Nadie puede ser un buen católico y un abortista convencido al mismo tiempo. Las cosas son claras y ya estamos cansados de que los mismos de siempre la intente liar. Es muy fácil adivinar que en un futuro, que esperemos no sea muy lejano, dirán de nosotros de todo y más por ser el periodo de la historia de la humanidad en que hemos asesinado a más niños, de forma legal, y además sintiéndonos orgullosos. Son asesinos los que ejecutan el asesinato, pero no menos los que aplauden o callan. Ante la vida y la muerte, juegos los justos. La vida es el principal don que Dios da a los hombre porque sin la vida no hay posibilidad de otros dones. Privar a un ser humano de su vida es privarlo de todos los dones que Dios había previsto para él y privarnos a los todos los demás de todos los dones que Dios nos habría dado en él. Tanto respeto a la naturaleza, tantas pachamamas, tanta preocupación por si el planeta se calienta o se enfría y asistimos impasibles al terrible asesinato masivo de millones de seres humanos. Es demoniaco , muy demoniaco y todos los que intentan justificarlo de alguna manera está muy claro para quién trabajan.
El encuentro entre Biden y el Papa Francisco fue inusualmente largo, es cierto que con necesario traductor lo que complica y alarga las cosas. No sabemos, es posible que no lo sepamos nunca, qué le dijo o dejó de decir el Papa Francisco sobre recibir o no la comunión al abortero católico Biden. Si lo dijo claro y lo tradujeron bien, o si fue confuso y mal traducido, Biden, que anda un poco justo y no está para muchas alegrías mentales, parece que entendió con claridad que ancha es Castilla y sin problemas. ¿Miente?, ¿no es capaz de comprender?, ¿Es una parte de la verdad?
El Papa Francisco no goza entre sus gracias la de ser muy claro y cada vez que se desata la lía, el paso del tiempo no le esta ayudando nada en claridades. Los ejemplos son centenares y ya son míticas sus ruedas de prensa y entrevistas, cada una con su lío adjunto. Biden se ha dado prisa en comulgar el sábado en la iglesia americana de Roma y hoy domingo en San Pedro. La foto a casa se la lleva y para muchos eso ya es suficiente argumento de autoridad.
Hoy contamos con muchos artículos, Tosatti: «Queridos amigos católicos, esperemos que Biden mienta. De lo contrario, hay problemas …». Viganò que sigue y conoce muy bien el caso por su trabajo como nuncio en Estados Unidos: «Es desconcertante que, hasta la fecha, no haya llegado ningún comentario aclaratorio de la Oficina de Prensa del Vaticano. Esto sugiere que las palabras de Joe Biden son ciertas y que Bergoglio realmente las pronunció».
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Nos ofrecen un extracto del nuevo libro de Matteo Matzuzzi, «Holy Realism – The Vatican as an International Political Power from John Paul II to Francis»: «Mirando la forma de concebir las relaciones de la Santa Sede durante los ocho años del pontificado de Ratzinger, se dijo que Benedicto XVI perseguía una «diplomacia de la verdad» (…) debemos oponernos a una dictadura positivista de la razón que excluye a Dios de la vida de la comunidad y de los sistemas públicos, privando así al hombre de sus criterios específicos de medida». Hoy parece imponerse lo que el autor llama el ‘santo realismo’ que no es algo nuevo así las políticas del concordato con concesiones a Napoleón, con Pío VII que bendijo al emperador mientras bajaba la corona sobre su cabeza. El objetivo parece la supervivencia de la Iglesia olvidándose de la capacidad para llevar a cabo de la mejor manera su misión entre los hombres de nuestro tiempo. El realismo manda incluso a costa de negarse a conceder audiencia al cardenal Zen pocos días después de oficializarse la renovación del acuerdo provisional chino.
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El Papa Francisco sigue con sus cosas climáticas dispuesto a enfriar el planeta, todo, y con todas sus fuerzas. Hoy conocemos la publicación de ‘Laudato si reader’, en vísperas de la Cop26. El Papa Francisco en su presentación explica cómo las «crisis» son «también ventanas de oportunidad», «para reconocer y aprender de los errores del pasado «, «cambiar los malos hábitos «. «El pasado reciente nos ha demostrado que son sobre todo nuestros niños los que han comprendido el alcance y la enormidad de los desafíos a los que se enfrenta la sociedad, especialmente la crisis climática», «debemos seguir su ejemplo», «es hora de actuar» juntos».
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Mascarucci nos ofrece esta reflexión sobre lo que él cree que es una protestantización progresiva de la Iglesia católica, comenzando por su principal exponente, el ex monje agustino Martín Lutero.
«Es desconcertante leer cómo el impostor Martín Lutero ha entrado desde hace mucho tiempo en la Iglesia con todos los honores, con lo que cada vez más aparece como una rehabilitación plena del monje rebelde, autor del cisma protestante y excomulgado por la Iglesia católica bajo el pontificado de León X. No se trata aquí de estar a favor o en contra del diálogo entre católicos y luteranos, pero lo inaceptable es la exaltación por parte de los líderes de la Iglesia del ex monje agustino».
La rehabilitación se hace presente después del Concilio Vaticano II, según los deseos de Karl Rahner, Hans Kung y los partidarios de la hermenéutica de la discontinuidad que veían al protestantismo como modelo para una nueva Iglesia católica, completamente desconectada de la tradición y sobre todo del culto mariano que Lutero ya consideraba, como el de los santos, idolatría, pero con Papa Francisco ciertamente vemos una aceleración desconcertante.
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Exorcistas de todo el mundo reunidos en Roma discutieron el vínculo entre la pandemia y Satanás. El aumento de las solicitudes de exorcismos durante la pandemia no fue una sorpresa. El aumento de las solicitudes de exorcismo también se vio impulsado en parte por el hecho de que la gente no podía asistir: “Son muchos los casos de personas que no hemos podido ver por las restricciones de Covid y que ahora se dirigen a nosotros”. Que el demonio anda muy suelto no es complicado de demostrar. Es palpable.
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Terminamos con el Santo Cura de Ars hablando de las comuniones indignas:
«Cualesquiera que sean los terrores que las comuniones indignas puedan poner en el corazón del hombre por los castigos espantosos que nos atraen, todavía no es nada si los comparamos a aquellos de los que Jesucristo hace caer sobre las almas; y estos castigos son ordinariamente, el endurecimiento durante la vida y la desesperación a la hora de la muerte. El buen Dios, en castigo de sus abominaciones, abandona a este desgraciado a su ceguera; el demonio, que le engañó durante su vida, se deja percibir sólo en el momento en que prevé que el buen Dios lo abandona; va de crimen en crimen, de sacrilegio en sacrilegio, acaba por no pensar más en eso y se traga la iniquidad como el agua; por fin, a pesar de todo el tiempo que tuvo y los socorros de la gracia, muere en el sacrilegio como vivió».
«…amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que estos».
Buena lectura.
SPECOLA