Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
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domingo, 9 de marzo de 2025
martes, 6 de diciembre de 2022
¿Qué dice Santo Tomás sobre el secreto de la Confesión?
Por cierto:
4. Un sacerdote por la confesión puede darse cuenta de que uno de sus penitentes es indigno de la prelatura. Ahora bien, todos están obligados a oponerse a la promoción de personas indignas, cuando de él dependa. Por tanto, ya que con su oposición podría hacer sospechar el pecado, y por tanto revelar de alguna manera la confesión, es evidente que a veces es necesario revelar la confesión.
DE LO CONTRARIO:
1. En los Cánones leemos: "Cuídese el sacerdote de no traicionar al penitente con palabras, signos o de cualquier otro modo".
2. El sacerdote debe conformar su propia conducta a la de Dios, de quien es ministro. Ahora bien, Dios no revela sino que cubre los pecados manifestados en la confesión. Por lo tanto, ni siquiera el sacerdote debe revelarlos.
Respondo que: En los sacramentos los actos que se realizan externamente significan los que se realizan internamente. Luego la confesión con que uno se somete al sacerdote es el signo del interior con que se somete a Dios Ahora bien, Dios cubre con la penitencia el pecado de quien se somete a él. Luego esto debe ser significado en el sacramento de la penitencia. Por eso es necesario que la confesión permanezca en secreto; y porque el que revela la confesión peca como profanador del sacramento. También hay otros beneficios de este secreto; en efecto por esto los hombres se sienten más atraídos a la confesión; y confesar sus pecados con más sencillez.
SOLUCIÓN DE DIFICULTADES:
1. Algunos dicen que el sacerdote no está obligado a guardar bajo secreto de confesión sino los pecados que el penitente promete enmendar: si no, puede hablar de ellos a las personas que pueden beneficiarse de ellos para bien y no para mal. Pero esta opinión es errónea, por ser incompatible con la verdad del sacramento. En efecto, como el bautismo sigue siendo un verdadero sacramento, aunque se lo reciba con malas disposiciones, tampoco cambia nada de lo que es esencial al sacramento; así la confesión no deja de ser un acto sacramental, aunque el que confiesa no pretenda enmendarse. No obstante, por lo tanto, exige secreto. El secreto de la confesión tampoco es incompatible con la caridad. Porque la caridad no exige que lo que se ignora sirva de remedio al pecado. Bueno, lo que se sabe en la confesión se ignora prácticamente: porque uno no lo sabe como hombre, sino como Dios.Sin embargo, en los casos antedichos se debe procurar los remedios que sean posibles, sin revelar la confesión: esto es, amonestar al penitente y cuidar que los demás no sean pervertidos por la herejía. También puede exhortar al prelado a velar más diligentemente por su rebaño: pero sin decir ni insinuar nada que pueda traicionar al penitente.
2. El precepto de guardar la confesión en secreto está implícito en el mismo sacramento. Por tanto, como la obligación de confesar es de derecho divino, y no puede dispensarse de ella por ninguna licencia o mandato humano, así nadie puede ser obligado o autorizado por un hombre a revelar la confesión. Por lo tanto, si a uno se le ordena bajo amenaza de excomunión que diga si es consciente de ese pecado dado, no debe hablar: porque debe pensar que se le ordena condicionalmente, "si es consciente de él como hombre". Y aunque se le interrogue expresamente sobre la confesión, no debe hablar. Tampoco incurriría en excomunión por esto, ya que no está sujeto a su superior sino como hombre; ahora, él es consciente de esos pecados no como hombre, sino como Dios.
3. Un hombre sólo puede ser citado a declarar como hombre. Por tanto, sin perjuicio de la conciencia, el confesor puede jurar que no sabe lo que sabe sólo como Dios. Asimismo, el prelado puede dejar sin castigo y sin otro remedio el pecado que sólo conoce como Dios, pues no está obligado a usar remedios sino en la forma que le conviene. Por tanto, las cosas que le son referidas en el tribunal de penitencia, debe remediar en lo posible dentro de este tribunal. En el caso anterior, el P. por ejemplo, el abad debe insistir en que el penitente renuncie al priorato. O, si no quiere, puede eximirlo del cargo por alguna otra razón: pero para evitar cualquier sospecha de que revela el secreto de la confesión.
4. Uno puede ser indigno de la prelatura por muchas otras razones, además del pecado: por ejemplo, por falta de conocimiento, edad u otras cosas similares. Por tanto, quien se opone no hace sospechar un delito, ni revela la confesión. -
sábado, 14 de mayo de 2022
Francisco pretende que «el verdadero tomismo es el de Amoris Laetitia» LO CIERTO ES QUE MANIPULA EL MAGISTERIO DE SANTO TOMÁS
«La enseñanza de Santo Tomás de Aquino es clara: Una persona que no tiene la intención de cambiar su vida y abandonar el pecado público -incluyendo las relaciones sexuales con una persona que no es el cónyuge sacramental- no debe recibir la Sagrada Comunión ni la absolución, porque [el pecado público] es un pecado de escándalo por el que se hace pecar a otros.
En el caso de los preceptos morales positivos, la prudencia ha de jugar siempre el papel de verificar su incumbencia en una determinada situación, por ejemplo, teniendo en cuenta otros deberes quizás más importantes o urgentes. Pero los preceptos morales negativos, es decir, los que prohíben algunos actos o comportamientos concretos como intrínsecamente malos, no admiten ninguna excepción legítima; no dejan ningún espacio moralmente aceptable para la creatividad de alguna determinación contraria. Una vez reconocida concretamente la especie moral de una acción prohibida por una norma universal, el acto moralmente bueno es sólo aquel que obedece a la ley moral y se abstiene de la acción que dicha ley prohíbe.
La Iglesia, no obstante, fundándose en la Sagrada Escritura reafirma su praxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez. Son ellos los que no pueden ser admitidos, dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía. Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio.
La reconciliación en el sacramento de la penitencia —que les abriría el camino al sacramento eucarístico— puede darse únicamente a los que, arrepentidos de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo, están sinceramente dispuestos a una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad del matrimonio. Esto lleva consigo concretamente que cuando el hombre y la mujer, por motivos serios, —como, por ejemplo, la educación de los hijos— no pueden cumplir la obligación de la separación, «asumen el compromiso de vivir en plena continencia, o sea de abstenerse de los actos propios de los esposos»(Familiaris Consortio 83)
.... se ha de evitar que la preocupación pastoral sea interpretada como una contraposición con el derecho. Más bien se debe partir del presupuesto de que el amor por la verdad es el punto de encuentro fundamental entre el derecho y la pastoral: en efecto, la verdad nunca es abstracta, sino que «se integra en el itinerario humano y cristiano de cada fiel ». Por esto, cuando no se reconoce la nulidad del vínculo matrimonial y se dan las condiciones objetivas que hacen la convivencia irreversible de hecho, la Iglesia anima a estos fieles a esforzarse por vivir su relación según las exigencias de la ley de Dios, como amigos, como hermano y hermana; así podrán acercarse a la mesa eucarística, según las disposiciones previstas por la praxis eclesial.
De la observancia de los mandamientos, y de cómo es necesario y posible observarlos. Pero nadie, aunque esté justificado, debe persuadirse que está exento de la observancia de los mandamientos, ni valerse tampoco de aquellas voces temerarias, y prohibidas con anatema por los Padres, es a saber: que la observancia de los preceptos divinos es imposible al hombre justificado. Porque Dios no manda imposibles; sino mandando, amonesta a que hagas lo que puedas, y a que pidas lo que no puedas; ayudando al mismo tiempo con sus auxilios para que puedas; pues no son pesados los mandamientos de aquel, cuyo yugo es suave, y su carga ligera. (Cap. XI del Decreto sobre la justificación).
Si alguno dijere que es imposible al hombre aun justificado y constituido en gracia, observar los mandamientos de Dios; sea excomulgado.
(Canon XVIII sobre la justificación)
No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea de medida humana. Dios es fiel, y él no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas, sino que con la tentación hará que encontréis también el modo de poder soportarla. (1ª Cor 10,13)
porque Dios es quien obra en vosotros el querer y el actuar conforme a su beneplácito. (Fil 2,13)
lunes, 7 de marzo de 2022
Documental de la vida de Santo Tomás de Aquino: "Tras los pasos del Santo Doctor"
Concede mihi, misericors Deus (Tomás de Aquino)
Al amanecer del día 7 de marzo de 1274, miércoles, sin agonía y con plena lucidez, juntas las manos en actitud orante, exhaló Santo Tomás el último suspiro, entregando dulcemente su alma en manos de su Dios y Creador. Tenía 49 años cumplidos y acababa de comenzar el quincuagésimo.
De él se conservan algunas oraciones, en las que se nos muestra el anhelo de Tomás hacia una vida interior pacífica y armónicamente ordenada, enteramente consagrada a Dios.
A continuación la oración que comienza así: "Concede mihi, misericors Deus" y que el Angélico Doctor solía recitar ante el Crucificado para obtener una sabia disposición y ordenación de su vida:
Concédeme, mi Señor y mi Dios, que no peque en la felicidad por arrogancia ni en las contrariedades por pusilanimidad, que en nada me alegre y en nada me entristezca fuera de aquello que me lleve a Tí o me aparte de Tí, que no desee agradar o tema desagradar a nadie fuera de Tí.
Concédeme, Señor, que me parezcan despreciables todas las cosas terrenas y caros todos los bienes eternos; conviérteme en repugnante toda alegría que sea sin Tí. Que no quiera desear nada que esté fuera de Tí.
Concédeme, Señor, el dirigir mi corazón hacia Tí y que en todas mis faltas sienta siempre arrepentimiento con el propósito de mejorarme.
Hazme, Señor y Dios mío, obediente sin contradicción, pobre sin mezquinos sentimientos, casto sin perturbación de la pureza de alma, paciente sin lamento, humilde sin simulación, sereno sin alboroto, serio sin rigidez, movido y ágil sin ligereza, sincero sin doblez, celoso en las buenas obras sin exceso.
Déjame trabajar en el mejoramiento del prójimo sin soberbia y edificarlo con la palabra y el ejemplo, sin hipocresía.
Dame, Señor, un corazón vigilante, que por ningún indiscreto pensamiento se desvíe de Tí, un corazón noble, al cual ninguna intención depravada aparte de la dirección justa, un corazón firme, al cual no quebrante ninguna tribulación, un corazón libre al cual no venza pasión violenta alguna.
(Sacado del libro "Vida Espiritual de Santo Tomás de Aquino", de Martín Grabmann)
martes, 2 de noviembre de 2021
La existencia de Dios es demostrable científicamente. Un artículo de Miguel Toledano
domingo, 7 de marzo de 2021
Indicaciones para hacer un estudio provechoso (Santo Tomás de Aquino)
"Puesto que tú, Juan , mi muy amado en Cristo, me has pedido dictamen sobre el modo cómo debes estudiar para adquirir el tesoro del saber, te doy sobre ello los siguientes consejos. Procura con preferencia alcanzar el saber por pequeños arroyos y no precipitarte inmediatamente en el mar (del saber) pues se debe ir avanzando de lo más fácil a lo más difícil. He aquí mi exhortación y tu enseñanza.Te pido que seas silencioso y que no vayas al locutorio sino a disgusto. Cuida de la pureza de la conciencia. No ceses de entregarte a la oración. Gusta de ser muy aplicado en tu celda si quieres ser introducido en la bodega vinaria del saber. Muéstrate muy amable con todos. No te inquietes por lo que otros hagan o dejen de hacer. No seas demasiado familiar con nadie, pues una familiaridad excesiva engendra el desprecio y muy fácilmente aparta del estudio. No te mezcles en las conversaciones y negocios de las gentes del mundo. Huye sobre todo de vagabundear fuera del monasterio. No dejes de seguir las huellas de los santos y de los buenos. No tengas en cuenta la persona de quien oyes alguna cosa, sino graba en la memoria todo lo bueno que oyes decir. Procura comprender a fondo todo lo que lees y oyes. En todas las dudas trabaja por llegar a la certidumbre. Esfuérzate por refugiarte cuanto puedas en la sala de armas de tu espíritu. No aspires a lo que esté demasiado alto para tí. Si sigues estas huellas producirás en la viña del Señor de los ejércitos, mientras te dure la vida, flores y frutos provechosos. Si observas todo esto alcanzarás el objeto de tus anhelos. Que te vaya bien".
miércoles, 24 de febrero de 2021
Miércoles de la primera semana de Cuaresma (Summa Theologica, III C.46 a.6)
MEDITACIONES ENTRESACADAS DE LAS OBRAS DE SANTO TOMÁS DE AQUINO
INTENSIDAD DEL DOLOR DE CRISTO EN LA PASIÓN (1)
Atended, y mirad si hay dolor como mi dolor (Lam 1, 12).
Cuando Cristo padeció se dio en Él un verdadero dolor, tanto sensible, causado por algún daño corporal, como interior, proveniente de la aprehensión de algo nocivo, y que se llama tristeza. Ambos dolores fueron en Cristo los mayores que pueden sufrirse en la vida presente. Y esto sucedió por cuatro razones.
Primero. Por las propias causas del dolor, pues la causa del dolor sensible fue la lesión corporal, la cual llegó a la acerbidad [cualidad de implacable, cruel, despiadado], tanto por la universalidad como por el género del sufrimiento. Porque la muerte de los crucificados es acerbísima, ya que son clavados en las partes nerviosas y sumamente sensibles, esto es, en las manos y en los pies; y el mismo peso de su cuerpo colgado aumenta continuamente el dolor; y junto con esto está la larga duración del dolor, porque no mueren inmediatamente como sucede con los que son muertos a espada. La causa del dolor interior fue, en primer lugar, el cúmulo de todos los pecados del género humano, por los que satisfacía padeciendo; por lo cual se los atribuye a sí mismo, diciendo con Sal 22, 2: "Las palabras de mis delitos". En segundo lugar, de manera especial, la ruina de los judíos y de otros que delinquieron ante su muerte; y principalmente de sus discípulos, que fueron víctimas del escándalo en la Pasión de Cristo. Finalmente, también la pérdida de la vida corporal, que es naturalmente horrible para la naturaleza humana.
Segundo. Por la capacidad de la percepción del paciente: Cristo estaba óptimamente complexionado en cuanto al cuerpo, ya que éste fue formado milagrosamente por obra del Espíritu Santo (...) En Él fue exquisito el sentido del tacto, de cuya percepción se sigue el dolor. Y también su alma, conforme a sus facultades interiores, percibió eficacísimamente todas las causas de tristeza.
Tercero. Por la pureza del dolor. Porque en los demás pacientes se mitiga la tristeza interior, e incluso el dolor exterior, con alguna consideración de la mente, en virtud de cierta derivación o redundancia de las fuerzas superiores en las inferiores. Esto no aconteció en la pasión de Cristo, porque "permitió" a cada una de sus potencias, "realizar lo que le es propio"
Cuarto. Porque Cristo tomó aquella pasión y aquellos sufrimientos voluntariamente, con el fin de liberar del pecado a los hombres. Por ese motivo, asumió tanta cantidad de dolor cuanta fuese proporcionada a la grandeza del fruto que de ahí iba a seguirse.
Por consiguiente, de la consideración de todas estas causas juntas resulta evidente que el dolor de Cristo fue el máximo posible.
Tomás de Aquino
(1) La traducción correspondiente no me convence del todo, de modo que he usado una traducción intermedia entre que enlaza al libro y la dada por la BAC (Suma de Teología V - Parte III e índices), págs 404 y 405
jueves, 28 de enero de 2021
jueves, 22 de octubre de 2020
Padre Reginaldo Garrigou-Lagrange: “La síntesis tomista”
sábado, 19 de enero de 2019
El método de Santo Tomás en la Suma Teológica (Juan Carlos Monedero)
- Título donde se plantea el tema
- Artículo donde se desliza el interrogante, en forma disyuntiva
- Título del tema
- Artículo en forma de pregunta disyuntiva
- Objeciones
- Contra esto…
- Respondo dicendum
- Solución a las objeciones