Desde hace tiempo se habla de la batalla de las ideas contra la izquierda, pero a veces se olvida que ésta no sólo consiste en ofrecer buenos argumentos.
Una de las bases de esa confrontación ideológica contra los dogmas de la izquierda debería ser romper con su marco conceptual, es decir, que hay que librar esta batalla no sólo combatiendo los dogmas de la izquierda, lo cual es un reto muy importante y del que mucha gente de derechas ha desertado, sino también derribando los términos manipulados que usa para imponer esos dogmas, lo cual es más difícil aún. Vivimos desde hace años en una sociedad donde la izquierda es hegemónica ideológicamente y eso se ha traducido en muchos tópicos izquierdistas que incluso la propia derecha -o gran parte de ella- asume sin rechistar. Veremos a continuación algunos ejemplos.
1. Creer que el socialismo no es socialista
Es muy frecuente escuchar a personas de derechas diciendo que tal o cual partido socialista no es verdaderamente socialista, porque no se preocupa de los trabajadores, porque los lleva a la ruina y porque altos cargos de ese partido viven entre lujos. Pues no. El socialismo es precisamente eso: una ideología que genera miseria entre el pueblo mientras la élite socialista se hace rica. El socialismo no defiende a los trabajadores: sólo intenta engañarles para que renuncien a su libertad a cambio de promesas utópicas. Ninguna ideología ha esclavizado tanto a los trabajadores como el socialismo en sus distintas franquicias, especialmente la comunista. Los partidos socialistas arruinan y traicionan a los trabajadores precisamente porque son socialistas.
2. Creer que progresismo es sinónimo de progreso
Otro tópico muy frecuente que ha asumido mucha gente de derechas es considerar que todo lo progresista es bueno. Alguna gente de derechas incluso afirma que el aborto no es progresista, aunque precisamente los partidarios de esa ideología estén entre los promotores más fanáticos de la cultura de la muerte. Progresismo no es sinónimo de progreso. Antes bien, un progresista es al progreso lo que un carterista es a una cartera. Progresismo es un término equivalente a socialismo. Es uno de los disfraces que utiliza esta ideología. Para un progresista, “progreso” es socialismo, aunque éste provoque que una sociedad próspera se convierta en un pozo de miseria económica, política y sobre todo moral.
3. El discurso clasista de la izquierda
El marxismo es una ideología que se basa en el odio de clase. Considera que el mundo se divide entre burgueses opresores y proletarios oprimidos. Esta visión del mundo quedó totalmente desfasada con el auge de la clase media en el mundo libre, pero todavía hoy mucha gente de derechas utiliza términos como “clase obrera”, acuñado por la izquierda para oponerlo a la “clase burguesa”. No debemos olvidar que la palabra “obrero” viene del latín “operarius”, cuyo significado es trabajador. Burgués era como se conocía a los habitantes de las primeras ciudades medievales (burgos). Sea cual sea tu nivel de vida, si te ganas la vida trabajando eres en sentido estricto un “obrero”, ya seas asalariado, autónomo o empresario. Y si eres barrendero y vives en una ciudad, eres tan “burgués” como un industrial que viva en ella. Todo trabajo es igual de digno tenga una alta o baja remuneración o cualificación. Basta ya de etiquetas estúpidas.
4. El mito de la izquierda tolerante
Uno de los grandes errores que comete mucha gente de derechas es tragarse el cuento de que la izquierda es la representante de la tolerancia en el mapa político. A menudo, personas de derechas se lamentan de que tal o cual partido de izquierdas tenga gestos de intolerancia, como si fuese una traición a sus valores y a sus orígenes, como si con ello la izquierda estuviese dejando de ser izquierda. La verdad es que el socialismo y el comunismo han sido movimientos profundamente intolerantes desde sus orígenes, cuando propugnaban sin rodeos una “dictadura del proletariado”. El primer país con un gobierno comunista fue Rusia, y fue en forma de una brutal dictadura. De hecho, desde 1917 el comunismo ha sembrado el mundo de dictaduras en las que millones de personas han sido víctimas de una opresión terrible. En Occidente, socialistas y comunistas no han dejado de erosionar derechos fundamentales como la libertad de educación, la libertad religiosa, la libertad de expresión y la libertad de información, acusando de “odio” a todos los que no opinamos como ellos.
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