Ha pasado mucho tiempo desde la última entrada. También han pasado muchas cosas, demasiadas, y casi ninguna buena.
La Iglesia continúa camino del precipicio, probablemente haya acelerado en este año largo. Es lo que tienen las revoluciones.
Lo del resto del mundo da para un tratado, un manicomio como no ha habido otro, algo asombroso incluso para quienes ya esperábamos poco. Pocas dudas quedaban de que el mundo se había salido de su eje hace mucho tiempo, pero lo vivido estos 2 últimos años deja las distopías publicadas en un cuento infantil.
Comentaba con un amigo la posibilidad de que el fin del mundo ya hubiese llegado, ya estuviese aquí y no nos hubiésemos enterado. Algo similar a la película El Sexto sentido, creo, donde el protagonista no sabe que ha muerto.
Así, sin épica, sin heroicidad alguna y sin posibilidad siquiera, algo cutre, zafio, grosero, como es el mundo y la Iglesia actual. No sé, es una idea que me ronda desde hace tiempo.
Confieso que una de las razones, quizá el aguijón principal, para resucitar el blog son las palabras de Francisco sobre la vacunación «como acto de amor». De las mismas, podemos deducir que aquellos no vacunados, entre los que me encuentro, faltamos a la caridad.
No es pequeño insulto el que nos dedica y pone una vez más de manifiesto ese volteo total que ha terminado de dar a la Iglesia: lo prudencial ha pasado a ser dogma de Fe y las verdades de la Fe pueden darse la vuelta si estamos atentos a lo que quiera decirnos «el Dios de la sorpresas».
Porque a eso se resume su pontificado, y ahí está el nuevo contenido de la asignatura de religión para corroborarlo.
Y sí, quiero dedicar muchas entradas al tema del coronavirus, las medidas tomadas por los distintos gobiernos, los expertos, los medios de comunicación,la postura de los jerarcas de la Iglesia, la manera en la que se han terminado de destruir las sociedades occidentales y también, como no, sobre el tema de las vacunas.
En esas entradas desgranaré cuál es mi postura, no la que los medios dicen que tenemos lo que nos oponemos a muchas de las respuestas dadas a esta mini crisis, sino lo que pensamos realmente. Y recalcaré todas las veces que haga falta que este es un tema meramente prudencial donde bien haríamos en guardarnos las afirmaciones categóricas sobre las decisiones tomadas por las personas que nos rodean.
Alguno pensará que ¡a buenas horas!. Para nada, ahora llega la resaca de todo esto: la sobremortalidad en algunas franjas de edad por factores que ya analizaremos, la quiebra real en la que se encuentran algunos países como España, los desajustes económicos tremendos, algunas actitudes e ideas que han llegado para quedarse, el aumento de los suicidios etc.
También lo rescato como el testimonio de un católico sobre la postura de la Iglesia en todo este tema, moralmente aberrante, y no me refiero a apoyar o no la vacunación. Tengo amigos que están vacunados y otros que no lo están. A todos los quiero de la misma manera que antes de todo esto, para mí nada ha cambiado con respecto a todos ellos, pero lo que resulta inconcebible son los silencios de la Iglesia sobre determinados temas, los acentos sobre otros, y las mentiras disfrazadas de catolicismo como la señalada anteriormente respecto a las palabras de Francisco.
El tema requiere analizarlo desde muchos ángulos.
Intentaré hacer un par de entradas a la semana, creo que la vida no da para más.
Estamos de vuelta.
Capitán Ryder