El Sínodo sobre la sinodalidad, ahora oficialmente prorrogado hasta 2024, ha pedido una «actualización permanente» a la luz del Concilio Vaticano II.
Ya tenemos el documento que guiará la próxima fase del Sínodo sobre la Sinodalidad, será por papeles, y como era de esperar, pide una mayor inclusión de los divorciados vueltos a casar, los polígamos, padres solteros, los grupos arcoiris y propone un «diaconado femenino».
Son 45 páginas compiladas por un grupo de «expertos», teólogos, laicos y obispos en septiembre. Entre los expertos tenemos algo, ya habitual en el Vaticano, opuestos a la misa tradicional y defensores de la anticoncepción.
Nos dicen que el documento no es «un documento conclusivo, porque el proceso está lejos de estar concluido», ni forma parte del «Magisterio de la Iglesia, ni es el informe de una investigación sociológica»; sólo faltaba eso, pero «sigue siendo un documento teológico en el sentido de que está orientado al servicio de la misión de la Iglesia: anunciar a Cristo muerto y resucitado por la salvación del mundo». El documento señala que «muchos lamentan las restricciones en el uso del Misal de 1962».
Lo preocupante no son los temas concretos que aparecen o no en el documento, pueden ser una distracción, el problema es la mentalidad, ¿ideología?, que está detrás.
«Una reforma continua de la Iglesia, de sus estructuras y de su estilo, en la estela del deseo por una ‘actualización’ permanente, precioso legado del Concilio Vaticano II al que estamos llamados a volcarnos en su 60 aniversario”.
Hay un abandono de la adhesión a la doctrina o los principios católicos:
«El mensaje del camino sinodal es simple: aprendemos a caminar juntos ya sentarnos juntos a partir el mismo pan, para que todos encuentren su lugar. Todos están llamados a participar en este camino, nadie está excluido.”«Una espiritualidad sinodal solo puede ser una espiritualidad que acoge las diferencias y fomenta la armonía, y que saca la energía para salir adelante de las tensiones”.Hollerich, S.I nunca ha ocultado su forma de pensar, es más, seguro que es cardenal por eso:
«La Iglesia debe cambiar radicalmente».«Pereceremos si no nos posicionamos de manera diferente».«¿Es la homosexualidad un pecado? Cambiemos la doctrina».“Las posiciones de la Iglesia sobre las relaciones homosexuales como pecaminosas están equivocadas. Creo que el fundamento sociológico y científico de esta doctrina ya no es correcto. Es hora de una revisión fundamental de la enseñanza de la Iglesia y la forma en que el Papa Francisco ha hablado de la homosexualidad puede conducir a un cambio de doctrina. Mientras tanto, en nuestra archidiócesis, en Luxemburgo, nadie es despedido por ser homosexual, o por estar divorciado y vuelto a casar. No los puedo echar, se quedarían sin trabajo, y ¿cómo puede ser cristiano tal cosa? En cuanto a los sacerdotes homosexuales, hay muchos, y sería bueno que pudieran hablar de ellos con su obispo sin que él los condene”.
Con lo fácil que es abolir el pecado y decir que ya no existe, que todo el mundo va al Cielo y que el Infierno permanece vacío.
Dios acoge con los brazos abiertos al ladrón, al asesino, a la prostituta, al homosexual, al adúltero, pero no acoge con los brazos abiertos el robo, el asesinato, la prostitución, la homosexualidad y el adulterio.
Dios nos pide que abandonemos el pecado, que nos convirtamos. Si no queremos abandonar el pecado, es imposible que Dios nos abrace. Es imposible que Dios perdone a una persona si ésta no quiere ser perdonada, porque recibir el amor misericordioso de Dios sólo puede ser una libre elección.
Dios descarga sobre nosotros la lluvia de su amor, de su gracia, pero si abrimos el paraguas del pecado, ni una gota de ese amor podrá tocarnos. Dios no obliga a nadie a amarlo y recibir su amor.