El acto ha sido cumplido según lo previsto, Francisco ha recitado hoy el acto de consagración al Inmaculado Corazón de María al final de la ceremonia penitencial que se desarrolló en la Basílica de San Pedro a partir de las 17:00 horas, tiempo de Roma (en el video ir a 1:36:36)
Previamente, durante su homilía, para despejar cualquier duda, Francisco ha aclarado que se trataba de una “renovación” de “la consagración”. Por lo tanto, y como ya hemos reiterado, ha seguido la ‘línea de partido’: Para el Vaticano la Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María ya había sido realizada. Y, suponemos, por ello es que llevaron la imagen de Nuestra Señora de Fátima para el acto, sin haber dicho nunca previamente que este acto de consagración se relacionaba con el pedido de Nuestra Señora de Fátima (nuestra traducción con énfasis añadido).
En unión con los Obispos y los fieles del mundo, deseo solemnemente llevar al Corazón Inmaculado de María todo lo que estamos viviendo: renovar a Ella la consagración de la Iglesia y de la humanidad entera y consagrar a Ella, en un modo particular, el pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que con afecto filial la veneran como Madre. No es una fórmula mágica, no, no es esto; pero se trata de un acto espiritual. Es el gesto de plena confianza de los hijos que, en la tribulación de esta guerra cruel y de esta guerra insensata que amenaza al mundo, recurren a la Madre. Como los niños, cuando se asustan, van a su madre a llorar, a buscar protección. Recurrimos a la Madre, echando en su Corazón miedo y dolor, entregándonos nosotros mismos ella. Es poner en ese límpido Corazón, incontaminado, donde se refleja Dios, los bienes preciosos de la fraternidad y de la paz, todo lo que tenemos y somos, para que sea ella, la Madre que el Señor nos ha dado, que nos proteja y guarde.
Ahora, nos falta ver cuánto porcentaje de los obispos del mundo aceptaron la invitación y se unieron porque, como vemos en el pasaje resaltado, también Francisco ha manifestado que su intención había sido la de realizar la consagración “en unión con los Obispos y los fieles del mundo”.