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lunes, 11 de julio de 2022

No, el pacto del Vaticano con Pekín no “va bien” (Carlos Esteban)



El Papa habló en una reciente entrevista que el pacto secreto de la Santa Sede con la tiranía comunista china va bien, y Parolin dijo que en China no hay persecución de católicos. Pero no, no va bien, y sí, sí hay persecución.

La Iglesia mira a largo, muy largo plazo, y las cosas deben verse en perspectiva. Pero hoy es difícil -o directamente engañoso- pretender que el pacto secreto negociado por el pedófilo McCarrick y firmado por el secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin está beneficiando a los católicos chinos.

“El acuerdo entre China y el Vaticano va bien y espero que pueda renovarse en octubre”, ha dicho el Santo Padre en una reciente entrevista. Pero no se entiende bien cómo, salvo en el sentido de que siguen adelante. ¿Es posible que al Papa le falten datos? Admite el Santo Padre que hay ciertas ‘dificultades’, pero las atribuye todas a ‘dirigentes locales’, como si las autoridades de las provincias pudieran desafiar la mínima directiva llegada desde Pekín.

La publicación italiana Tempi ha sacado un reportaje en el que se pone negro sobre blanco la angustiosa situación de la Iglesia en China, que no da margen precisamente a muchas celebraciones. Los principales frutos del acuerdo sobre el nombramiento de obispos, que debería garantizar al Papa un poder de veto sobre los candidatos elegidos por Pekín, son tres, explica Tempi. En primer lugar, en los últimos años, el nombramiento de obispos se ha reanudado, aunque muy lentamente y con proporciones inferiores a las esperadas, y se han ordenado seis. Además, ya no hay cisma formal entre los católicos fieles a Roma y los miembros de la antes cismática “iglesia patriótica” gestionada por el Partido Comunista, y, al menos de boquilla Pekín reconoce la autoridad del Papa. Pese a todo, aún quedan sin obispo sesenta diócesis chinas.

Lo paradójico -o no- es que desde la firma de los pactos, Pekín ha proclamado nuevas normas que hacen mucho más difícil la práctica de la fe. Los menores de 18 años no pueden entrar en la iglesia, ni participar en el catecismo; los sacerdotes y obispos están obligados a inscribirse en la Asociación Patriótica, que sigue predicando una Iglesia independiente y autónoma del Vaticano y del Papa. Además, las comunidades religiosas no pueden organizar ninguna actividad sin la autorización del Estado. Desde 2020, además, la Iglesia Católica también debe «adherirse a la dirección del Partido Comunista Chino, adherirse al principio de independencia y autogobierno e implementar los valores del socialismo». Es decir, obedecer al régimen y no al Papa.

El 1 de marzo entró en vigor una nueva normativa que prohíbe «hacer proselitismo online, organizar cursos de educación religiosa a través de internet y publicar sermones o contenidos relacionados con la religión». También está prohibido transmitir misas en línea, en vivo o diferidas, y publicar imágenes, audio o video de las funciones.

Como resultado, la venta en línea del Evangelio ha sido prohibida, y en las redes sociales chinas, incluido WeChat, ya no es posible escribir palabras como «Jesús», «Amén» o «Cristiano». El objetivo es básicamente borrar de Internet cualquier referencia a la religión.

En qué sentido todo esto y muchos más casos de persecución concreta, demasiados para relatar en un artículo, pueda describirse como “ir bien” es un milagro,                                                                                                                                                                                                                                                                       Carlos Esteban