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domingo, 13 de abril de 2025

PSOE y PP recurren a consultores mercenarios sin ideología: José Pablo Ferrándiz y Aleix Sanmartín



En un momento donde la política española se desangra por la ausencia de principios, tanto Pedro Sánchez como Alberto Núñez Feijóo han decidido confiar sus estrategias electorales a figuras externas, impersonales y camaleónicas: José Pablo Ferrándiz y Aleix Sanmartín. Lejos de ser ideólogos o defensores de un proyecto nacional, ambos representan la figura del gurú electoral que vende promesas sin contenido ni intención de cumplimiento. El objetivo es claro: engañar al votante, capturar su voto y luego olvidarlo.

Ferrándiz, el nuevo artífice de la propaganda de Moncloa

El Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, según Cierre Digital, ha incorporado a José Pablo Ferrándiz como subdirector de análisis territorial del Gabinete de Presidencia. El fichaje fue ejecutado por Diego Rubio, nuevo jefe de Gabinete. Con una larga trayectoria como sociólogo, Ferrándiz ha colaborado con medios como ABC, El País o Grupo Henneo, además de haber trabajado en campañas para el PP, lo que demuestra su absoluta indiferencia ideológica.

José Pablo Ferrándiz ha ocupado cargos clave en casas de encuestas como Metroscopia e Ipsos, y actualmente ejerce docencia universitaria. Sin embargo, su visión es clara: «¿Ideología? Sea cual sea, mi profesión me obliga a valorarlas todas…». Más que un profesional, Ferrándiz se presenta como un técnico sin alma, dispuesto a maquillar cifras y percepciones con tal de conservar poder. En sus propias palabras: «Mi trabajo es ser un fotógrafo callejero, recoger las opiniones de la gente e intentar que sea más autoexplicativa la sociedad».
Enemigo de Tezanos y símbolo del CIS manipulado

Ferrándiz ha sido especialmente crítico con José Félix Tezanos, actual presidente del CIS, al que acusa de despreciar el trabajo de las encuestadoras privadas. «A mí me da mucha rabia porque Tezanos hace lo que critica. Y aparte de no tener ni idea, pone en duda nuestro trabajo por puro interés partidista. Es patético y cabreante», declaró sin tapujos.

Y fue más allá: «El organismo ha cometido errores garrafales y el descrédito del CIS está justificado, pese a que cuenta con estupendos trabajadores. Con sus estimaciones, lejos de acabar con la competencia, cada vez se mira más a las casas privadas».

Sanmartín: del PSOE al PP, siempre al mejor postor

El otro lado del tablero está ocupado por Aleix Sanmartín, quien después de asesorar a Pedro Sánchez, ha recalado ahora en las filas del PP para guiar a Feijóo rumbo a La Moncloa. El consultor valenciano, conocido por su participación en la campaña de Juanma Moreno en 2018, ha firmado un millonario contrato con los populares.

La estrategia de Sanmartín se basa en la manipulación emocional segmentada. Utiliza su famosa “máquina segmentadora” para analizar grupos poblacionales y lanzar mensajes calculados. Así nacieron medidas como los bonos culturales o los viajes gratuitos por Interrail. Promesas huecas que no buscan mejorar la vida del ciudadano, sino comprar su voluntad temporal.

Según se ha filtrado, ahora buscará seducir a hombres rurales de 45 años, una franja clave para Vox. El mensaje será claro: más seguridad y mano dura. ¿Convicción? Ninguna. Solo oportunismo.
El mercadeo de la política: sin moral ni límites

Ambos gurús comparten algo más que un currículum brillante: su desprecio absoluto por la verdad, la coherencia y la moralidad. Como él mismo ha dicho, Sanmartín no distingue entre lo legal y lo ético: «Para mí la ética en elecciones la establece la legislación de cada país. Es ético todo lo que esté dentro de la ley.»

Mientras se enriquecen con contratos millonarios —al PP andaluz le facturó 350.000 euros y al PSOE más de 600.000 anuales—, sus giros ideológicos dejan claro que no trabajan por principios, sino por intereses. En algunos medios, ya le llaman directamente «mercenario».

El fin justifica los medios: cómo se manipula al votante

La llegada de estos consultores demuestra que tanto el PSOE como el PP han renunciado a las ideas. Ya no hay programas ni principios: hay promesas y espectáculo. Y todo vale con tal de ganar votos.

Los partidos han externalizado su alma. En lugar de convencer al pueblo con propuestas reales, se limitan a embaucar al votante. En un escenario así, ¿quién defiende los valores? ¿Dónde queda la familia, la vida, la unidad nacional, la libertad religiosa y educativa?

España merece políticos con convicciones, no gestores de promesas falsas. Merece líderes, no actores dirigidos por asesores a sueldo. El voto no puede comprarse con mentiras. El futuro de una nación no puede depender de mercenarios ideológicos.

España en busca de un líder que despierte a la nación



La situación de España en los últimos años es, simplemente, insostenible. El país atraviesa una crisis de inmigración descontrolada, inseguridad ciudadana creciente, okupación ilegal de viviendas, de una grave corrupción estructural y un gobierno dirigido por un presidente desacreditado, Pedro Sánchez, cuya gestión ha degradado a niveles inéditos la democracia española. Y, sin embargo, no hay un estallido social. ¿Cómo es posible?

La respuesta, aunque dolorosa, es clara: falta liderazgo. No existe hoy en España un referente social o político que canalice el descontento, que despierte la esperanza, que represente al ciudadano de a pie. No basta con señalar lo evidente —que el gobierno actual es el peor de la historia democrática—; eso ya lo sabe una mayoría. Lo que falta es un líder que ilusione, que se levante con coraje y con un discurso claro y directo.

¿Dónde está el líder que España necesita?

Cada día, miles de españoles se hacen la misma pregunta: “¿Existe una alternativa real al desastre actual?”. La respuesta, por desgracia, sigue siendo negativa. A día de hoy, no existe una opción política que sea realmente fuerte, valiente y creíble.

Ante esta afirmación, muchos asegurarán que ese partido ya existe y mencionarán nombres concretos, tanto dentro como fuera del arco parlamentario. Pero todas esas opciones tienen un problema de origen: forman parte del sistema. Y España necesita algo distinto: un líder y un partido político ajeno al sistema, libre de complejos ideológicos, que no tema llamar a las cosas por su nombre y que conecte con las preocupaciones reales del pueblo: la inseguridad, la economía, la inmigración, el desempleo, la okupación, la unidad de nuestra Patria y la defensa de los valores tradicionales.

¿Y por qué afirmamos que debe estar fuera del sistema? Porque hay demasiados ejemplos de líderes y partidos que, tras surgir desde dentro del sistema, han acabado diluyendo su mensaje original cargado de buenas intenciones. Pasaron de ser una esperanza de cambio a convertirse en parte del problema. No daremos nombres para no herir susceptibilidades pero mientras la solución provenga del propio sistema, no será verdadera solución, será un parche. Será, en definitiva, una disidencia controlada por el sistema.

Sin embargo, los ejemplos internacionales de Donald Trump en EE.UU., Javier Milei en Argentina o Nayib Bukele en El Salvador demuestran que, cuando un líder conecta con el pueblo en personalidad, discurso y prioridades, no solo consigue gobernar, sino transformar profundamente su nación, que es lo que España necesita. Y no necesita pertenecer al sistema.

Trump, Milei y Bukele: tres caminos, un patrón común

Las diferencias entre Trump, Milei y Bukele son evidentes y muy pronunciadas. Y, además, muchos de sus planteamientos están alejados de los nuestros, Pero hay un denominador común: no pertenecen al sistema tradicional, han roto con la narrativa políticamente correcta y se han dirigido sin complejos al ciudadano común. Han hablado de los problemas reales y han propuesto soluciones firmes, coherentes y efectivas. Y llegados al poder han sido coherentes con lo que prometieron,

Trump entendió que el americano medio estaba harto de la delincuencia, de la droga, de la inmigración ilegal y de ver a su país humillado en el escenario internacional. Su discurso, directo y sin filtros, conectó con millones.

Milei supo que la prioridad de los argentinos era la economía, y no los escándalos kirchneristas. Aunque su estilo es excéntrico, su plan económico está ya dando señales de recuperación real.

Bukele, por su parte, ha transformado en menos de dos años un país devastado por la criminalidad en una nación segura. Ha hecho lo que nadie antes se atrevió a hacer. Y el pueblo se lo ha reconocido con una reelección arrasadora.
España está preparada: falta el liderazgo

Los españoles están hartos de la agenda 2030, de la ideología de género, del desmantelamiento de la unidad nacional, de la corrupción moral y política, del fracaso de un estado autonómico que ha generado más separatismo, de las mentiras institucionalizadas. Pero hablar de lo que está mal no basta. El nuevo líder debe hablar de lo que puede estar bien y ser coherente cuando llegue al poder.

Ese líder que aún no ha surgido deberá conectar emocional e intelectualmente con el pueblo español, con propuestas firmes, sin ambigüedades y con una personalidad fuerte, decidida y patriótica. Alguien que no tema defender la vida, la familia, la libertad y la soberanía de España.

Cuando ese líder aparezca —y aparecerá—, España volverá a latir con fuerza. Porque el pueblo, aunque hoy parezca dormido, está más despierto de lo que muchos creen. Solo necesita una voz clara, firme, que diga lo que millones piensan pero nadie se atreve a decir.

El PSOE contra la objeción de conciencia: un nuevo asalto a la libertad

ADELANTE ESPAÑA



La maquinaria ideológica del PSOE sigue en marcha, imparable, en su ofensiva contra los valores fundamentales de nuestra sociedad. Tras haber consolidado el aborto libre de facto en España, los socialistas redoblan ahora sus esfuerzos en una doble vía para ampliarlo: por un lado, eliminar la objeción de conciencia del personal sanitario, y por otro, blindar el aborto como un supuesto “derecho” en la Constitución Española.

Esta estrategia perversa no es improvisada. Se trata de una hoja de ruta planificada, sistemática y profundamente ideológica. La reciente moción presentada por el PSOE en el Senado, aunque rechazada por el Pleno, revela su intención real: acorralar moral, profesional y legalmente a los médicos que se nieguen a participar en la cultura de la muerte.

La propuesta socialista pedía implementar «protocolos claros que aseguren que la objeción de conciencia del personal sanitario no limite el acceso de las jóvenes» al aborto. No se conforman con que España se haya convertido en el paraíso de los abortistas, sino que quieren promocionarlo activamente aún más, borrar toda resistencia y adoctrinar desde las instituciones.

Para ello, los socialistas buscan imponer un registro de objetores —una auténtica lista negra— que permita señalar y marginar a los médicos provida. En palabras del propio texto de la moción, «en muchas comunidades autónomas, la objeción de conciencia del personal sanitario y la falta de recursos impiden que las jóvenes puedan acceder a este derecho en condiciones de igualdad». Se trata de una peligrosa deriva totalitaria que pretende anular un derecho individual reconocido en nuestra Constitución: la objeción de conciencia.

Este registro pone en grave peligro el derecho a la confidencialidad de los médicos, anestesistas, enfermeros y auxiliares de clínica que quieran objetar. En realidad, estas listas solo buscan señalar a los objetores y discriminarles en los procesos de contratación, eliminando cualquier resistencia desde dentro del sistema.

Los socialistas lo dejaron claro: «la objeción de conciencia se está utilizando como una trinchera ideológica en vez de como un derecho individual». Así, lo que el PSOE intenta imponer no es un sistema sanitario justo, sino un modelo ideológico uniforme, donde solo quienes comulgan con la agenda proaborto puedan trabajar sin represalias.

Pero esto no termina aquí. El verdadero objetivo de los socialistas es blindar el aborto en la Constitución Española, como ya propusieron en su último Congreso Federal. No les basta con legislar desde el Ejecutivo: quieren dejarlo inscrito en piedra, como un “derecho” incuestionable. Plantearon incluso incluirlo en la Carta Europea de los Derechos Fundamentales, asegurando además un “número mínimo de ginecólogos” en todas las regiones para garantizar que las mujeres puedan abortar en la sanidad pública, sin importar la conciencia de los profesionales.

Ahora bien, esta deriva no sería posible sin la complicidad del Partido Popular. Aunque el PP se niegue teóricamente de cara a su electorado a apoyar este tipo de iniciativas, en la práctica ha demostrado ser experto en consolidar las políticas del PSOE. No promueve legislación proaborto – ni provida-, pero tampoco deroga ni corrige las legislaciones promuerte socialistas. Esto es, consolidan las legislaciones proabortos. Una vez más, estamos ante el viejo juego de la alternancia sin alternativa, donde la supuesta oposición simplemente asume las conquistas ideológicas de la izquierda.

La objeción de conciencia no es un privilegio, es un derecho humano básico, profundamente vinculado con la libertad de pensamiento, la ética profesional y la dignidad de la persona. Imponer registros, listas o protocolos que lo limiten no es “igualdad”, es represión ideológica.

Desde este diario lo afirmamos sin ambages: la vida humana es sagrada desde la concepción hasta la muerte natural. Y cualquier intento de coacción contra quienes la defienden desde su vocación médica debe ser denunciado y combatido. Porque la libertad, la vida y la conciencia no se negocian.