Las crisis suelen poner a prueba la templanza de las personas, y la que estamos viviendo también está retratando la idea de democracia que tienen muchos.
Los atropellos del gobierno que el TC ha declarado inconstitucionales
La desfachatez de Sánchez: no dimite e incluso dice que lo volvería hacer
Que el TC haya confirmado ya en tres ocasiones que el gobierno se saltó la Constitución y violó derechos fundamentales de los españoles es algo muy grave y el presidente del gobierno ya debería haber dimitido por ello. Sin embargo, nadie del gobierno ha pedido siquiera disculpas por pisotear así nuestros derechos y nuestra Carta Magna. Es más:
hace un mes, Sánchez dijo sin tapujos que lo volvería hacer, una cínica declaración que justificó afirmando que el confinamiento salvó cientos de miles de vidas. Es decir, que vino a decir a las claras que el fin justifica los medios y que violar la Constitución y los derechos de los españoles está bien cuando él lo diga. Un pisoteo descarado del Estado de Derecho.
El servilismo de muchos medios de comunicación ante el poder político
Es algo pasmoso y alarmante que un presidente de gobierno de un país democrático se comporte como un dictador, algo cada vez más frecuente desde que Sánchez llegó al cargo de la mano de comunistas, proetarras y separatistas, pero algo así podría ser, al menos, contrapesado por los mecanismos que tiene la sociedad para denunciar los abusos de poder. Lamentablemente, uno de esos mecanismos está fallando estrepitosamente y se ha dejado comprar miserablemente por las ayudas públicas ofrecidas por el gobierno. Me refiero a los medios de comunicación, que en muchos casos se han sumado a la cínica justificación de los atropellos antidemocráticos del gobierno. Esta crisis sanitaria no está dejando sólo en evidencia la clase de gobierno que tenemos, sino también la clase de medios que hay en España: en muchos casos se comportan como simples bufones al servicio del poder político, sin ningún rubor.
Una oposición que no actúa como tal, con la única excepción de Vox
Otro de los mecanismos que está fallando, con una sola excepción, es la oposición política. Recordemos que el partido más demonizado por la izquierda y por muchos medios, Vox, fue precisamente el que denunció ante el TC esos atropellos del gobierno. Gracias a los recursos de inconstitucionalidad presentados por los 52 diputados de Vox se han podido emitir esas sentencias. Si hubiese sido por el PP, el TC permanecería mudo. Pero no le bastó con eso.
El PP ayuda al gobierno a asaltar el TC para que deje de molestar
Los llamamientos políticos y mediáticos a confinar a los no vacunados
Por si no tuviésemos suficiente con todo este espectáculo de autoritarismo a manos del gobierno, aderezado por la prensa afín y por esa parte de la oposición que parece cualquier cosa menos oposición, ahora algunos políticos y medios de comunicación están apelando nuevamente a la pandemia, y en concreto a un nuevo aumento de los contagios y a la aparición de una virulenta variante sudafricana, para justificar nuevos atropellos contra los derechos fundamentales. Anoche en La Sexta, el presidente de Cantabria,
Miguel Ángel Revilla, pedía “aislar a los que no se quieran vacunar”, a pesar de que la vacunación no es obligatoria en España,
tal como recomendó la OMS.
Afirmaciones parecidas
se han podido escuchar en algunos medios, con tertulianos soltando ocurrencias peligrosas sobre cómo tratar a los no vacunados, a menudo proponiendo limitar sus derechos fundamentales a pesar de no haber vulnerado ninguna ley. Los partidarios de esas medidas proponen imitar
las decisiones de los gobiernos de Alemania y Austria contra los no vacunados, unas decisiones que vulneran abiertamente la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, a pesar de lo cual la Comisión Europea ha permanecido muda al respecto. Una actitud muy diferente a la persecución ideológica que ha desatado contra Polonia y Hungría.
Una deriva autoritaria que está dando alas al movimiento antivacunas
Ante esa deriva autoritaria, no es de extrañar que el movimiento antivacunas vaya a más. Los políticos que justifican esas medidas dictatoriales están provocando que cada vez más gente pierda su fe en las autoridades y en las instituciones, y eso es muy peligroso en un momento en el que los gobiernos deberían cuidar mucho las cosas que dicen a fin de resultar más creíbles y convincentes para animar a la gente a vacunarse. Y esto lo digo después de haber recibido las dos primeras dosis de la vacuna y a la espera de poder recibir la tercera. Si los que tanto presumían de “demócratas” quieren una lucha más eficaz contra la pandemia, lo que tienen que hacer es dejar de pensar en clave de coacción y empezar a pensar en clave de convicción.
La mayoría de los ciudadanos a los que dirigen esas ocurrencias somos personas adultas, y los políticos deben dirigirse a nosotros con argumentos y explicando las ventajas de vacunarse y dejando que cada uno decida libremente lo que hacer, y no criminalizando a los que por el motivo que sean no desean inyectarse y amenazándoles con medidas propias de una dictadura. Todos, sin excepción -tanto vacunados como no vacunados- tenemos unos derechos que deben ser escrupulosamente respetados en todo momento, también en una crisis sanitaria. Si no entienden algo tan básico, entonces lo que no entienden es los propios fundamentos de la democracia.
Elentir