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lunes, 17 de enero de 2022

Cinco motivos para dudar de algunos que se venden como ‘derecha’ pero ya son otra cosa



El actual esquema de izquierda y derecha, en el que solemos dividir el mapa político, surgió en los tiempos de la Revolución Francesa, hace más de dos siglos.


Hoy en día ese esquema se sigue usando de forma indiscriminada, a pesar de que en este tiempo han cambiado muchas cosas en el panorama político. Es cierto que se han incorporado algunas novedades, como el llamado centro político (un espacio ambiguo y difuso entre ambos lados) y los llamados extremos (que algunos sólo ven en la derecha, cuando son más acentuados y abundantes en la izquierda), pero para muchos políticos, medios y académicos, la política se sigue dividiendo básicamente en esos dos bandos.

Por supuesto, hay diversas interpretaciones de lo que podría ser la derecha. Para el caso que nos ocupa voy a utilizar como referencia la izquierda política, que se suele reivindicar como tal con mucha más frecuencia de lo que lo hace la derecha con este término. Y es que a día de hoy, podríamos clasificar como “derecha” en sentido amplio, a aquellas posiciones que rechazan abiertamente el socialismo y el comunismo. En este punto llegamos a un dilema, y es que cada vez que se acercan unas elecciones, el autotitulado “centrismo” desempolva su chaqueta “centro-derecha” para captar votos. ¿Intentan darnos gato por liebre? Hay una forma de comprobarlo, y consiste en no fiarse de las etiquetas y fijarse en lo que propone y defiende cada partido:

1. Defensa del derecho a la vida

La izquierda ha sido la gran promotora del aborto a lo largo del último siglo. Recordemos que el primer país que legalizó ese crimen horrendo fue la Unión Soviética en 1920. Dictaduras comunistas como Cuba, la China comunista y Vietnam figuran entre los países que más desprotegen el derecho a la vida de los hijos por nacer. El comunismo promovió el aborto como una forma de destruir la familia, una institución que tachaba de “burguesa”. Presentarlo como un acto de libre elección fue una aberrante manipulación para convencer a las madres de que sus hijos son un estorbo y una carga. Partidos que se decían de derechas han acabado comprando ese discurso y se ha negado a derogar las leyes abortistas promovidas por la izquierda. Ya va siendo hora de desenmascarar a esos partidos: asumir las tesis antivida y antifamilia de la izquierda te convierte en parte de esa izquierda.

2. La ideología de género

Esta ideología tiene su origen en la extrema izquierda, que pretendían aplicar el esquema marxista de la lucha de clases a los sexos. Sin embargo, partidos que se decían de derechas la ha ido asumiendo en gran medida, sometiéndose a los dictados de la izquierda e incluso votando junto a ella la imposición de esos dogmas ideológicos a toda la sociedad, empezando por los más pequeños. No cuesta mucho dstapar el engaño: si un partido político utiliza términos como “género” en lugar de sexo, “violencia de género” o “identidad de género”, o si usa el llamado “lenguaje inclusivo”, es porque ha asumido las tesis de la izquierda, que considera a los hombres como unos opresores de las mujeres, y que niega toda relevancia al sexo biológico. Si asumes las tesis de la izquierda, es engañoso que te sigas etiquetando como “derecha” o “centro-derecha”.

3. Los ataques a la libertad religiosa

La izquierda lleva más de de dos siglos atacando la libertad religiosa. Marx decía que la religión era el “opio del pueblo”. En varios países, la izquierda ha desatado atroces persecuciones contra los creyentes, especialmente contra los cristianos. Hoy en día esa persecución sigue siendo dura en las dictaduras comunistas, pero en Occidente se está plasmando en nuevos métodos de persecución, en unos casos violentos y en otros basados en leyes que coaccionan a los creyentes y vulneran sus derechos fundamentales, imponiéndoles dogmas ideológicos que atentan contra su libertad religiosa y de conciencia. Esto lo están haciendo también partidos que se dicen de centro-derecha, utilizando excusas como la ideología de género e incluso apoyando las algaradas abortistas de la izquierda contra los católicos, como ha ocurrido en Polonia.

4. Patriotismo y defensa de la Nación

Tanto el socialismo como el comunismo son ideologías internacionalistas desde sus orígenes, y por ello han denostado la Patria, presentándola como parte del entramado opresivo de la burguesía. “Los trabajadores no tienen patria”, escribieron Karl Marx y Friedrich Engels en el “Manifiesto comunista” (1848). Partidos que se decían de derechas han asumido parcialmente ese rechazo al patriotismo, evitando esta palabra como si estuviese apestada, y situando en su lugar conceptos engañosos como “europeísmo”, con el que promueven una tendencia a disolver nuestra soberanía nacional en favor de la élite de Bruselas. Paralelamente, algunos de esos mismos partidos de derechas no tienen reparo alguno en promover planteamientos disolventes de la unidad nacional, utilizando las lenguas regionales -que son parte de nuestro patrimonio cultural- como herramientas para desplazar el español. Si el patriotismo les provoca tanto rechazo como a la izquierda, a lo mejor es porque ya son izquierda.

5. El derecho a la propiedad privada

Este derecho ha sido denostado por la izquierda desde hace mucho tiempo. Tanto comunistas como socialistas utilizan el Estado para ir desgastándolo, unos en mayor medida que otros, arrebatándonos cada vez mayores porciones de nuestros ingresos con la excusa de financiar servicios públicos que nos venden cínicamente como “gratuitos”. Ese expolio se traduce en una presión fiscal cada vez más asfixiante, pero también en trabas constantes -tanto burocráticas como ideológicas- a la creación de empresas y a su actividad, tanto de tipo burocrático como ideológico y en diversos ámbitos (desde una avalancha incesante de leyes autonómicas y de normativas nacionales europeas). Hay partidos que se dicen de centro-derecha pero que han acabado aplicando recetas de la izquierda socialdemócrata, que suponen el paso previo a una cada vez mayor apropiación de nuestros bienes e ingresos por parte del Estado. Si apoyan las recetas económicas de la izquierda, no tiene sentido llamarlos “derecha”.

Elentir