Hoy se conoció un breve rescriptum ex audiencia Sanctissimi. Este tipo de documento es una decisión del Romano Pontífice comunicada de viva voz a algún eclesiástico de la curia romana recibido en audiencia, que después deja constancia por escrito de esa resolución oral (el llamado oraculum vivae vocis), de manera que se considera válida a efectos de prueba y es eficaz también ante terceros. En pocas palabras, el documento de menor jerarquía dentro del complejo arsenal del que dispone el Romano Pontífice, y que puede ser modificado mañana mismo por él mismo o por quien lo suceda.
En este caso, la comunicación oral fue al cardenal Arthur Roche, prefecto del dicasterio del Culto Divino y en él no se hace más que repetir lo que ya había sido dicho en Traditionis custodes, aunque limitando aún más el poder de los obispos en cuanto a los lugares y las personas del clero que pueden celebrar la liturgia tradicional. Como dijimos en su momento en este blog y como se comentaba en todo el universo tradi y en los ambientes curiales, se sabía con certeza que se estaba preparando por parte de Roche, el arzobispo Viola y algún asesor de San Anselmo (¿Andrea Grillo?) un documento que, en forma de constitución apostólica, buscaba restringir de un modo brutal la celebración tradicional, ensañándose sobre todo con los llamados “institutos Ecclesia Dei”. También dijimos que ese documento podía estar listo y encuadernado, pero que otra cosa era ver si Francisco lo firmaba. Y lo que yo puedo hipotizar es que no lo firmó.
Mi reconstrucción es la siguiente: ayer, 20 de febrero, el cardenal Roche tuvo una audiencia con Francisco según lo informa la misma Santa Sede. Iba en busca de una constitución apostólica y salió con un rescripto. El Santo Padre le dijo que no firmará ningún nuevo documento restrictivo de la liturgia tradicional y le concedió un pequeño ajuste más a lo dispuesto por Traditionis custodes que cambiará poco y nada a lo ya legislado.
Acerquemos un poco más la lupa:
1. El rescriptum lo que hace es quitarle aún más poder a los obispos. La cuestión es cómo caerá un documento de este tipo entre los obispos, sean de la orientación que sean, pues la Curia romana se inmiscuye descaradamente en el gobierno de sus propias diócesis. Estimo que los podrá aún más furiosos de lo que ya están y que no todos obedecerán. ¿Qué poder de policía tendrá el dicasterio de Culto para hacer cumplir esta nueva prescripción? ¿Qué le harán al obispo que, por ejemplo, designa sin permiso de Roma una iglesia parroquial para celebrar la misa tradicional? ¿Le tirarán las orejas? Los obispos no quieren problemas con sus fieles, por lo que no obedecerán fácilmente a los caprichos de un menos que mediocre cardenal. Pasará lo mismo que pasaba cuando un obispo ponía problemas a los sacerdotes para celebrar la misa latina: las quejas llegaban a la comisión Ecclesia Dei, ésta llamaba al obispo y luego éste seguía haciendo lo que quería, y nadie le hacía, ni le podía hacer nada.
2. Sería muy extraño que, como algunos pueden pensar, dentro de un par de semanas —el 3 de abril se decía— apareciera finalmente el feroz documento y que el rescripto sea no más que un aperitivo. Bergoglio podrá ser muy modernista o lo que se quiera, pero es un buen político, y por eso mismo es impensable, en mi opinión, que esté sacando continuamente documentos restrictivos sobre un mismo tema. Eso sería un clarísimo signo de debilidad que él nunca se va a permitir, y mucho menos por un tema que no le interesa en absoluto, y muchísimo menos aún si quien se lo propone es Roche, a quien detesta, según dicen todos, y que no sería extraño que en cualquier momento terminara como primer arzobispo de la isla de Santa Helena.
3. En Roma, y en el mundo tradi, todos estaban a la espera de la sanguinaria constitución apostólica. Esto, por ejemplo, se había publicado hace apenas dos días. Y seguramente los ideólogos del dicasterio de Culto estarían exultantes esperando la muerte del mundo tradicionalista. Lo que ha ocurrido es, en lenguaje curial, una espantosa derrota y humillación de Roche. Ha quedado en evidencia su escaso poder, la total falta de confianza que el pontífice tiene en él y, consecuentemente, que es un hombre débil, casi un leproso al que pocos volverán siquiera la vista para saludar. Y, consecuentemente, que nunca más podrá restringir, mientras Francisco siga reinante en la iglesia católica, la liturgia tradicional. El pontífice no quiere más problemas gratuitos que le generan antipatías, motorizados por un grupo de chalados, que es lo que ocurrió con TC.
4. Se dice, y es probable que así sea, que este rescripto se orientaría a restringir al clero diocesano pero que el próximo documento se orientaría a los institutos Ecclesia Dei. Todo puede ser, pero sería muy raro que el mismo Papa que hace poco más de un año dio todas las libertades al más emblemático de estos institutos, la FSSP, ahora cambie totalmente de postura. No dudo que ese documento está escrito, corregido y con los cantos dorados. Pero sospecho que quedará en ese estado en el cajón del algún escritorio del dicasterio de Culto. Ningún político que se precie estaría levantando todo los meses una causa antipática para todos, menos para algunos modernistas trasnochados. Como dice Maquiavelo, maestro de Bergoglio, las leyes malas y antipáticas se aplican todas de una sola vez y no en cuotas.
Veremos si este análisis rápido y preliminar se confirma. Con el Papa Francisco nunca se sabe por dónde puede saltar la liebre, pero mi olfato me dice que las cosas son como las relato.
The Wanderer