Monseñor Athanasius Schneider, obispo auxiliar de Astaná (Kazajistán), habla en esta entrevista con InfoVaticana sobre dos temas de máxima actualidad.
Por un lado, la visita del Santo Padre a Kazajistán, para visitar a los católicos del país y participar en el Congreso mundial de líderes religiosos. Además, en esta entrevista Monseñor Schneider, opina sobre la grave crisis que atraviesa la Iglesia en Alemania.
P- ¿Cómo recibe la Iglesia de Kazajistán esta visita del Papa?
R-La Iglesia de Kazajistán recibe con alegría la visita del papa. Porque somos un rebaño pequeño, menos del 1% de la población de Kazajistán. La mayoría son musulmanes y hay también una fuerte presencia rusos ortodoxos, cristianos. Así que estamos en la periferia y el papa es para nosotros el sucesor de Pedro y el vicario de Cristo, el signo visible de la unidad de la iglesia. Y por eso los católicos se animan cuando el papa viene a su país. La gente pobre siente un profundo respeto hacia el cargo del papa.
P- ¿En qué situación se encuentra actualmente la Iglesia católica en el país?
R-La Iglesia católica es minoritaria y vive entre la mayoría de la población musulmana local y con una fuerte presencia de rusos ortodoxos, que viven aquí ya desde hace algunos siglos, desde la época de los zares y luego la época comunista. Pero vivimos en paz con nuestros hermanos, los rusos ortodoxos y también con nuestros conciudadanos, el pueblo musulmán. El gobierno está promoviendo una política de paz y armonía entre los diferentes grupos étnicos y los diferentes grupos religiosos y esto nos ayuda a tener respeto mutuo. Así que tenemos reuniones frecuentes con diferentes representantes de las religiones. No hacemos nada de sincretismo, sino que simplemente nos reunimos y hablamos de cuestiones sociales de su vida social, de cómo mejorarla y de conocernos mutuamente.
Y estamos en la Iglesia católica de Kazajistán, la herencia de los mártires y confesores durante los tiempos comunistas. Así que tenemos este privilegio de ser los herederos de esta iglesia mártir clandestina durante los tiempos comunistas. Y esto es también una tarea para nosotros, una obligación de continuar con esta herencia, con la seriedad de la fe católica, especialmente con el amor y la reverencia por la Santa Eucaristía. Por eso, en todo Kazajistán la Eucaristía se recibe de forma totalmente conveniente, solo de rodillas y en la lengua. Así que guardamos este tesoro de la reverencia de la Eucaristía.
En casi todas las parroquias tenemos todos los días la exposición del Santísimo Sacramento, la Adoración en la catedral de la capital, Nursultan, desde hace más de 20 años y adoración perpetua, 24 horas del Santísimo Sacramento y también apreciamos y amamos mucho el Santo Rosario. Tenemos grupos del Rosario Viviente en las parroquias y ambos, la Eucaristía y el Rosario, fueron las dos columnas durante el tiempo de la persecución. Y queremos transmitirlo al futuro.
P- ¿Tendrán oportunidad los obispos de Kazajistán de reunirse con el Santo Padre?
R-Los obispos de Kazajstán tuvieron hace tres años la visita ad limina en Roma, y por eso tuvieron un encuentro personal y largo y una reunión cordial con el papa. Y por eso supongo que antes pudo conocer un poco más en detalle la situación de la Iglesia católica en Kazajistán. Y ahora viene.
P- Recientemente la asamblea sinodal alemana aprobó pedir al Papa la ordenación de mujeres y cambiar la doctrina sobre la homosexualidad, ¿qué opinión le merece?
R-Es evidente que nadie en la Iglesia, ni un papa, ni un pecador, puede cambiar la doctrina divina revelada del sacramento de la ordenación, que por institución divina está restringida al sexo masculino y no hay otro que tenga poder para cambiar esto. Y también la doctrina de la maldad intrínseca de los actos homosexuales, que es una doctrina revelada divinamente por Dios y también revelada en la ley natural y en la razón humana y el sentido común. Y por lo tanto nadie puede cambiar esto.
P- ¿Cree que la mayoría de obispos alemanes han iniciado un cisma en la Iglesia?
R-La mayoría de los obispos alemanes que aprobaron toxinas que son evidentemente contrarias a la revelación divina en lo que respecta al sacramento del orden y la homosexualidad, están, con esto, distanciandose de la fe católica y revelándose como herejes por esta vía. Pero siguen siendo oficialmente obispos, por supuesto, no están en un cisma oficial. Y ahora correspondería al papa declararlo, primero para amonestarlos, para que renuncien a estos errores, y para llamarlos de nuevo a la fe católica. Así que todo depende ahora del papa.
P- A pesar de todos los mensajes heréticos de los obispos alemanes, ¿por qué el papa Francisco no actúa para cortarlo de raíz?
R-Tenemos que pedirle al papa, con reverencia e insistencia, que vuelva a pronunciar una doctrina clara para confirmar a toda la Iglesia y también a los católicos alemanes y a los obispos en minoría en Alemania que no aprobaron la doctrina herética sobre la ordenación femenina sacramental y la legitimidad de los actos homosexuales. Así que el papa debe pronunciarse. Debemos pedirle que lo haga por el bien, por la salvación de las almas y por la unidad de toda la Iglesia. Esta es su primera tarea.
P- ¿Cuál cree usted que es la causa por la que estas ideas protestantes se han ido metiendo dentro de la Iglesia católica en las esferas más altas?
R-La difusión de las ideas protestantes, y aún peor que las ideas protestantes, las ideas heréticas contra la revelación divina, sobre la ley moral, contra la ley moral natural, ya se está extendiendo desde hace décadas en la Iglesia. Y desgraciadamente fue una falta de atención de la Santa Sede en el nombramiento de obispos y cardenales que desgraciadamente, en nuestros días están difundiendo doctrinas heréticas abiertamente, sin ser castigados. Y por lo tanto, cuando no son castigados, continúan.
Y así, a mi parecer, es que desde hace décadas la descuidada selección de candidatos a obispos es una de las causas, y luego la descuidada falta de vigilancia en las facultades de teología, en los seminarios donde ya desde hace décadas, décadas, en tantos países, se están enseñando abiertamente herejías, o doctrinas que son contrarias a la tradición constante e inmutable de la Iglesia. Así que tenemos que implorar al Señor que, como en tiempos difíciles de la Iglesia, sería un comienzo de nuevo, una purificación, una renovación en la parte superior, en los obispos hasta el sacerdote, a los fieles.
Esperamos e invocamos que Dios nos vuelva a dar pastores de la Iglesia fuertes, valientes, claros y con mentalidad apostólica.
Javier Arias