farrell, quien fue entrevistado recientemente por los medios, también

dijo que no tenía la menor idea sobre los abusos cometidos por McCarrick. Dadas las

características de su mandato en Washington, Dallas y ahora en Roma, honestamente, creo

que nadie puede creerle. No sé si alguna vez le preguntaron si sabía sobre los crímenes de

Maciel. Si negara esto, ¿alguien le creería, ya que él ocupaba puestos de responsabilidad

como miembro de los Legionarios de Cristo?

En cuanto al Cardenal Sean O'Malley, simplemente diría que sus últimas declaraciones

sobre el caso McCarrick son desconcertantes y han oscurecido por completo su

transparencia y credibilidad.




* * *




Mi conciencia también me exige revelar hechos que he experimentado personalmente,

concernientes al Papa Francisco, que tienen un significado dramático. Mi calidad de

Obispo, compartiendo la responsabilidad Colegial de todos los Obispos por la Iglesia

Universal, no me permite guardar silencio sobre hechos que declaro aquí y que estoy

dispuesto a reafirmar bajo juramento, invocando a Dios como mi Testigo.

En los últimos meses de su pontificado, el Papa Benedicto [XVI] convocó a una reunión de

todos los Nuncios Apostólicos en Roma, como lo hicieron Pablo VI y San Juan Pablo II en

varias ocasiones. La fecha fijada para la audiencia con el Papa fue el viernes 21 de junio de

2013. El Papa Francisco mantuvo este compromiso hecho por su predecesor. Por supuesto,




8

también vine a Roma desde Washington. Ese fue mi primer encuentro con el nuevo Papa,

elegido tan solo tres meses antes, después de la renuncia del Papa Benedicto[XVI].

Durante la mañana del jueves 20 de junio de 2013, fui a la Domus Sanctae Marthae para

unirme a mis colegas que estaban allí. Tan pronto como entré en la sala me encontré con el

cardenal McCarrick, que vestía la sotana roja. Lo saludé respetuosamente como siempre lo

había hecho. Inmediatamente me dijo, en un tono entre ambiguo y triunfante: "El Papa me

recibió ayer, mañana voy ir a China."

En ese momento yo no sabía nada de su larga amistad con el cardenal Bergoglio y de la

parte importante que había desempeñado en su reciente elección como Papa, como el

propio McCarrick revelaría más tarde en una conferencia en la Universidad de Villanova y

en una entrevista con el National Catholic Reporter. Tampoco había pensado en el hecho

de que él había participado en las reuniones preliminares del reciente Cónclave, y del papel

que pudo haber tenido como un Cardenal Elector en el Cónclave de 2005. Por lo tanto, no

entendí de inmediato, el significado del mensaje encriptado que McCarrick me había

comunicado, pero eso quedaría claro para mí en los días en los siguientes días inmediatos.

Al día siguiente tuvo lugar la audiencia con el Papa Francisco. Después de su discurso, que

en partes fue leído y en otras tuvo alocuciones espontáneas, el Papa quiso saludar a todos

los Nuncios participantes, uno por uno. En la fila en donde estábamos formados, recuerdo

que yo estaba entre los últimos. Cuando fue mi turno, solo tuve tiempo de decirle: "Soy el

Nuncio de los Estados Unidos". Inmediatamente me atacó con un tono de reproche,

diciendo: ¡Los Obispos en los Estados Unidos no deben estar ideologizados. Deben ser

pastores! Por supuesto, yo no estaba en la posición de pedirle explicación alguna sobre el

significado de aquellas palabras suyas y de la forma agresiva con la que él me había

reprendido. Tenía en mi mano un libro en portugués que el Cardenal O'Malley me había

enviado para el Papa, unos días antes, diciéndome: "para que pueda revisar su portugués

antes de ir a Río para la Jornada Mundial de la Juventud". Se lo entregué inmediatamente,

y así me liberé de esa situación extremadamente desconcertante y embarazosa.

Al final de la audiencia, el Papa anunció: "Aquellos de ustedes que todavía estén en

Roma para el próximo domingo, están invitados a concelebrar conmigo en la Domus

Sanctae Marthae". Naturalmente, pensé en quedarme en Roma, para aclarar, lo antes

posible, qué habría querido decirme el Papa [con la frase: ¡Los Obispos en los Estados

Unidos no deben estar ideologizados. Deben ser pastores! ].

El domingo 23 de junio, antes de la concelebración con el Papa, le pregunté a Monseñor

Ricca -responsable de la casa y quien nos ayudó a ponernos las vestiduras-, si podría

preguntarle al Papa sobre la posibilidad de recibirme en algún momento de la semana

siguiente. ¿Cómo podría regresarme a Washington sin haber aclarado lo que el Papa quería

de mí?

Al final de la Misa, mientras el Papa saludaba a los pocos laicos presentes, Monseñor

Fabian Pedacchio, su secretario argentino, vino a mí y me dijo: "¡El Papa me dijo que le

preguntara si en este momento usted tiene tiempo libre!" Naturalmente, le respondí que

estaba a disposición del Papa y le dí las gracias por recibirme de inmediato. El Papa me

llevó al primer piso de su departamento y me dijo: "Tenemos 40 minutos, antes del

Angelus".




9

Comencé la conversación, preguntándole al Papa qué había intentado decirme con las

palabras que me había dirigido, cuando yo lo había saludado el viernes anterior. Y el Papa,

en un tono muy diferente, amistoso, casi afectuoso, me dijo: "Sí, los Obispos en los

Estados Unidos no deben estar ideologizados, no deben ser derechistas como el

Arzobispo de Filadelfia, (el Papa no me dió el nombre del Arzobispo) deben ser Pastores;

y no deben ser de izquierda, y agregó, levantando ambos brazos, y cuando digo de

izquierda me refiero a homosexual ". Por supuesto, la lógica de la correlación entre ser

izquierdista y ser homosexual se me escapó, pero no añadí nada más.

Inmediatamente después, el Papa me preguntó de una manera mañosa: "¿Cómo es el

Cardenal McCarrick?". Le respondí con total franqueza, y sí también con una gran

ingenuidad: "Santo Padre, no sé si conoce al Cardenal McCarrick, pero si usted le

pregunta a la Congregación para los Obispos, existe un enorme dossier sobre él.

Corrompió a generaciones de seminaristas y sacerdotes, por lo que el Papa Benedicto

[XVI] le ordenó retirarse a una vida de oración y penitencia ". El Papa no hizo el menor

comentario sobre esas palabras tan graves [que le dije] y no mostró ninguna expresión de

sorpresa en su rostro; como si ya conociera el asunto desde hacía algún tiempo. Él

inmediatamente cambió de tema. Entonces, cuál era el propósito del Papa al hacerme la

pregunta: "¿Cómo es el Cardenal McCarrick?" ? Es obvio que quería averiguar si yo era

aliado de McCarrick o si no lo era.

Cuando regresé a Washington, todo se volvió muy claro para mí, gracias también a un

nuevo evento que ocurrió pocos días después de mi reunión con el Papa Francisco. Cuando

el nuevo Obispo Mark Seitz tomó posesión de la Diócesis de El Paso, el 9 de julio de 2013,

envié [en mi representación]al primer Consejero, Monseñor Jean-François Lantheaume, ya

que yo tenía que ir a Dallas ese mismo día para una reunión internacional sobre Bioética.

Cuando Monseñor Lantheaume regresó, me dijo que en El Paso se había encontrado con el

Cardenal McCarrick, quien apartándolo[para hablar a solas con él], le dijo casi las mismas

palabras que el Papa me había dicho en Roma: "los Obispos en los Estados Unidos no

deben ser ideologizados, no deben ser derechistas, deben ser pastores ... " ¡Yo estaba

asombrado! Ahora estaba claro que las palabras de reproche que el Papa Francisco me

había dirigido el 21 de junio de 2013, habían sido puestas en su boca, el día anterior por el

Cardenal McCarrick. La mención del Papa "no como el Arzobispo de Filadelfia" también

podría provenir de McCarrick, ya que había habido un fuerte desacuerdo entre los dos sobre

la aceptación de que los políticos partidarios del aborto, recibieran la Comunión. En su

comunicación a los Obispos, McCarrick había manipulado una carta del entonces Cardenal

Ratzinger que prohibía darles la Comunión. De hecho, yo también sabía cómo ciertos

Cardenales como Mahony, Levada y Wuerl estaban estrechamente vinculados con

McCarrick; ellos también se habían opuesto a los nombramientos más recientes hechos por

el Papa Benedicto [XVI], para puestos importantes como Filadelfia, Baltimore, Denver y

San Francisco.

No contento con la trampa que había tendido el 23 de junio de 2013, cuando me preguntó

sobre McCarrick, unos meses más tarde, en la audiencia que me concedió el 10 de octubre

de 2013, el Papa Francisco me tendió una segunda trampa, esta vez con respecto a un

segundo de sus protegidos, el Cardenal Donald Wuerl, preguntándome: "¿Qué es lo que le

gusta al cardenal Wuerl, es bueno o malo?" Respondí: "Santo Padre, no le diré si es

bueno o malo, pero le diré dos hechos". Son los hechos que ya he mencionado




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anteriormente, uno que se refiere al descuido pastoral de Wuerl con respecto a las

desviaciones aberrantes en la Universidad de Georgetown y el otro, ¡la invitación a jóvenes

aspirantes al sacerdocio, por parte de la Arquidiócesis de Washington, a una reunión con

McCarrick! Una vez más, el Papa no mostró reacción alguna.

También estaba claro que desde el momento de la elección del Papa Francisco, McCarrick,

ahora sí, sin tener ya ninguna restricción, se había sentido libre para viajar continuamente,

para dar conferencias y entrevistas. En un esfuerzo conjunto con el Cardenal Rodríguez

Maradiaga, se convirtió en el creador de reyecitos, a través de nombramientos en la Curia

y en los Estados Unidos, así como el consejero más escuchado en el Vaticano, para las

relaciones con la administración Obama. De este modo es como uno explica que el Papa

reemplazara al Cardenal Burke por Wuerl e inmediatamente designara a Cupich después de

que fuera nombrado Cardenal, como miembros de la Congregación para los Obispos. Con

estos nombramientos, la Nunciatura en Washington quedaba fuera de la escena en el

nombramiento de Obispos. Además, nombró al brasileño Ilson de Jesus Montanari -el

gran amigo de su Secretario Privado argentino, Fabian Pedacchio- como Secretario de la

misma Congregación para los Obispos y Secretario del Colegio de Cardenales, quien de un

solo brinco dejó de ser un simple funcionario del departamento del Secretario del

Arzobispo . ¡Algo sin precedentes para una posición tan importante!

Los nombramientos de Blase Cupich para Chicago y de Joseph W. Tobin para Newark,

fueron orquestados por McCarrick, Maradiaga y Wuerl, unidos por un malvado pacto

de abusos por parte del primero, y al menos, de encubrimiento de abusos por parte de los

otros dos. Sus nombres no se encontraban entre los presentados por la Nunciatura para

Chicago y para Newark.

En cuanto a Cupich, uno no puede dejar de notar su arrogancia ostentosa y la insolencia

con la que niega la evidencia que ahora es obvia para todos: que el 80% de los abusos

encontrados fueron cometidos contra jóvenes, por homosexuales que estaban en una

relación de autoridad sobre sus víctimas.

Durante el discurso que pronunció cuando tomó posesión de la sede de Chicago, en la que

yo estaba presente como representante del Papa, Cupich dijo que ciertamente no se debe

esperar que el nuevo Arzobispo camine sobre el agua. Tal vez sería suficiente para él poder

permanecer con los pies en el suelo y no tratar de poner la realidad patas arriba, cegado por

su ideología pro-gay, como afirmó en una reciente entrevista en la revista America

Magazine. Extendiendo su particular experiencia en el tema, habiendo sido Presidente del

Comité de Protección de Niños y Jóvenes de la USCCB, él afirmó que el principal

problema en la crisis de abuso sexual por el clero no es la homosexualidad, y que afirmar

esto es solo una manera de desviar la atención del problema real que es el clericalismo. En

apoyo de esta tesis, Cupich "extrañamente" hizo referencia a los resultados de la

investigación llevada a cabo en el momento álgido de la crisis de abuso sexual de menores,

a comienzos de la década de 2000, mientras que "ingenuamente" ignoró que los resultados

de esa investigación, fueron negados por completo en los -posteriores- informes

independientes, por parte del John Jay College of Criminal Justice en 2004 y 2011, los

cuales concluyeron que, en casos de abuso sexual, el 81% de las víctimas eran hombres. De

hecho, el padre Hans Zollner, sacerdote jesuita, Vicerrector de la Pontificia Universidad

Gregoriana; Presidente del Centro para la Protección de la Infancia y miembro de la

Comisión Pontificia para la Protección de Menores, dijo recientemente al diario La Stampa




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que "en la mayoría de los casos es una cuestión de abuso homosexual ".

El nombramiento de McElroy en San Diego, también fue orquestado desde arriba, con una

orden perentoria, encriptada para mí como Nuncio, por el Cardenal Parolin, que decía:

"Reserve la sede de San Diego para McElroy". McElroy también estaba al tanto de los

abusos de McCarrick, como puede ser visto en una carta que le envió Richard Sipe el 28 de

julio de 2016.

Estos personajes están estrechamente asociados con individuos que pertenecen en particular

al ala desviada de la Compañía de Jesús, lamentablemente hoy en día una mayoría, que ya

había sido motivo de grave preocupación para Pablo VI y los siguientes Pontífices. Solo

tenemos que considerar al Padre Robert Drinan, sacerdote jesuita, quien fue elegido

cuatro veces en la Cámara de Representantes, y quien fue un firme defensor del aborto; o el

Padre Vincent O'Keefe, sacerdote jesuita, uno de los principales promotores de The

Land O'Lakes Statement of 1967, quien comprometió seriamente la identidad católica de

las universidades y facultades en los Estados Unidos. Cabe señalar que McCarrick, en ese

entonces presidente de la Universidad Católica de Puerto Rico, también participó en esa

misión desfavorable, que fue tan perjudicial para la formación de la conciencia de la

juventud estadounidense, estrechamente ligada con el ala desviada de los Jesuitas.

El Padre James Martin, sacerdote jesuita, aclamado por las personas antes mencionadas,

en particular por Cupich, Tobin, Farrell y McElroy, nombrado consultor de la Secretaría

de Comunicaciones, conocido activista que promueve la agenda LGBT, elegido para

corromper a los jóvenes, con quienes dentro de poco se reunirá en Dublín en el Encuentro

Mundial de las Familias, no es más que un triste ejemplo reciente, de esa ala desviada de la

Compañía de Jesús.

Ya que el Papa Francisco ha pedido repetidamente una transparencia total en la

Iglesia, que los Obispos y fieles actúen con parresía. Los fieles de todo el mundo

también lo exigen de manera ejemplar, entonces él debe decir honestamente, cuándo

fue que se enteró de los crímenes cometidos por McCarrick, el cual abusó de su

autoridad con seminaristas y sacerdotes.

En cualquier caso, el Papa [Francisco] lo supo de mí el 23 de junio del 2013 y aún así

continuó encubriéndolo. [El PapaFrancisco] No tomó en cuenta las sanciones que el

Papa Benedicto [XVI] le impuso [a McCarrick] y lo convirtió en su consejero de

confianza, junto con Maradiaga.

Este último [Maradiaga] confía tanto en la protección del Papa [Francisco], que puede darse

el lujo de descartar como "chismes" las súplicas sinceras de docenas de sus seminaristas,

quienes encontraron el valor de escribirle, luego de que uno de ellos intentara suicidarse por

el abuso homosexual en el seminario.

Ahora los fieles han comprendido bien la estrategia de Maradiaga: insultar a las víctimas

para salvarse a sí mismo; mentir hasta el final para cubrir un abismo de abusos de poder, de

mala administración en la administración de las propiedades de la Iglesia y de desastres

financieros, incluso contra amigos cercanos, como en el caso del Embajador de Honduras,

Alejandro Valladares, ex Decano del Cuerpo Diplomático de la Santa Sede. En el caso del

ex Obispo Auxiliar Juan José Pineda, después del artículo publicado en el semanario




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[italiano] L'Espresso en febrero pasado, Maradiaga declaró en el periódico Avvenire: "Fue

mi Obispo Auxiliar, Pineda, quien solicitó la visita, para "limpiar" su nombre después de

haber sido sometido a muchas calumnias ". Ahora, con respecto a Pineda, lo único que se

ha hecho público, es que su renuncia ha sido simplemente aceptada, haciendo que su

posible responsabilidad y la de Maradiaga desaparezcan en la nada.

En nombre de la transparencia tan alabada por el Papa [Francisco], el informe que el

Visitador, Obispo argentino Alcides Casaretto, entregó directamente al Papa [Francisco],

hace más de un año, debe hacerse público.

Finalmente, el reciente nombramiento como sustituto del Arzobispo Edgar Peña Parra

también está vinculado con Honduras, es decir, con Maradiaga. Del 2003 al 2007, Peña

Parra trabajó como Consejero en la Nunciatura de Tegucigalpa. Como Delegado para las

Representaciones Pontificias, recibí información preocupante sobre él.

En Honduras, un escándalo tan grande como el de Chile está a punto de repetirse. El Papa

[Francisco] defiende a su hombre, el Cardenal Rodríguez Maradiaga, hasta el final, como lo

hizo en Chile, con el Obispo Juan de la Cruz Barros, a quien él mismo había nombrado

Obispo de Osorno, en contra del Consejo de los Obispos chilenos.

Primero [el Papa Francisco] insultó a las víctimas del abuso [sexual por parte de sacerdotes]

y no fue sino hasta que forzado por los medios, por una revuelta por las víctimas y por los

fieles chilenos, reconoció su error y se disculpó, al tiempo que afirmó que había sido mal

informado, causando una situación desastrosa para la Iglesia en Chile, sin embargo

continuó protegiendo a los dos Cardenales chilenos, Errazuriz y Ezzati.

Incluso en el trágico asunto de McCarrick, el comportamiento del Papa Francisco no fue

diferente. Sabía al menos desde el 23 de junio de 2013 que McCarrick era un depredador en

serie. Aunque sabía que era un hombre corrupto, lo cubrió hasta el final; de hecho, hizo

propios los consejos de McCarrick, los cuales ciertamente, no estaban inspirados por

buenas intenciones ni por amor a la Iglesia. Fue solo cuando se vio obligado por el informe

del abuso de un menor, y otra vez, sabiendo que los medios tenían puesta su atención sobre

él, que [el Papa Francisco] tomó medidas [con respecto a McCarrick] para salvar su

imagen ante los medios.

Actualmente, en los Estados Unidos, está surgiendo un coro de voces, proveniente de

manera especial de los fieles laicos, y al que recientemente se han unido varios Obispos y

sacerdotes, pidiendo que todos aquellos que, por su silencio, encubrieron el

comportamiento criminal de McCarrick, o que lo usaron para avanzar en su carrera o

promover sus intenciones, ambiciones y poder en la Iglesia, deben renunciar.

Pero esto no será suficiente para sanar la situación del extremadamente grave

comportamiento inmoral por parte del clero: Obispos y sacerdotes. Un tiempo de

conversión y penitencia debe ser declarado. La virtud de la castidad debe ser recuperada en

el clero y en los seminarios. Se debe luchar contra la corrupción en el mal uso de los

recursos de la Iglesia y de las ofrendas de los fieles. La gravedad del comportamiento

homosexual debe ser denunciada. Las redes homosexuales presentes en la Iglesia deben ser

erradicadas, como escribiera recientemente Janet Smith, profesora de Teología Moral en el

Seminario Mayor del Sagrado Corazón, en Detroit. "El problema del abuso del clero",




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escribió, "no puede resolverse simplemente con la renuncia de algunos Obispos, y mucho

menos con las directivas burocráticas". El problema más profundo radica en las redes

homosexuales al interior del clero, que deben ser erradicadas ". Estas redes homosexuales,

que ahora están generalizadas en muchas Diócesis, seminarios, órdenes religiosas, etc.,

actúan bajo la ocultación del secreto y mienten con el poder de los tentáculos de un pulpo,

estrangulando a las víctimas inocentes, a las vocaciones sacerdotales, y a toda la Iglesia

Imploro a todos, especialmente a los Obispos, a que hablen con el propósito de vencer

esta conspiración de silencio que está tan extendida, y a que denuncien a los medios y

a las autoridades civiles, los casos de abuso que conocen.

Prestemos atención al mensaje más poderoso que San Juan Pablo II nos dejó como

herencia: ¡No tengan miedo! ¡No tengan miedo!

En su homilía de 2008 en la Fiesta de la Epifanía, el Papa Benedicto XVI nos recordó que

el Plan de Salvación del Padre, se había revelado y realizado plenamente en el Misterio de

la Muerte y Resurrección de Cristo, y que debe ser bienvenido en la historia humana, que

siempre es historia de fidelidad por parte de Dios y desafortunadamente, también de

infidelidad por parte de nosotros los hombres. La Iglesia, depositaria de la bendición del

Nuevo Pacto, firmada con la Sangre del Cordero, es santa pero está formada por pecadores,

como escribió San Ambrosio: la Iglesia es "inmaculata ex maculatis", es santa e

inmaculada, aunque en su viaje terrenal, esté hecha de hombres manchados con el pecado.

Deseo recordar esta verdad indefectible de la Santidad de la Iglesia, a las muchas personas

que escandalizados tanto por el comportamiento abominable y sacrílego del ex Arzobispo

de Washington, Theodore McCarrick; por la conducta grave, desconcertante y pecaminosa

del Papa Francisco y por la conspiración de silencio de tantos pastores, se sienten tentados a

abandonar la Iglesia, desfigurada por tantas ignominías. En el Angelus del domingo 12 de

agosto de 2018, el Papa Francisco dijo estas palabras: "Todos somos culpables del bien

que él pudo haber hecho y no hizo ... Si no nos oponemos al mal, lo alimentamos

tácitamente". Necesitamos intervenir donde el mal se está extendiendo; el mal se esparce

justo ahí en donde los cristianos valientes que se oponen al mal a través del bien, no

están actuando". Si esto es, correctamente, considerado como una responsabilidad moral

seria para cada creyente, cuánto más grave lo es para el Pastor Supremo de la Iglesia, que

en el caso de McCarrick no solo no se opuso al mal sino que se asoció con él, para hacer el

mal con alguien que sabía ser profundamente corrupto. [El Papa Francisco] siguió el

consejo de alguien a quien conocía bien como un pervertido, multiplicando

exponencialmente con su autoridad suprema, el mal hecho por McCarrick. ¡Y cuántos más

pastores malvados Francisco continúa apuntalando en su destrucción activa de la Iglesia!

Francisco está abdicando al mandato que Cristo le dió a Pedro para confirmar a sus

correligionarios. De hecho, con su acción los ha dividido, los ha inducido al error y ha

alentado a los lobos a seguir destrozando las ovejas del rebaño de Cristo.

En este momento extremadamente dramático para la Iglesia Universal, debe reconocer sus

errores y, de acuerdo con el principio proclamado de tolerancia cero, el Papa Francisco

debe ser el primero en dar un buen ejemplo a los Cardenales y Obispos que ocultaron

los abusos de McCarrick y y renunciar junto con todos ellos.




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Es en momentos de gran prueba que la Gracia del Señor se revela en abundancia y hace que

Su infinita Misericordia esté disponible para todos; pero Ésta se concede solo a aquellos

que verdaderamente se arrepienten y se proponen, sinceramente, a enmendar sus vidas. Este

es un momento favorable para que la Iglesia confiese sus pecados, se convierta y haga

penitencia.

¡Oremos todos por la Iglesia y por el Papa, recordemos cuántas veces nos ha pedido que recemos

por él!

Renovemos todos la fe en Nuestra Madre Iglesia: "¡Creo en una Sola, Santa, Católica y Apostólica

Iglesia!"

¡Cristo nunca abandonará su Iglesia! ¡Él la generó en Su Sangre y continuamente la revive con Su

Espíritu!

María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros!

María, Virgen y Reina, Madre del Rey de la gloria, ruega por nosotros!




Roma, 22 de agosto del 2018

Reinado de la Santísima Virgen María.


Monseñor Viganò

Traducción oficial, por Diane Montagna

Traducción del Inglés al Español, por C.A.R.P y B.E.A.I.