Ocasiones como ésta son las que avivan la esperanza: la Iglesia no solamente está compuesta por clericalistas obispos serviles, doblegados, arrodillados, conniventes, complacientes con la dictadura sanitaria, como muy probablemente y desgraciadamente le haya tocado a usted; también hay excepciones, como es este caso. Se trata del Arzobispo castrense de EEUU, Mons. Timothy Broglio (no confundir con Bergoglio), quien emitió ayer una declaración en la cual afirma claramente, “no se puede obligar a nadie a recibir una vacuna COVID-19 si ello viola la santidad de su conciencia”.
Esta es una información de Gaudium Press, Oct-13-2021.
Mons. Broglio: No se puede obligar a vacunarse a quien manifieste serios problemas de conciencia. El Arzobispo Castrense americano habló sobre el respeto a la conciencia de quienes hallan moralmente inaceptable algunas vacunas anti Covid
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Redacción (13/10/2021 08:55, Gaudium Press) Después de manifestar que – siguiendo las directrices de la Congregación de la doctrina de la Fe vaticana y las de la Conferencia de Obispos Católicos de los EE.UU. – él ya declaró que era moralmente permitido recibir las vacunas disponibles contra el Covid 19, ahora Mons. Timothy Broglio, el Arzobispo castrense americano, analiza en comunicado circunstancias planteadas por la orden de vacunación obligatoria contra el coronavirus decretada a todos los militares en servicio por el gobierno.
Desde que fue decretada esa vacunación obligatoria, “algunos miembros del servicio se han negado a recibir la vacuna y han solicitado un acuerdo [accommodation] a través de la Ley de Restauración de la Libertad Religiosa [Religious Freedom Restoration Act]”.
“Esta circunstancia plantea la cuestión de si la permisibilidad moral de la vacuna impide que una persona forme una creencia religiosa sincera [en el sentido] de que recibir la vacuna violaría su conciencia. No es así”, expresa Mons. Broglio.
Recuerda el Arzobispo la constatación de que “las vacunas Pfizer y Moderna contra el Covid 19 fueron testadas usando un línea celular derivada del aborto”, algo que ha sido considerado tradicionalmente como “una cooperación material remota con el mal”, que “nunca es pecaminosa”.
En sentido diverso, la “vacuna de Johnson & Johnson fue desarrollada, testada, y es producida, con líneas celulares derivadas del aborto. Esa vacuna es por tanto, más problemática. Si fuera la única vacuna disponible, sería moralmente permisible, pero el católico fiel debe hacer conocer su preferencia por un tratamiento más aceptable moralmente”.
La conciencia sigue siendo un santuario
No obstante, y a pesar de la permisibilidad de aplicación de todas las vacunas a pesar de su relación con líneas celulares de niños abortados, “la Iglesia atesora su enseñanza sobre la santidad de la conciencia. ‘La conciencia es el más secreto núcleo y santuario del hombre. Allí esta solo con Dios, cuya voz resuena en sus profundidades’ ”, dice el Arzobispo castrense citando a Pablo VI.
Y continúa repitiendo al Papa Montini, quien así habla en Dignitatis Humanae:
“En toda su actividad, un hombre está obligado a seguir su conciencia para que pueda venir a Dios, fin y propósito de la vida. De ello se deduce que no se le debe obligar a actuar de manera contraria a su conciencia. Tampoco, por otro lado, debe ser restringido de actuar de acuerdo con su conciencia, especialmente en materia religiosa”.
Teniendo estos principios en vista, Mons. Broglio sentencia que “nadie debería ser obligado a recibir una vacuna COVID-19 si esto violase la santidad de su conciencia”, afirmación que también sustenta en doctrina pontificia presente en Dignitates Humanae, cuando Pablo VI dice que los individuos poseen el “derecho civil a no verse obstaculizados en la conducción de sus vidas de acuerdo a sus conciencias”.
Incluso, expresa el Arzobispo, “si la decisión de un individuo parece errónea o inconsistente a los demás, la conciencia no pierde su dignidad. Esta creencia permea la teología moral católica así como la jurisprudencia de la Primera Enmienda” americana, que protege derechos a la libertad de religión y de expresión en los EE.UU.
“Negar acuerdos religiosos, o tomar acciones personales punitivas o adversas contra aquellos que plantean objeciones serias y basadas en la conciencia, sería contrario a la ley federal y moralmente represensible”, afirma oponiéndose de esta manera a la vacunación compulsoria de quienes plantean auténticos problemas de conciencia por la relación de las vacunas con líneas celulares de niños abortados.
“Aquellos que rechacen la vacuna COVID-19 deben continuar actuando en caridad hacia sus vecinos y por el bien común mediante la adopción de medidas para mitigar la propagación de COVID-19 a través del uso de cubiertas faciales, distanciamiento social, someterse a pruebas de rutina, cuarentenas y permanecer abiertos a recibir un tratamiento en caso de que esté disponible uno que no se deriva ni se prueba con líneas celulares derivadas del aborto”, concluye.