Como era previsible, por desgracia más que previsible, a pesar de las cautelas y controles de los medios del Vaticano, ya tenemos la polémica servida. A determinadas edades se pierde el control y no es previsible lo que puede suceder, ayer tuvimos el encuentro entre Biden, con evidentes signos de senilidad, y el Papa Francisco que ha entrado en una fase desatada. Esto en el Vaticano lo saben, lo ven, lo intentan controlar, pero dada la naturaleza del personaje, es altamente improbable que se consiga.
Los líos papales nos acompañan desde el inicio del pontificado, no olvidamos las explicaciones de Lombardi, pero en este momento asistimos a un crescendo preocupante. Tosati nos recuerda un reciente episodio referido al movimiento Black Lives Matter, que apoya el aborto, son marxistas y anticristianos. Da la impresión de que el Papa Francisco está rodeado de gente que en lugar de inculcarle la prudencia y la cautela, necesaria en tiempos difíciles y en campos que no son los suyos lo empujan a seguir la corriente políticamente correcta. En un discurso en el cuarto encuentro mundial de movimientos populares el sábado pasado, el Papa Francisco apoyó las destructivas «protestas» que estallaron tras la muerte de George Floyd en 2020, describiendo a los involucrados en el movimiento como «samaritanos colectivos»: “¿Sabes lo que me viene a la mente ahora cuando, junto a los movimientos populares, pienso en el Buen Samaritano? ¿Sabes lo que me viene a la mente? Las protestas por la muerte de George Floyd». El Papa Francisco abundó en el argumento: «está claro que este tipo de reacción contra la injusticia social, racial o machista puede ser manipulada o explotada por maquinaciones políticas o de otro tipo, pero lo principal es que, en esa protesta contra esto muerte, estaba el Samaritano Colectivo que no es tonto!». «Este movimiento no cruzó la calle cuando vio la herida a la dignidad humana provocada por un abuso de poder». Life Site News se ha puesto en contacto con la Oficina de Prensa de la Santa Sede para solicitar una aclaración sobre los comentarios del Papa, pero aún no ha recibido respuesta.
El presidente Biden ha proclamado a los cuatro vientos que el Papa Francisco, durante la audiencia privada, lo alentó a seguir recibiendo la Sagrada Comunión. El papa no ha negado nunca la comunión a nadie porque no se la ha dado nunca a nadie, al menos desde que es pontífice. El Vaticano ha salido corriendo diciendo que no comenta declaraciones específicas atribuidas al Papa durante «una conversación privada»: «Lo consideraría una entrevista privada, limitada a lo que se dijo en la declaración pública». El comunicado oficial del Vaticano nos cuenta que hablaron del medio ambiente, la pandemia del coronavirus, los refugiados y los derechos humanos. Según el informe del grupo de reporteros de la Casa Blanca, Biden dijo a los periodistas que él y el Papa no discutieron el aborto: “No, no fue así. Acabamos de hablar sobre el hecho de que él estaba feliz de que yo fuera un buen católico y de que yo continuara recibiendo la Comunión». Como informamos ayer, se evitó el video directo del encuentro, se esperaban problemas y los problemas están. Controlar a Biden parece complicado, controlar al Papa Francisco imposible.
Biden ya no es solamente un católico, es un ‘buen católico’ a pesar de ser el presidente estadounidense más abortista de la historia. Esperemos que esto no quiera decir que un católico que no defiende al aborto es un mal católico, pero una cosa o la otra, las dos no pueden ser. En la Iglesia contemporánea, en general, asistimos a que las opiniones han reemplazado a la Doctrina: las ideas puramente humanas dominan de hecho los discursos y homilías. De los novísimos nos quedan la muerte y el paraíso, y en pocas ocasiones.
Biden apareció como un católico practicante que encarna el «principio estadounidense» del pluralismo de una sola nación, regido por la Constitución y sus «artículos de paz». Entre los regalos de Biden encontramos una casulla de los años 30 encargada al conocido sastre Gamarelli, que ha sido utilizada por los jesuitas de la iglesia de la Santísima Trinidad, en Washington. Mucho nos tememos, que a pesar de su magnífico estado de conservación, el Papa Francisco no la utilizará. No ha pasado desapercibida la imagen de la traductora del encuentro entre Biden y el Papa Francisco, la misma que en el encuentro con el temido Trump, hoy sonriente, ayer muy tensa.
Benedicto XVI recordaba que: «La verdad, al dejar que los hombres escapen de opiniones y sensaciones subjetivas, les permite ir más allá de las determinaciones culturales e históricas y encontrarse en la valoración del valor y la sustancia de las cosas. La verdad abre y une las inteligencias en el logos del amor: este es el anuncio y el testimonio cristiano de la caridad. En el contexto social y cultural actual, en el que está generalizada la tendencia a relativizar la verdad, vivir la caridad en la verdad lleva a entender que la adhesión a los valores del cristianismo no solo es útil sino indispensable para la construcción de una buena sociedad y verdadero desarrollo humano integral. Un cristianismo de caridad sin verdad puede confundirse fácilmente con una reserva de buenos sentimientos, útil para la convivencia social, pero marginal. De esta manera ya no habría un lugar real para Dios en el mundo».
Son tiempos de «pirámide invertida» símbolo comúnmente utilizado por los grupos de heavy metal, uno de los símbolos más prolíficos del satanismo. La pirámide apuntando hacia abajo ya no conduce a un encuentro con Dios, a Su conocimiento y a Su comunión, conduce a un encuentro con lo más bajo … Se asocia con la masonería, con el espiritismo, utilizado en el llamado «camino de la mano izquierda», practicado por satanistas, ocultistas y magos. Los exorcistas de todo el mundo se han reunido para la decimoquinta conferencia anual sobre exorcismo. Se les ha aconsejado que no lleven a cabo rituales en pacientes con Covid, pero constatan que las solicitudes de ayuda aumentaron durante la pandemia.
Sigue siendo un misterio la decisión del Papa Francisco, de no estar presente en la cumbre mundial del clima que comenzará en unos días en Escocia, en Glasgow. En su mensaje oficial sigue con lo mismo: «Nos encontrábamos débiles y llenos de miedos, inmersos en una serie de crisis: sanitaria, medioambiental, alimentaria, económica, social, humanitaria, ética. Crisis transversales, fuertemente interconectadas y precursoras de una tormenta perfecta, capaz de estallar los lazos que envuelven a nuestra sociedad dentro del precioso don de la creación ”.
La nueva Iglesia de hoy se parece a esa «grande, extraña y extravagante», que vio Caterina Emmerich hace dos siglos, invadida por discursos humanos, «diálogos» estériles, «comparaciones» interminables, que no llevan a ninguna parte, que reacciona ante una pandemia invitando a los fieles a vacunarse, olvidándose del verdadero sentido de la vida y de la muerte. Esta Iglesia coloca al hombre en el centro, ya no se preocupa por su alma. ¿Hemos olvidado que tarde o temprano tendremos que comparecer ante Dios? Para renovar verdaderamente la Iglesia, no se necesitan ideas u opiniones , sino… Santos para imitar porque están estrictamente injertados en Cristo y Su Palabra.
«…el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Buena lectura.
Specola