La inmediata reacción de Alberto Núñez Feijóo al posicionamiento del Tribunal Constitucional respecto al recurso a la ley del aborto de Rodríguez Zapatero es consecuente con la actuación que Rajoy mantuvo en este tema mientras gobernó este país. El razonamiento expuesto por el líder popular va directamente contra los propios actos de su partido si nos atenemos al contenido del recurso que el Partido Popular presentó.
Sus palabras reafirman la extraordinaria necesidad de la existencia de Vox para seguir luchando por los Derechos Humanos y recordando a la sociedad española que hay cosas que no pueden ser aceptadas con normalidad porque suponen la complicidad con el crimen y un verdadero suicidio para la sociedad que así actúa.
Feijóo afirma acertadamente que el aborto afecta a la mujer (madre) y a su pareja (padre), ¡un aplauso para ese recuerdo de la existencia del padre! Lamentablemente este asunto no concierne exclusivamente a una “pareja”. Hay un tercero, nasciturus, sin el que el debate no tendría sentido… No es una pareja, don Alberto, ¡es una terna! Y usted se olvida justamente de la víctima, del que muere.
Me resulta muy interesante y al mismo tiempo desconcertante la apelación que hace usted a la asunción que ha hecho la sociedad de la normalidad de esta ley.
La aceptación de lo inaceptable es sólo cuestión de dinero, de leyes y de tiempo
Es verdad que el propio efecto pedagógico de esta ley aprobada ya hace 13 años, el posicionamiento pro muerte de la mayor parte de los medios de comunicación social, el apoyo con abundante financiación pública de todas las instituciones mundialistas a la promoción del aborto, y el silencio de la mayor parte de los grupos sociales y políticos sobre este asunto han propiciado esa dulce y acrítica aceptación social de los cien mil asesinatos anuales… Pero no debe olvidar el presidente de los populares que en este momento una gran parte de la sociedad española ha asumido ya los indultos a los presos del Procés, los traslados masivos de los etarras a las cárceles del País Vasco, los cambios de nomenclatura de tantas y tantas calles en España puestas en recuerdo de dirigentes criminales de la izquierda y de la extrema izquierda y de los más que sectarios y radicales escritores y artistas.
Esta sociedad ha aceptado resignadamente el gobierno por Decreto Ley, la inacción del Tribunal Constitucional, el control político del Poder Judicial y la extinción de la separación de poderes, la exclusión del español en partes muy importantes de la geografía española. La aceptación de lo inaceptable, don Alberto, es sólo cuestión de dinero, de leyes y de tiempo. Hasta lo más execrable y aberrante puede ser asumido con naturalidad si dispones de esos instrumentos.
Y no debe olvidar Feijóo que los españoles aceptan con naturalidad que dos tipos con bigote adopten una niña o un niño de dos o tres años para satisfacer sus “ansias de paternidad”. Asumen con completa naturalidad que una persona pueda auto percibirse mujer por la mañana, hombre por la tarde y no se sabe qué por la noche. Y ya comienzan a asumir con toda paz, don Alberto, que un niño de 12 años pueda ser castrado porque así lo manifiesta el propio muchacho incluso contra la voluntad de sus padres.
Tantas cosas está dispuesta a asumir nuestra sociedad, señor Feijóo, adormilada, manipulada y engañada por los que influyen cada día en la formación de la opinión pública, que se le helaría a usted la sangre si supiera hasta dónde esa aceptación puede llegar.
Dice el diario
ABC que «Feijóo añadió que esta norma es un hecho en toda la Unión Europea, lo que, a su juicio, es un punto más a su favor”.
¡Ay, Europa! ¡La de los lobbies LGTB, la de las leyes de género! Asómese, don Alberto, a la historia de Europa o simplemente a la Alemania de 1933 y comprobará hasta qué punto se puede lograr democráticamente que resulte normal o natural cualquier aberración y cualquier crimen.
Ya hoy, en España, los seres humanos que van a nacer y que todavía crecen en el seno de sus mamás no tienen derecho alguno. El derecho a la vida, el más sagrado de los derechos, les ha sido vetado. Y no se debe olvidar que Dios perdona siempre, el hombre algunas veces, pero la naturaleza no perdona nunca.
Julio Ariza