Pareciera que existe una cierta unidad cuando se está en contra de, pero no se da la misma unidad cuando se está a favor de.
Esto me retrotrae a viejas conversaciones tenidas con buenos amigos en las cuales llegábamos a la conclusión de que los tradicionalistas somos conservadores, pero no todos los conservadores son tradicionalistas, aunque se pretendan denominar así.
El concepto de conservador viene de conservar, mantener. En política se denomina conservador a aquel “especialmente favorable a mantener el orden social y los valores tradicionales frente a las innovaciones y los cambios regulares”, también “que sigue las ideas del pasado”(
2)
Vemos que en estas definiciones siempre se hace relación a cosas del pasado, consideradas buenas y que se tratan de mantener. Quizás de esto puede venir la confusión en algunas personas y pensar que ser tradicionalistas es simplemente conservar cosas del pasado, por ser del pasado, y como entonces eran aceptadas ahora deberían seguir vigentes tal cual, tan sólo por ser antiguas.
Es comprensible que cuando grupos de personas se encuentran en situaciones donde todo es arrasado (
3) por una vorágine (
4) de cosas novedosas y extrañas busquen, como un mecanismo de defensa, aferrarse al pasado, a aquellas cosas que les daban seguridad, o en las que podían confiar.
Es comprensible y, más aún, es una reacción saludable.
Pero justamente ese carácter de reacción ante el alud es lo que no puede perdurar, porque si bien es bueno en primera instancia, luego debe ser superada.
Pensemos en una reacción alérgica respiratoria frente a algo que nos arremete. Es algo bueno en primera instancia, pero no puedo vivir en base a reacción alérgica porque termino enfermándome.
Con pluma magistral Federico Wilhelmsen (
5) habla, en política, de diversas reacciones que se han dado a principios del siglo XX y dice al respecto de la reacción que, “como tal, carece de personalidad propia, de suerte que su ideología se compone de una serie de negativas”.
Retomando el argumento y resumiendo: ante la avalancha de hechos revolucionarios acaecidos en la Iglesia desde los años 60 muchas personas han reaccionado saludablemente buscando aferrarse al pasado para tener doctrina y práctica ortodoxa, pero con el paso del tiempo se han quedado en ello solamente y siguen en perpetua reacción.
Quede bien aclarado que esa reacción inicialmente es buena y saludable, la cuestión es que no nos podemos quedar simplemente en una reacción, y aquí encontramos la diferencia entre tradicionalistas y conservadores.
Y para no equivocarnos debemos, en la Iglesia Católica, diferenciar la Tradición y las tradiciones, ya que estas existen y valen tan sólo en referencia a aquella.
El
P. Julio Meinvielle en su magnífica obra
“De la cábala al progresismo”(6) nos va a hablar de las dos grandes Tradiciones que marcan la historia de la Humanidad.
Por un lado la Tradición judeo cristiana comienza en el jardín del Edén. El texto sagrado del Génesis relata esta primera Revelación como una conversación que Dios tenía con Adán y Eva, donde les revelará los principales misterios del cristianismo: la Santísima Trinidad, la Encarnación del Verbo, la vida bienaventurada; no así la Redención pues dependía de la respuesta de ellos a la prueba de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Con el pecado original pierden la gracia y los dones preternaturales pero no la memoria y Dios acudirá en su ayuda suscitando hombres providenciales, luego los profetas y finalmente a Su propio Hijo. Tenemos así una primera y gran Tradición adámica judeo cristiana.
Desde el pecado original y luego con Caín y otros hombres rebeldes se va a ir formando otra tradición a la que se denomina Cábala cainista gnóstica. El pueblo elegido va a ser inficionado de ella en Egipto y principalmente en Babilonia, lo que los llevará al gran enfrentamiento con Cristo y la decisión de matar al Mesías. Desde entonces la Cábala cainista gnóstica sigue creciendo en el mundo con distintos nombres hasta el día de hoy, en que muchos de sus secuaces son los infiltrados en la Iglesia y que el Papa Pablo VI denunció como “el humo de Satanás entró en la Iglesia”.
Dada la presencia de la Tradición y la Cábala, dado su enfrentamiento irreconciliable, es importante conocer qué es la Tradición de la Iglesia y cuáles son solamente sus tradiciones.
La importancia de diferenciar claramente los principios tradicionalistas de los principios meramente conservadores se debe a la necesidad de mantener una verdadera fidelidad a esa Tradición original por encima de todas las cosas, y las distintas tradiciones tan sólo en la medida en que nos mantienen fieles a esa Tradición. Ciertamente hay muchas cosas en el pasado remoto o reciente que son verdaderos tesoros de esa Tradición y debemos conservarlos, pero lo que tenemos que tener en claro es que las conservamos porque forman parte sustancial de esa Tradición, no por el sólo hecho de ser algo bueno o muy bueno del pasado.
Por ejemplo el llamado Misal de San Pío V, obra maestra de teología católica y escuela profundísima para la formación de los santos debe ser cuidado, defendido y dado a conocer justamente porque transmite de la manera más perfecta posible el sentido de la Misa como renovación incruenta del Santo Sacrificio de la Cruz, y todas las palabras, los gestos, los silencios están marcando esto.
Lo defiendo porque es la Joya preciosísima de la Tradición y no solamente porque era el rito que había antes.
Quizás ahora se pueda entender mejor esa expresión del comienzo los tradicionalistas tenemos de conservadores pero no todos los conservadores son tradicionalistas.
No es una cuestión de tiempos sino de doctrina. No es una cuestión de fechas sino de escala de valores.
La Tradición está fundamentada en la Esperanza virtud teologal que me lleva a esperar de Dios la vida eterna bienaventurada. El conservadurismo está fundamentado principalmente en la añoranza de tiempos pasados, lo cual no basta en la lucha total que se desarrolla hoy día.
Que María Santísima Madre de Dios, y San José, nos conserven a todos fidelísimos a las enseñanzas y a la Iglesia de Su Divino Hijo Jesucristo nuestro Rey y Señor.
Alberto Mensi
1 https://www.corrispondenzaromana.it/lanno-di-san-giuseppe-una-grande-opportunita-per-la-chiesa/
2 Diccionario de la lengua española, Edición del Tricentenario, Real Academia Española
3 Arrasar: echar por tierra, destruir R.A.E.
4 Vorágine: aglomeración confusa de sucesos, de gentes o de cosas en movimiento R.A.E.
5 Federico D. Wilhelmsen, El problema de occidente y los cristianos, Sevilla 1964
6 P. Julio Meinvielle, De la cábala al progresismo. Les ponemos el link para que puedan leer esta maravillosa obra del gran pensador argentino: