¿Cuál es el principal problema de los cristianos corrientes? Me refiero a los de Misa dominical o incluso diaria, los de buena intención, los que hacemos lo posible por vivir en gracia y nos confesamos regularmente, rezamos el rosario y nos esforzamos por convertirnos en cuaresma o abrir el corazón en adviento. Problemas tenemos muchos, claro, como todo el mundo, pero ¿cuál es el principal, el que siempre está presente, como una piedra molesta e irritante en el zapato de la que no nos podemos librar?
Creo que, si lo pensamos un poco, no hay duda de que ese problema es generalmente la rutina y la tibieza. Para el cristiano, los pecados se solucionan confesándose, pero ¿y esa mediocridad de la que no podemos salir? ¿Para eso nos redimió Cristo en la cruz, para que viviéramos más o menos como los demás hombres, sin grandes vicios, pero también sin grandes virtudes? ¿Para que fuéramos tirando por la vida? ¿Acaso no estamos llamados a ser santos? ¿Por qué nos confesamos una y otra vez, año tras año, de lo mismo y parece que no avanzamos nada? ¿Por qué pasan cuaresmas y cuaresmas y no nos convertimos?
Esto nos lleva al problema real, que no es la tibieza en sí misma, sino algo más profundo: ¿de dónde viene esa tibieza? ¿Por qué nos domina? ¿Por qué estamos tan esclavizados por ella que no podemos liberarnos? ¿Es que no tiene remedio y solo un puñadito de santos estaba llamado a salir de la mediocridad? ¿Y nosotros?
Para encontrar la respuesta, propongo que acudamos a uno de los maestros de la vida espiritual que tiene la Iglesia en su Tradición: Fray Cayetano María de Bérgamo. Se trata de un capuchino italiano, que vivió a caballo entre los siglos XVII y XVIII y que fue uno de los grandes predicadores de su época. He leído recientemente un libro suyo en el que se habla del tema que nos ocupa y me ha gustado tanto que he pensado: estoy tiene que leerlo mucha más gente y, en particular, los lectores del blog. Así que lo he traducido y acaba de ser publicado por la Editorial Vita Brevis: La humildad del corazón.
Como sospecharán los lectores por el título del libro, Fray Cayetano explica que vivimos en la tibieza porque nos falta la humildad del corazón. Es decir, el problema está en la gran soberbia oculta que hay en nuestro interior. Somos soberbios y no sabemos que lo somos. Puede que digamos que ya lo sabíamos, pero estamos hablando de boquilla. Esa soberbia, como un iceberg, es enorme y nosotros creemos que no es más que un problemilla, es una herida por la que nos desangramos mientras pensamos que solo tenemos un pequeño arañazo.
De ahí vienen nuestras dificultades. Dios está deseando darnos la gracia de la santidad y liberarnos de la tibieza que nos domina, pero lo cierto es que no podemos recibir esa gracia, porque la gracia solo actúa en los humildes. La soberbia, por definición, rechaza la gracia, no la soporta ni puede acogerla y estamos enfangados y atascados en el barro de la soberbia, que forma en nuestras vidas el pantano de la mediocridad.
En el libro, con una grandísima paciencia y poco a poco, Fray Cayetano nos enseña a desear, amar, pedir y buscar la santa humildad de Cristo, mostrándonos la necesidad que tenemos de ella, el gran tesoro que es y los bienes que lleva consigo. A fin de cuentas, sin la humildad ninguna virtud puede subsistir mucho tiempo, mientras que, si tenemos humildad, Dios nos irá dando todas las virtudes. Como se nos recuerda desde la primera página, en el cielo hay santos de muchos tipos y que vivieron de formas muy diferentes, pero no hay nadie que no haya sido humilde.
Además de eso, en el libro se nos va descubriendo la soberbia escondida que tenemos dentro. No es agradable, lo confieso, encontrar soberbia por todas partes en el alma, incluidos los rincones más insospechados. Al arrojar luz sobre esos rincones es cuando se puede ver la suciedad de años y años de descuido que hay en ellos. Un descubrimiento duro, pero muy muy necesario. Del mismo modo que sin la humildad las demás virtudes no duran mucho, todos los pecados están mezclados con soberbia. Por ello, al final del libro se incluyen varios capítulos prácticos dedicados en concreto a cómo hacer examen de conciencia sobre la humildad para con Dios, para con el prójimo y para con nosotros mismos.
El libro es sencillo y claro, como si estuviera escrito para torpes, que, en cierto modo y si reconocemos la verdad, es lo que somos. Además, está cuajado de frases de la Escritura, que forman el entramado de todo lo que se dice y que claramente provienen de años de meditación del autor. También abundan las enseñanzas de los padres de la Iglesia y los grandes teólogos católicos, desde San Agustín hasta Santo Tomás, San Juan Crisóstomo, San Gregorio Magno y muchos otros.
Me permito decir que es un libro especialmente apropiado para leer en Cuaresma, ya que va al centro de la cuestión de por qué no nos convertimos. En fin, se trata de un libro magnífico, para leer, meditar, poner en práctica y releer muchas veces a lo largo de la vida. No se lo pierdan.
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El libro se puede comprar, al económico precio de 9,99 euros en papel y 3,99 euros en formato electrónico, en la Editorial Vita Brevis, Amazon.es, Amazon.com, Amazon.mx, Apple ibooks, Barnes&Noble, Kobo, etc.
Bruno Moreno