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miércoles, 22 de enero de 2025

El regreso de Constantino



Es difícil sacar conclusiones tan tempranas, pero parece que el poder está volviendo a los hombres que gobiernan, sin ir más lejos Trump y Putin, cocineros del futuro sandwich europeo. Entiéndase el poder político, corporizado en un gobernante “populista”, con objetivos políticos que hacen a la ejecución del bien del Estado nacional y la voluntad del que gobierna. Todos los anteriores políticos al uso han sido, más o menos, títeres de la banca, de los grupos de poder e interés, en definitiva de las élites que los eligen en un casting humillante. Biden empleado senil, Macron empleado atildado, Sánchez empleado destructor, Merkel empleada hipócrita-cristiana: todos pugnando por ganar el título de empleado del mes en la ejecución de las Agendas —género, inmigración, inclusión, Ucrania y para qué seguir— y controlados por los medios que dominaban la opinión pública. Los medios evangelizaban, los medios controlaban, los medios defenestraban. Atrás de ellos, por supuesto, las élites, la patronal.

Las cosas han cambiado, la irrupción de las redes ha tenido consecuencias realmente imprevisibles y la doxa popular se ha fragmentado alejándola del programa de las elites, que se han pasado de rosca con sus wokismos, sus maltusianismos y sus transhumanismos. Elon Musk hace poco, hablando con Jordan Peterson, describía al gobernador de California como una especie de Guasón creador del caos, legitimador de los robos inferiores a 1000 dólares, repartidor de kits para drogadictos, emperador de las calles repletas de los zombies del fentanilo y de los incendios inapagables, regidor de escuelas donde el porcentaje de niños ¨transexuales¨ llega a las dos cifras.

Los intentos de establecer censura en las redes (objetivo numero 1 de la Unión Europea) van fracasando, y recibieron el golpe mortal con la compra de Twitter que, según confesión del mismo Elon Musk tuvo por motivo el combate contra el ¨virus woke¨. Este virus, dicho sea de paso, que le arrebató un hijo y lo transexualizó, convirtiendo a Musk de un alegre cabeza fresca en un hombre relativamente focalizado en materia ideológica.

El cambio es copernicano, secular, de consecuencias que todavía no ponderamos debidamente. Pero la vacancia magisterial sobre la opinión pública, o mejor, la desaparición de los medios de formación de opinión de los últimos dos siglos (diarios, radio y TV), además de haber abierto una brecha por la que se han colado tipos antisistema como Milei, Bukele, Meloni o Trump (Putin es otra historia) suscita dos interrogantes.

En primer lugar, ¿quién adoctrina a las masas? ¿Quién forma opinión, quién editorializa? De acuerdo, el medio es el mensaje. Pero entonces el medio está en manos del sentido común de las redes. Todo lo frágil que se quiera, pero hasta ahora mucho mejor que la ortodoxia dictada en Davos. De todos modos, estamos surcando aguas no exploradas. No hay “filósofos” de la Ilustración, no hay diarios, no hay Iglesia docente, no hay escuela, no hay televisión, no hay pensadores. No hay magisterio. Hay un horror vacui que espera ser llenado.

Segunda cuestión, qué se puede esperar de los nuevos líderes.

En su biografía de Santa Helena, Evelyn Waugh le hace decir sobre su hijo, “es el poder sin la gracia”. El Constantino de Waugh no es el santo que la Iglesia ortodoxa pinta o escribe en los íconos. Es un férreo animal del poder como todos los césares, un estadista consumado y despiadado que no duda en mandar matar a su mujer y a su hijo porque conspiran contra él. Cuando Helena, de vuelta de Jerusalén, le obsequia los clavos de la Pasión de Cristo, usa uno de ellos para hacer un bocado para su caballo. Es un entusiasta banal de la nueva religión, de la que se considera “obispo exterior” y no bautizado, lo que hoy llamaríamos un cristiano cultural. El propio obispo de Roma, Silvestre, prudentemente no sale jamás de su residencia para no cruzárselo y tener problemas. Constantino es el Imperio, el orden romano, el derecho; en fin, todos los bienes políticos sin la gracia.

Trump, Putin, Milei, un poco Meloni, todos son cristianos culturales que ven positivamente a la religión y por supuesto, se benefician del apoyo de los fieles, pero probablemente sin la fe. Son un poco Constantinos, animales políticos no domesticados, de conducta imprevisible. El debilitamiento de los medios acrecentará su poder, para bien y para mal. Además del combate a la anticristiana agenda woke, pueden ser muy beneficiosos en el apoyo a la reconstrucción de los medios de evangelización. Sería prudente y conveniente que los miembros del clero progre, en particular el Papa, siguieran el ejemplo de San Silvestre y no se les cruzaran en el camino.

LUDOVICUS