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lunes, 17 de marzo de 2025

Masacran cristianos en Siria… y el PP vota con Al-Qaeda con el silencio cómplice de la COPE


Mientras los cadáveres de cristianos y otras minorías aún humeaban en los escombros de Latakia y Tartus, el Parlamento Europeo aprobaba el pasado 12 de marzo —con fervor ecuménico y geoestratégico— una resolución que respalda al “gobierno interino” de Siria, encabezado por Ahmed al-Sharaa, un personaje con vínculos más que documentados con Hay’at Tahrir al-Sham, es decir, la Al-Qaeda reciclada en versión democrática para consumo europeo.

Sí, han leído bien. Y sí, el Partido Popular Europeo —con el español incluido, faltaría más— votó a favor. Y lo hizo después de que entre el 6 y el 9 de marzo se perpetraran auténticas masacres contra comunidades cristianas y alauitas en Siria, especialmente en las regiones costeras del país. Las cifras oscilan entre 2.000 y 7.000 muertos, según distintas fuentes. ¿Responsables? Milicias “aliadas” al gobierno interino respaldado por Bruselas. O sea, los amigos de los amigos del PPE.

La resolución europea, titulada con el eufemismo de siempre —»La necesidad del apoyo de la UE para una transición y reconstrucción justas en Siria»—, no contiene ni una sola palabra de condena explícita a estas matanzas. Ni una. No por olvido, sino porque molesta. Condenar a los verdugos podría hacer incómodo el respaldo al nuevo gobierno, y ya sabemos que en política exterior todo se negocia, incluso la sangre de los inocentes.

Resulta grotesco que el Partido Popular, tan dado a posar en procesiones, firmar tuits sobre la “Navidad en familia” y apelar a las raíces cristianas de Europa, haya votado a favor de una resolución que calla ante la masacre de cristianos en tiempo real. No hablamos de algo lejano o difuso. Hablamos del viernes negro del 7 de marzo, cuando las iglesias de Jabla, Banias y Tartus fueron saqueadas, sus fieles ejecutados y los altares profanados.

Pero no se preocupen: si el asesino promete democracia, el PP le da su bendición parlamentaria.

Mientras el Arzobispo grecocatólico de Homs clamaba por justicia, mientras los Patriarcas sirios firmaban un llamamiento conjunto para frenar “las horribles masacres”, el PPE, los socialistas, Renew y los Verdes sellaban con entusiasmo una resolución que premia a los patrocinadores del terror. Todo sea por aislar a Bashar al-Ásad, el mal oficial, aunque eso implique pactar con los hijos bastardos del yihadismo.

¿Y los obispos españoles? Nada. El silencio es atronador. Tal vez estén demasiado ocupados preparando su “Semana Santa inclusiva”.

Y mientras tanto, ni una sola palabra en la COPE, la emisora propiedad de los obispos. Nada en sus informativos. Nada en sus tertulias. Y Ángel Expósito —con su habitual tono indignado selectivo— tampoco ha dedicado ni un minuto a denunciar la masacre de cristianos en Siria. ¿Se les habrá pasado por alto? ¿O están demasiado ocupados bendiciendo desde el micrófono las consignas del PP?

¿Serán cómplices también los purpurados de sangre inocente por no usar un medio de comunicación pagado con los cepillos de misa para defender a los cristianos martirizados? ¿O acaso el fin justifica los medios? Si no, que se lo pregunten a don Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario de asuntos económicos de la Conferencia Episcopal Española, quien no pierde ocasión de presumir —donde se lo permitan— de su influencia directa sobre “su” COPE, esa que manipula con guante de seda y sonrisa beatífica.

De los socialistas y su cacareada “corriente cristiana” ya no se espera nada. Hace tiempo que se echaron al monte y solo conservan el nombre como adorno nostálgico. Ni siquiera duele su traición, porque ya es parte del paisaje. Pero lo del PP… lo del PP clama al cielo.

Mientras se redactan estas líneas, los cementerios en Siria siguen recibiendo a nuestros hermanos cristianos. Y en Bruselas, el PP levanta el pulgar. En Madrid, la COPE calla. Y en las sacristías, se planifica el próximo desayuno con políticos.

Pero tranquilos, que luego vendrán a hablarnos de mártires. Cuando les convenga.

Aurora Buendía

El P. Spadaro SJ y el nuevo arrianismo (Bruno Moreno)



En este blog y en InfoCatólica en general, hemos señalado en varias ocasiones las preocupantes afirmaciones de algunos de los colaboradores más cercanos del Papa Francisco: desde Mons. Paglia a Mons. Sánchez Sorondo, el cardenal Kasper, el cardenal Hollerich, el (ya casi) cardenal Víctor Manuel Fernández, el nuevo arzobispo de La Plata o los nuevos miembros favorables a la eutanasia, el aborto o los anticonceptivos de la Pontificia Academia para la Vida. Debido a la confusión que suele acompañar a sus palabras, no siempre es fácil decir en qué creen exactamente estos eclesiásticos, pero caben pocas dudas de que esas creencias se apartan sustancialmente de lo que la Iglesia siempre ha enseñado sobre varios temas.

Para completar este elenco de colaboradores, me ha parecido oportuno traer al blog el último artículo del P. Spadaro SJ en el diario italiano Il Fatto Quotidiano. En el artículo, el jesuita y director de La Civilta Cattolica hace gala de lo que podríamos llamar el nuevo arrianismo, que, sin negar expresamente la divinidad de Cristo, lo concibe en la práctica como un mero ser humano, falible y lleno de defectos y limitaciones como los demás hijos de Adán.

El artículo se refiere al Evangelio del pasado domingo, en el que se relata el episodio de la curación por nuestro Señor de la hija de una mujer cananea, que estaba atormentada por un demonio. En el texto evangélico, se describe cómo Jesús se hace de rogar antes de concederle a la mujer lo que pide, algo que la Tradición de la Iglesia siempre ha interpretado como un ejemplo de la pedagogía de Jesús, que quiere suscitar una mayor fe en la cananea. Como decía San Agustín, Cristo actuó así con ella “no para negarle su misericordia, sino para encender su deseo”.

La escena que nos pinta Spadaro, en cambio, es completamente diferente. Cuando la mujer le suplica, “Jesús permanece indiferente” ante el asombro de sus discípulos. “A Jesús no le importa” y le da a la cananea una “respuesta airada e insensible”, en la que se manifiesta que “la dureza del Maestro es inquebrantable”, porque “Jesús hace de teólogo” (algo que, en el vocabulario de Spadaro, es netamente negativo) y considera que “la misericordia no es para ella”.

Por si esto fuera poco, cuando la cananea dice “¡Señor, ayúdame!”, reconociendo así su autoridad, Jesús “responde de manera burlona e irrespetuosa hacia esa pobre mujer”, con “una caída de tono, de estilo y de humanidad”. Según Spadaro, “Jesús parece cegado por el nacionalismo y el rigorismo teológico”. No hay aquí una pedagogía de Jesús, como en la interpretación de los padres de la Iglesia, sino más bien una manifestación de graves defectos y limitaciones del propio Jesús, por contagio de su tiempo, que le impiden responder con misericordia.

Ante esa falta de humanidad de Jesús, las palabras de la cananea, diciendo con humildad que también los perritos comen los mendrugos que caen de la mesa de sus amos, lo cambian todo. Son “pocas palabras, pero bien planteadas y capaces de trastornar la rigidez de Jesús, de confundirlo, de ‘convertirlo‘ a sí mismo”.

Es decir, aunque la hija es curada por Jesús, la verdadera salvadora es la mujer, porque “también Jesús aparece curado y al final se muestra libre de la rigidez de los elementos teológicos, políticos y culturales dominantes de su tiempo”. Era Jesús el que necesitaba ser curado de algo mucho más grave y, cuando recibe esa curación y “le da la razón” a la mujer pagana, ese hecho es “la semilla de una revolución”.

La explicación de Spadaro es, evidentemente, opuesta a la que siempre ha dado la Iglesia. En lugar de aparecer como Maestro, Jesús aparece como discípulo; en lugar de liberar, es liberado de su rigidez; en lugar de suscitar la fe y la conversión en la cananea, es Jesús el que necesita convertirse; en lugar de ser el Amor mismo hecho carne, Jesús actúa de forma burlona, irrespetuosa, indiferente y airada; en lugar de ser la Verdad encarnada, muestra que es un hombre equivocado y “cegado” más, que al final tiene que dar la razón a la mujer; en vez de ser el único que conoce al Padre y nos lo revela, “hace de teólogo” y mete la pata hasta el fondo; en lugar de ser el Logos mismo, la sabiduría divina y eterna, Cristo comparte los prejuicios de su tiempo hasta que una mujer le saca de ellos y consigue que, por fin, opine lo mismo que el P. Spadaro.

En ningún momento se dice que Jesús no sea Dios, pero, en la práctica, tal como lo entiende el P. Spadaro, no hay nada de divino en Él: es pecador, ignorante, obstinado, rígido, mundano, inhumano, necesitado de conversión y un ciego que guía a otros ciegos. Se consigue así un criterio perfecto para desechar todo lo que resulta incómodo o demasiado poco moderno del Evangelio, atribuyéndolo simplemente a cosas en las que Jesús se equivocó, “cegado” por la mentalidad de su tiempo, algo que nosotros podemos juzgar con la ventaja de vivir en una época mucho mejor que la suya.

Desgraciadamente, esta idea no es algo aislado ni mucho menos exclusivo del célebre jesuita. En esencia es lo mismo por lo que, en pontificados anteriores, fueron condenados o desautorizados Pagola, Queiruga, Arregui, Küng, Boff, Jon Sobrino y tantos otros hasta llegar a Loisy o Tyrrell. El nuevo arrianismo, en efecto, es hijo del modernismo y no se coloca en el terreno racional de las afirmaciones dogmáticas, sino en el terreno puramente emotivo de lo que se sugiere y se da a entender (siempre contra la fe y a favor del mundo), la omisión sistemática de la divinidad de Cristo y todo elemento sobrenatural del Evangelio, la increencia práctica, el sentimiento de superioridad sobre todo lo antiguo y la risita satisfecha y engreída frente a la Tradición y la fe de los fieles.

El resultado, como puede verse en el artículo en cuestión, es bastante pobre, contradictorio y a menudo ridículo. Al menos yo no he podido evitar reírme al ver que el P. Spadaro atribuye a Cristo precisamente las cosas de las que acusa a sus enemigos, como la rigidez o la fidelidad a las verdades teológicas. Soy tan viejo que aún recuerdo tiempos en que ser comparado con Cristo era un elogio, pero parece que ahora hay otros estándares.

La falta de coherencia y racionalidad del nuevo arrianismo del P. Spadaro y compañía, sin embargo, hace que sea aún más disolvente que el antiguo y mucho más peligroso, porque no se sujeta a nada exterior a él, incluida la razón. La Tradición, la Escritura y el Magisterio solo tienen valor para estos autores en cuanto se puedan retorcer para adaptarse a la mentalidad modernista y resultan irrelevantes cuando obviamente se oponen a esa mentalidad. Se trata de una nueva fe, irracional y dogmática, para la cual lo nuevo y progresista siempre es mejor que lo antiguo y todo, absolutamente todo, incluido el mismo Jesucristo, debe hincar la rodilla ante la posmodernidad salvadora y omnisciente.

Bruno Moreno