Cuando los ciudadanos acuden a las urnas, no sólo lo hacen para depositar su confianza en ciertas personas, sino para respaldar sus soluciones.
Si un político te parece muy capaz, pero sus propuestas están en la antípodas de tu forma de pensar, ¿qué sentido tiene otorgarle tu voto? Pues bien: ésta es la paradoja que es da en gran parte de la derecha en España, que a menudo apoya a ciertas opciones sin saber lo que vota, o simplemente porque la alternativa (es decir, la izquierda) le parece peor. Y también es cierto que a menudo esos votantes acuden a las urnas a ciegas, desinformados por los mismos medios que deberían informarles. Hagamos una sencilla prueba.
A la hora de ir a votar, ¿confiarías tu voto a un político que defendiese cosas como las siguientes?:
Proponer un gobierno de coalición con el PSOE, un partido que actualmente gobierna junto con los comunistas de Podemos y aliándose con proetarras y separatistas.
Calificar como “bandera nacional” la bandera de una comunidad autónoma.
Apoyar medidas que discriminan a los hispanohablantes en una comunidad con dos lenguas oficiales.
Rechazar la libre elección de lengua en las escuelas, equiparádola con el Apartheid sudafricano, a pesar de que fue precisamente a la caída de ese régimen cuando se estableció en ese país dicha libertad de elección.
Respaldar una moción de apoyo a la dictadura comunista cubana, moción presentada por un partido de extrema izquierda.
Consentir que su partido regale dos alcaldías a un partido separatista de extrema izquierda que es aliado de Bildu.
Gastarse cantidades millonarias de dinero público en subvenciones a medios de comunicación, en un descarado intento de comprar su apoyo.
Hacer una solemne promesa electoral y romperla al cabo de unos meses, cuando los votos obtenidos con esa promesa ya te han permitido ganar las elecciones.
Apoyar una iniciativa que califica el aborto como un “derecho”, iniciativa presentada por un partido de extrema izquierda que apoya abiertamente esa monstruosidad.
Oponerse a una ley que proteja a los hijos por nacer con discapacidad, y apoyar el aborto eugenésico instaurado por los socialistas en España.
Apoyar una ley que impone la ideología de género en las escuelas y en los medios de comunicación, violando derechos fundamentales protegidos por la Constitución Española.
Presentar una iniciativa para estigmatizar a los que discrepan del feminismo progre, pidiendo luchar con “perspectiva feminista” contra el “substrato machista en la sociedad”.
Apoyar una iniciativa para imponer la educación sexual en las escuelas a niños desde los 3 años de edad, iniciativa presentada por la extrema izquierda.
Oponerse a derogar las leyes socialistas de “violencia de género” que liquidan la igualdad ante la ley y establecen penas desiguales en función del sexo de la persona acusada.
Seguramente, cualquier persona de izquierdas o separatista que lea esta lista de cosas la apoyaría encantada. Pero ¿esto es lo que se supone que la gente de derechas está ansiosa por votar, en serio? Porque lo que acabamos de repasar lo firmarían el PSOE y Podemos sin pestañear.
Tal vez algunos están pensando que todo eso lo ha apoyado algún dirigente de esos partidos de izquierdas. Pues no. Lo que acabamos de repasar son cosas que ha apoyado y consentido Alberto Núñez Feijóo en Galicia. Sí, ese mismo personaje que algunos intentan blanquear de cara a los votantes de derechas, una vez más, incluso hablando del “efecto Feijóo”. En los enlaces que figuran al comienzo de cada línea podéis ampliar cada información.
Obviamente, esos puntos tienen tanto de “efecto Feijóo” como de “efecto Casado”: son el mismo empeño por subordinarse a los dictados de la izquierda que viene exhibiendo el PP desde hace años, en un absurdo suicidio político que se está llevando por delante nuestros derechos fundamentales y que está degradando cada vez más nuestra democracia, al aceptar que el pluralismo ideológico quede reducido a los dogmas que la izquierda nos impone.
Al final, el tal “efecto Feijóo” viene a ser lo mismo de siempre: someterse a los caprichos de la izquierda por miedo a que te llamen “facha”. Somos ya muchos los españoles que estamos hartos de pagar peajes a unos intolerantes que no admiten que nadie les lleve la contraria. Por mi parte lo tengo claro: teniendo una alternativa como VOX, el “efecto Feijóo” se puede ir a tomar viento fresco.
Elentir