Gracias a la inteligencia artificial se ha abolido la realidad y se ha sustituido la creatividad. Si no lo crees, escucha estas dos historias.
- Érase una vez la fotografía que documentaba la realidad. No se puede negar la verdad, ahí está la foto que da fe de la verdad. Pero un buen día un fotógrafo neoyorquino, Philip Toledano, encargó un milagro a la inteligencia artificial. Hizo realizar fabulosas pruebas de cámara para un festival titulado Estamos en guerra, en Deauville, Normandía, en el que Robert Capa, el famoso fotógrafo, documentó el día D, el día del legendario desembarco en Normandía. Todo parecía real, las imágenes, los rostros, los telegramas. Y en cambio nada era cierto, todo era resultado de una reconstrucción ficticia de situaciones y materiales. Puro ilusionismo, el trabajo de escribir en el smartphone, con el apoyo de la IA, o más bien de la prestidigitación, como hacen los magos y prestidigitadores.
Toledano anuncia: la idea de la fotografía como verdad se pierde para siempre. Novedad absoluta o regreso a la época anterior a la fotografía, cuando el relato, la representación pictórica, mítica, el testimonio oral transmitido debían acreditar un acontecimiento, sin certificación irrefutable. Estamos ante el surrealismo histórico, afirma el fotógrafo creativo. A partir de ahora las imágenes ya no darán testimonio de la realidad de las cosas, son maleables. Por otro lado, son tristemente conocidas las manipulaciones que se producen en la web, en las redes sociales, de rostros y cuerpos, muchas veces de menores, que se utilizan en falsas escenas eróticas.
La tarea de vigilancia de la policía postal también se vuelve difícil, porque las imágenes pasan de mano en mano y pueden modificarse, distorsionarse en el camino, hasta perder las huellas que las identifican.
Pero volviendo a las fotografías falsamente históricas: otro golpe letal a la memoria histórica, a la verdad de los hechos. Como ya sucedió en los regímenes totalitarios (Stalin hizo desaparecer de las fotografías a figuras del régimen deshonradas y eliminadas físicamente) o como sucede en las manipulaciones actuales de los servicios secretos y la desinformación cinematográfica y televisiva, hoy cualquiera puede manipular la realidad histórica y mezclar acontecimientos reales con falsificaciones. Al fotógrafo le emociona esta posibilidad de borrar la realidad o modificarla a su gusto. Se puede revertir la realidad, dice Toledano, adentrarse en lugares inaccesibles, ver cosas que nadie ha visto jamás y nunca podría haber visto. "La Inteligencia Artificial es increíblemente flexible, puede ser como un sueño o un poema". Sí, hermosa, pero la realidad no lo es, ni siquiera la verdad. ¿Deberíamos alegrarnos porque la realidad se está borrando?
- Hablando de poesía, la Inteligencia Artificial también logra simular la inspiración lírica, el genio poético. La revista Scientific Report ha publicado una investigación realizada por un equipo de investigadores del Universo de Pittsburgh: un repertorio mixto de cinco poemas escritos por grandes poetas, desde Shakespeare en adelante, fue sometido a una amplia muestra de 1600 personas escritas por ChatGpt. El objetivo era demostrar que los lectores no notan la diferencia, no saben distinguir lo real de lo falso. Y, por supuesto, el experimento tuvo éxito. Pero el engaño es doble. No sólo el declarado de versos escritos por el poeta y versos escritos por la IA. Pero el verdadero engaño es la falsa creatividad de la máquina: ChatGpt genera textos a través de algoritmos que ensamblan canciones a partir de un inmenso almacén de datos. Se pescan versos en el mare magnum del universo poético, no hay inspiración creativa. Operación matemática carente de inteligencia, montaje de alta precisión tecnológica, no inspirada en una vena lírica y creativa. No hay ningún poeta conmovido detrás de esos versos, aunque no se puede descartar que puedan producir emoción y emoción en quien los lee.
Hemos contado dos historias paralelas o quizás convergentes, en las que sucede una cosa y se producen tres consecuencias. La premisa es que se pierden los límites entre lo verdadero y lo falso, entre lo auténtico y lo falso, entre lo real y lo inventado. El usuario ya no sabe distinguir entre ambas áreas, todo queda a merced de la Inteligencia Artificial.
Las consecuencias resultantes son de tres tipos:
La primera: la realidad, la historia, los hechos pueden ser sustituidos.
El segundo: la creatividad, la inspiración poética, el genio, pueden ser reemplazados.
La tercera: el hombre, como la historia y la poesía, es superfluo, puede ser sustituido.
¿Deberíamos alegrarnos o preocuparnos por todo esto, celebrar o asustarnos, exaltarnos o deprimirnos? ¿Es esto un progreso para la humanidad o una catástrofe?
Permítanme considerarlo instintivamente; a primera vista parece más una derrota que un logro, más un fracaso que un progreso.
Luego me recompongo, dejo a un lado el espíritu apocalíptico y trato de pensar.
La Inteligencia Artificial es preciosa en muchos campos, a veces nos hace vivir mejor, amplía nuestras posibilidades de vida y de conocimiento.
Sin embargo, bajo tres condiciones:
La primera es que podemos distinguir lo verdadero de lo falso, la poesía de las cartas del tarot, el poeta del robot; es decir, que todavía existen medios para separar unos de otros hasta el punto de hacerlos reconocibles.
La segunda es que el poder de la tecnología puede contrarrestarse con conocimiento crítico, inteligencia a escala humana, una cultura capaz de compensar el crecimiento de la IA y el hombre puede orientar, filtrar, gobernar y dirigir la tecnología sin ser directo al respecto.
La tercera es que la expansión de la IA artificial puede detenerse cuando se vuelve perturbadora y peligrosa para la humanidad y el mundo. Que el hombre monte el tigre si no quiere ser arrastrado y finalmente arrollado.