Mientras los cadáveres de cristianos y otras minorías aún humeaban en los escombros de Latakia y Tartus, el Parlamento Europeo aprobaba el pasado 12 de marzo —con fervor ecuménico y geoestratégico— una resolución que respalda al “gobierno interino” de Siria, encabezado por Ahmed al-Sharaa, un personaje con vínculos más que documentados con Hay’at Tahrir al-Sham, es decir, la Al-Qaeda reciclada en versión democrática para consumo europeo.
Sí, han leído bien. Y sí, el Partido Popular Europeo —con el español incluido, faltaría más— votó a favor. Y lo hizo después de que entre el 6 y el 9 de marzo se perpetraran auténticas masacres contra comunidades cristianas y alauitas en Siria, especialmente en las regiones costeras del país. Las cifras oscilan entre 2.000 y 7.000 muertos, según distintas fuentes. ¿Responsables? Milicias “aliadas” al gobierno interino respaldado por Bruselas. O sea, los amigos de los amigos del PPE.
La resolución europea, titulada con el eufemismo de siempre —»La necesidad del apoyo de la UE para una transición y reconstrucción justas en Siria»—, no contiene ni una sola palabra de condena explícita a estas matanzas. Ni una. No por olvido, sino porque molesta. Condenar a los verdugos podría hacer incómodo el respaldo al nuevo gobierno, y ya sabemos que en política exterior todo se negocia, incluso la sangre de los inocentes.
Resulta grotesco que el Partido Popular, tan dado a posar en procesiones, firmar tuits sobre la “Navidad en familia” y apelar a las raíces cristianas de Europa, haya votado a favor de una resolución que calla ante la masacre de cristianos en tiempo real. No hablamos de algo lejano o difuso. Hablamos del viernes negro del 7 de marzo, cuando las iglesias de Jabla, Banias y Tartus fueron saqueadas, sus fieles ejecutados y los altares profanados.
Pero no se preocupen: si el asesino promete democracia, el PP le da su bendición parlamentaria.
Mientras el Arzobispo grecocatólico de Homs clamaba por justicia, mientras los Patriarcas sirios firmaban un llamamiento conjunto para frenar “las horribles masacres”, el PPE, los socialistas, Renew y los Verdes sellaban con entusiasmo una resolución que premia a los patrocinadores del terror. Todo sea por aislar a Bashar al-Ásad, el mal oficial, aunque eso implique pactar con los hijos bastardos del yihadismo.
¿Y los obispos españoles? Nada. El silencio es atronador. Tal vez estén demasiado ocupados preparando su “Semana Santa inclusiva”.
Y mientras tanto, ni una sola palabra en la COPE, la emisora propiedad de los obispos. Nada en sus informativos. Nada en sus tertulias. Y Ángel Expósito —con su habitual tono indignado selectivo— tampoco ha dedicado ni un minuto a denunciar la masacre de cristianos en Siria. ¿Se les habrá pasado por alto? ¿O están demasiado ocupados bendiciendo desde el micrófono las consignas del PP?
¿Serán cómplices también los purpurados de sangre inocente por no usar un medio de comunicación pagado con los cepillos de misa para defender a los cristianos martirizados? ¿O acaso el fin justifica los medios? Si no, que se lo pregunten a don Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario de asuntos económicos de la Conferencia Episcopal Española, quien no pierde ocasión de presumir —donde se lo permitan— de su influencia directa sobre “su” COPE, esa que manipula con guante de seda y sonrisa beatífica.
De los socialistas y su cacareada “corriente cristiana” ya no se espera nada. Hace tiempo que se echaron al monte y solo conservan el nombre como adorno nostálgico. Ni siquiera duele su traición, porque ya es parte del paisaje. Pero lo del PP… lo del PP clama al cielo.
Mientras se redactan estas líneas, los cementerios en Siria siguen recibiendo a nuestros hermanos cristianos. Y en Bruselas, el PP levanta el pulgar. En Madrid, la COPE calla. Y en las sacristías, se planifica el próximo desayuno con políticos.
Pero tranquilos, que luego vendrán a hablarnos de mártires. Cuando les convenga.
Aurora Buendía