La policía de Mullahoran (Irlanda) le dijo al padre Patrick Hughes que él podría ser enjuiciado, porque no hizo retirar a la gente de la Misa dominical.
En Irlanda, las Misas públicas están prohibidas desde octubre, y las contravenciones son castigadas con hasta 2.500 euros y/o seis meses de cárcel. Hughes fue traicionado por un soplón local.
El 18 de noviembre dijo en el sitio web AngloCelt.ie que él sigue celebrando Misa, “porque practicar nuestra religión es nuestro derecho constitucional”.
El sacerdote rechaza todavía despedir a los fieles, pero no quiere ser enjuiciado. En consecuencia, él celebrará Misa en horas diferentes, lo que hace más difícil la participación de las personas.
Su conclusión: “Estamos yendo a un Estado policial”. Hughes no es la única víctima. El domingo pasado la policía apareció en otras parroquias irlandesas, diciendo a los sacerdotes que “aplican todo el rigor de la ley” contra ellos.