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viernes, 24 de febrero de 2023

Memoria histórica, poder judicial, aborto… la adopción del PP de los postulados de la izquierda



Eran los tiempos en que el PP movilizaba a millones de españoles a manifestarse contra el matrimonio gay, el aborto o la memoria histórica. Rajoy lideraba la oposición y Zapatero promovía la nueva ingeniería social –actualizada dos décadas después con las versiones 2.0 de la coalición PSOE y Podemos– que los populares combatían en calles, parlamentos y tribunales.

Que el PP cuestionara toda la mercancía ideológica socialista fue una osadía para la prensa progresista, que llamó crispación a hacer oposición. Poco pareció importar a Rajoy, que no era, ni por asomo, cuestionado en su partido en el que ya militaban Borja Sémper, Feijoo o Soraya Sáenz de Santamaría, a los que no se recuerda rechistar por las banderas culturales que entonces izaba el PP.

Tampoco se escucharon quejas por los recursos ante el Constitucional contra el matrimonio homosexual, la presencia de Bildu en las instituciones y la ley del aborto. El tribunal –entonces presidido por Pascual Sala, de tendencia progresista– validó las dos primeras cuestiones (y eso que el Supremo avaló la ilegalización de Bildu) dejando el aborto para otro momento.

La prensa afín a Génova 13 apoyaba mayoritariamente a Rajoy. En realidad, nadie de los que hoy defienden la adaptación camaleónica del PP a los postulados de la izquierda abrió la boca. Arroparon a Mariano cuando hizo una cosa y la contraria. A eso, a estar siempre con el poder, le llaman línea editorial.

Más tarde la crisis económica azotó a España contribuyendo de manera notable a que el 20 de noviembre de 2011 Rajoy ganara las elecciones por mayoría absoluta. Lo hizo con 186 escaños, batiendo la que Aznar logró en el 2000. Era una oportunidad histórica para aplicar un programa electoral que incluía la derogación de la ley Aído, la memoria histórica, bajada de impuestos y la reforma de la ley del poder judicial, esto es, despolitizar la elección de jueces.

Con mayoría en el Constitucional favorable a Rajoy nada hacía presagiar que el recurso contra el aborto fuera archivado en un cajón. El tribunal no se pronunciaba pero el Gobierno del PP tampoco se atrevía a derogar la norma. Rajoy encontró dos coartadas: no había consenso con la izquierda y la economía era más urgente.

En cualquier caso, la cuestión del aborto erosionó al PP. Alberto Ruiz-Gallardón dimitió como ministro de Justicia porque el consejo de ministros tumbó su reforma por la presión de Sáenz de Santamaría. Además, una decena de parlamentarios y senadores reclamaron a la dirección del partido aplicar el programa de 2011, que decía así: «Cambiaremos el modelo de la actual regulación para reforzar la protección del derecho a la vida, así como de las menores». A pesar de la promesa, los diputados fueron purgados por la vicepresidenta y no repetirían en las listas en diciembre de 2015.

Los congresistas Eva Durán, Lourdes Méndez, José Eugenio Azpiroz y Antonio Gutiérrez Molina habían votado en contra de la modificación que el PP hizo de la ley Aído para que las menores sólo pudieran abortar con permiso paterno. Eso fue todo lo que Rajoy cambió de un texto que admitía el aborto libre hasta las 14 semanas.

Algunos llamaron díscolos a esos diputados que en realidad sólo pedían cumplir el programa y los estatutos del partido. Precisamente Cristina Cifuentes estuvo a punto de eliminar las referencias al humanismo cristiano durante el XVII Congreso de Sevilla en 2012. La entonces delegada del Gobierno en Madrid presentó una enmienda a la ponencia política que recogía en el punto 18 la voluntad de «tomar como referencia a nuestra tradición cristiana e ilustrada». En su lugar, Cifuentes proponía «humanismo occidental o europeo». Su intentona no fructificó, pero sólo formalmente. Si bien los estatutos no cambiaron, el PP sí lo hizo por la vía de los hechos, metáfora que explica su infinito viaje al centro.

En su primera legislatura, Rajoy también dejó en el tintero la bajada de impuestos (Montoro los subió incluso más de lo que proponía IU), la reforma de la ley del poder judicial y la batalla contra ETA y todo su entramado político. No en vano, el PP había salido a la calle junto a las víctimas del terrorismo para denunciar la negociación de Zapatero con la banda. Aquello se olvidó y Bolinaga, secuestrador de Ortega Lara, fue excarcelado como antes De Juana Chaos.

Lo mismo ocurre con la ley de memoria histórica, de la que Rajoy dijo estar «profundamente en contra» meses antes de las elecciones de 2011 y hoy sigue en vigor –y ha sido empeorada por el Gobierno de Sánchez–, incluso en comunidades donde gobierna el PP como Andalucía o Castilla y León hay normas similares. Pero no hay motivo para la zozobra: Feijoo ha prometido que la derogará –con estos antecedentes quién puede dudar de su palabra– junto a la ley trans, el aborto, la
 eutanasia, la ley Celaá y la del «sólo sí es sí».

Javier Torres

Aborto. Carta abierta al señor Feijóo (y II): El núcleo duro de los votantes provida del PP podrían sumar 3 millones de votos




Estimado señor Feijó y demás votantes del Partido Popular.

Hace unos días escribí otra carta manifestando la consternación que muchos votantes del PP tenían respecto a las declaraciones del Señor Feijó sobre la ley de plazos.

La respuesta de la dirección del partido, ha tranquilizado un poco pero no del todo.

Querría hacer referencia a dos expresiones que han salido en los medios y que no producen ninguna confianza: la primera es que el PP “reivindica su derecho a evolucionar” y la segunda es llamar “núcleo duro” a los votantes que se ponen nerviosos con las últimas declaraciones del presidente Feijóo y de su portavoz, Borja Sémper.

Respecto a la primera, me gustaría decir que no es ninguna evolución favorecer la muerte del no nacido. Evolución es facilitar las cosas para que ninguna mujer tenga que decidir acabar con la vida de su hijo. Esto supone poner muchos medios y cabeza para favorecer la natalidad. Además, en España no se puede hablar mucho de superpoblación; se habla más bien de la España vacía. En el centro del país y en Aragón tenemos cada vez más pueblos deshabitados.

Respecto al “núcleo duro”, que son nada menos que cuatro millones de habitantes, me gustaría decir que esas personas son las que cuando les cedes el paso en una puerta te sonríen y te dan las gracias, en el metro ceden el sitio cuando entra una persona de cierta edad, los fines de semana no pueden hacer planes demasiado sofisticados, porque hay que atender a los abuelos, y hacer planes con los hijos son su mayor tesoro. Y por último, no toman las calles sino que incluso -¡asómbrense!- rezan por sus gobernantes, para que cambien.

De esos cuatro millones, tres siguen votando, por ahora, al Partido Popular y un millón, junto con otra gente que no votaba a nadie, son los que forman el electorado de Vox.

No seamos ingenuos: esos “duros” que votan al PP son la representación del humanismo cristiano, que fue el origen de la Unión Europea.

Como decía un filósofo, Europa no se entiende sin el cristianismo y, si no existiera, habría que inventarlo.

José María Sagunto

Aborto. Carta abierta al señor Feijóo: ese podría haber sido mi hijo



Estimado señor Feijóo: me encantaría enviar esta carta a usted, con el respeto que le tengo, y como reflexión para todos los españoles.

La semana pasada me acosté francamente preocupado por sus últimas declaraciones respecto al aborto: es la primera vez que en el PP de forma institucional se declara, a través de su cabeza, partidario de esa barbaridad.

Desde las primeras elecciones, creo que en el 77, he votado siempre al PP, partido que estimo, donde caben muchos, de corte liberal y respetuoso con la tradición cristiana europea y defensor de una economía de mercado; respetuoso también con ayudar a los más vulnerables. La palabra libertad es importante en este partido, y bajo ella gobierna en Madrid Isabel Diaz Ayuso, a la que aprecio, al tiempo que valoro lo que hace por España.

Sin embargo, creo no equivocarme si digo, que muchos de sus votantes, no vemos el aborto como un tema secundario, sino como algo capital, que impediría votar a su partido, si tomara “de forma institucional” posición a favor de él. Considerar al aborto un derecho no debe de ser. Es una gran desgracia.

Sin usar eufemismos: hace muchos años, en este país salieron algunos carteles que decían: “si el aborto es interrupción del embarazo, el canibalismo es gastronomía” esto suena brutal, pero la comparación es muy real.

Un ovulo y un espermatozoide no son más que células. La unión de ambos, es el inicio de una vida. ¿Qué diferencia hay entre el embrión y un niño de quince años? Pues nada más que dejar pasar el tiempo y que se desarrolle, sin matarlo en tal desarrollo.

Un pensamiento: ¿qué diferencia hay entre destruir un embrión o matar a un crio de 1 año? Pues solo varía su edad, su tiempo de vida. Ahora bien, matar a un niño de un año lo veríamos cruel, a un embrión no porque lo vemos como una masa informe, pero no es así: es un futuro niño de un año: ojos que no ven, corazón que no siente. ¡No podemos cerrar los ojos a la realidad! Con esto no criminalizo a las madres, son quizá las más afectadas, pero… ¿un derecho?

Pero seamos realistas ¿Qué tiene el aborto, para que haya gente que lo defienda? Pues simplemente que hay más de cuatro millones de personas en el mundo que viven con desahogo gracias al aborto. Es el gran negocio cruel del siglo XX y XXI.

Por último, querría decir que no conozco a ninguna madre que, habiendo abortado, no haya sufrido un gran desasosiego. A los 5 años de un aborto, toda mujer, al ver a un niño de esa edad por la calle, piensa: mi hijo sería como este. ¿Pobres madres, verdad?. Y es que el instinto maternal en la mujer es de los más grandes y bonitos de este mundo. Todos nos sentimos queridos por nuestras madres.

Señores del Partido Popular: no apoyen un negocio tan oscuro como este, por favor, y entonces les seguiremos votando los más de cuatro millones de personas que lo hacemos y no queremos perder el espíritu y que tenemos un espíritu de humanismo cristiano... que fue la raíz que hizo posible la Unión Europea.

José María Sagunto