Homilía predicada el 22 de noviembre de 1986
(Festividad de Santa Cecilia)
Texto evangélico: Lc. 20:27-40
Se le acercaron algunos de los saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito que si el hermano de uno muere dejando mujer, y éste no tiene hijos, su hermano la tomará por mujer y dará descendencia al hermano. Eran, pues, siete hermanos. El primero tomó mujer y murió sin hijos; lo mismo el siguiente; también el tercero la tomó por mujer y del mismo modo los siete murieron sin dejar hijos. Por fin, murió también la mujer. Ahora bien, en la resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa esa mujer?, porque los siete la tuvieron como esposa. Jesús les dijo: "Los hijos de este mundo toman mujer o marido, pero los que son dignos de tener parte en el otro mundo y en la resurrección de los muertos, no tomarán marido ni mujer, ni tampoco podrán ya morir, pues son como ángeles e hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Mas que los muertos resucitan, también Moisés lo da a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor: "Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob". Pues no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven". Entonces unos escribas le dijeron: "Maestro, bien has dicho". Y ya no se atrevían a preguntar más.
Duración 17:53 minutos