Entrevista del portal diesirae.pt traducida y publicada en español en exclusiva por Adelante la Fe
1. Para empezar, gracias por el inmenso honor que nos brinda al concedernos esta entrevista exclusiva. ¿Qué la impulsó a escribir el libro The St. Gallen Mafia – Exposing the secret reformist group within the Church?
Me fascinaba y a la vez inquietaba la mafia de San Galo desde que leí The Dictator Pope, de Henry Sire, cuyo primer capítulo trata de la mafia. Después de haber publicado varios artículos sobre temas relacionados con la mafia en la revista Crisis, empecé a caer en la cuenta de que en inglés no se había publicado ningún estudio de la extensión de un libro sobre el tema de la mafia, y hacía falta que algún cronista compilara y expusiera lo que se sabe de ella.
2. El último libro de usted es una valiosa contribución al complejo tema de las elecciones de los papas desde hace medio siglo para acá y de la supuesta influencia que han ejercido determinados grupos, como la mafia de San Galo, en tan delicados procesos electorales. El título que ha asignado a la primera parte de la obra, Guerra, resulta bastante intrigante. ¿A qué se refiere, y qué armas emplean quienes libran esa guerra?
El título de Guerra que lleva la primera parte alude a un episodio del capítulo 2, titulado Silvestrini. Dicho capítulo revela que un cardenal anónimo se topó con un cerebro de la mafia, el cardenal Achille Silvestrini, durante la noche en que se eligió al papa Benedicto en 2005. Según el anónimo purpurado, Silvestrini parecía derrotado y dispuesto a declarar una suerte de guerra a Benedicto.
El resto de la 1ª parte deja claro cómo era esa guerra y de qué armas se valía. Nos enteramos, entre otras cosas, de que Silvestrini filtró un diario del cónclave que no reflejaba bien la cantidad de votos a favor de Ratzinger, con miras a desestabilizarlo. Descubrimos igualmente que otros tres miembros de la mafia libraban sus propias guerras: el cardenal Carlo Maria Martini, que quería otro concilio; el cardenal Walter Kasper, que pretendía hacer un subversivo hincapié en las iglesias locales; y el cardenal Godfried Danneels, que quería declarar la guerra a Huamanae vitae.
3. Usted llega a decir que Jorge Mario Bergoglio, al que por raro que parezca muchos consideraban conservador, fue presentado por el cardenal Carlo Maria Martini, ex arzobispo de Milán, al grupo de San Galo. Pero luego afirma que hubo un conflicto entre Bergoglio y Martini, ambos jesuitas, porque el último seguía la línea del célebre padre Pedro Arrupe, en tanto que el argentino sería más moderado. En vísperas de la elección del cardenal Joseph Ratzinger, la mafia de San Galo, reunida en el apartamento del cardenal Achille Silvestrini, consideraba a Bergoglio el mejor candidato al trono petrino. Pero no lo eligieron, y en su lugar salió el brazo derecho de Juan Pablo II. Según su opinión, Martini quedó más tranquilo con la elección de Ratzinger que con la de Camillo Ruini. ¿No se alegró él también de que Bergoglio, el cordial adversario al interior de la mafia, no resultase elegido en aquella ocasión?
Yo diría que Martini, según pruebas proporcionadas por Nicholas Diat, no tenía la menor intención de apoyar a Bergoglio y debió por tanto de sentirse aliviado de que no se eligiera al sudamericano. Y en efecto, varios vaticanistas insinúan que Martini lo pensó mejor y optó al final por Ratzinger para evitar un resultado peor: que Ruini ascendiera al solio pontificio.
4. ¿Se puede demostrar cuándo comenzó a reunirse en San Galo ese grupo de cardenales? ¿Tenían ya desde el principio un plan de acción, o lo fueron programando y perfeccionando con el tiempo?
La versión oficial, expresada en la biografía de monseñor Godfried Danneels, es que la mafia de San Galo empezó a reunirse hacia 1996. Pero algunos vaticanistas sagaces, como Maike Hickson, han señalado que un grupo conocido como Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), funcionó a todos los efectos como una especie de mafia precursora, porque dos de sus presidentes –Basil Hume y Martini– fueron más tarde miembros de dicha mafia.
En cuanto al programa de acción de la mafia, sabemos que ya se habían servido de la CCEE como estructura de poder alternativa o magisterio paralelo, según señala Maike Hickson. Sabemos también que cuando ya llevaba algunos años reuniéndose, en 1999, Martini planteaba la idea de celebrar un nuevo concilio. No es difícil, por tanto, conjeturar que ya tenían el plan de acción definido en sus líneas generales desde sus primeros tiempos. Es más, sabemos por la biografía de Danneels que la esencia de su programa consistía en su oposición común a Ratzinger.
5. El ya desaparecido arzobispo de Malinas-Bruselas, cardenal Godfried Danneels, miembro del grupo de San Galo, lo calificó de mafia. Normalmente la palabra mafia se asocia a organizaciones delictivas. ¿Cree que esos cardenales conspiraron para imponer un programa de gobierno al pontífice que saliera del cónclave?
Resulta sin duda curioso y revelador que él mismo lo llamara mafia. Está claro que maquinaban una revolución dentro de la Iglesia: un programa concreto que se inició con la propuesta de Kasper de que pudieran comulgar los divorciados que se habían vuelto a casar por lo civil. Hay sobradas pruebas de que Martini y otros habían elaborado ese programa a lo largo de muchos años. En cuanto a la manera de llevarlo a la práctica, está claro que alguien concreto tenía que ejecutar el plan: Bergoglio. Es bastante revelador, pues, apenas días después de ser elegido papa, Francisco elogiara al cardenal Walter Kasper, poniendo en marcha el viejo plan de la mafia de promover la propuesta de Kasper.
6. El 1º de marzo de 2013, doce días antes de que se eligiera a Francisco, el todavía arzobispo de Buenos Aires cardenal Bergoglio visitó al cardenal Cormac Murphy O’Connor, arzobispo emérito de Westminster, y cenó con él. Al día siguiente, un cardenal aún anónimo declaró a la prensa que cuatro años de pontificado de Bergoglio bastarían para cambiarlo todo. Murphy O’Connor no tardó en manifestar su esperanza de que en caso de ser elegido Bergoglio, como así fue, podría seguir muchos más años en el cargo. ¿Cree que con la elección de Francisco I se cumplió el maquiavélico plan de San Galo?
En mi libro he reunido abundantes pruebas de que el cardenal Murphy O’Connor y otros que estuvieron con él en la mafia promovieron la elección de Bergoglio en 2013. Un detalle curioso que me gustaría señalar es: ¿qué motivó a Francisco a escoger ese nombre? Todos conocemos la anécdota de que cuando fue elegido Bergoglio el cardenal Hummes le dijo que no se olvidase de los pobres, y entonces a Bergoglio se le ocurrió espontáneamente el nombre de Francisco. Pero en realidad, consta que el cardenal Danneels ya en los años noventa, y hasta unas pocas semanas antes del cónclave de 2013, pedía un nuevo Francisco. O sea que el nombre, el programa y la elección del papa Francisco parecen fruto de las minuciosamente calculadas maniobras de la mafia.
7. ¿Le parece que la abdicación de Benedicto XVI anunciada el 11 de febrero de 2013 contó con el respaldo y la influencia del grupo de San Galo? Por lo que se sabe, se cuenta que ya a mediados de 2011 Ratzinger habló con Martini de la posibilidad de abdicar. ¿Es que Benedicto no conseguía mantener a raya a los lobos que tanto temía y a los que aludió el 24 de abril de 2005 en la homilía que pronunció al comienzo de su ministerio petrino? Peor aún: ¿se dejó rodear Benedicto por esos lobos?
La causa de la dimisión de Benedicto es un enigma, pero parece ser que el pontífice alemán era una persona confiada rodeada de lobos. El libro da cuenta de lo siguiente: en primer lugar, que Martini se jactaba de haber sostenido varios encuentros privados con Benedicto en 2011 y 2012; segundo, de que en 2012 le había dicho a un confidente que esperaba que Benedicto abdicara pronto; tercero, que el confesor de Martini declaró que en junio de 2012 Martini le había dicho a Benedicto que dimitiera; y cuarto, que Martiní le había dicho a su confidente que era muy probable que un futuro cónclave eligiese al cardenal conservador Angelo Scola. Esto plantea algunos interrogantes: ¿Martini, como mínimo, contribuyó a que Benedicto tuviera la tranquilidad de entender que lo acertado era abdicar, en caso de que ya hubiera pensado en hacerlo? ¿O fue más siniestra todavía la influencia de Martini? Intencionadamente, el libro se abstiene de interpretar las pruebas que aporta y deja que el lector saque sus conclusiones.
8. En vista de que la constitución apostólica Romano Pontifici eligendo de Pablo VI, publicada el 1º de octubre de 1975, prohíbe toda injerencia externa que influya en la elección de un pontífice, ¿cómo calificaría a la mafia de San Galo?
El libro deja entre paréntesis la cuestión de las sanciones que puedan corresponder a los miembros de la mafia por sus tejemanejes. Lo dejo en manos de los especialistas.
9. En los años setenta, el cardenal Walter Kasper, estrechamente vinculado con Bergoglio y con la mafia de marras, llevó a cabo una intensa campaña para que los adúlteros pudieran recibir la Sagrada Comunión. Con Amoris laetitia, Bergoglio llega a defender en 2016 tan sacrílega práctica de un modo a la vez inequívoco y astuto. ¿Supone eso otra victoria para San Galo y para Kasper, o no es más que un intento de Bergoglio de contentar a sus partidarios sin comprometerse él mismo?
Vaticanistas como Sandro Magister llevan algún tiempo informando de que el entonces cardenal Bergoglio tenía por costumbre dar la Comunión a toda persona que se acercara a recibirla. Magister indicó que ése podía ser un motivo muy probable para que la mafia de San Galo tuviera interés en elegir al hispanoamericano. Por eso, a mí me parece que Francisco se proponía algo más que tranquilizar a sus partidarios con Amoris laetitia; de hecho, en el texto se vale de rodeos para promover una costumbre de la que está claro que ya era un convencido practicante.
10. Siguiendo con Amoris laetitia, hay quienes sostienen que es un verdadero testamento del cardenal Martini. ¿Hasta qué punto es cierta esta teoría?
Yo creo que es muy cierta. El historiador Roberto de Mattei sostiene con argumentos convincentes que la esencia de Amoris laetitia está contenida en el testamento final de Martini: la última entrevista que concedió, la cual se publicó justo después de su muerte en 2012. En dicho testamento, Martini hablaba en concreto de administrar los sacramentos a los divorciados que se habían vuelto a casar por lo civil. Con ello prefiguraba la resurrección de la propuesta de Kasper en los sínodos de la familia y en Amoris laetitia.
11. En una entrevista publicada en 2009, Martini indicó que el orden de prioridades en la revolución de la Iglesia sería el divorcio, el celibato sacerdotal y las relaciones entre la jerarquía eclesiástica y la política, aunque fuera necesario desviarse del Magisterio perenne de la Iglesia. Los recientes encuentros de Bergoglio con Biden son clara prueba de ello. ¿Qué falta para completar este triple plan?
En el libro argumento que la puesta en práctica de tal programa es cuestión de paciencia y de tiempo; Paciencia y Tiempo son precisamente los títulos respectivos de los dos últimos capítulos. Por ejemplo, aunque todavía no ha surgido una solución subversiva a la cuestión del celibato, el modus operandi de los revolucionarios consiste en avanzar de forma gradual y con astucia. Eso sí, no está claro si tendrán suficiente tiempo para llevar a cabo su plan.
12. Usted habla del tiempo en varios pasajes del libro. Por lo que se refiere al futuro, me refiero a la sucesión de Bergoglio, ¿qué influencia puede tener todavía lo que queda de la mafia de San Galo? Y, por supuesto, ¿qué nombre puede obtener mayor consenso en dicho grupo?
Aunque ya ha fallecido la mayoría de los integrantes de la mafia –con la notable excepción del cardenal Kasper–, sus ideas perviven en varios compañeros de viaje y protegidos. Aunque la mafia no se siga reuniendo entre bastidores, su espíritu se mantiene abiertamente vivo, y más desde que Francisco ha nombrado a muchos de los cardenales que habrán de escoger a su sucesor. Tengo la impresión de que ese sucesor es una incógnita.
13. Por último, ¿qué se puede esperar de esta situación tan compleja que ha trastornado y desacredita al Papado con esta interminable sucesión de controversias?
Motus in fine velocior, como reza el viejo aforismo: el movimiento se acelera hacia el final de un periodo. Dado que hay razones para suponer que se acerca el fin del pontificado de Bergoglio, parece que se ha incrementado la velocidad con el devastador texto de Traditionis custodes y el sínodo sobre la sinodalidad, tan al estilo de Martini. Es importante rezar, ayunar y hablar claro para frustrar los planes de los revolucionarios.
Traducido por Bruno de la Inmaculada