Con ocasión del reciente escándalo de la actriz Ana Obregón, el PP se mostró «abierto a regular» la «gestación subrogada». Así, a golpe de titular y ritmo de agenda setting, vuelve a renegar categóricamente de los valores por los que muchos votantes antaño lo elegían. Es el puerto al que lo ha llevado el relativismo y la búsqueda de rentabilidad electoral por encima de cualquier principio o valor.
Bajo este eufemismo -«gestación subrogada»- el PP ha intentado tomar la delantera a la izquierda en un asunto que, podría pensarse, pronto sería aceptado en nuestra legislación, vista la actual deriva moral generalizada. Pero, en esta ocasión, su intento de mimetizarse con el PSOE en cuestiones morales le ha salido mal. Porque lo que se ha producido finalmente ha sido un distanciamiento de posturas en el que el PP ha quedado más identificado con la cultura de la muerte que el propio PSOE.
Así, si hace apenas unas semanas el PP se igualaba al PSOE respecto al aborto -pasando de considerarlo delito a convertirlo en derecho-, ahora, con su «apertura a regular» los vientres de alquiler demuestra mayor menosprecio de la dignidad humana que el propio PSOE y que Podemos.
Porque el PSOE se ha posicionado en contra. En su web institucional y en sus redes sociales puede leerse estos días un artículo titulado: Los cuerpos de las mujeres ni se compran ni se alquilan. Además, queriendo marcar territorio propio, el subtítulo añade: «Que ahora el PP se abra a regular los vientres de alquiler demuestra su hipocresía y oportunismo electoral«. Y la ministra de Justicia, Pilar Llop, habla de tipificar las adopciones de niños nacidos de «vientres de alquiler» como un «delito de trata». Ojalá realmente haga eso que dice.
Ya que en 2016 el PSOE firmó un acuerdo de investidura con C’s en el que se comprometía a impulsar la «maternidad subrogada» (¡!). Y es que el PSOE tiene también su propia dosis de hipocresía. Es el partido del encubrimiento de los abusos a menores tuteladas en Centros de Acogida de Baleares y Valencia, comunidades gobernadas por él; además de encontrarse en medio de un escándalo mayúsculo protagonizado por diputados nacionales suyos, consumidores VIP de cuerpos de mujeres. Entre otras cosas. Para colmo, el modus operandi que condena en Ana Obregón es posible gracias a la normativa que el mismo PSOE aprobó en 2010 cuando el finado Pedro Zerolo -activista lgtb- abría la puerta a que las parejas homosexuales pudieran registrar en España a los niños adquiridos en el extranjero nacidos en vientres de alquiler.
Por parte de Podemos, Irene Montero se apresuró a calificar la «gestación subrogada» como «violencia contra las mujeres», acusando a las empresas que se lucran con esta práctica de emplear estrategias de marketing con lenguaje mercantil mezcladas con argumentos emocionales. Y es que el Tribunal Supremo había censurado en 2022 que tales empresas puedan publicitarse libremente en España, apoyándose en convenios internacionales y disposiciones legales que declaran la nulidad de pleno derecho de la maternidad subrogada y proscriben su publicidad.
Mientras, IU y VOX mantienen la cabeza erguida sobre esta cuestión. Y Santiago Abascal destaca que la posición de VOX al respecto se mantiene inalterada: «Es clara y nítida: contraria a la gestación subrogada y a la mercantilización de la vida humana y del cuerpo de la mujer«.
Al final, al margen de los vaivenes de la política y de los juegos de imagen de algunos partidos, lo que queda es una sociedad que precisa mejorar sus leyes. Y lo que ha quedado patente con esta polémica es que existe la necesidad de facilitar una maternidad/paternidad que no esté reñida con la dignidad de los niños y de sus madres. Facilitar -no una especie de onanismo-adopcionista promovido comercialmente, sino- la adopción genuina.
Porque la adopción en España hoy es un proceso complejo y dilatado, que contrasta con los miles de niños sin familia. Y con los miles de matrimonios que albergan en su corazón nobles y sinceros deseos de adoptar a un niño, y ofrecen para ello el calor de sus familias. Hay por delante, por tanto, todo un camino por recorrer: «abrirse a regular» un proceso de adopción genuina más ágil y con mejores garantías.
Ojalá podamos verlo pronto. Sin duda tendrá muy buena acogida entre los votantes.