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sábado, 28 de diciembre de 2024

El Vaticano se «Luce» en un país multicolor: caricaturizar lo divino



¡Por dónde empezar con este desastre estilístico! A primera vista, esta mascota parece más adecuada para promocionar una línea de juguetes coleccionables que para representar la solemnidad de un Jubileo. Un evento que debería invitar a la reflexión espiritual, a la comunión con Dios y a la tradición, se ve empañado por una caricatura infantil que parece sacada de un videojuego móvil.

¿Dónde queda el respeto por la liturgia y la herencia religiosa? “Luce”, con sus ojos enormes y brillantes, su impermeable amarillo y su apariencia de dibujo animado, transmite cualquier cosa menos profundidad espiritual. Este intento de “modernizar” la imagen de la Iglesia demuestra un desconcertante alejamiento de sus raíces. ¿De verdad pensaron que un personaje estilo kawaii era la forma ideal de inspirar la peregrinación y el recogimiento?

Luce y sus amigos —Faith, Xin y Sky— son presentados como embajadores de los valores del Jubileo: esperanza, fe y resiliencia. Pero este cuarteto multicolor parece más un intento desesperado por acumular likes en Instagram que una invitación seria a la conversión. En lugar de elevar los corazones y las mentes hacia Dios, estas figuras parecen diseñadas para entretener, diluyendo el mensaje de la fe en el lenguaje vacío de la cultura pop.

Es inevitable preguntarse si quienes aprobaron esto entienden el peso histórico y teológico de un Jubileo. Convertir un evento de este calibre en un espectáculo marketinero trivializa su esencia. En lugar de animar a los fieles a profundizar en la fe, parece estar dirigido a ganar aplausos superficiales en convenciones de cómics o ferias comerciales.

La elección del diseñador, Simone Legno, conocido por su trabajo con marcas comerciales y su participación en iniciativas del «gay pride», solo añade leña al fuego. Aunque el Vaticano insiste en que Luce “resuena con los jóvenes”, uno no puede evitar preguntarse: ¿por qué no buscar un artista que entienda y respete profundamente la riqueza espiritual y la tradición de la Iglesia? ¿Por qué recurrir a un estilo más enfocado en vender camisetas que en inspirar conversiones?

Además, el detalle del rosario en colores del arcoíris, en el contexto actual, no es casual ni inocente. Aunque la Iglesia insiste en que representa la alianza con Dios, sabemos bien cómo este símbolo se ha cargado de significados que no siempre reflejan los valores del Evangelio. ¿Es ésta otra de esas “aperturas al diálogo” que, lejos de evangelizar, solo confunden?

Estamos ante una Iglesia de palabras huecas y altisonantes, que prefiere discursos llenos de “esperanza inclusiva”, “diálogo cultural” y “puentes con la modernidad”, mientras Cristo queda relegado a un segundo plano, si es que aparece. Se habla mucho de gilipolleces —como estas mascotas animadas— y muy poco de lo que realmente importa: la cruz, el sacrificio, el pecado, la redención.

Una Iglesia que no proclama a Cristo no tiene nada que ofrecer. Hablan de “esperanza” como si fuera un eslogan, pero olvidan que la esperanza cristiana está anclada en la resurrección, en la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. ¿Dónde está ese mensaje? No está en Luce ni en sus amigos, ni en los discursos del Dicasterio para la Evangelización que parecen más salidos de una agencia de relaciones públicas que de un organismo apostólico.

Lo que verdaderamente necesitamos no son caricaturas ni estrategias vacías para “conectar con los jóvenes”. Necesitamos una Iglesia que confronte al mundo con la verdad, que se atreva a decir lo que incomoda y que rechace estas tonterías de moda que solo alejan a las almas de lo que realmente salva.

El problema no es solo Luce; es lo que ella representa. Este tipo de iniciativas son síntomas de una Iglesia que parece más interesada en adaptarse al mundo que en transformarlo con el poder del Evangelio. En su afán por “dialogar” con la cultura moderna, corre el riesgo de perder de vista su misión esencial: proclamar la verdad de Cristo, sin adornos ni diluciones.

El Jubileo no necesita estrategias de marketing vacías ni personajes infantiles para ser relevante. Necesita líderes que comprendan la importancia de la dignidad, la solemnidad y la tradición. Porque cuando la Iglesia renuncia a su carácter contracultural, deja de ser luz para el mundo y se convierte en una sombra más de su espíritu secular.

Si esto es lo mejor que pueden ofrecer para el Jubileo, entonces es un reflejo preocupante de nuestra desconexión con lo esencial. Lo que los jóvenes necesitan no es una mascota, sino una Iglesia valiente que les hable de la cruz, del sacrificio, del pecado y de la vida eterna. En lugar de distraernos con dibujos animados, pongamos nuestros ojos en Cristo. Porque al final del día, no será un personaje estilo kawaii quien nos salve, sino el Salvador mismo.

¿Queréis conectar con los jóvenes? Habladles del Evangelio. ¿Queréis inspirarlos? Mostradles el ejemplo de los santos. Porque en el camino hacia la eternidad, la esperanza que no decepciona no tiene forma de caricatura, sino de fe vivida con radicalidad y amor.

Aurora Buendía