Juan Manuel de Prada acaba de publicar su último libro: “Una biblioteca en el oasis”, 60 artículos publicados en la revista católica Magnificat, en los que trae a autores clásicos como Cervantes, Dickens o Chesterton
El escritor zamorano publicó antes “Cartas del sobrino a su diablo”, homenaje explícito y devoto a la magna obra de C.S. Lewis, en la que brinda a los lectores un muy mordaz y penetrante análisis de la España azotada por el coronavirus.
Con motivo de la publicación de “Una biblioteca en el Oasis”, el escritor ha concedido una entrevista a El Correo de Zamora en la que habla de sus posiciones cristianas.
Conocido partidario del distributismo, Prada aclara que no es una doctrina, sino “una alternativa al comunismo o capitalismo, que son lo mismo”. “Es la reivindicación de la economía natural: distribuir para acabar con los males económicos, personales, sociales. Si tienes propiedad, hay arraigo, te quedas en tu tierra y luchas”, explica.
“Si el sentido común no se hubiera proscrito, se impondría el reparto de la propiedad”, sostiene. “La concentración de la economía da beneficios monstruosos a grandes conglomerados empresariales que destruyen las economías nacionales, pequeños negocios van cerrando y Amazon apenas paga un 5% de impuestos. La plutocracia quiere concentrar la propiedad y los gobiernos trabajan para ella”, señala Prada.
Según el zamorano, la Iglesia católica, en los últimos tiempos, “denuncia la deriva del capitalismo”. “Antinatalismo y capitalismo van de la mano, este necesita trabajadores que no tengan hijos, así se conforman con sueldos peores, no luchan tanto por mantenerse en su tierra, te debilitas a ti mismo”, advierte. “Estas grandes cuestiones han dejado de hablarse en la Iglesia, aunque el Papa Francisco las ha puesto sobre la mesa”, asegura Prada.
Para el escritor la fe no tiene nada que ver con una ideología. “Las creencias son sucedáneos de la religión, la gente se aparta de la fe porque las adopta. Se usa la religión para lanzar determinadas ideologías”, aclara.
“La invasión ideológica mata la fe que promete una vida dichosa en la que resarcirse de sufrimientos; y las ideologías, traer esa vida a la tierra mediante una especie de taumaturgia extraña que no se lleva a cabo. Cada vez hay más personas que viven sin religión, nunca se ha dado un mundo tan radicalmente ateo, tan descreído”, alerta el afamado escritor.
El ateísmo “es una mutilación”. “En la Biblia no aparecen ateo ni ateísmo; la idolatría existía, pero no el ateísmo. Es negativo porque ese hueco lo llenas con una idolatría. La naturaleza del ídolo es difícil de determinar, siempre es el dinero, porque todo apela al dinero, al final, también los placeres más hedonistas”, añade.
La ideología “está destruyendo a las naciones y a España, que es la que me preocupa, es una sociedad incapacitada para el esfuerzo común porque la gente se odia de forma concreta y minuciosa”, afirma.
“El odio que ha introducido es monstruoso, hace fuertes a las oligarquías partitocráticas que necesitan exacerbar la división para ello, ofrecer posturas distintivas, ideologizarlo todo para construirse identitariamente”, continúa Prada.
El novelista se siente arrinconado por su fe católica. “Una persona religiosa se percibe como un bicho raro, poco común y que ha decido romper con su época y no tiene nada que ver con su realidad”, explica.
Prada cree que no se puede ser católico y de izquierdas o derechas. “Las ideologías son herejías del cristianismo, se quedan con aspectos parciales del mismo. La derecha toma más los aspectos morales y se desarrolla anticristiana en aspectos sociales; las izquierdas toman la visión económica y rechazan la visión moral”, advierte.
Para el escritor, el cristiano se caracteriza por hacer suyos paradigmas de otras culturas, “las acepta: la grecolatina, primero; e incorpora las culturas de los lugares por los que se extiende”. “Hoy el hombre rompe con su tradición y se convierte en huérfano, en una persona más manipulable, a través de los medios de comunicación, de la propaganda puedes provocar reacciones”, señala.
“Estoy perplejo de que la gente salga a la calle con mascarilla, que no sirve para nada, solo que tiene sentido en ambientes cerrados o muy cerrados”, dice, “lo hacemos porque nos lo ordenan”.
“No será un negacionista”, le interrumpe el entrevistador. “No”, contesta Prada, “en cuanto te atreves a discutir el relato oficial te conviertes en un negador de la realidad”. “En absoluto, pero hay cosas irracionales, llevo una vida muy recogida porque estoy con mis padres. Una cosa es no ser negacionista y otra no ser un gilipollas, hay cosas que pueden discutirse”, añade.
Prada sostiene que necesitamos hacer públicas las cosas en que creemos, “no mantenemos nuestro amor en el ámbito privado, lo hacemos público, cualquiera de nuestras inquietudes, necesitamos expresar lo que creemos”. Lo mismo sucede con la religión, “hay un vínculo vertical entre Dios y la persona, pero también horizontal, con la comunidad y necesita una expresión comunitaria”.
Prada recuerda como hace poco, en la radio, dijo que “cuando se empezó a experimentar con las vacunas se nos dijo que los protocolos no se podían saltar y que no habría vacunas hasta 2021, de hecho, cuando sale la primera vacuna, los científicos dijeron que no había fiabilidad y que no era seria, no admitía crédito, y una semana después salen las occidentales y, de repente, de eso se deja de hablar. Si hoy recuerdas esto, todo el mundo se vuelve contra ti. Se recuerda lo que se dijo, lo que están haciendo es utilizarnos como cobayas y esto me deja perplejo. Se han abreviado misteriosamente”.
Prada explica que la pandemia dejará una sociedad “muy inquietante”, pero también la naturaleza humana “cambia y, tarde o temprano, llegará una gran transformación porque la gente se dará cuenta de que la están engañando”.
“Será una sociedad más insolidaria e individualista, llena de desconfianza y reservas, tras la pandemia, ya lo estamos viendo. Pero no soy fatalista y esto cambiará. Una vía es la recuperación de la fe religiosa que tiende a hermanar y generar vínculos de apoyo y ayuda mutua, puede contribuir a esa regeneración necesaria”, opina Prada.
En el plano político cree que la plutocacraia “será más poderosa”, las economías nacionales “serán devastadas”, los gobernantes “se dedicarán a acatar este designio y a generar sociedades cada vez más enviscadas, con clases medias más empobrecidas, una ingente proporción de la población sin trabajo vivirá con subsidios, mientras los grandes conglomerados crecen e invaden todo”. Un futuro poco apetecible.
Juan Manuel de Prada