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miércoles, 16 de noviembre de 2022

La «tienda sinodal» de Francisco desaloja al catolicismo para dar lugar a todo lo demás.


PorTHE REMNANT
16/11/2022




En Atanasio y la Iglesia de Nuestro Tiempo, el obispo Rudolf Graber citó un artículo del periódico parisino “L’Humanisme”, del masónico Gran Oriente de Francia, que describía los cambios que eventualmente tendrían lugar dentro de la Iglesia Católica:
“Entre los pilares que colapsan más fácilmente encontramos el Magisterio; la infalibilidad, que era considerada como firmemente establecida por el Concilio Vaticano Primero y que ha tenido que enfrentar un ataque por parte de personas casadas durante la publicación de la encíclica Humanae vitae; la Real Presencia Eucarística que la Iglesia logró imponer en las masas medievales desaparecerá con la creciente inter-comunión e inter-celebración entre sacerdotes católicos y pastores protestantes; … la diferenciación entre la Iglesia que dirige y el clero (bajo) de negro, mientras que, de aquí en más, las direcciones provendrán de la base de la pirámide hacia arriba como en cualquier democracia. . .”
Si bien el ataque a la infalibilidad ya estaba encaminado en 1968, debemos notar que el periódico masónico pudo predecir acertadamente estos desarrollos fundamentales de la Iglesia Católica décadas antes que la mayoría de los católicos se dieran cuenta de lo que estaba pasando. Ciertamente, la noción de Iglesia como “democracia” solo se ha visto francamente amenazada con el Sínodo de la Sinodalidad de Francisco. Los masones sabían lo que sobrevendría porque se habían infiltrado en la Iglesia mucho antes del Concilio Vaticano Segundo, con el objetivo de facilitar gran parte de la subversión anticatólica que vemos finalmente en el sínodo de Francisco.

En cierta medida, el Sínodo de la Sinodalidad de Francisco representa una continuación más palpable de los esfuerzos destructivos llevados a cabo durante más de sesenta años por los infiltrados, en nombre del Espíritu del Vaticano Segundo. Hoy, los innovadores ya no esconden sus planes, están diciendo “la parte silenciosa en voz alta” y los fieles católicos ya pueden escuchar sus pérfidas mentiras y herejías.

Más importante aún, el sínodo de Francisco también nos permite ver quiénes estuvieron promoviendo los cambios a partir del Vaticano II. Tal como se describe abajo, algunos de los cambios propuestos buscan admitir a quienes quieren identificarse como católicos (y recibir la comunión) sin seguir las enseñanzas de la Iglesia. Pero muchos otros cambios propuestos parecen estar motivados por las agendas masónica y globalista que, en última instancia, conducen a la subversión de la Iglesia y al surgimiento de una religión mundial. No obstante, en el fondo, el único que desea todo esto del sínodo es Satanás. Como tal, Satanás es la verdadera fuerza impulsora del sínodo.

Bajo esta luz, podemos considerar tres componentes básicos en el documento sinodal para la etapa continental (DEC), publicado el 27 de octubre de 2022: invitando a todos a la gran tienda de la Iglesia; transformando a la Iglesia en una Iglesia Sinodal; y desalojando al catolicismo real.

Invitando a todos a la «gran tienda» de la Iglesia.

A lo largo del DEC, leemos acerca de la necesidad de incluir a toda la humanidad dentro de la Iglesia:

“Todos están llamados a participar en este viaje, nadie está excluido.” (Párrafo 103)

“La sinodalidad es una llamada de Dios a caminar juntos con toda la familia humana.” (Párrafo 43)

“Así es como muchas síntesis imaginan a la Iglesia: una morada espaciosa, pero no homogénea, capaz de cobijar a todos, pero abierta, que deja entrar y salir (cf. Jn 10,9), y que avanza hacia el abrazo con el Padre y con todos los demás miembros de la humanidad.” (Párrafo 27)

“La visión de una Iglesia capaz de una inclusión radical, una pertenencia compartida y una profunda hospitalidad según las enseñanzas de Jesús está en el centro del proceso sinodal.” (Párrafo 31)

Para alcanzar esta “inclusión radical” de toda la humanidad, el sínodo desarrolla la idea de ensanchar la tienda de la Iglesia:

“Es a un pueblo que vive la experiencia del exilio a quien el profeta dirige palabras que nos ayudan hoy a centrarnos en lo que el Señor nos llama a través de la experiencia de una sinodalidad vivida: «Ensancha el espacio de tu tienda, extiende los toldos de tu morada, no los restrinjas, alarga tus cuerdas, refuerza tus estacas» (Is 54,2)).” (Párrafo 25)

Algo de este “ensanchamiento de la tienda” ha sido explicitado en cierta medida desde el Vaticano II, comenzando con la aceptación de todos los cristianos y, luego, en el diálogo con religiones no cristianas. La reunión de oración de Juan Pablo II en Asís, y otras reuniones similares patrocinadas por Benedicto XVI y Francisco, representaron este espíritu durante décadas.

El Sínodo de la Sinodalidad busca ensanchar la tienda aún más, tanto al abrazar a “toda la humanidad” como al recibir explícitamente a aquellos cuyos pecados los dejaron siempre fuera de la Iglesia. Por eso tenemos las siguientes declaraciones en el DEC:

“Entre los que piden un diálogo más incisivo y un espacio más acogedor encontramos a quienes, por diversas razones, sienten una tensión entre la pertenencia a la Iglesia y sus propias relaciones afectivas, como, por ejemplo: los divorciados vueltos a casar, los padres y madres solteros, las personas que viven en un matrimonio polígamo, las personas LGBTQ… Por otra parte, los que han dejado el ministerio ordenado para casarse también piden mayor acogida y apertura al diálogo.” (Párrafo 39)

“Muchas síntesis también dan voz al dolor que experimentan los divorciados vueltos a casar por no poder acceder a los sacramentos, así como los que han contraído un matrimonio polígamo.” (Párrafo 94)

En sus esfuerzos por amar a los pecados, el sínodo de Francisco odia a los pecadores, al decirles que son bienvenidos sin arrepentirse. Para concretar esta bienvenida, el sínodo necesita ensanchar la tienda para admitir no solo a ciertas personas sino también a sus situaciones irregulares y su negativa a aceptar las enseñanzas de la Iglesia. Finalmente, el pecador siente un falso sentido de inclusión; los globalistas se acercan a su religión mundial; y Satanás se regocija ante la pérdida de almas y la grave ofensa a Dios.

Transformando a la Iglesia en la Iglesia Sinodal. El concepto de “ensanchar la tienda” insinúa necesariamente que en la actualidad la “tienda” no admite a ciertas personas y sus creencias anticatólicas. El sínodo intenta ensanchar la tienda de varias maneras, y todas ellas implican un ataque a lo que la Iglesia siempre ha sido y debe seguir siendo. El DEC reconoce que este ataque conduce a cierto tipo de muerte:

“Ensanchar la tienda requiere acoger a otros en ella, dando cabida a su diversidad. Implica, por tanto, la disposición a morir a sí mismo por amor, encontrándose en y a través de la relación con Cristo y con el prójimo.” (Párrafo 28)

Por lo general, los escritores santos hablan de la necesidad de morir a sí mismo para dejar que Cristo viva en nosotros, pero este no es el sentido que recogemos del sínodo. Aquí, el sínodo quiere hacernos “morir a sí mismo” para admitir la “diversidad” no católica de los demás. Debemos dejar de ser católicos porque eso disuade a otros de entrar a la tienda. Esto es verdaderamente diabólico.

Entre los aspectos específicos de la reestructuración, encontramos el mayor rol de la mujer en el ministerio, un rol más reducido de los sacerdotes, la aceptación de diversas expresiones litúrgicas, y la reforma de la ley canónica. Pero el cambio más impactante es transformar a la Iglesia en una “Iglesia sinodal”:

“El DEC sólo será comprensible y útil si se lee con los ojos del discípulo, que lo reconoce como el testimonio de un camino de conversión hacia una Iglesia sinodal que, a partir de la escucha, aprende a renovar su misión evangelizadora a la luz de los signos de los tiempos, para seguir ofreciendo a la humanidad un modo de ser y de vivir en el que todos puedan sentirse incluidos y protagonistas. En este camino, la Palabra de Dios es una lámpara para nuestros pasos, que ofrece la luz con la que releer, interpretar y expresar la experiencia vivida.” (Párrafo 13)

“Si la Iglesia no es sinodal, nadie puede sentirse realmente en casa.” (Párrafo 24)

“A través de estas voces, percibimos «el sueño divino de una Iglesia global y sinodal que vive la unidad en la diversidad. Dios está preparando algo nuevo y debemos colaborar»” (Párrafo 29)

¿Por qué Satanás y los globalistas necesitan una Iglesia sinodal? Tal como lo afirma el DEC, la Iglesia sinodal es necesaria para superar la hostilidad de los fieles católicos a la diversidad anticatólica:

“Como ya se ha subrayado en varias ocasiones, una Iglesia sinodal debe abordar en primer lugar las numerosas tensiones que surgen del encuentro entre las diversidades. Por eso, una espiritualidad sinodal sólo puede ser una espiritualidad que acoge las diferencias, promueve la armonía y saca de las tensiones la energía necesaria para avanzar en el camino.” (Párrafo 85)

“Una Iglesia sinodal se construye en torno a la diversidad, y el encuentro entre diferentes tradiciones espirituales puede representar una “escuela” de formación, en la medida en que es capaz de promover la comunión y la armonía, contribuyendo a superar las polarizaciones que viven muchas Iglesias.” (Párrafo 87)

Una Iglesia sinodal reúne a todos y los “escucha”. Si la Iglesia sinodal reúne a suficientes personas, eventualmente Satanás y sus globalistas escucharán algo que sirva a sus fines. La Iglesia sinodal entonces designará a aquello como el sensus fidei, el cual dirán está guiado por el Espíritu Santo — aquí, el DEC describe su propio sentido teológico de esa manera:

“Incluye el precioso tesoro teológico contenido en el relato de una experiencia: la de haber escuchado la voz del Espíritu por parte del Pueblo de Dios, permitiendo que surja su sensus fidei.” (Párrafo 8)

Satanás y los demonios deben encontrar extremadamente gracioso que describan al documento como “precioso tesoro teológico.” Naturalmente, Satanás y los globalistas harán todo lo posible para que el sínodo continúe hasta que no quede nada por destruir.” Tal como describe útilmente el DEC, este proceso comenzó con el Vaticano II y continúa indefinidamente:

“Al mismo tiempo, caminar juntos como Pueblo de Dios requiere que reconozcamos la necesidad de una conversión continua, individual y comunitaria. En el plano institucional y pastoral, esta conversión se traduce en una reforma igualmente permanente de la Iglesia, de sus estructuras y de su estilo, siguiendo las huellas del impulso al aggiornamento continuo, legado precioso que nos ha dejado el Concilio Vaticano II, al que estamos llamados a mirar mientras celebramos su 60º aniversario.” (Párrafo 101)

De este modo, queda más claro cómo los masones entendieron en 1968 hacia dónde se dirigía la Iglesia — ellos estaban conduciendo el proceso del Vaticano II, y su influencia persiste hasta hoy. El hecho de que hoy pueden llevar a cabo sus objetivos abiertamente bajo el título de un sínodo de varios años es espantoso — cada día que persiste aumenta el insulto a Dios y el peligro para las almas.

Desalojando al Catolicismo Real. Si tomáramos seriamente la idea del sínodo sobre la “inclusión radical” de todas las personas, podríamos pensar que los católicos tradicionales son admitidos en la Iglesia sinodal. El problema está, por supuesto, en que los católicos tradicionales creen en lo que la Iglesia siempre ha enseñado y, por lo tanto, saben que la Iglesia no puede hacer ninguna de las cosas propuestas por el sínodo. Como tal, el sínodo debe desalojar de la gran tienda al catolicismo.

El sínodo deja esto en claro en varias maneras. Mientras aboga por la aceptación de diversas preferencias litúrgicas (tal como esperábamos), no parece muy cordial hacia quienes celebran y asisten a la misa tridentina:

“La gente se queja de las restricciones en el uso del misal de 1962; muchos consideran que las diferencias sobre la forma de celebrar la liturgia llegan a veces al nivel de la animosidad. Las personas de ambos bandos dicen sentirse juzgadas por quienes tienen una opinión diferente. La Eucaristía, sacramento de la unidad en el amor en Cristo, no puede convertirse en motivo de enfrentamiento ideológico, ruptura o división. Además, existen elementos de tensión propios del ámbito ecuménico, con un impacto directo en la vida de muchas Iglesias, como, por ejemplo, compartir la Eucaristía. Por último, hay problemas relacionados con las modalidades de inculturación de la fe y el diálogo interreligioso, que también afectan a las formas de la celebración y la oración.” (Párrafo 92)

El DEC identifica cierta tensión en cuanto a la liturgia, pero luego la resuelve regañando (en lugar de escuchando) a los apegados a la misa tridentina. La razón es evidente: quienes adoran a Dios según la misa tridentina se oponen generalmente a los métodos sacrílegos de la Iglesia sinodal, tales como el falso ecumenismo y la comunión para los que están en pecado mortal.

El sínodo hizo esto aún más explícito en el “documento preparatorio” de 2021, en el que describió a los diversos actores involucrados en el camino sinodal:

“En su estructura fundamental, una escena originaria aparece como una constante del modo en que Jesús se revela a lo largo de todo el Evangelio, anunciando la llegada del Reino de Dios. Los actores en juego son esencialmente tres (más uno). El primero, naturalmente, es Jesús, el protagonista absoluto que toma la iniciativa, sembrando las palabras y los signos de la llegada del Reino sin hacer «acepción de personas» (cf. Hch 10,34).”

Luego de identificar a los primeros tres actores — Jesús, el pueblo, y los apóstoles — el documento preparatorio sinodal identifica al “más uno”:

“Además existe otro actor “que se agrega”, el antagonista, que introduce en la escena la separación diabólica de los otros tres. Ante la desconcertante perspectiva de la cruz, hay discípulos que se alejan y gente que cambia de humor. La insidia que divide – y por lo tanto contrasta un camino común – se manifiesta indiferentemente en las formas del rigorismo religioso, de la intimación moral que se presenta más exigente que la de Jesús, y de la seducción de una sabiduría política mundana que pretende ser más eficaz que el discernimiento de espíritus. Para eludir los engaños del “cuarto actor” es necesaria una conversión continua.”

Quienes han escuchado a Francisco a lo largo de los últimos años, saben que los católicos tradicionales son este “otro actor” divisivo, rígido, de cuyos engaños hay que escapar. Si seguimos lo que la Iglesia enseñó siempre, somos los “antagonistas,” ocasionando una “separación diabólica” de los demás actores.

El sínodo invita a toda la humanidad a la “gran tienda” de la Iglesia sinodal, pero la sinodalidad requiere que quienes crean en lo que la Iglesia ha enseñado siempre sean marginados, insultados y, por último, desalojados. A decir verdad, la Iglesia sinodal no puede escuchar la voz de Satanás y de los globalistas si los católicos están hablando siempre de lo que Jesús en verdad enseñó — por eso la Iglesia sinodal mueve la tienda a donde los verdaderos católicos no pueden ir y donde no puedan ser escuchados.

Jesús nos advirtió acerca del ancho camino sinodal:“Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición y muchos son los que entran por él.” (Mateo 7:13)

A través del sínodo de Francisco, Satanás y los globalistas buscan empujar a todos los católicos a través de la puerta ancha que conduce a la perdición. Que Dios conceda al resto de los obispos fieles del mundo la gracia de ser buenos pastores, asegurando que ningún católico siga el camino sinodal al infierno. ¡Santísima Virgen María, destructora de todas las herejías, ruega por nosotros!

Robert Morrison

Artículo original. Traducido por Marilina Manteiga