La irracionalidad de tantas decisiones del papa Francisco no sólo está en la selección de cardenales, tanto los promovidos como los excluidos, como dejó al descubierto entre serio y burlesco el 31 de agosto el arzobispo de Milán, monseñor Mario Delpini, en su inolvidable elogio (a las 2h 14′ 20” de la grabación en vídeo) del obispo de la pequeña diócesis de Como, monseñor Oscar Cantoni, revestido con vestimenta púrpura a diferencia de él.
La irracionalidad parece haber contagiado también a los institutos vaticanos más afines a Jorge Mario Bergoglio, entre ellos la Pontificia Academia para la Vida presidida por monseñor Vincenzo Paglia, de 77 años, figura destacada de la Comunidad de San Egidio.
Este es, al menos, el severo juicio sobre el último producto teológico de la Academia realizado por dos estudiosos de primer orden, el cardenal Gerhard L. Müller, ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y el profesor Stephan Kampowski, catedrático de Antropología Filosófica en el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia.
Cae bajo su crítica el volumen Etica teologica della vita. Scrittura, tradizione, sfide pratiche [Ética teológica de la vida. Escritura, tradición, desafíos prácticos], editado por Paglia y publicado este verano por la Libreria Editrice Vaticana, texto que recoge las actas de un seminario de la Academia y propone “una revolución en la moral católica” que subvierte la enseñanza de la encíclica “Humanae vitae” de Pablo VI, que definió la anticoncepción artificial como moralmente ilícita.
Pero hasta aquí no hay nada nuevo. Ya después de su publicación en 1968, la “Humanae vitae” fue contestada y rechazada no sólo por legiones de teólogos, sino por conferencias episcopales enteras.
La novedad, sin embargo, estaría -en opinión de Müller y Kampowski- precisamente en la irracionalidad de la tesis sostenida hoy por la Pontificia Academia para la Vida, que declara estar de acuerdo con la enseñanza de la “Humanae vitae” y al mismo tiempo afirma lo contrario, es decir, que la anticoncepción artificial puede ser moralmente lícita, porque ésta sería, más allá de la letra, “la intención más profunda” de la encíclica de Pablo VI.
No está claro si el papa Francisco comparte esta opinión o no. Pero permite que sea apoyada por una importante institución de la Santa Sede, y sus menciones sobre el tema no están exentas de ambigüedad.
Es cierto que siempre ha dicho que admira a Pablo VI más que a cualquier otro Papa del último siglo. Pero en una de sus primeras y amplias entrevistas, en el “Corriere della Sera” del 5 de marzo de 2014, al ser preguntado por la “Humanae vitae”, respondió que “todo depende de cómo se interprete”, ya que “no se trata de cambiar la doctrina, sino de profundizar y hacer que la pastoral tenga en cuenta las situaciones”.
Además, el Papa Francisco utiliza con mucha frecuencia, en apoyo de los cambios que él auspicia -la última vez recientemente en la conversación con los jesuitas de Canadá publicada por “La Civiltà Cattolica”- el antiguo dicho de San Vicente de Lérins, según el cual el dogma “progresa, se consolida con los años, se desarrolla con el tiempo, se profundiza con la edad”.
En síntesis, ya hay quienes en la Iglesia calculan que el Sínodo promovido por el Papa sobre la sinodalidad -abierto como está a las más variadas y temerarias propuestas de innovación- podría tener también entre sus resultados la superación de la doctrina de la “Humanae vitae”.
Pero volvamos al ensayo del cardenal Müller y del profesor Kampowski. Es extenso y bien argumentado, con abundantes notas, y puede leerse completo, por primera vez en italiano, en esta otra página de Settimo Cielo:
Mientras que en inglés ya está en red desde el 27 de agosto en el sitio web estadounidense “First Things”:
Lo que sigue es su brevísimo “íncipit”, que termina precisamente denunciando la irracionalidad de la tesis sostenida por la Academia Pontificia para la Vida, consistente justamente en “afirmar lo contrario de la enseñanza, sosteniendo al mismo tiempo que está de acuerdo con ella”. Todo lo opuesto al principio aristotélico de no contradicción.
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IR MÁS ALLÁ DE LA OBSERVANCIA LITERAL DE LA LEY
La Academia Pontificia para la Vida desafía las enseñanzas de “Humanae vitae” y de “Donum vitae”
por Gerhard Müller y Stephan Kampowski
En su reciente publicación “Ética teológica de la vida. Escritura, Tradición, Desafíos Prácticos”, la Academia Pontificia para la Vida propone una revolución de la moral sexual católica, sugiriendo que, en presencia de actitudes correctas por parte de los cónyuges, la práctica de la anticoncepción y la procreación artificial homóloga pueden ser moralmente lícitas, contradiciendo así directamente el Magisterio de la Iglesia, tal como se encuentra, por ejemplo, en la encíclica “Humanae vitae” del papa Pablo VI (1968), en la encíclica “Evangelium vitae” del papa Juan Pablo II (1995), y en las instrucciones “Donum vitae” (1987) y “Dignitatis personae” (2008) de la Congregación para la Doctrina de la Fe. La revolución afecta tanto al contenido como a la forma de argumentar.
A continuación, ofreceremos un análisis crítico de la sección del libro que contiene estas afirmaciones. Es necesario un análisis cuidadoso porque el dictado del texto es sutil y no se limita simplemente a decir que la “Humanae vitae” (como documento básico del magisterio sobre la anticoncepción) o la “Donum vitae” (como documento básico del magisterio sobre las técnicas de procreación médicamente asistida) son erróneas. De hecho, al proponer la posible licitud moral de la anticoncepción y la procreación artificial, los autores sostienen que no van en contra, sino simplemente más allá de la letra de los documentos anteriores de la Iglesia, llevando a su cumplimiento las intenciones más profundas de estos textos magisteriales. Esto es una novedad. En el pasado, los que no estaban de acuerdo con la enseñanza de la “Humanae vitae” o de la “Donum vitae” se limitaban a decir que no estaban de acuerdo y a dar sus razones. El nuevo enfoque adoptado por el texto de la Academia Pontificia para la Vida consiste, en cambio, en afirmar lo contrario de la enseñanza, al mismo tiempo sosteniendo que está de acuerdo con ella. [...]
Sandro Magister