El “Gran Reseteo”, el último acto antes de la llegada del Anticristo, tiene todas las características de una religión, incluyendo su propio lenguaje, ceremonias y sacerdotes, dice el arzobispo Carlo Maria Viganò en una entrevista con Maike Hickson (Kultur Magazin, SchlossRudolfshausen.de).
A través de las prohibiciones del Covid-19 y los rituales de enmascaramiento y vacunación predicados por Francisco y sus obispos, se ha impuesto una religión Covid con ritos higiénicos y sacramentos de salud, dice Viganò. Para él, se trata de una parodia de la liturgia católica, con los “dogmas de la religión de la salud” que son irracionales, irrazonables e ilógicos.
Como muestran los índices de mortalidad, el Covid-19 no es un virus mortal, en contra de los cuentos de hadas de los medios de comunicación, señala Viganò. Añade que se han prohibido las terapias eficaces contra el Covid. Las personas fallecidas se registran como víctimas del coronavirus, independientemente de la causa real de su muerte. Se impone la vacunación, la cual no ofrece ninguna inmunidad.
Para Viganò, el Covid es un pretexto para restringir las libertades individuales y los derechos fundamentales y crear una crisis económica y social que haga irreversible el Gran Reseteo. Pero Viganò espera que la Providencia esté utilizando esta “seudo pandemia” para mostrar lo que nos ocurrirá si no nos arrepentimos, sino que persistimos en ofender a Dios y quebrantar sus mandamientos.
Viganò especula que el “Gran Reseteo” podría desmoronarse cuando los intereses de los principales actores entren en conflicto, por ejemplo, en caso de un posible impago de la deuda soberana, con China sufriendo supuestamente grandes pérdidas en las tasas de interés. Sin embargo, el mayor acreedor del mundo es, de lejos, Japón, seguido de China, Alemania y Suiza.
En una nota al margen, Viganò repite su tesis, probablemente infundada, de que el Vaticano recibió “una generosa financiación a cambio” de su acuerdo con China, con lo cual traicionó a los católicos de ese país.